El concepto de Poder en Spinoza (Parte 4: «Derecho y Poder: Conclusiones»), por F. Javier Ansuátegui Roig

Derecho y Poder
 
PARTE I: El concepto de Poder en Spinoza
PARTE II: El concepto de Poder en Spinoza

 

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Nada más que podredumbre

¿Es aún posible poner en pie una democracia en la que no roben ni los hermanos, ni las esposas, ni los amigos, ni los ministros del todopoderoso presidente del gobierno de turno?

Lo dudo. Ni siquiera lo pido ya

Derecho y Poder
Impunidad

Siempre supe que los políticos profesionales eran gente corrupta. Sin excepción. Y que tal es el precio que los ciudadanos pagamos por el lujo, tan escaso en el mundo, de habitar en un sistema de libertades regladas. Nada, en esta puñetera vida, sale gratis. Puede que haya dictaduras que roben menos que esta democracia. A partir de ahí, uno elige su preferencia. La mía es que estoy dispuesto a dejarme robar discretamente, a cambio de quedar exento del Estado en mi vida privada. Los injustísimos impuestos pagan eso: nuestra libertad. En contrapartida, cualquier semianalfabeto ministro queda legitimado para gastárselos en señoritas de «petite vertu», que dicen tan elegantemente los franceses; en español, somos bastante más groseros con estas cosas.

Róbeme sin exceso y déjeme en paz: tal es la garantía básica de quien habita en cualquier país que no sea una dictadura. No es que resulte muy original. El nada reaccionario Saint-Just dejaba anotada esta tesis pocas semanas antes de ser guillotinado: «La libertad del pueblo está en su vida privada. No la perturbéis». No había cumplido aún los veintisiete en aquel verano de 1794. Y tenía razón en eso.

Hace mucho –tanto como el inicio de la democracia– que renuncié a cualquier participación política: ni voto ni pierdo mi tiempo, que a mi edad es sagrado, con gentes que se dediquen a esa curiosa variedad de bandolerismo. Me dejo sangrar, porque no tengo más remedio. Y, en el fondo, me da exactamente igual que quienes me desvalijen invoquen la sacrosanta letanía de «izquierda» o de «derecha», esas pésimas metáforas. Recuerdo haber escrito, hace la eternidad de un cuarto de siglo, un libro que llamaba a «Pensar contra la izquierda y la derecha». Naturalmente, no sirvió para nada. En este país la clientela sigue votando hoy contra los que mataron a sus abuelitos o a favor de los que mataron a los que mataron a sus abuelitos. Hace de esas horrendas matanzas casi un siglo. Allá ellos. Pero que sepan que hay quienes con esos cadáveres hacen dinero.

Cuarenta y seis años después del 78, en la política española no existe más que podredumbre. Tratar de corregirla es algo así como querer hacer de una sentina un palacio de cristal. Una burla. Al cabo, todo en el sistema español reposa sobre la base sólida de la corrupción. Desde el inicio, la corrupción nutrió las finanzas imposibles de los partidos políticos. También de los sindicatos. Y en esa corrupción política nacieron y proliferaron las larvas que hoy rigen cada engranaje –minúsculo o inmenso– del Estado. No, lo de Ábalos pagándose «amigas especiales» con cargo al pecunio público –o a los empresarios beneficiados por el pecunio público– no es una novedad. No hay constructor en España que no te cuente en privado cuáles son las tarifas regladas a través de las cuales ha obtenido, en el último medio siglo, la recalificación de terrenos. Y los más viejos todavía recordamos aquel primer entonces aún «escándalo» de las contratas de basuras, a través de cuya concesión prosperaron las finanzas del socialismo madrileño. ¡1981! A Alonso Puerta lo decapitaron en su partido por denunciarlo. Y todo perseveró en el PSOE viento en popa.

¿Podríamos volver al cero? ¿Empezar con una nueva Constitución que blindase la independencia judicial, que limitase al mínimo los gastos de partido, que redujese a un par de días las campañas electorales, que castigase con penas máximas las prácticas parasitarias que hoy hemos visto llegar hasta lo inimaginable? ¿Es aún posible poner en pie una democracia en la que no roben ni los hermanos, ni las esposas, ni los amigos, ni los ministros del todopoderoso presidente del gobierno de turno? Lo dudo. Ni siquiera lo pido ya. Me conformo con que el robo no lo ejecuten en complicidad con narcodictaduras del tipo sanguinario de la venezolana; me conformo con una exacción mesurada y no demasiado envuelta en cadáveres. Me conformo con que políticos, parientes y amigos no exhiban, como nuevos ricos, su desprecio hacia la pobre gente que paga sus ridículos lujos de pijo hortera. No es gran cosa, ¿verdad? ¿Es posible? Lo dudo.

 

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Derecho y Poder: El concepto de Poder en Spinoza

Parte IV

Por F. Javier Ansuátegui Roig

 

CONCLUSIONES (CONATUS)

El conatus es potencia dirigida a existir; en definitiva poder que puede enfrentarse con el de las demás cosas. La realidad del individuo depende en última instancia de la fuerza, del peso de su potencia de autoafirmación.

La materialización directa del conatus es el deseo, la cupiditas, que, junto a la alegría y a la tristeza constituyen los tres principales afectos a los que está sometido el individuo

La idea de Conatus, de tendencia a la autoconservación y la identificación del derecho natural con el poder del sujeto que actúa en todo caso determinado por la búsqueda de la satisfacción de su interés y de su deseo puede ser relacionado con ese poder (con p minúscula)

 

Las reflexiones que se acaban de desarrollar pueden servir de alguna manera para ofrecer datos con los cuales comprender, al menos en lo básico, la importancia que tiene el concepto de Poder, en sus diferentes dimensiones, en la obra de Spinoza. He comenzado estas reflexiones aludiendo a las distintas posibilidades de comprensión y de significación de la noción de Poder.

En ese contexto se aludió a la importancia que tiene la relación entre el Derecho y el Poder para comprender el sentido moderno del Derecho como conjunto normativo y también para entender alguna de las dimensiones básicas del ejercicio del Poder político, esto es, la normativa.

Sabido es que Bobbio ha señalado que Derecho y Poder son dos caras de la misma moneda [88] y que Peces-Barba ha subrayado la doble posibilidad —punto de vista externo, punto de vista interno— de comprensión de la relación [89]. Recordemos también que el concepto de poder se puede entender como posibilidad de actuación personal, como potencia individual.

Pues bien, creo que en la obra de Spinoza se pueden encontrar antecedentes de todas estas dimensiones. En efecto, y enlazando con la última anotación, el estudio de la idea de Conatus, de tendencia a la autoconservación y la identificación del derecho natural con el poder del sujeto que actúa en todo caso determinado por la búsqueda de la satisfacción de su interés y de su deseo puede ser relacionado con ese poder (con p minúscula) al que se aludió al comienzo.

 

 

A partir de la directa relación derecho natural-poder en el estado natural, se constituye la «Suprema Potestad»; de la misma manera que lo es por haber acumulado en sí la suma de todos los derechos de los individuos, el Derecho dictado por ella constituye el patrón normativo a seguir en el Estado.

Aludiríamos aquí al punto de vista externo de la relación Derecho-Poder. Pero ese Derecho, que es Derecho positivo, y por tanto la actuación misma del Poder, está sometido a ciertos límites que obedecen a determinadas causas: sometimiento a la razón, irrenunciabilidad de determinadas libertades por parte del sujeto, imposibilidad de intromisión en determinadas parcelas del individuo.

Estamos en presencia de un situación parangonable en cierta medida a la perspectiva que enfoca la relación Derecho-Poder desde el punto de vista interno; aunque ciertamente los límites a los que se somete el ejercicio del poder son casi exclusivamente materiales y no necesariamente identificados con el Derecho producido por el Poder político. Se estaría así aludiendo a una normatividad, no necesariamente de naturaleza estrictamente jurídica, pero que efectivamente limita y racionaliza el ejercicio del Poder.

Los clásicos lo son porque constantemente recurrimos a ellos en el análisis de problemas y conceptos actuales; porque en su momento adelantaron reflexiones que nos son útiles en la actualidad. Sus aportaciones constituyen un caudal inacabable de enfoques y perspectivas.

Pues bien, de lo aportado aquí creo que se pueden derivar buenas razones para seguir considerando a Spinoza como una fuente de argumentos y perspectivas en los temas que a nosotros nos preocupan, relacionados con la ética, con el Derecho, con la política, con la organización de la sociedad y con la fundamentación y justificación del ejercicio del poder político.

Del análisis de su pensamiento, sobre todo por lo que se refiere a la relación entre el Derecho y el Poder político, y a la limitación de éste a partir de la existencia de determinadas libertades irrenunciables, se puede afirmar que es posible encontrar en la obra de Spinoza avances de lo que hoy convenimos en considerar Estado de Derecho, concepto imprescindible para entender alguna de las más importantes dimensiones del Poder político en la actualidad.

 

[88] Vid. N. BOBBIO: «Del poder al Derecho y viceversa». ID., Contribución a la Teoría del Derecho, ed. de A. Ruiz Miguel, Debate, Madrid, 1990, pag. 356.

[89] Vid. G. PECES-BARBA: Curso de derechos fundamentales, cit., págs. 327 y ss.

 

 

GRANDES ÉXITOS DE LA JUSTICIA ESPAÑOLA (1978 – 2023): DELITOS DE POLÍTICOS: Una breve e incompleta lista, que puede explicar causas y efectos de los nombramientos arbitrarios de jueces (y muchas otras cosas)

 

 


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