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CANADÁ WOKE: EL PARQUE TEMÁTICO ‘WOKE’, la nueva religión de Estado

CANADÁ WOKE

 

DISCURSO SOBRE LA CONSTITUCIÓN DE LOS EEUU

Benjamin Franklin

Thomas Jefferson y Benjamin Franklin

 

Cuando en 1.787 se convocó en Filadelfia una asamblea general de todos los Estados libres de la América septentrional para dar más energía al gobierno de la Unión, revisando los artículos de la Confederación y corrigiendo algunos de ellos, el doctor Franklin, a pesar de tener entonces ochenta y dos años, fue nombrado diputado por el Estado de Pensilvania, y en calidad de tal firmó la nueva acta constitucional, aprobada por los Estados Unidos. El discurso que pronunció Franklin en esta ocasión es monumento admirable de prudencia y de moderación política; helo aquí:

 

SEÑOR PRESIDENTE:

Confieso que no puedo aprobar enteramente, por ahora, la ley fundamental que se nos presenta; pero no quiero asegurar tampoco que deje de aprobarla más adelante. En la larga carrera de mi vida, muchas veces me he visto obligado a mudar de opinión aun sobre los asuntos más graves e importantes, ya por haber adquirido mejores informes y reflexionando con más detención, ya, en fin, porque lo que al principio se me había presentado con todo el aparato de justicia, estaba muy distante de ser justo en realidad.

A fuerza de tan continuos desengaños, hijos de la experiencia, que sólo se adquiere en el curso de los negocios y en el trato de los hombres, mi razón se ha ido gradualmente corrigiendo del vicio general que nos domina de nuestro amor propio, para desconfiar más de mi opinión que de la ajena.

 

Muchos hombres, así como muchas sectas religiosas, se consideran en posesión de toda la verdad, imaginando que toda opinión contraria a la suya no puede ser más que un puro error

 

Muchos hombres, así como muchas sectas religiosas, se consideran en posesión de toda la verdad, imaginando que toda opinión contraria a la suya no puede ser más que un puro error. El protestante Steel decía al Papa, en una dedicatoria, que la sola diferencia que existía entre nuestras dos Iglesias, sobre la opinión que tienen de la certeza de su doctrina, es que la Iglesia Romana es infalible, y que la Anglicana no se engaña jamás.

Aunque, en general, las gentes tengan de su propia infalibilidad una opinión tan elevada como su Iglesia la tiene de la que le concierne, se hallan pocas que la manifiesten tan sencillamente como una señora francesa que en una disputa que tuvo con su hermana le dijo: “No sé, hermana, en qué consistirá, pero lo cierto es que solamente yo soy la que tiene siempre razón”.

Estos sentimientos, señor presidente, son los que me guían hoy para adoptar esta Constitución con todos sus defectos, si los tiene, porque creo que nos es necesario un gobierno general, y que no existe ninguna forma de gobierno que no pueda ser un beneficio siempre que esté bien administrado.

 

Creo, además, que el que aceptamos es susceptible durante muchos años de una buena administración, y que no degenerará en despotismo, como ha sucedido a otros muchos; a menos que el pueblo se corrompa en disposición tal que necesite un gobierno despótico y no pueda soportar ninguno de otra especie.

 

Creo, además, que el que aceptamos es susceptible durante muchos años de una buena administración, y que no degenerará en despotismo, como ha sucedido a otros muchos; a menos que el pueblo se corrompa en disposición tal que necesite un gobierno despótico y no pueda soportar ninguno de otra especie.

Dudo también que cualquiera otra asamblea que pueda ser convocada sea capaz de redactar otra Constitución mejor; porque cuando se reúnen cierto número de hombres animados del deseo sincero de aprovechar el conjunto de su sabiduría, con ellos se reúnen también, inevitablemente, todas sus preocupaciones, sus pasiones, sus errores, sus intereses locales y sus miras personales. ¿Puede acaso esperarse de semejante concurrencia una obra perfecta?

Lo que me admira es que el sistema propuesto se halle tan cercano a la perfección; y creo que sorprenderá a nuestros enemigos, que aguardan satisfechos a que en nuestros consejos reine la misma confusión que se suscitó entre los que fabricaban la Torre de Babel, y que nuestros Estados se hallen a punto de separarse para no volverse a reunir jamás o para degollarse mutuamente.

Así, pues, consiento, señor presidente, en aceptar esta Constitución porque no espero otra más perfecta, y porque la gradúo en su esencia como la mejor posible.

En cuanto a mi opinión particular sobre los defectos que he creído percibir en ella, todo lo sacrifico al bien público. Jamás he hablado de esta ley fuera de nuestra asamblea; en ella nació y en ella morirá. Si alguno de nosotros, cuando regrese al seno de sus comitentes, reprodujese sus objeciones y tratase de hacerse entre ellos partidarios, produciría con tal desacuerdo el mal trascendental de que la Constitución no fuese generalmente aceptada, y de este modo perderíamos los efectos saludables, las grandes ventajas que naturalmente deben resultar para nosotros, tanto en los países extranjeros como en el seno del nuestro, de esta unanimidad real o aparente.

Una gran parte del poder y de la eficacia de todo gobierno para procurar y asegurar la dicha del pueblo, depende del conjunto de la opinión, de la opinión general que pueda formarse a favor de la bondad del gobierno, como también de la sabiduría y de la integridad de los que gobiernan. Espero, pues, que por amor a nosotros mismos, como que formamos parte del pueblo, y también por amor a nuestra posteridad, nos dediquemos cordial y unánimemente a recomendar esta Constitución por todas las partes donde nuestra influencia pueda extenderse, y que, en lo sucesivo, encaminemos nuestros pensamientos y nuestros esfuerzos hacia las medidas que deben adoptarse para que sea bien administrada.

En fin, aprovecho, señor presidente, esta ocasión para manifestar cuánto desearía que, a mi ejemplo, depusieran un poco de su propia infalibilidad los miembros de esta asamblea que creen notar algunos defectos en nuestra Constitución, y que para dar una prueba manifiesta de nuestra unanimidad, firmásemos todos la aceptación.

 

[Franklin presentó entonces la moción de que se añadiese a la Constitución: “Hecha y adoptada por unánime consentimiento”. Esta moción fue aprobada.]

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BENJAMIN FRANKLIN, El libro del hombre de bien, Espasa-Calpe, Colección Austral, edición de 1964. Filosofía Digital, 2006

 

BENJAMIN FRANKLIN

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HA ASUMIDO LA NUEVA RELIGIÓN DE ESTADO

INFIERNO ‘WOKE’: REVISIONISMO HISTÓRICO, ISLAMIZACIÓN, PRIVILEGIOS LGTBI Y PERSECUCIÓN A LOS OPOSITORES EN CANADÁ

Por Javier Villamor
CANADÁ WOKE
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Europa Press

 

Este es el primer artículo de una serie de análisis sobre los países de base anglosajona en los que, por activa o por pasiva, esta nueva religión de Estado está penetrando más que en otras plataformas civilizatorias. El problema: por su amplio poder económico y político acaban infectando a los países de su misma esfera, lo que hoy se considera como «Occidente».

El país norteamericano gobernado por Justin Trudeau es uno de los más distópicos en cuanto a leyes woke y no parece que vaya cambiar de rumbo en el corto plazo. Canadá es al mundo anglosajón lo que es Europa para el resto del mundo: un laboratorio del gobierno mundial. Esto último es frase literal de Javier Solana, ex secretario general de la OTAN. El Reino Unido no se queda atrás, como veremos en futuras entregas, aunque Canadá se ha aupado al primer puesto por méritos propios.

El término woke es un anglicismo cuyo símil en español sería progresismo aunque con obvios matices. Mientras que en su versión inglesa éste es carente de significados políticos, en su versión española hace referencia a «progreso», por lo que configura un marco mental determinante a la hora de relacionarse con significados y significantes en la mente de la ciudadanía. Woke (despierto, en inglés) vendría a ser la persona consciente de determinados problemas sociales que podríamos llamar estructurales (racismo estructural, machismo estructural, desigualdad estructural, etc.). Sería, por así decirlo, la versión simplificada a la inglesa de la metáfora de la caverna platónica. Su aplicación política hoy tiene que ver con toda la ristra de leyes y adhesiones políticas de izquierda en lo referente a la aceptación de posturas pro inmigración, LGTBI, género, globalistas, antinacionalistas, etc. En inglés existe otra expresión: I support the current thing, es decir, «apoyo lo que toque en cada momento». Y en esto Trudeau –y por extensión Canadá– es el alumno aventajado. 

El país de la hoja de arce es el ejemplo más claro de multiculturalismo. Un concepto este, por cierto, acuciado en los años 60 del pasado siglo por el padre del actual ministro, Pierre Trudeau. Aunque sobre el papel el concepto puede parecer impecable, en la práctica ha resultado en una ruptura cada vez más evidente con la compresión tradicional de la sociedad y del individuo. Las cuotas, los espacios seguros, las teorías raciales, el revisionismo histórico y una larga lista de medidas adoptadas por Justin Trudeu lo han convertido en un déspota progresista.

 

 

Transformación militar

El Departamento de Defensa Nacional lleva meses trabajando por unas fuerzas armadas libres de racismo. Nadie está en contra de esto, el problema es cuando se aprueban paquetes de medidas sobre diversidad, equidad e inclusión. Una ponente en un acto oficial llegó a señalar que el ejército está infectado de «supremacismo blanco». Cabe la duda de si realmente hay un comportamiento racista en uno de los países con menos proporción blanca de occidente o se refiere a que todavía hay muchos blancos. El mismo departamento aprobó una beca para el profesor Andy Knight de la Universidad de Alberta para medir el grado de este «supremacismo blanco». Meses atrás, las Fuerzas Armadas de Canadá ya advirtieron sobre los graves problemas que existen para reclutar nuevos soldados o para cubrir todos los puestos ofertados. Una muestra visual es este anuncio del Ejército para reclutar de hace cinco años. Ni un arma para llegar a las nuevas generaciones. El Ejército como una ONG, al ejemplo de lo que siempre quiso José Luis Rodríguez Zapatero para nuestro país. 

Revisionismo histórico

Como consecuencia de las protestas que atravesaron Norteamérica fomentadas por los terroristas domésticos de Blacks Lives Matter (terrorismo porque fue violencia con fines políticos), diversas turbas arramplaron con estatuas de la reina Victoria, Isabel II y John A. MacDonald (al que se podría llamar padre fundador de Canadá). El izquierdista Pierre Trudeau, ya mencionado anteriormente, adoptó oficialmente el multiculturalismo por ley en 1971 como vía para refundar la identidad nacional de un Canadá huérfana tras el fin del imperio británico al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, el país no ha hecho más que volverse contra sí mismo. El actual primer ministro, hijo del por aquel entonces también primer ministro, llegó a declarar en 2016 que el país no tiene «identidad tradicional real» (no core identity). Duras pero realistas palabras para lo que algunos consideran el primer Estado postnacional de la historia. ¿Es este el Estado que desean los globalistas para el resto de naciones?

Islamización

La dictadura de lo políticamente correcto también impera en Canadá de mano de Justin Trudeau. El proceso de islamización parece imparable –al igual que ocurre en Europa– ante el miedo, la incapacidad o la voluntad de no hacer nada por parte de los gobernantes. Mientras que los ataques por motivos religiosos contra judíos y cristiano crecen proporcionalmente al aumento de población musulmana, los políticos canadienses se muestran más preocupados por acabar con la «islamofobia» y sus variantes dentro de lo que se consideran «delitos de odio». La primera mezquita se fundó en suelo canadiense en 1938 y el avance continúa. ¿Es un peligro la existencia del islam? No. ¿Es un peligro cuando aumenta sin que se le impongan condiciones como a cualquier otro ciudadano y confesión? Sí. Cuando un político intenta contentar a una base demasiado amplia de posibles votantes, lo más seguro es que antes o después cometa errores. El más sonado en este sentido fueron los calcetines multicolores con las palabras Eid Mubarak que el primer ministro mostró durante la celebración del Orgullo Gay en Toronto que coincidía con el fin del Ramadán. 

Leyes LGTB

Los privilegios LGTB que estamos viendo en los últimos años también existen en Canadá. La confusión voluntaria entre crítica a un colectivo o a un lobby por un determinado comportamiento y un supuesto delito de odio es parte del día a día. Así como en otros países, incluido España, el concepto de «delito de odio» sólo se aplica cuando la crítica se vierte hacia grupos considerados minoritarios u oprimidos históricamente. La pendiente resbaladiza en Canadá existe y el ejemplo más reciente es la propuesta de una política canadiense para que se apruebe una ley que conlleve una pena de cárcel y una multa de hasta 25.000 dólares a todo aquel que cometa «delito de odio» en torno a eventos LGTB o, incluso, de drag Queens con menores de edad. Cualquier «acto homófobo, transfóbico, de intimidación, amenaza, comentario ofensivo, protesta, disturbio y distribución de propaganda de odio» quedaría prohibido por ley si se aprueba el proyecto, según ha declarado Kristyn Wong-Tam, promotora de dicha medida. 

 

Respecto a este tipo de leyes surge siempre la misma duda: ¿qué se considera un acto homófobo o transfóbico? El listón para esto cada vez está más bajo. Lo que se busca es una censura evidente pero justificada de tal manera que parezca protección cuando lo que realmente persigue es la cancelación de posturas contrarias o disidentes al discurso oficialista respecto a temas morales o sociales. 

Medidas ilegales contra opositores

Hace apenas un año que el Gobierno de Trudeu impuso la ley marcial contra los participantes en las manifestaciones de los camioneros. Congelar las cuentas bancarias de los asistentes o de las personas que apoyaran logísticamente las mismas no se había visto nunca antes un país que se enorgulleciera de llamarse democrático. El primer ministro estuvo ausente de la esfera pública durante días y tuvo que ser una representante del Gobierno quien anunciara tan impopular medida. Este mazazo en la mesa fue un aviso a navegantes.

Los gobiernos progresistas pueden valerse de palabras biensonantes o de sonrisas de estudio, pero sus acciones distan mucho de lo que pregonan. El Trudeau español es Pedro Sánchez; el francés, Emmanuel Macron. Dirigentes a los que no les tiembla el pulso a la hora de imponer confinamientos, criminalizar a los opositores, usar a las fuerzas armadas contra la población… Ejemplos hay demasiados. 

 

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LA SOCIEDAD ESTÁ POLARIZADA, HUMILLADA Y AMEDRENTADA

CANADÁ: EL PARQUE TEMÁTICO 'WOKE' QUE DEBE SERVIR DE ADVERTENCIA

Por Karina Mariani

Justin Trudeau, el creador del parque woke, es una especie de ícono de la progresía mundial, superficial, falsario, cínico, soberbio y obsesionado con el postureo moralista, un príncipe encantado de la distopía bienpensante que encantó al mundo cuando en 2015 se convirtió en primer ministro canadiense. El culto a la personalidad que lo ha rodeado fue sembrado por él en las redes sociales, con la complacencia mediática mundial que vio en el efebo neosocialista un vehículo ideal para propagar su agenda. Asumió el cargo con sólo 43 años, siendo descendiente de una histórica familia política y se presentó como el primer mandatario «postnacional» de Canadá. Se desconoce si alguien entendió qué demonios significaba eso, pero nadie quiso romper el hechizo, el parque temático recién abría sus puertas y todo era una resplandeciente ensoñación.

Pero claro, para hacer un parque temático verdaderamente woke, se debe fabricar la propia narrativa victimista. ¡No hay wokismo sin opresión! Y las opresiones en las que se basa el wokismo son eternas, no importa si los hechos ocurrieron hace siglos y si ya no queda nadie a quién culpar ni víctimas de los acontecimientos. Esta ideología supone una especie de transmigración de la culpa hacia grupos seleccionados a los que endilgar responsabilidades por las que deben pagar sin haber cometido ningún delito. En este sentido, Trudeau anabolizó la narrativa indigenista para convertir a Canadá en culpable de un «genocidio». Se apoyó en el accionar de escuelas residenciales que Canadá creó tiempo atrás para integrar a los pueblos indígenas con métodos inaceptables para la sociedad actual, pero que ocurrieron hace décadas.

En 2021, Canadá se vio convulsionada por la noticia de que se habían descubierto 215 tumbas sin marcar de alumnos indígenas en los terrenos de una antigua escuela residencial en Kamloops, en Columbia Británica. La cobertura desencadenó violentas protestas, se incendiaron más de 30 iglesias y la condena sempiterna fue a caer en la maldita cultura occidental colonialista. En 2022, el Parlamento votó por unanimidad una moción que describía a las escuelas como genocidas y el mismísimo Papa se sumó a esa narrativa culpando a la Iglesia Católica que dirigió casi el 50% de estas instituciones. Sin esperar la evidencia se bajaron las banderas nacionales y se canceló la celebración del Día de Canadá. Justin Trudeau se arrodilló ante las cámaras con un peluche en la mano, un fetiche que contenía todo su postureo, ante toda la nación que entró, a su vez, en una autoflagelación colectiva viral.

Trudeau prometió millonarios fondos para que las comunidades indígenas buscaran e identificaran cadáveres de niños. Global News anunció el «Descubrimiento de restos humanos en los terrenos de la escuela residencial de Kamloops» y Toronto Star declaró: “Se han encontrado los restos de 215 niños”. “Reportan fosa común de niños indígenas” es como el New York Times tituló el primero de una serie de horripilantes «descubrimientos». Dos años después no se ha encontrado una sola tumba, cuerpo o conjunto de restos en Kamloops, ni en ninguna de las otras comunidades donde se realizaron estudios similares de radar de penetración terrestre. No había cuerpos ni restos humanos a la vista, sólo datos de radar que indican dislocaciones del suelo. Pero el Ministro de Justicia de Canadá, David Lametti, sostuvo que estaba dispuesto a castigar a quienes negaran la narrativa del genocidio. Comunicar datos certificados puede ser un delito penal en el parque temático de Justin.

La idea de llamar genocidio a cualquier narrativa victimista es una de las claves de la cultura woke, no sólo banaliza los verdaderos genocidios sino que sirve para llevar al paroxismo cualquier ansia de venganza y para colectivizar reclamos y demandas de privilegios. Pero también sirve para echar mano de herramientas de control del discurso. Ya en 2015 la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá informó que durante más de un siglo, el objetivo del gobierno había sido «hacer que los pueblos aborígenes dejen de existir… lo que se puede describir mejor como ‘ genocidio cultural ‘”. Pero esto no era suficente para el parque temático de Trudeau y durante su mandato el calificativo «cultural» desapareció. Ahora se considera herético desafiar la afirmación de que en Canadá ocurrió un genocidio en el sentido del Holocausto o el Holodomor y el activismo woke afirma que incluso debatir la aplicabilidad de la palabra «genocidio» es, en sí mismo, una «herramienta de genocidio».

Pero un parque temático woke no sería nada si no fuera profundamente malthusiano. Actualmente en Canadá las autoridades médicas ofrecen suicidio asistido a personas discapacitadas, deprimidas o vulnerables. El número anual de muertes por eutanasia está aumentando velozmente y se estima que 13.500 personas eligieron el suicidio asistido por el Estado el año pasado. Los grupos defensores de DDHH afirman que la permisiva ley de Canadá carece de salvaguardias esenciales para los pacientes sin otras afecciones médicas además de su discapacidad. Tim Stainton, director del Instituto Canadiense para la Inclusión y la Ciudadanía de la Universidad de Columbia Británica, sostiene que la reforma de Trudeau es «probablemente la mayor amenaza existencial para las personas discapacitadas desde el programa nazi en Alemania en la década de 1930«. Particularmente terroríficas han sido las noticias sobre personas en situación de calle a las que se les ha ofrecido la eutanasia como solución a sus problemas de pobreza.

No hay ítem de la agenda bioética wokista que el intenso Trudeau no milite como si no hubiera un mañana. Y, claro está, en cuestiones de ideología de género, el parque temático ofrece miles de atracciones. Toda la parafernalia de la autopercepción y su consecuente imposición social encuentra en Canadá su paraíso. Los casos son hilarantes, salvo para las pobres personas que tienen que padecer este loquero a cielo abierto. Desde hombres autopercibidos mujeres que demandan a los ginecólogos porque no les realizan exámenes médicos para órganos femeninos hasta padres condenados a seis meses de prisión por oponerse a la hormonación de sus hijos.

Los ejemplos se amontonan, la sexualización de los niños es casi un dogma y la simbología relativa a las preferencias sexuales se impone por sobre los símbolos propios del país, como por ejemplo la bandera. Las regulaciones son francamente opresivas, divisorias y destinadas a la delación y al enfrentamiento cívico,la nueva ley en Canadá considera punibles a las personas hasta por llamar “hijo” a un hijo varón que haya cambiado su género. Claro que grupos religiosos o étnicos se han opuesto a las leyes de género de Trudeau, musulmanes o hindúes han protestado abiertamente contra esta ideología lo que puso al joven mandatario en un brete porque se le cruzan dos áreas sensibles de su parque: género vs. multiculturalidad. Pero nada es imposible en el parque woke, con su infinito ingenio perturbado, Trudeau culpó a la derecha americana de que los musulmanes en Canadá se opongan al plan de estudios LGBTI y huyó hacia adelante redoblado la apuesta y amenazando con quitar la custodia a los padres que se opongan a la agenda LGTBI. En Canadá se puede considerar “abuso de menores” que los padres cuestionen la identidad de género de los niños.

El reconocido psicólogo canadiense Jordan Peterson, tal vez uno de los académicos más famosos del mundo, ha sido perseguido recurrentemente por oponerse a que su país se convierta en un parque temático woke. Para con él, Trudeau no ha tenido misericordia «Si crees que tienes derecho a la libertad de expresión en Canadá, estás delirando» ha dicho luego de que fuera obligado a tomar “la capacitación”, una especie de reeducación forzada al estilo maoísta, debido a los comentarios que realizó en sus redes. Peterson sostiene que el Gobierno de Canadá está llenando a las instituciones de censores woke: «Los jueces son progresistas designados por Justin Trudeau y todos los profesionales en Canadá están tan aterrorizados por sus organismos reguladores ‘profesionales’ que guardan silencio. E incluso aquellos que no se sienten intimidados de esa manera, no pueden permitirse la lucha extremadamente costosa e interminable«, agregó.

En el parque temático de Trudeau, Justin es el amo y señor de la vida, la opinión y la propiedad de las personas que allí habitan, después de todo, el neocomunismo no deja de ser comunismo al fin. Cuando se convocaron las protestas “Freedom Convoy” de los camioneros contra las restricciones e imposiciones pandémicas, las reacciones dictatoriales del mandatario no conocieron límites. Invocó la Ley de Emergencias que tuvo su origen durante las guerras mundiales y que otorga al gobierno amplios poderes sobre el orden público en momentos de crisis genuina. Cientos de camioneros fueron arrestados y procesados, desprovistos de sus cuentas bancarias y perseguidos ellos, sus familiares, amigos y empleadores. También se confiscó el dinero que recibieron en donaciones. Recientemente, Trudeau pretendió reescribir la historia y negar las atrocidades y abusos cometidos durante el bienio covídico, tratando a los canadienses como verdaderos imbéciles.

Por supuesto que la calentología no podría faltar en el parque wokeTrudeau es un fanático de la narrativa del Net Zero, pero como todos los de su estirpe, impone sacrificios que él no está dispuesto a hacer y reluce hipocresía a cada paso. Sólo en 2023, bajo su mandato, Canadá sufrió los peores incendios forestales de la historia: alrededor del 4% de todos los bosques del país se quemaron. Tal fue el desastre que el humo tóxico provocó nubes en lugares tan lejanos como Europa. Naturalmente, Trudeau culpó al cambio climático, pero se supo rápidamente que los incendios fueron provocados por su negligencia, ya que ignoró las advertencias sobre una mala gestión forestal y se negó a asignar los recursos necesarios. Trudeau es un defensor del impuesto al carbono y ha anunciado planes para hundir la industria del petróleo y el gas. También impone restricciones obligatorias y severas a los fertilizantes, ataca a la agricultura moderna como cualquier pastor de la agendita multicolor y obstaculiza brutalmente la industria forestal. Los billones de dólares gastados en las llamadas “energías alternativas» han tenido un impacto insignificante en la provisión de energía e incluso ha empeorado la vida de sus gobernados.

Existen muchas más atracciones en el parque temático woke, por ejemplo una sonora subvención financiada por los contribuyentes para la lucha contra el racismo cuyo principal promotor era un fanático antisemita. El dinero fluía a Community Media Advocacy Center (CMAC), para luchar contra el racismo en la radiodifusión canadiense hasta que la ciudadanía descubrió la militancia antisemita expresada por el consultor jefe del grupo, Laith Marouf, un activista palestino-sirio al que el gobierno federal le concedió cientos de miles de dólares para apoyar su labor.

Claro que Trudeau quiere seguir en el poder, los totalitarios no saben irse. Pero Canadá está llevando mal todos los índices. Hay una profunda crisis inmobiliaria, el costo de vida en aumento y una inseguridad inusual para el país. Como si fuera un político kirchnerista, responsabiliza de la inflación a los empresarios, reparte culpas en la sociedad sin asumir las propias y, al descontento y los escándalos, se suma una complicada ruptura matrimonial que corroe las bases de su autodiseñada imagen. Las encuestas no son favorables pero de los últimos escándalos hay uno bien incómodo: las dudas crecientes sobre la interferencia electoral china.

Recientemente se descubrió que una organización benéfica de Quebec, que recibió más de 4,45 millones de dólares del gobierno canadiense, albergaba dos «comisarías secretas chinas». Según la Gaceta de Montreal, el Servicio de la Familia Chinoise del Gran Montréal (SFCGM), que aparentaba prestar apoyo a la comunidad china, era en realidad utilizado por Pekín para vigilar e intimidar a sus ciudadanos en Canadá. Los registros oficiales en Canadá también muestran que la organización recibió contribuciones de Empleo y Desarrollo Social de Canadá (ESDC). Las denuncias sobre la interferencia del Partido Comunista Chino (PPCH) se agravan por el hecho de que la inteligencia canadience sólo es eficiente para perseguir ideológicamente a los ciudadanos, pero es inútil a la hora de detectar verdaderos peligros.

Trudeau en sí mismo es una atracción, tal vez la más vistosa, del parque temático woke que a toda velocidad se ha impuesto en Canadá. Su comportamiento muestra el patrón de la progresía enloquecida, que se va haciendo con el control de las instituciones de las democracias liberales corrompiéndolas hasta los huesos. Es incapaz de tolerar la disidencia, divide al país, polariza y opera excluyendo y cancelando a aquellos que no siguen su relato, para luego llamarlos fascistas, racistas, peligrosos para la democracia y todo el menú de insultos progresistas.

Mientras el parque temático woke florece, el país real, el que alguna vez fue ejemplo de concordia y amabilidad, la Canadá próspera, se estanca y sufre. El país enfrenta una economía amenazada por las leyes diseñadas precisamente para provocar una paralización, con una sociedad polarizada, humillada y amedrentada. Canadá ha pasado a ser una lección y una advertencia de lo que sucede cuando se deja a los ingenieros sociales, borrachos de poder, modelar la vida de las personas según su ideología narcisista. Su historia debería servir de advertencia para Occidente, el wokismo quiebra empresas, sí, pero también quiebra naciones y corazones.

 

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POR 185 VOTOS A FAVOR Y 151 EN CONTRA

LA DICTADURA DE TRUDEAU YA ES OFICIAL: EL PARLAMENTO CANADIENSE APRUEBA LA LEY MARCIAL

 

Gaceta, 22 FEBRERO 2022
 

Ya es oficial: el Gobierno minoritario de un Justin Trudeau con un respaldo popular del 16% podrá detener a quienes protesten contra el régimen, congelar cuentas bancarias y, en general, hacer de su capa un sayo con la excusa de una protesta pacífica contra unas restricciones demenciales y desechadas ya por más y más países en todo el mundo.

El Parlamento canadiense votó el lunes por la noche a favor de la Ley de Emergencias por 185 votos contra 151. Así acaba una democracia, con un voto parlamentario.

Trudeau invocó la Ley, una medida sin precedentes, la semana pasada alegando que es necesaria para aplastar las protestas pacíficas vinculadas al movimiento del «Convoy de la Libertad», que exige el fin de la violación de derechos civiles por parte del Gobierno con la excusa de combatir la gripe china. En este momento no hay protestas activas en ningún punto de Canadá.

La moción para respaldar la invocación de poderes de emergencia de Trudeau fue aprobada en una votación en la Cámara de los Comunes de Canadá el lunes, con el Partido Liberal y el NDP y otros aliados obteniendo 181 votos a favor de la moción.

A la moción se opusieron el Partido Conservador de Canadá (CPC) y el separatista Bloc Québécois (BQ) y sus aliados (consiguiendo 151 votos), informa la televisión del régimen, CBC.

Es la primera vez que se invoca una ley, elaborada por su presunto padre, el también primer ministro Pierre Trudeau, y que equivale a la aplicación de la ley marcial, y todo para luchar contra una protesta multitudinaria e incómoda, pero pacífica y con un amplio respaldo social, que ha incluido bloqueos de cruces fronterizos en Ontario, Manitoba y Alberta, aunque todos terminaron antes de que se invocara formalmente la Ley de Emergencias.

No es que el Gobierno haya esperado al engorroso trámite de la aprobación de la ley: de hecho, empezó a aplicarla inmediatamente, antes de estar teórica facultado para hacerlo, para despejar violentamente a los manifestantes en Ottawa durante el fin de semana y para congelar las cuentas bancarias de las personas vinculadas a la protesta. También se utilizó para obligar a las empresas de grúas a retirar los camiones que ocupaban el área alrededor de los edificios del parlamento después de que el Gobierno tuviera problemas para contratar grúas anteriormente, ya que muchos supuestamente se negaron.

Los países de nuestro entorno, demasiado ocupados chantajeando a los gobiernos «autoritarios» de Hungría y Polonia, no tienen nada que decir contra esta dictadura implantada ante los ojos de todos.

El viernes y el sábado, agentes de policía arrestaron a los manifestantes y confiscaron sus vehículos. Ahora, el alcalde de Ottawa, Jim Watson, quiere vender esos camiones incautados para recuperar millones de dólares que la ciudad perdió durante las tres semanas de estancamiento.

El domingo, Watson le dijo a la CBC que los camiones, caravanas y otros vehículos incautados del convoy deberían venderse, alegando que los poderes de emergencia del primer ministro Justin Trudeau podrían darle autoridad para hacerlo.  

 

El Senador y candidato a Presidente US, Mcain, con lideres Neonazis ucranianos

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LA OFICINA DE TRUDEAU ASEGURA QUE NO CONOCÍAN SU PASADO

El Parlamento de Canadá y Zelenski ovacionan de pie a un soldado nazi ucraniano

Gaceta, 25 SEPT 2023
 El Parlamento de Canadá ovaciona a Hunk, que combatió en la guerra contra el Ejército ruso, pero a las órdenes del Ejército nazi, en la 14 división del Waffen SS, una organización paramilitar acusada del exterminio de judíos ucranianos.

 

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, han aplaudido este domingo de pie en el Parlamento canadiense a un excombatiente nazi ucraniano que perteneció a la División Galizien de las SS durante la Segunda Guerra Mundial.

Yaroslav Hunk, que combatió en la guerra contra el Ejército ruso, pero a las órdenes del Ejército nazi, en la 14 división del Waffen SS, una organización paramilitar acusada del exterminio de judíos ucranianos, fue ovacionado por toda la Cámara que, según han justificado después desde el Gobierno canadiense, no conocía su pasado.

La Oficina de Trudeau ha culpado al presidente de la Cámara de los Comunes, Anthony Rota, de lo ocurrido. «La Oficina del primer ministro y la delegación ucraniana no recibieron ninguna notificación previa sobre la invitación o el reconocimiento. El Parlamento y la oficina del Presidente son independientes del primer ministro y de la Oficina del Primer Ministro. El presidente de la Cámara tenía su propia asignación de asientos para invitados en el discurso del viernes (22 de septiembre), que fueron determinados únicamente por el presidente de la Cámara», ha explicado en un comunicado.

Por su parte, el presidente de la Cámara, quien presentó a Hunk al resto de parlamentarios refiriéndose a él como un «héroe«, también se ha disculpado.

«En mis declaraciones tras el discurso del presidente de Ucrania, reconocí a una persona en la tribuna. Posteriormente he tenido conocimiento de más información que me hace lamentar mi decisión de hacerlo«, ha afirmado Rota.

Además, ha explicado que «nadie, incluidos mis compañeros parlamentarios y la delegación de Ucrania, estaba al tanto de mi intención o de mis comentarios antes de pronunciarlos. Esta iniciativa fue enteramente mía, ya que el individuo en cuestión era de mi (distrito) ecuestre».

«En particular, quiero extender mis más profundas disculpas a las comunidades judías de Canadá y de todo el mundo. Acepto toda la responsabilidad por mis acciones», ha reconocido Rota.

 

Zelensky otorga al Neonazi y comandante del Sector Derecho, Dmytro Kotsyubaylo, el premio «Héroe de Ucrania»

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Imagen Portada: Justin Trudeau, 2007

Trudeau no está, contra lo que pudiera parecer, vestido de Hitler. La imagen es real, del año 2007, cuando Trudeau participó en una película llamada La Gran Guerra, en la que interpretó a Talbot Papineau.

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«CAPITALISMO ROSA», por Shangay Lily

 

 


1 Comment

  1. Canada’s woke nightmare: A warning to the West | Documentary

    https://www.youtube.com/watch?v=Qt2AuVQKpq0

    Bajo Justin Trudeau, Canadá ha tratado de posicionarse como el bastión global de la política progresista. En mi último documental en Telegraph, visto arriba, fui a la antigua colonia británica para descubrir cómo están afrontando los canadienses las reformas radicales de Trudeau; desde la promoción de la ideología de género en las escuelas y la legalización masiva de las drogas, hasta sus nuevas leyes extremas sobre el suicidio y las medidas drásticas contra la libertad de expresión.

    Comencé mi investigación en una de las ciudades más liberales del país, Vancouver. La posesión de hasta 2,5 gramos de drogas duras, incluidas heroína, cocaína y fentanilo, ha sido legalizada en la ciudad como parte de un experimento de tres años que comenzó en enero de este año. Si el objetivo era combatir la crisis de opioides que ya acosa a la ciudad, entonces parece que aún queda mucho por hacer, ya que enormes tiendas de campaña se alinean en las calles, patrulladas por drogadictos ambulantes que parecen zombis.

    Mientras filmábamos en Hastings Street, infame por ser el epicentro de la crisis de personas sin hogar en Vancouver, fui testigo de cómo un hombre en topless se inyectaba una aguja en el brazo a cinco pies de mí. Aunque no fue tan malo como San Francisco, donde mi camarógrafo y yo fuimos atacados por vagabundos enojados, las escenas aún eran impactantes.

    No son sólo las personas sin hogar las que patrullan las calles de Vancouver. Chris Elston, más conocido en línea como Billboard Chris, hace campaña contra la imposición de la ideología de género a los niños, ya sea a través del sistema educativo de Canadá o mediante operaciones peligrosas para la “transición” de los adultos jóvenes. Como sugiere su apodo, Chris camina por Vancouver usando carteles que protestan contra la ideología de género, fomentando animados debates con los transeúntes que sube a YouTube.

    Chris amablemente permitió que nuestro equipo lo acompañara en una caminata, donde encontramos a muchos canadienses horrorizados por el uso de bloqueadores de la pubertad en niños y la promoción de hombres biológicos en los deportes femeninos.

    Por supuesto, encontramos cierta oposición, principalmente a través de algún que otro grito o movimiento de dedos. Hasta aquí la cortesía canadiense.

    Un caballero agresivo, alto, envejecido y enojado, comenzó una diatriba contra Chris con el mensaje bastante extraño y singular de que es «queer».

    Parte de la revolución social de Canadá también se puede observar en sus nuevas y extremas leyes sobre eutanasia. En 2016, el gobernante Partido Liberal aprobó una legislación que permitía el suicidio asistido para los canadienses con enfermedades terminales. El año que viene la legislación se ampliará para incluir a quienes tienen problemas de salud mental. A medida que el cristianismo declina en todo Canadá y la obsesión liberal por la “autonomía corporal” y la “libertad personal” llega a su conclusión lógica, se está formando una nueva distopía. Como me dijo la Dra. Konia Trouton, defensora de la eutanasia, “somos una sociedad organizada, pero dentro de esa organización tenemos que permitir algunas libertades y oportunidades, este no es un sistema comunista donde podamos intentar controlar eso”. El grupo de campaña Coalición para la Prevención de la Eutanasia estima que 13.500 personas eligieron el suicidio asistido por el Estado el año pasado.

    Para evitar que se propague el wakeismo, es importante tener un partido de oposición fuerte. Los conservadores de Canadá han sido históricamente débiles a la hora de hacer frente a Trudeau; sin embargo, su líder recientemente elegido, Pierre Poilievre, ha inyectado nueva energía al partido. Si bien hay quienes todavía cuestionan las credenciales conservadoras de Poillievre, su estrategia parece estar funcionando; una encuesta reciente dio a su partido una ventaja de doce puntos sobre los liberales de Trudeau.

    Sin embargo, los opositores más exitosos a la revolución social de Canadá hasta ahora no han sido los políticos sino el público en general. Nuestra película destaca a algunas de estas valientes personas, incluido el Dr. Jordan Peterson, quizás el canadiense de más alto perfil en el mundo, además del líder del país.

    Durante mis viajes encontré gente corriente consternada por la rendición de Canadá a los traficantes de drogas, su desprecio por la libertad de expresión, su aplicación de la ideología de género a los niños y su desenfadada disposición a acabar con la vida de sus propios ciudadanos. Sin embargo, a pesar de todas las deprimentes historias de personas que perdieron sus trabajos o fueron perseguidas por el gobierno, estos casos fueron igualmente inspiradores. Si bien Canadá es una advertencia para Occidente, también hay mensajes individuales de esperanza de aquellos valientes que luchan por su libertad.

    The Telegraph

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