HYPERNORMALIZATION, Documental de Adam Curtis (2016)

HYPERNORMALIZATION

 

HYPERNORMALIZATION

A medida que los sistemas inteligentes online recogen cada vez más datos, nuevas formas de orientación empezaron a surgir. Las redes sociales crean filtros, algoritmos complejos que analizan aquello que a los individuos les gusta, y luego se alimentan con más de lo mismo para dárselo de regreso. En el proceso los individuos comenzaron a desplazarse, sin darse cuenta, al interior de burbujas que los aíslan de la enorme cantidad de otra información. Sólo escuchan y ven lo que les gusta, y las noticias se alimentan cada vez más excluyendo cualquier cosa que pueda desafiar las creencias preexistentes de las personas.

 

HyperNormalisation es un documental de Adam Curtis emitido por la BBC desde el 16 de octubre de 2016

 

Tras el fracaso de las revoluciones, no solo los radicales, sino nadie en occidente, tenía alguna idea de cómo cambiar el mundo. En su lugar, los políticos habían desplazado tanto de su poder hacia las finanzas y la cada vez mayor burocracia administrativa que, en efecto, ellos mismos se habían convertido en gerentes. Y en su visión simplista, el mundo fue presentado como peligroso y destructivo. 

Surgieron los llamados tecnólogos-políticos, que vieron como esa misma falta de creencias en la política y la oscura incertidumbre acerca del futuro podían trabajar en su beneficio. Lo que habían logrado fue convertir la política en una extraña puesta en escena dónde nadie más sabría nunca lo que era verdadero o lo que era falso. Tomaron el control de los medios de comunicación y lo utilizaron para manipular al electorado a gran escala. Para ellos, la realidad era algo que podía ser manipulado y transformado en cualquier cosa que fuera deseable. El objetivo no era sólo manipular a la gente, sino ir más profundo, para luego jugar a socavar la propia percepción del mundo para que la gente nunca estuviera segura de lo que estaba sucediendo realmente.

 

Eso significaba que nadie estaba seguro de lo que era real o lo que era falso. ES UNA ESTRATEGIA DE PODER QUE CONTROLA TODA OPOSICIÓN, CONSTANTEMENTE CONFUNDIENDO. Un incesante cambio de formas que lograba ser imparable, porque era indefinible. 

 

Eso significaba que nadie estaba seguro de lo que era real o lo que era falso. ES UNA ESTRATEGIA DE PODER QUE CONTROLA TODA OPOSICIÓN, CONSTANTEMENTE CONFUNDIENDO. Un incesante cambio de formas que lograba ser imparable, porque era indefinible. 

Mientras tanto, el poder real estaba en otra parte-  escondido detrás del escenario, ejerciendo sin que nadie lo notase. Y entonces lo mismo parecía empezar a suceder en Occidente. Por ahora se estaba volviendo cada vez más claro que el sistema tenía fallas profundas. Cada vez hay nuevas revelaciones de la participación de la mayoría de los bancos en la corrupción global, de evasión fiscal masiva por todas las grandes corporaciones, de la vigilancia secreta de los correos electrónicos de todo el mundo, por la Agencia Nacional de Seguridad.

Sin embargo, nadie fue procesado, a excepción de unas pocas personas en los niveles más bajos. Y detrás de todo esto, la enorme desigualdad sigue creciendo. 

Sin embargo, la estructura de poder sigue siendo la misma. Nada cambió, porque nada se permitiría desestabilizar el sistema.

Los liberales se mostraron indignados con Trump. Sin embargo, EXPRESARON SU ENOJO EN EL CIBERESPACIO, POR LO CUAL NO TUVO NINGÚN EFECTO DEBIDO A QUE LOS ALGORITMOS SE ASEGURABAN DE QUE SÓLO HABLARAN CON LA GENTE QUE YA ESTABA DE ACUERDO CON ELLOS. En lugar de ello, irónicamente, sus oleadas de mensajes y tweets enojados benefician a las grandes empresas que dirigían las plataformas de medios sociales. Un analista online lo bosqueja así: «Las personas enojadas clickean más».

Esto significaba que la furia radical que se propagaba como ondas a través de Internet ya no tenían el poder de cambiar el mundo. En su lugar, se estaba convirtiendo en un combustible que daba de comer a los nuevos sistemas del poder y haciéndolos cada vez más potentes”.

ADAM CURTIS – HyperNormalization

 

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 Documental de Adam Curtis

 

Documental completo BBC (subtítulos en castellano)
 
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Ficha Técnica

 
Título original: HyperNormalisation
 
Año: 2016
 
Duración: 166 min.
 
País: Reino Unido
 
Dirección: Adam Curtis
Guion: Adam Curtis

Compañía: BBC
 
Género: Documental
 
Sinopsis: Documental que cuenta cómo hemos llegado a una actualidad llena de incertidumbre y confusión. Aquellos que supuestamente están en el poder parecen haberse quedado paralizados y sin ideas, al mismo tiempo que suceden eventos inexplicables y fuera de control. Se revela, entonces, cómo en Occidente, todos, no solo los políticos, sino también los periodistas y los expertos, se han retraído a una simplificada y falsa versión del mundo. El problema llega cuando esa inventada realidad que tan sumergida está en nosotros y en todo, la aceptamos como normal.
 
 
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UNA CRONOLOGÍA DE CÓMO EL PODER DEJÓ DE ESTAR EN LOS POLÍTICOS Y PASÓ A LAS CORPORACIONES Y LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN

HACEMOS AQUÍ UN RESUMEN DE LA «HISTORIA SECRETA DE TODO» O LA LÍNEA DE TIEMPO Y TEMAS QUE APARECEN EN EL GENIAL DOCUMENTAL ‘HYPERNORMALISATION’

Por JUAN PABLO CARRILLO HERNÁNDEZ

Pijamasurf, 11 MARZO 2016

 
Dada la duración del Documental, esta pantalla lleva directamente al último
capítulo, «AMERICA AT THE END OF THE TWENTIETH CENTURY«
 

 

A continuación presentamos un resumen del documental HyperNormalisation en el que se parafrasea buena parte de la narración que hace Adam Curtis, mostrando la línea del tiempo que se desarrolla y la temática principal. Este documento puede utilizarse para estudiar esta película que sin duda es un documento esencial para entender el mundo actual. La tesis esencial del documental es que vivimos en un mundo falso, donde el poder ya no está en los políticos o en las personas, sino en el sistema financiero y en los algoritmos que predicen las conductas de los ciudadanos. Se mantiene, sin embargo, la cómoda ilusión de que el mundo está bajo control, que es sencillo y predecible, mientras que en realidad es demasiado complejo.

Curtis inicia mostrando con evidente subversión que por concentrarnos en las ramas no podemos ver el bosque. Luego anuncia: Vivimos en un mundo extraño en el que una serie de eventos ponen en tela de juicio la capacidad de control del poder político y muestran que nadie realmente tiene una idea sólida del futuro. El poder político construyó la noción de un mundo más simple para ocultar que no podía manejar la complejidad, un mundo falso para mantener la ilusión de que todavía se tenía poder y todos nos volvimos parte de la prestidigitación, retirándonos hacia la dimensión de la fantasía.

El inicio de la gran ilusión del mundo ocurre en 1975  en dos sitios: en Nueva York y en Damasco. En Nueva York, los bancos para salvar de sus deudas al gobierno empezaron a tomar control de la ciudad, comenzaron a regir a la sociedad e impusieron austeridad a los políticos, los cuales no podían competir con su capital [eran capaces de generar ingresos descomunales sólo haciendo transacciones de papeles, y hoy en día con sólo realizar transacciones virtuales especulativas]. El nuevo orden dejó de estar regido por negociaciones y acuerdos para pasar a ser el gobierno de la lógica del mercado, la cual era innegociable y la cual debía gobernar la ciudad [esto sería el principio de lo que hoy es el gobierno de los algoritmos]. 

Por este tiempo también lo que habían sido los movimientos de protesta con sueños colectivos revolucionarios se van aislando hacia un nuevo individualismo en el que no cabe ninguna idea de acción política colectiva. Surge un nuevo individuo radicalmente retraído que observa la decadencia de manera desapegada; ya no intenta cambiar el mundo, sólo experimentarlo [recordemos la frase de Marx de que el  mundo no debía de ser interpretado sino transformado. Esto marca un triunfo del capitalismo].

Surge por primera vez aquí la figura de Trump, quien transformó Nueva York en una ciudad para los ricos sin tener que pagar impuestos, beneficiándose de la crisis en el gobierno de la ciudad que empezaba a ser controlada por las corporaciones. 

En la Unión Soviética emergió una sociedad en la que todos sabían que lo que los líderes decían no era real, pero todos tenían que pretender que todo estaba bien. Esto fue llamado “la hipernormalización”, la falsedad eran tan ubicua y permeaba la realidad de manera tan completa que era hipernormal. 

El otro punto nodal es Damasco en 1975. Aquí entra en escena Henry Kissinger, el politico de la guerra fría y del “delicado balance del terror”. Kissinger concebía una sociedad global interdependiente, en la que “todo está conectado con todo” y  donde se podía usar la agitación y la desestabilidad para dar a luz un nuevo orden global. Las estrategias de Kissinger también eran llamadas “ambigüedad constructiva”. Kissinger utilizaba cuestiones de libertad y dignidad humana como adjuntos del juego de poder dentro del balance de la estructura global. 

El mandatario de Siria, Hafez al-Assad, tenía la idea de crear paz en la región, regresando a los palestinos a su tierra y así beneficiarse de un mundo árabe unido. Kissinger en 1975 hizo creer a al-Assad que lo tomaría en cuenta y luego negoció otro tratado con Egipto dando la impresión de que no era importante en el tablero geopolítico. Esto habría enfurecido al mandatario sirio, quien habría elucubrado una revancha, la cual acabaría liberando una serie de “demonios” que más tarde darían forma al terrorismo suicida. 

Al-Assad importó del ayatollah Khomeini la idea innovadora de que los fieles podían destruirse a sí mismos para proteger la revolución, aunque el Corán prohíbe el suicidio; esto fue implementado llevando al extremo la noción de la penitencia y el sacrificio. En la guerra contra Irak, Khomeini celebró a los jóvenes suicidas que participaron en el combate con fuentes en las que fluía agua roja. 

En 1983 se llevó a cabo el primer bombardeo suicida en Beirut, el cual según Curtis fue orquestado por al-Assad.

Al asumir el poder, Reagan emprendió una cruzada moral para luchar contra el mal del mundo asumiendo que Estados Unidos era el país elegido por el destino para salvaguardar el mundo. Sin embargo, en lo que podría considerarse un triunfo de al-Assad, Estados Unidos abandonó Líbano, dando la impresión en el mundo islámico extremista de que el poder de los ataques suicidas podía corregir la corrupción del mundo.   

Por esa época el sistema financiero ya controlaba el mundo pero ahora se volvía un poder invisible, inmaterial, una red gigantesca de información. Surge entonces la visón distópica y profética de William Gibson del ciberespacio como una red de poder salvaje más allá de la política, en la que imperaba sólo el poder corporativo.

Esta idea de control, más tarde, fue transformada o rebrandeada como una utopía, el ciberespacio no era un lugar atemorizante sino que era reinventado como un lugar donde los sueños podían cumplirse, una utopía tecnológica libre de las limitaciones del mundo politico. Los programadores de este paisaje cibernético tomaban de las ideas del movimiento hippie y de las revelaciones del LSD.

Tim Leary, en los 60, veía la política como una enfermedad de hombres blancos seniles que buscaban instalar su trip de poder y guerra en la mente colectiva. La utopía de escapar esta pesada visión de mundo parecía hacerse realidad (virtualmente) a través de la Web, un espacio que existía en una dimension paralela al mundo. Y, como en un viaje de ácido, el ciberespacio podia ser un lugar donde uno se libera de la corrupción atávica del mundo y explora páramos impolutos de información. [Curtis no menciona la otra importante influencia en la conformación de la tecnoutopía: el tecnomilenarismo, las ideas de Teilhard de Chardin de la noósfera, la información como manifestación del espíritu de la Tierra]. 

John Barlow haría su Declaración de Independencia del Ciberespacio, el mito fundacional que inspiraba hacia un lugar mágico alternativo, una frontera electronica de libertad individual, una civilización de la mente que iba a ser más libre y humana. Pero había un cierto naïveité en esto, una idea inocente o escapista. Los hackers Phiber Optic y Acid Freak sabían que esta idea de que no había jerarquías en línea era una fantasía. Hackearon el sitio TRW y revelaron la información crediticia de Barlow y la publicaron en línea, queriendo demostrar el poder que tenían las corporaciones: apilaban enormes cantidades de información sobre las personas y usaban esa información para controlar tu destino. La utopia era un camuflaje conveniente de un poder que iba más allá de la política.

Reagan, desesperado por su fracaso en Líbano, en su cruzada moral, tenía que crear un nuevo enemigo, ya que enfrentarse a Siria era más complicado, posiblemente porque tenía el apoyo de la Unión Soviética. Así se crea el papel antagónico de Muammar Gaddafi. En 1985, Gaddafi estaba aislado y sin influencia, pero eso cambió con los ataques de Roma y Viena. Estados Unidos anunció que habían sido perpetrados por Libia, aunque los servicios secretos sabían que era Siria. Lo más extraño es que Gaddafi no lo negó sino, al contrario, anunció nuevos posibles ataques suicidas; utilizó la publicidad para promoverse como un revolucionario. Gaddafi prometió armas a los negros en Estados Unidos, promovía su tercer camino, una teoría política alternativa al capitalismo y al comunismo, y anunció un programa para explorar el espacio. Así se creó el arquetipo de un dictador supervillano, delirante y desestabilizante que controlaba un Estado fallido antidemocrático.

En 1986 se culpó a Gaddafi del ataque a una discoteca en Berlín aunque, según analistas como Kupperman, se sabía que el ataque no había sido ordenado por Libia. Se estaba creando una guerra falsa (una entre varias). Y hasta la fecha este, como otros ataques terroristas, sigue estando en una densa neblina en lo que respecta a su autoría. 

En los 80, también, se orquestó el programa de desinformación de los OVNIs. Cade vez más personas veían objetos voladores no identificados. Aparecieron documentos oficiales que revelaba un encubrimiento, pero en realidad el gobierno estadounidense había creado una falsa conspiración a propósito. Los OVNIs eran armas militares, que a su vez eran fruto de una imaginación delirante —otra conspiración que el gobierno se había creído, pensando que la Unión Soviética estaba desarrollando armas superiores a las suyas. Para justificar las pruebas de estas armas, el gobierno estadounidense había utilizado “tontos útiles”, a quienes había entregado documentos clasificados [uno de los agentes encargados en hacer esto fue Richard Doty; más sobre esto en el documental Mirage Men]. 

Todo esto era parte de un programa más grande que había sido llamado “manejo de percepción”: se sembraban historias dramáticas de diferentes partes del mundo, sin importar su veracidad; lo importante era que distrajeran y permitieran a los políticos evitar lidiar con la naturaleza imposible de resolver del mundo político. La realidad empezaba a ser cada vez menos importante, era un medio manipulable para lograr un fin.

En ese ambiente surgían las nuevas directrices ideológicas del individualismo: cambiar el mundo era demasiado complicado, pero había una revolución posible, podías tomar control de tu cuerpo e ir al gimnasio (o comprar videos de Jane Fonda haciendo aerobics).

Con la caída de la URSS se completó la caída del sueño de que el gobierno podía cambiar el mundo. Se fue estableciendo la que ha sido llamada una “sociedad del riesgo”. Nos movíamos hacia un mundo pospolitico en el que cualquier politico que creía que podía construir una mejor sociedad era visto como peligroso. Vivíamos ya en lo que Ulrich Beck llamó “un mundo fugitivo” (Runaway world). Un mundo tan hiperconectado, complejo y peligroso que era impredecible, por lo tanto, se debía abandonar la idea de cambiar el mundo y el objetivo era entonces encontrar formas de predecir el mundo y proponer estrategias para evitar que sucedieran las catástrofes que pululaban en nuestra cercanía. 

Surge entonces la idea de sistemas para predecir el futuro, la predicción de comportamiento que derivaría en el big data. Una compañía en especial, BlackRock, con su sistema Aladdin se erige como la gran acaparadora de este nicho. BlackRock es el inversor más grande del mundo, controlando ya en 2013 más de 4.1 billones de dólares (tanto como todos los hedge funds privados en conjunto) y un total de 11 billones pasa a través de su plataforma de transacciones de divisas Aladdin. En total el 7% de todas las acciones, bonos y préstamos del mundo se hospedan en su sistema. Un supersistema que se basa en predecir el comportamiento cotejando datos actuales con la historia financiera que alberga en sus bancos de data. Su razón de ser: evitar riesgo para los inversionistas.

Una curiosidad: el lugar donde se alberga Aladdin, en Wenatchee, Washington, es el lugar donde más antidepresivos se consumen per cápita. La revolución no ocurrirá en la plaza pública, ocurrirá en tu cabeza a través del Prozac. Una persona explica cómo el Prozac es una especie de luz que cura a los ciegos de la mente. En un momento genial, un niño en antidepresivos dice que parece que “todos nos estamos lavando el cerebro el uno al otro para ser felices”.

El sueño se traslada a la inteligencia artificial, que podrá programarnos la felicidad. Un primer brote es la computadora como terapeuta, Elisa. Lo que Elisa mostró es que en una era de individualismo, lo que hace que las personas se sientan seguras es verse reflejadas ellas mismas, como en un espejo. Esto será incorporado a los productos de consumo y a las plataformas digitales. 

Mientras tanto, Gaddafi asumió la responsabilidad del ataque de Lockerbie pese a que, de nuevo, la evidencia apuntaba a otra parte. Estados Unidos necesitaba de Siria para la Guerra del Golfo que se venía cocinando.

Hamás aprendió de Hezbolá el virus del ataque suicida y, de esta forma, aunque el sunismo no tenía rituales de autosacrificio adoptó esta estrategia en contradicción con las enseñanzas del Corán. Se instauró un nuevo “martirio en nombre de Dios”. El virus del suicido terrorista que había sido hospedado por Siria empieza a mutar.

Escenas de cine apocalíptico milenarista, la visión del peligro en ciernes. Increíble ver todas las veces que Nueva York y sus grandes edificios, símbolos del poder y la libertad, son destruidos en películas antes del 2001 por el “delicado balance del terror”.

Estados Unidos debía detener el crecimiento de los supervillanos tiranos, el nuevo cameo en la trama fue el de Saddam Hussein. Reportes de inteligencia posteriores al 2001 mostraban que las armas de destrucción masiva de Irak eran guardadas en receptores de vidrio en una descripción que luego parece haberse comprobado salida de la película The Rock

Después de la muerte de al-Assad, su hijo, quien estaba obsesionado con las computadoras, convencido de que la invasión de Irak era un plan para controlar la región fondeó la insurgencia y llevó bombarderos suicidas extranjeros a Irak. 

El enemigo creado, Gaddafi, ahora se convirtió en un héroe falso de la democracia para promover la imagen de que la invasión tenía buenos efectos en el mundo árabe, cuando los poderes occidentales recibían críticas. Gaddafi fue reinventado como pensador y para ello participaron todo un equipo de relaciones públicas, académicos, espías, músicos, científicos. Libia anunció que iba a desmantelar su plan de armas de destrucción masiva. Esto supuestamente probaba que el intervencionismo podía transformar la región y hacerla regresar «a la comunidad de naciones civilizadas”. Aunque Gaddafi no tenía armas nucleares, sólo gas mostaza, pero la farsa debía seguir.

El hijo de Gaddafi declara que aceptaron el ataque de Lockerbie sólo para que se removieran sanciones, según habían negociado con Estados Unidos y Gran Bretaña.

El ciberespacio surgía como el escape hedonista inmaculado libre de la corrupción de la política y el desencanto del mundo real en el cual el activismo no tenía efecto. El mundo en línea estaba basado en algoritmos que podían predecir el comportamiento, en sistemas de creencia de Bayes. La información incompleta de un sistema era llenada en base a un modelo económico de agentes racionales. El software mimetizaba a los seres humanos de una manera muy simple: asumiendo que un agente siempre actuaría para obtener lo que quiere, el modelo de agentes. Pero, según Jaron Lanier, el modelo de agentes de lo que estás interesado siempre será una caricatura y en correspondencia siempre verás un modelo caricatura del mundo y nunca sabrás para quién trabajan estos agentes. 

La Web empezó a verse como el mundo real: al llenarse de videos e imágenes humanas de todo tipo de momentos se le ponía rostro a la data.

Los algoritmos de las redes sociales analizaban los gustos de las personas y los alimentaban con más de lo mismo, así los individuos se empezaban a mover sin saberlo en burbujas que los aislaban de otro tipo de información. Sólo veían lo que les gustaba y los newsfeeds excluían lo que desafiaba las creencias preexistentes. La visión de Gibson parecía ser la versión dominate de la Red, no la tecnoutopía del LSD. 

El sueño de un mundo sin líderes, de pares, derivó en el el movimiento Occupy y en la primavera árabe; esto fue visto como el poder revolucionario del Internet, la capacidad de destronar dictadores. Se creía que a través de las redes la democracia florecería, lo cual sustentaba el modelo global. Así que cuando un surgimiento se dio en Libia, Francia, Inglaterra y EEUU apoyaron a los rebeldes y Gaddafi, el eterno títere, se convirtió otra vez en un dictador que debía ser removido a toda costa.

Pero Libia no logró la democracia sino el caos. Y las otras revoluciones también fallaron. Las redes sociales habían ayudado a unir a la gente pero no iluminaron un camino para la nueva sociedad que debía formarse.

En Egipto, paradójicamente, los que habían apoyado la revolución dieron la bienvenida a los militares. Esta vez, también convocados por Facebook.

Nadie en Occidente tenía una idea de cómo cambiar el mundo; los políticos habían entregado tanto su poder a las finanzas, a las burocracias administrativas, que ellos mismos se habían vuelto poco más que administradores. Su visión simplista del mudo había sido expuesta como errónea, destructiva.  

En Rusia se dieron cuenta de que la falta de creencia en la política y la incertidumbre del futuro podían usarse para su ventaja, haciendo de la política un extraño teatro en el que nadie sabía qué era verdad o mentira. Eran llamados los “tecnólogos políticos”, quienes habían mantenido a Putin en el poder, altamente influenciados por la ciencia ficción rusa: la realidad era algo que podía ser moldeado a voluntad. 

Vladislav Surkov, un ex director de teatro, tomó ideas del avant-garde y las llevó al corazón de la política. No sólo manipular sino marear y embrujar la percepción de tal manera que ya nunca se sepa lo que está pasando. Fondeó masivos grupos antifascistas al mismo tiempo que juventudes neonazis y hasta partidos políticos que se oponían radicalmente a Putin, así como grupos humanitarios, pero lo que es realmente llamativo es que Surkov luego anunciaba que esto es lo que estaba haciendo, revelaba su propia conspiración. Un analista la llamo «una estrategia de poder que mantiene a toda oposición completamente confundida, una interminable metamorfosis que es invencible porque es indefinible».

Trump llegó con su propia ficción caótica, utilizando frases que podían ser tomadas de Occupy y a la vez usando el lenguaje de la derecha radical, bailando con los extremos, en un amplio espectro de ambigüedad de alta estimulación emocional. Trump se convirtió en la prueba de que la verdad no era ya importante. Mostró a los periodistas que su trabajo no se trataba de lo que realmente creían que se trataba: de exponer mentiras. Trump estaba haciendo un Putin. 

Mientras tanto, la naturaleza de los algoritmos en línea hacía que las criticas y el enojo en contra de Trump sólo llegaran a personas que ya estaban antes de acuerdo. No se traducía en las encuestas, pero sí beneficiaba a las compañías. Las personas enojadas dan clics [Trump fue el gran clickbait del año]. La furia radical que se desencadenó en Internet ya no tenía la capacidad de cambiar el mundo, pero sí de alimentar a los sistemas de poder que manejan las plataformas digitales.

En un mundo que había perdido el significado, en el que ya nadie creía en el mundo, se podía jugar con la realidad, constantemente modificándola y en el proceso mermar las formas antiguas de poder. 

Surkov implementó una nueva farsa magistral en Siria, lo que llamó «guerra no lineal», en la que no se sabe lo que el enemigo hace, no importa ganar sino usar el conflicto para crear un estado de percepción de una constante desestabilización para gobernar y controlar. Rusia anunció con un épico concierto en Palmira que se iba de Siria, pero días después seguía ahí.

El plan de un estratega sirio, exaliado de Osama bin Laden, era crear pequeños ataques aleatorios para crear pánico e incertidumbre y restar poder al ya carente sistema de poder occidental. De aquí hasta el Brexit y Trump, campañas que se alimentan del pánico de un mundo en el que se ha dramatizado hasta ir a un restaurante como un peligro. Campañas que se pensaba que nunca podrían ganar, que se vuelven realidad. 

 

HYPERNORMALIZATION

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‘HYPERNORMALIZATION’, LA OBRA MAESTRA QUE ENSEÑA CÓMO EL MUNDO DEJÓ DE SER REAL

 Pijamasurf, 2016

«La verdad, que no se atreve a decirse, es que nadie tiene el control«

Terence Mckenna

«En cierto sentido, todo está en todas partes todo el tiempo. Porque cada locación involucra un aspecto de sí misma en toda otra locación«

Alfred North Whitehead

 

 
 

En su más reciente documental Adam Curtis sugiere, a lo largo de casi 3 horas de intensa estimulación sensorial e intelectual, que hemos convertido el mundo en una masivo engaño que todos consumimos, hasta al punto de que es tomado como lo normal. El término que usa es Hipernormalisation, tomado de un libro del historiador ruso Alexei Yurchak, con el que describe los últimos días del estado soviético en los que todos sabían que el sistema era insostenible; nadie creía ya en la ideología ni en el futuro, pero aún así se seguía adelante, en una especie de resignación indolente e hipnótica. Esta idea recuerda también la noción de hiperrealidad, como ha sido descrita por Baudrillard, entre otros, en la que la representación de la realidad se confunde con la realidad misma, y la falsificación es tomada como auténtica, hasta el punto en el que una realidad base, original o no mezclada con la simulación deja de existir.

Antes de proseguir con la reseña, aquí el enlace a una transcripción resumida de toda la narración que hace Curtis en el documental y los eventos principales que trazan la cronología de cómo el mundo dejó de ser real y el poder pasó de los políticos a las corporaciones y a los sistemas de información. El documento puede consultarse para estudiar la obra (y la historia reciente del mundo), como una guía de Hypernormalization y como un recurso también para quienes no hablan inglés.

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En el trailer del documental Curtis anuncia un estado fársico que oculta el estado fallido del poder: “Vivimos en un mundo donde los poderosos nos engañan. Sabemos que mienten, y ellos saben que sabemos que mienten, pero no les importa. Decimos que nos importa, pero no hacemos nada. Nada nunca cambia. Es normal. Bienvenidos al mundo de la post-verdad”. Así explica, entre otras cosas el BREXIT y el surgimiento político de Donald Trump (quien es prueba de que la verdad ya no importa). El mundo de la post-verdad es también el mundo de la post-política. Curtis mantiene que desde hace unos 40 años el mundo se ha vuelto demasiado complejo para que los políticos puedan realmente tener una influencia significativa —que puedan cambiar la dirección de las cosas— y aferrándose a su poder (que cada vez es menos), han conjurado la narrativa de un mundo simple —con dicotomías como buenos y malos, dictadores que son una especie de supervillanos, amenazas terroristas y demás temáticas polarizadoras. Esta es sólo la fachada que intenta ocultar que el mundo es regido por las corporaciones, e incluso más aún, por el complejo sistema financiero y los softwares inteligentes que devoran datos para predecir conductas. Estos mismos sistemas, como ocurre con el Internet, están construidos de tal manera que crean lo que se conoce como una “filter bubble” en la que todos los usuarios constantemente reciben una versión de la realidad basada en lo que de antemano ya les gusta, creando pequeñas bolsas de realidad que sólo afirman las creencias preestablecidas y  los mantienen aislados de ideas que desafían sus nociones básicas (el axioma de los algoritmos es: if you liked that, you will love this). Nuestra experiencia con la tecnología moderna es la de un espejo, tiende al narcisismo, e incluso a un narcótico: nos empachamos de nosotros mismos y quedamos sedados, aislados en el confort de nuestra burbuja algorítmicamente personalizada del mundo externo, el cual es frustrante ya que no podemos cambiarlo y se comporta caóticamente.

 

 
 
Hypernormalisaton sitúa el origen de este proceso, que explica como una retirada, una especie de escapismo hacia la ilusión de que seguimos controlando el mundo, en 1975. (En un mundo irreal y físicamente infinito, como el nuestro, todos los puntos son el centro, así que realmente Curtis podía haber escogido cualquier punto en la historia y desde ahí empezar a conectar las hebras). Pero el primer punto que escoge es octubre de 1975, el momento en el que los bancos tomaron control de Nueva York. La ciudad enfrentaba la bancarrota y los bancos habían decidido no tomar su deuda. Sin embargo, explicaron al presidente Ford que la bancarrota de Nueva York podía tener una serie enorme de repercusiones en la economía mundial. Para salvar a la ciudad, que se mostraba incompetente, el gobierno aceptó la injerencia de los bancos que la obligaron a tomar medidas de austeridad. Emblemáticamente, para Curtis, este día marcaría el relevo de poder de lo político a lo financiero.
 
El otro momento que conecta Curtis es la reunión en Damasco en 1975 de Henry Kissinger y el presidente de Siria, Hafez al-Assad. Kissinger, haciendo uso de su famosa estrategia de “ambigüedad constructiva”, a grandes rasgos, habría engañado a Assad, quien buscaba negociar la paz para toda la región y fortalecer al mundo árabe. Kissinger habría motivado a Egipto a firmar otro tratado con Israel y sepultado la intención de Assad de lograr regresar a su país a los palestinos. Este momento es importante según Curtis porque al darle la impresión a Assad de que era irrelevante en el balance estructural del sistema global, éste se habría enardecido. Assad más tarde sería el pionero del terrorismo radical de ataques suicidas, que derivaría en el pánico actual y en el surgimiento de organizaciones extremistas como ISIS.
 
De estas dos fuentes, Curtis traza lo que ha sido llamada por un periodista del New York Times “la historia secreta de todo”, un banquete de periodismo de investigación, imágenes subversivas, glitches, paranoia iluminada y análisis sociológico.
 
En dos momentos del documental vemos que la política de Kissinger, y él mismo también lo expresa, encarna la idea fundamental de que en nuestro mundo “todo está conectado con todo”. Esta es la base de un (nuevo) orden global. Una noción a través de la cual luego Occidente llegaría a pagar sus maniobras en el Medio Oriente, habiendo alimentado los demonios que se volcarían en la forma del terrorismo y el pánico mediático-ambiental del mismo.
 
Esta misma frase la podemos aplicar ciertamente a Curtis, quien utiliza una técnica vertiginosa de yuxtaposición y concatenación —a veces de temas y motivos discordantes— para tejer una gran narrativa: una historia de disolución de la política en el espectro de su propia irrealidad. Todo está conectado con todo: Curtis es una máquina de conectar datos e imágenes y explorar ideas, desenterrar conexiones subyacentes e hilar narrativas. Sin embargo, con el fin de crear narrativas todo-coherentes, de encontrar hilos negros detrás del sistema, él mismo cae en la sobre-simplificación de la que acusa a los políticos en su documental. Parte del colapso de la realidad y del poder como tal es también el colapso de las grandes narrativas, sin embargo, existe la necesidad de encontrar sentido y tapar la vehemencia del caos con una madeja estéticamente satisfactoria, aunque esta misma madeja sea también hecha con la misma sustancia de sueños e ilusiones. Dicho eso, ¿le debemos exigir a un documental que desarrolla la tesis de que el mundo ha dejado de ser real que se limite a lo absolutamente comprobable e indudable? Hay una cierta  justicia poética en que estire la liga y que incluso el documental mismo sea una pruebas más de la imposibilidad de delimitar las fronteras entre lo real y lo irreal. Quizás más importante que las intuiciones que explora Curtis sean verdad o no, algunas de las cuales son indudablemente brillantes, es que nos hagan reflexionar sobre la naturaleza misma de la realidad y el poder y su juego de apariencias. 

 

 

Curtis con gran poder de convencimiento nos hace ver lo que tal vez sean teorías de la conspiración (aunque bastante bien documentadas) como piezas de este rompecabezas con el que el mundo configura su rostro de ficción política, su máscara ubicua. Muammar Gaddafi es en este sentido el protagonista. Gaddafi es primero utilizado por los poderes occidentales para crear la imagen del exótico y delirante dictador como un supervillano global (la cual sirve no sólo para movilizar la economía militar, sino también para ocultar que los políticos no saben lidiar con la realidad, cuyos problemas no tienen solución) y la cual tendría varios avatares. Gaddafi asume la culpa de atentados que no cometió, y luego es utilizado como una demostración de la evangelización democrática, de los beneficios del intervencionismo (cuando entrega las armas nucleares que nunca tuvo). En una escena de marketing político casi surrealista, Gaddafi, quien había sido promovido como un maniático, es rebrandeado como un intelectual, un relevante pensador político apareciendo en un programa de debate político con intelectuales británicos. Por supuesto, cuando es conveniente, para probar el poder democrático de las tecnologías sociales, a la luz de la llamada “primavera árabe”, los amigos de Gaddafi lo destruyen sin el menor reparo.

Todo esto, explica Curtis, es parte de lo que agencias de inteligencia han llamado “el manejo de la percepción”. Por todas partes se siembran historias dramáticas en las cuales no importa la veracidad (incluso si son ridículas), con tal de que sean capaces de distraer a las personas y permitan a los políticos evitar tener que lidiar con la naturaleza imposible de resolver los problemas mundiales. Un ejemplo especialmente conspicuo es el caso de los OVNIs. Curtis, siguiendo la tesis del documental “Mirage Man”, nota como el incremento de los avistamientos de luces no identificadas en los 80 va de la mano de una serie de documentos clasificados que son sembrados entre entusiastas de este movimiento, revelando que el gobierno encubre un pacto con una civilización extraterrestre y otras teorías similares. Mientras tanto, el gobierno, a su vez víctima de la conspiranoia sobre las armas soviéticas, desarrolla todo tipo de armas de combate secretas que prueba en distintas partes del mundo. La realidad deja de importar, se vuelve un medio completamente maleable al servicio de un fin —mayormente, ocultar que ésta ha dejado de existir. Una tautología alucinatoria en la que la ausencia consustancial de lo real es ocultada con un paisaje falso. 

El ejemplo más taimado y genial de este “manejo de la percepción”, es Vladislav Surkov, un ex director de teatro que tomó ideas del avant guard y las llevó al corazón de la política. Surkov es uno de los responsables de mantener a Putin en el poder a través de una serie de estrategias que desafían toda noción de manipulación política, instaurando un teatro de ilusiones sobre la faz de la política rusa. Surkov ha creado partidos políticos enteros que se oponen a Putin, grupos antifacistas y a la vez también grupos neonazis como actores de un juego de ajedrez político cuyo motivo parece ser la confusión total, hacer que nadie sepa qué es real. Un analista la llamó “una estrategia de poder que mantiene a toda oposición completamente confundida, una interminable metamorfosis que es invencible porque es indefinible”. Pero lo verdaderamente innovador, y totalmente en sintonía con nuestra época, según Curtis, es que Surkov no sólo alimenta las teorías de conspiración, él mismo se atribuye la autoría de estas maquinaciones. 

Si somos un poco suspicaces podemos aplicar esta misma lectura al mismo Curtis, quien después de todo está haciendo un documental para la BBC (para su iPlayer), aunque su temática parece completamente extraña para este medio, que representa el poder político del cual el documental es una especie de canción de cisne. Estos nos coloca en un intrincado entramado de autorreferencias, de propaganda fractal, de la destrucción de lo real como estrategia. Y, sin embargo, podemos especular e ir más allá que Curtis y decir que esta fantasmagoría ontológica no es algo que ha sido orquestado en la historia reciente, es la naturaleza misma de la realidad: la ficción, un mundo que sólo existe en la representación del mismo: no existe un allá afuera, real y objetivo. Lo único nuevo son los medios tecnológicos de representación de la realidad que nos hacen ver —como modelos heurísticos— lo que siempre había sido: el mundo como māyā o samsara, hecho de la misma sustancia que los sueños. Todos viviendo en nuestra mente y ahora viviendo en plataformas digitales y en mundos virtuales, que son sucedáneos que nos permiten escapar nuestra incapacidad de entender que nuestra mente es el mundo.

Pero, más allá de esta especulación de orden metafísica, quiero rescatar la que me parece es la idea más profunda y mejor argumentada, y la cual Adam Curtis ha trabajado en otros documentales (como los excelentes Century of Self, The Trap, entre otros). Esto es, la noción de que la individualidad es un concepto que ha inventado la modernidad, el cual es bastante útil para reforzar y mantener el sistema actual.  El individualismo y nuestro derecho de ser individuos que autodeliberan y construyen su propia identidad es lo más cercano a algo sagrado en Occidente. Y por ello se justifica la guerra y el intervencionismo: invadir un país en el extremo del mundo para liberar a sus ciudadanos de la programación colectiva de un estado terrorífico que no garantiza las libertades individuales. Y también el colonialismo cultural y económico: la tecnología que libera a través del acceso a la información, pero no sin instaurar la propaganda del entretenimiento. «Lo que argumento es que esta es una posición neoconservadora, ya que con el surgimiento del individualismo, tiendes a ver una corrosión de las ideas de vinculación social y redes comunales, porque todos existen por su propia cuenta”, dijo Curtis. Por otro lado, ésta noción de ser individuos realmente únicos y auténticos es en buena medida una fabricación. “El iPhone es un buen ejemplo. Las personas realmente quieren uno —para expresarse. Pero todos quieren uno, al mismo tiempo”.

En Hypernormalisation, Curtis muestra cómo el deseo de una revolución colectiva, basada en el insistente activismo grupal, se ha ido retirando hacia el individualismo que protesta en Internet, desde la comodidad de su hogar y difícilmente es capaz de disolver su identidad en un grupo. Pero, para ser parte de un movimiento que pueda lograr un cambio significativo “es necesario subsumirse en el grupo y sacrificarse por algo, por mucho tiempo”.  Hoy en día con una atención fragmentada incapaz de sostenerse fijamente, en parte por la forma en la que está programado el internet y nuestros gadgets, no hay mucha constancia revolucionaria colectiva. 

Curtis sugiere que desde mediados de los setentas y en adelante ha dominado la noción de que, desencantados del mundo político-social que resulta difícil de cambiar, las personas se han retirado hacia los entornos de la revolución interior posible. El mundo ya no se desea cambiar sólo se experimenta individualmente. La revolución puede ocurrir, pero sólo en la mente o acaso en el cuerpo (y aquí desatando también toda la cultura del fitness y el consumo de cosméticos). Aquí entra también la construcción del mito del Internet como una utopía de libertad. Muchos de los arquitectos del Internet, alimentados por ideas ligadas a la contracultura hippie y al LSD (y la noción de la Noósfera de Teilhard de Chardin) concibieron la Red como un espacio donde las personas podían estar libres de la corrupción del mundo real. Uno podría alcanzar la libertad en el ciberespacio, si bien no en la realidad. En el ciberespacio no existirían las estructura jerárquicas de poder, todos serían pares vinculándose y desencadenando el torrente de la información como una cascada psicodélica de libertad. Esto, por supuesto resulto ser una fantasía. El Internet hoy en día se parece más a la visión distópica de William Gibson que a la visión de John Perry Barlow (quien incluso redactó una Declaración de Independencia del Ciberespacio), y se erige como una red de vigilancia y oligopolio corporativo a través del monitoreo y la minería de datos. Es el nuevo sistema de poder a través del conocimiento, en el sentido de Foucault. Sólo que ahora los que tienen el poder son las corporaciones que controlan los sistemas de información.

Adam Curtis es uno de los más importantes comentaristas de nuestro mundo actual, sobre todo en tanto a que es capaz de hacerlo en el medio que más efecto tiene y en un lenguaje sumamente atractivo, incluso subversivo. Errol Morris, quien para muchos es uno de los grandes documentalistas de nuestra época, ha dicho “cuando sea grande quiero ser como Adam Curtis” y que “no hay nadie como él”. Hypernormalisation es una curso condensado de la historia secreta de los eventos políticos de los últimos años, pero sobre todo de las ideas que los in-forman, sus motivaciones ocultas y los sistemas operativos de la realidad. Las ramificaciones son vastas, el panorama que dibuja es desconcertante; lo único seguro es que cualquiera que quiere entender el mundo actual, más allá de que suscriba a las ideas de Curtis o no, se verá beneficiado viendo esta pieza. 

Una mención finalmente al aspecto formal de la obra, a su notable montaje —la edición refleja la misma irrealidad del contenido, con glitches y loops y memes que documentan la nueva estética de la Red. Especialmente una pincelada genial puede verse en la edición que hace de la destrucción de los edificios simbólicos del poder de Nueva York, tomando películas de Hollywood de antes del 2001, un guiño directo de las fuerzas de la destrucción de la realidad. Nótese también la formidable selección musical, especialmente los temas de Burial y Aphex Twin.

 

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ADAM CURTIS

 
Adam Curtis

Adam Curtis (1955) es un documentalista británico y escritor. También ha trabajado como productor de televisióndirector y narrador. Trabaja para la BBC. Sus documentales expresan contundentes ycontrovertidas opiniones acerca de cuestiones sociales y políticas. Entre su obra destacan El siglo del individualismo (The Century of the Self, 2002), El poder de las pesadillas (The Power of Nightmares, 2004), The Mayfair SetPandora’s BoxLa trampa: lo que le sucedió a nuestro sueño de libertad (The Trap: What Happened to Our Dream of Freedom, 2007) y The Living Dead (como productor ejecutivo). En mayo de 2011 la BBC2 emitió su documental All Watched Over by Machines of Loving Grace – e01. Love and Power. El título está tomado de un poema de Richard Brautigan y el tema del documental es acerca de cómo la tecnología y el «imperio de las máquinas» en relación con la democracia liberal inspirada en Ayn Rand ha contribuido a destruir la libertad humana, convirtiendo a los hombres en sus servidores.

También la BBC ha sido la emisora que produjo y emitió en 2015 su documental Bitter Lake en el que critica la reducción por parte de los políticos occidentales de los conflictos internacionales a una banal y simplista lucha entre los conceptos moral-metafísicas del «Bien» y el «Mal». Dicha crítica se realiza a través del análisis de las distintas guerras que han asolado Afganistán en los últimos años, con intervención de soviéticos, norteamericanos y saudíes fundamentalmente.

En octubre de 2016 la BBC estrenó HyperNormalisation, un documental en el que analiza la relación entre lo acontecido en Estados Unidos y en Próximo Oriente en relación con los orígenes de la guerra en Siria, el ascenso del nacionalismo, el colapso de las posiciones centristas y el ascenso del radicalismo (a través de figuras como Putin, Trump o Assad), en una vuelta de tuerca de su tesis habitual sobre la emergencia de un «Matrix» ideológico que sustituye una visión verdadera de la realidad por otra ficticia. Entre noviembre y diciembre de 2017, el Museo Reina Sofía le dedicó una retrospectiva casi integral con su primera masterclass en España, con el título «Adam Curtis. Una historia natural del poder».

 

 

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