NORD STREAM: TERRORISMO «ATLÁNTICO» CONTRA EUROPA: «Del golfo de Tonkín al mar Báltico», por Seymour Hersh

NORD STREAM

 

Las revelaciones de Seymour Hersh sobre el bombardeo de Nord Stream: una lección y una advertencia

El miércoles, el periodista Seymour Hersh reveló que la Armada de EE.UU., bajo las órdenes del presidente Joe Biden, fue responsable de los atentados del 26 de septiembre de 2022 contra los gasoductos Nord Stream que transportaban gas natural de Rusia a Alemania.

Por Andre Damon,

WSWS.ORG (World Socialist Web Site)

Una foto promocional publicada por la Armada de EE.UU. para una operación “investigativa” durante el ejercicio militar BALTOPS 22, que Hersh alega que se utilizó para plantar explosivos en los gasoductos Nord Stream. [Photo: US Navy]
 
El miércoles, el periodista Seymour Hersh reveló que la Armada de EE.UU., bajo las órdenes del presidente Joe Biden, fue responsable de los atentados del 26 de septiembre de 2022 contra los gasoductos Nord Stream que transportaban gas natural de Rusia a Alemania.

Este artículo, el cual ha sido completamente ignorado por las principales publicaciones en EE.UU., ha volado en pedazos todo el relato de que la participación de EE.UU. en la guerra es una respuesta a una “agresión rusa no provocada”. Pone al descubierto los planes subyacentes de utilizar el conflicto cada vez más intenso con Rusia para fortalecer el dominio económico y militar de EE.UU. sobre Europa.

Hersh reveló lo siguiente:

  • En junio de 2022, empleando la tapadera de un ejercicio de entrenamiento militar, la Armada estadounidense colocó explosivos en los gasoductos Nord Stream 1 y 2 que transportan gas natural de Rusia a Alemania que fueron detonados a distancia el 26 de septiembre.
  • La operación fue ordenada por el presidente estadounidense Joe Biden y planificada por el secretario de Estado, Antony Blinken, la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, y el asesor de seguridad nacional Jake Sullivan.
  • Los planes para el ataque comenzaron en diciembre de 2021, meses después de la invasión rusa de Ucrania.

Seymour Hersh es un periodista de la vieja escuela, un tipo casi extinto. Es un reportero investigativo perseverante que no somete sus artículos al filtro de la CIA. Ha expuesto o contribuido a poner al descubierto algunos de los mayores crímenes en la historia estadounidense, incluyendo la matanza de My Lai durante la guerra de Vietnam, el escándalo de Watergate y el abuso de prisioneros en la prisión de Abu Ghraib.

Dado su historial periodístico de décadas, no cabe duda de la veracidad de su informe. Confirma lo que el WSWS escribió tras los hechos. Respondiendo al interrogante cui bono o quién se beneficia, el WSWS señaló:

Rusia no tenía ningún motivo para destruir el gasoducto Nord Stream. El conglomerado ruso Gazprom era propietario de la mitad del gasoducto, junto con accionistas alemanes, franceses y holandeses, y el gasoducto estaba en el centro de los planes de Moscú para reconstruir los lazos económicos con Europa, siempre y cuando la guerra con la OTAN en Ucrania terminara…

Para Washington, el bombardeo presentaba dos ventajas. En primer lugar, al producirse en medio de la escalada militar de la OTAN contra Rusia en Ucrania, ayudaría a alimentar más propaganda de guerra antirrusa. En segundo lugar, al hacer a Europa más dependiente de las importaciones de gas natural de EE.UU. para sustituir el gas ruso, correspondía a un importante objetivo de EE.UU. en la guerra de Ucrania desde el principio: poner a Europa más firmemente bajo el control de EE.UU. Estos objetivos han salido cada vez más a la luz en los últimos años.

 

No obstante, la prensa estadounidense se apuró para utilizar el ataque al gasoducto para promover la campaña antirrusa. “Rusia está abriendo un nuevo frente en su guerra energética contra Europa”, declaró el Washington Post el 27 de septiembre, para citar un ejemplo. “En primer lugar, convirtió el suministro de gas en un arma, deteniendo los envíos, incluso a través del gasoducto Nord Stream. Ahora, podría estar atacando la infraestructura energética que utilizaba para transportar su energía”.

Las revelaciones de Hersh desmienten toda la narrativa de la guerra repetida incansablemente por el Gobierno de Biden y el conjunto de los medios estadounidenses. El informe expone claramente que la planificación del ataque a los gasoductos Nord Stream comenzó muchos meses antes de la invasión rusa de Ucrania. El ataque ruso fue meramente el pretexto para poner en marcha planes desarrollados desde el golpe de Estado de 2014 en Ucrania, el cual fue seguido por un programa masivo de armamento para preparar la guerra.

Por un lado, las revelaciones sobre Nord Stream demuestran la criminalidad absoluta del imperialismo estadounidense y, por el otro, la función de la prensa como un instrumento de propaganda. Los distintos “reporteros” del New York Times, el Washington Post, CNN y otros medios de comunicación no hacen más que transcribir lo que les dictan las agencias militares y de inteligencia.

Las revelaciones son una lección sobre el pasado y también una advertencia sobre el futuro.

En la actualidad, EE.UU. y las potencias de la OTAN están inmersas en una campaña para intensificar enormemente el conflicto con Rusia. Hace menos de un mes, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, prometió “pasar a la ofensiva para liberar a una Ucrania ocupada por Rusia”. En otras palabras, estaba empeñando todo el prestigio de las potencias de la OTAN en el éxito de un asalto a las posiciones controladas por Rusia, con el objetivo de recuperar no solo las zonas tomadas por Rusia desde 2022, sino todo el Dombás y Crimea.

En las últimas semanas, el Gobierno de Biden y sus aliados han anunciado el despliegue de tanques, seguido de planes para enviar aviones de combate a Ucrania. “Nada está fuera de la mesa”, dijo el miércoles el primer ministro británico Rishi Sunak.

Nada significa nada. En última instancia, los objetivos estadounidenses requerirán el despliegue de tropas terrestres de Estados Unidos y la OTAN, con todo lo que ello conlleva. El peligro de que la evolución del conflicto desemboque en el uso de armas nucleares no depende únicamente, ni siquiera principalmente, de lo que haga el Gobierno de Putin en respuesta, sino de lo que haga EE.UU. para garantizar sus objetivos en la guerra.

El problema que tienen, sin embargo, es cómo venderle este plan a la población. El discurso de Biden sobre el Estado de la Unión de principios de esta semana apenas mencionó el elemento central de la política de la Administración, la guerra contra Rusia. Esto se debió, como señaló el WSWS, al hecho de que la guerra no es popular y a que se están elaborando planes para una escalada aún mayor. Como explicamos, esto exigirá “el despliegue de fuerzas de la OTAN en Ucrania, incluidos contratistas y tropas estadounidenses, pero Biden aún no está preparado para revelarlo. Necesita más tiempo para que se intensifique la actual campaña de propaganda en los medios de comunicación y se genere un nivel aún mayor de histeria antirrusa”.

¿Cómo se desarrollará esta campaña de propaganda? En esta cuestión, el pasado es prólogo. Si Estados Unidos organizó el bombardeo del gasoducto Nord Stream para justificar su escalada bélica del año pasado, ¿qué planea ahora?

En 1898, la explosión del buque USS Maine en el puerto de La Habana fue presentada como un acto de guerra y se utilizó para iniciar la guerra hispano-estadounidense y enviar tropas a Cuba y Filipinas. El incidente del golfo de Tonkín de 1964, que provocó la intervención directa de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, fue inventado.

Existe el precedente de los atentados del 11 de septiembre de 2001, que se utilizaron para justificar la invasión de Afganistán, Irak y toda la “guerra contra el terrorismo”. En 1997, Zbigniew Brzezinski señaló que “la búsqueda del poder [es decir, la hegemonía global de EE.UU.] no es un objetivo que despierte la pasión popular, excepto en condiciones de una amenaza repentina o un desafío al sentido de bienestar interno del público”.

En esta línea, el presidente del Consejo Editorial Internacional del World Socialist Web Site, David Northescribió:

Los acontecimientos del 11 de septiembre ofrecieron precisamente el tipo de “amenaza o desafío repentino al sentido de bienestar interno del público”, creando, al menos a corto plazo, una base de apoyo para desatar el poderío militar estadounidense bajo el pretexto de venganza o autodefensa.

 

Cuánto más grande sea la escalada, tanto más grande será la mentira para justificarla. Las revelaciones de Hersh dejan en claro que la Casa Blanca tiene la capacidad plena de fabricar una provocación para generar apoyo público para la guerra, o bien, provocando una respuesta rusa, o bien, fabricando completamente un supuesto “ataque”.

Toda la prensa estadounidense prestaría atención en tal caso. De hecho, ya está trabajando incansablemente para acusar a Rusia de derribar el vuelo MH17 de Malaysia Airlines en 2014.

La clase trabajadora estadounidense debe estar alerta ante cualquier provocación del Gobierno de Biden. El prerrequisito para construir un movimiento contra la guerra en la clase trabajadora debe ser el rechazo completo a la propaganda militarista de Washington y los apologistas sinvergüenzas del imperialismo estadounidense que la promueven neciamente.

(Publicado originalmente en inglés el 9 de febrero de 2023)

 

NORD STREAM

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"Rusia no necesitaba una guerra, tenía relaciones con Occidente y esto le era beneficioso", comenta Seymour Hersh, periodista estadounidense y ganador de un Pulitzer, en una entrevista exclusiva. ¿Se provocó el sabotaje en el Nord Stream con fines políticos? Solo Snowden denunció la violación directa de uno de los puntos más sensibles de la Constitución, ¿por qué nadie más en EE.UU. lo hizo?

 

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Del golfo de Tonkín al mar Báltico

La historia secreta e incompleta de la colaboración entre EEUU y Noruega en operaciones encubiertas

Por Seymour Hersh

CTXT22/02/2023

El destructor de la Marina de los EEUU USS Maddox, a principios de la década de 1960.

 

¿Por qué Noruega? En mi relato sobre la decisión de la Administración Biden de destruir los gasoductos Nord Stream, ¿por qué gran parte de la planificación y el entrenamiento secretos para la operación tuvieron lugar en Noruega? ¿Y por qué participaron marineros y técnicos altamente cualificados de la Armada noruega?  

La respuesta sencilla es que la Armada noruega tiene un largo y turbio historial de cooperación con la inteligencia estadounidense. Hace cinco meses, ese trabajo en equipo –del que aún sabemos muy poco– tuvo como resultado la destrucción de dos gasoductos, por orden del presidente Biden, con implicaciones internacionales aún por determinar. Y hace seis décadas, según cuentan las historias de aquellos años, un pequeño grupo de marineros noruegos se vio envuelto en un engaño presidencial que condujo a un temprano –y sangriento– punto de inflexión en la guerra de Vietnam.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la siempre prudente Noruega invirtió enormes sumas en la construcción de grandes lanchas rápidas de ataque fuertemente armadas para defender sus 1.400 millas de costa en el océano Atlántico. Estas embarcaciones eran mucho más eficaces que el famoso PT boat estadounidense (lancha torpedera) que fue ennoblecido en muchas películas de posguerra. Estos barcos eran conocidos como ‘clase Nasty’ [desagradable], por su potente artillería, y algunos de ellos fueron vendidos a la Marina estadounidense. Según informaciones aparecidas en Noruega, a principios de 1964 al menos dos marineros noruegos confesaron su participación en ataques clandestinos dirigidos por la CIA a lo largo de la costa de Vietnam del Norte. Otros informes, nunca confirmados, afirmaban que las patrulleras noruegas estaban tripuladas por oficiales y tripulantes noruegos. Lo que no se discutía era que el objetivo estadounidense era presionar a los dirigentes de Vietnam del Norte para que disminuyeran su apoyo a las guerrillas antiestadounidenses de Vietnam del Sur. La estrategia no funcionó.

Nada de esto era conocido en aquel momento por el público estadounidense. Y los noruegos guardarían el secreto durante décadas. El letal juego del gato y el ratón de la CIA desembocó en un ataque fallido el 2 de agosto de 1964, en el que tres cañoneros norvietnamitas se enfrentaron a dos destructores estadounidenses –el USS Maddox y el USS Turner Joy– en una gran masa de agua en disputa conocida como el Golfo de Tonkín, a caballo entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur.

 

USS Maddox, durante su enfrentamiento con tres lanchas torpederas a motor de Vietnam del Norte en el Golfo de Tonkin, el 2 de agosto de 1964. | Fotografía de la Marina de los EEUU.

 

Dos días después, con los destructores aún intactos, el comandante del Maddox informó por cable a sus superiores de que estaba siendo atacado con torpedos. Fue una falsa alarma y pronto anuló el informe. Pero la comunidad de inteligencia de señales estadounidense –bajo la presión del secretario de Defensa, Robert McNamara, que cumplía las órdenes del presidente Johnson– miró hacia otro lado mientras McNamara ignoraba el segundo cable y Johnson decía a la opinión pública estadounidense que había pruebas de que Vietnam del Norte había atacado un destructor estadounidense. Johnson y McNamara habían encontrado la forma de llevar la guerra a Vietnam del Norte. 

El discurso de Johnson, televisado a todo el país la noche del 4 de agosto de 1964, es escalofriante por su mendacidad, especialmente cuando se sabe lo que estaba por venir.

Este nuevo acto de agresión”, dijo, “dirigido directamente contra nuestras propias fuerzas, nos recuerda una vez más a todos en Estados Unidos la importancia de la lucha por la paz y la seguridad en el sudeste asiático. A la agresión por el terror contra los pacíficos lugareños de Vietnam del Sur se ha unido ahora la agresión abierta en alta mar contra los Estados Unidos de América”. 

 

Lyndon B. Johnson, dando su discurso televisado sobre el incidente del golfo de Tonkín, el 4 de agosto de 1964. (President Johnson reports to Congress and the American people on the now infamous Gulf of Tonkin incident, which had occurred off the coast of Vietnam).

 

La ira pública creció y Johnson autorizó el primer bombardeo estadounidense contra el Norte. Pocos días después, el Congreso aprobó la Resolución del Golfo de Tonkín con sólo dos votos en contra, que otorgaba al presidente el derecho a desplegar tropas estadounidenses y utilizar la fuerza militar en Vietnam del Sur de la forma que quisiera. Y así continuó durante los once años siguientes, con 58.000 muertos estadounidenses y millones de víctimas vietnamitas.

La armada noruega, como leales aliados en la Guerra Fría, permaneció callada y en los años siguientes, según otros informes noruegos, vendió dieciocho más de sus patrulleras ‘Nasty Class’ a la armada estadounidense. Seis fueron destruidas en combate. 

En 2001, Robert J. Hanyok, historiador de la Agencia de Seguridad Nacional, publicó Skunks, Bogies, Silent Hounds, and the Flying Fish: The Gulf of Tonkin Mystery, 2-4 August 1964, un estudio definitivo de los acontecimientos del golfo, incluida la manipulación de la inteligencia de señales. Reveló que el 90 por ciento de las interceptaciones relevantes, incluidas las de los norvietnamitas, se habían mantenido fuera de los informes finales de la NSA sobre el encuentro y, por lo tanto, no se proporcionaron a los comités del Congreso que posteriormente investigaron el abuso que llevó a Estados Unidos a adentrarse aún más en la guerra de Vietnam.

 

Los buques estaban bajo el control de una larga serie de ataques dirigidos por la CIA contra objetivos costeros dentro de Vietnam del Norte

 

Esto es lo que se conoce públicamente. Pero, según he sabido por una fuente de la comunidad de inteligencia estadounidense, hay mucho más por descubrir. El primer lote de patrulleras noruegas destinadas a la guerra no declarada de la CIA contra los norvietnamitas en realidad eran seis. Desembarcaron a principios de 1964 en una base naval vietnamita en Danang, ochenta y cinco millas al sur de la frontera entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. Los barcos tenían tripulación noruega y oficiales de la Marina noruega como capitanes. La misión declarada era enseñar a los marineros estadounidenses y vietnamitas a manejar los barcos. Los buques estaban bajo el control de una larga serie de ataques dirigidos por la CIA contra objetivos costeros dentro de Vietnam del Norte. La operación secreta estaba controlada por el Estado Mayor Conjunto en Washington y no por el mando estadounidense en Saigón, dirigido entonces por el general del ejército William Westmoreland. Ese cambio se consideró esencial porque había otro aspecto de la guerra no declarada contra el Norte que era sacrosanto. Los SEAL de la Marina estadounidense fueron asignados a la misión con una lista prioritaria de objetivos mucho más agresivos, que incluían instalaciones de radar norvietnamitas fuertemente defendidas.

Era una guerra secreta dentro de una guerra secreta. Me contaron que al menos dos SEAL cayeron en una emboscada de los norvietnamitas y resultaron gravemente heridos en un tiroteo. Ambos lograron llegar a la costa y fueron rescatados. Ambos fueron condecorados en secreto con la Medalla de Honor, la más alta condecoración de Estados Unidos.

También se produjeron movimientos mucho menos dramáticos a medida que se desarrollaba la guerra. Más tarde, se decidió armar a murciélagos con artefactos incendiarios y lanzarlos desde el aire sobre zonas de gran interés en el sur. Se soltaron a gran altitud y los murciélagos murieron rápidamente congelados.

Este trozo de historia de alto secreto y hasta ahora desconocida plantea, a este reportero, una pregunta obvia: ¿qué más no sabemos sobre la operación secreta en Noruega que llevó a la destrucción de los gasoductos? Y ¿hay alguien en el Senado y la Cámara de Representantes, o en la prensa estadounidense, interesado en averiguar qué sucedió y qué otras cosas no sabemos?

 

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Este artículo se publicó en inglés el 22 de febrero en Substack; el autor ha cedido gentilmente a CTXT los derechos de la traducción al castellano. Traducción: CTXT, con la ayuda del traductor online Deepl.

Seymour Hersh

 

S.H. (Chicago, 1937) es un periodista estadounidense de investigación que en 1970 ganó el Premio Pulitzer por su cobertura de la masacre de My Lai en la guerra de Vietnam. Sus reportajes han salido publicados en el New York Times, el New Yorker y la London Review of Books, entre otros medios. Su libro de memorias, Reportero, salió con Península en 2019.

 

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Tonkin: Estados Unidos entra en Vietnam

Tonkin: Estados Unidos entra en Vietnam

La tarde del 2 de agosto, cuatro lanchas torpederas P-4 de la marina nor vietnamita fueron detectadas por los radares del USS Maddox en aguas del Golfo de Tonkin. Dos de ellas se acercaron a menos de 10 kilómetros y dispararon sus torpedos, pero el Maddox los evitó con facilidad. Apenas una bala de las ametralladoras vietnamitas golpearon al destructor, causando daños menores. Una de las lanchas torpederas recibió un impacto de proyectil del Maddox, pero no se hundió. Cuatro cazas F-8 Crusaders del portaaviones Ticonderoga atacaron a las lanchas y dijeron que una había sido hundida. Este fue el informe de los Estados Unidos, los vietnamitas anunciaron que uno de sus torpedos había hecho blanco en el Maddox y que habían derribado a uno de los F-8.

El 3 de agosto por la noche el Maddox inició una nueva misión de reconocimiento en Tonkin, esta vez acompañado del también destructor USS Turner Joy. En las primeras horas de la madrugada, los marinos de ambos buques dispararon proyectiles y torpedos a blancos que aparecían en sus pantallas de radar. Durante cuatro horas, realizaron fuertes maniobras para evitar ser golpeados por los torpedos enemigos detectados por el radar y por los vigías. El comandante del Maddox envió un cable a Washington informando del segundo ataque. Poco después envió otro mensaje corrigiendo el primero:

“Una revisión de la acción hace que muchos de los contactos informados y torpedos disparados, parezcan dudosos. Efectos del mal tiempo en el radar y técnicos excesivamente entusiastas pueden haber sido las fuentes de muchos informes. De hecho, no ha habido ningún avistamiento desde el Maddox. Sugiero una evaluación completa antes de tomar medidas adicionales”.

Ya desde el primer momento, el Maddox admitió que los ataques del 4 de agosto no habían tenido lugar, y las investigaciones posteriores así lo confirmaron. El Secretario de Defensa, Robert McNamara, leyó este segundo mensaje en el pentágono la tarde del 4 de agosto, pero no avisó al Presidente, que ya estaba preparando un discurso para esa noche. En su alocución televisada, Johnson anunció al pueblo norteamericano los eventos del 2 y el 4 de agosto, clasificándolos como ataques “no provocados”. También dijo que los ataques habían tenido lugar en “altamar”, insinuando que habían tenido lugar en aguas internacionales, cuando en realidad el primer ataque ocurrió a menos de 20 kilómetros de la costa, el límite oficial reclamado por Vietnam del Norte, pero no reconocido por Estados Unidos.

Tonkin: Estados Unidos entra en Vietnam

 

El 7 de agosto de 1964, un estúpido Congreso impulsado por el fervor patriótico aprobó la Resolución del Golfo de Tonkin, que autorizó al presidente Lyndon Johnson a tomar las medidas que considerara necesarias para promover la paz y la seguridad en el sudeste asiático. Esta resolución sin sentido le dio a Johnson la base legal para la guerra de Estados Unidos en Vietnam, todo lo contrario de "paz y seguridad".

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The Grayzone

 

Seymour Hersh se une a Aaron Maté para discutir su informe sobre cómo la administración Biden bombardeó los gasoductos Nord Stream, lo que hizo estallar no solo un proyecto de infraestructura ruso-alemán vital, sino también una rampa de salida clave para la paz en Ucrania.

Guest: Seymour Hersh. Pulitzer-winning journalist who writes at https://seymourhersh.substack.com/.

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Video-Simulación del ataque al gasoducto Nord Stream

 

 

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