OPPUS Dei, los Católicos Protestantes. «LA OBRA», por Luís Algorri.

OPPUS Dei

 

Opus Dei: el primer día de un nuevo rumbo

El Papa Francisco ha decretado un cambio en la organización de un de los más conocidos e influyentes grupos eclesiales: el Opus Dei. No faltan quienes lo interpretan como un castigo a su inmovilismo

Por Carmelo Pérez

El Mundo, 5 AGOSTO 2022

El Papa Francisco reforma el Opus dei

 

Era sólo cuestión de tiempo que el Papa Francisco pusiera al Opus Dei en el punto de mira de las reformas institucionales que lleva a cabo en la Iglesia católica desde la tarde misma de su elección. Nada queda al margen de los intereses de un Pontífice que asegura creer en una iglesia que sea como un «hospital de campaña en medio de la batalla para acoger a los que llegan heridos«. Y cuando alguna estructura no se ajusta del todo a ese ideal, el Papa actúa. Como ahora con el Opus Dei, que estrena un nuevo rumbo, su día después.

¿Qué es el Opus Dei?

Hasta ahora se definían como una «institución jerárquica» de la Iglesia católica con la finalidad de favorecer la santidad de sus miembros. Las nuevas indicaciones de Francisco les urgen, precisamente, a insistir menos en esa jerarquización y a preocuparse más del carisma, esto es, del servicio que prestan a sus miembros para crecer en la fe y en la función social que desarrollan en la sociedad. Cabe interpretar que, veladamente, Roma considera que el Opus Dei (literalmente, ‘la Obra de Dios’) está sumamente jerarquizado, es excesivamente dependiente de sus sacerdotes y obispos, y no se encuentra lo suficientemente volcado en promover la adopción de responsabilidades por parte de sus miembros laicos, hombres y mujeres.

¿Prelatura personal?

El Opus es la única prelatura personal que existe en la Iglesia, desde que Juan Pablo II les concediera esta consideración en 1982. En la práctica, esto significa dotar a este grupo eclesial de una autonomía incomparable con la de cualquier otra entidad, con capacidad para organizarse internamente con reglas propias, al margen incluso de la autoridad del obispo del territorio donde se encuentren sus residencias y lugares de culto. Podría decirse que eran como una diócesis particular dentro de otra diócesis. Con el cambio impulsado por Francisco, las disposiciones del obispo de cada zona les afectarán ahora por igual a los miembros del Opus, que pueden ser requeridos para una tarea concreta y han de ajustarse a los criterios de trabajo de esa diócesis.

¿Qué cambia ahora?

Canónicamente, todo. Francisco ha publicado el motu proprio Ad charisma tuendum [Para proteger el carisma], por el que, sin dejar su condición de Prelatura, la institución pasa a depender ahora del Dicasterio (algo así como los ministerios civiles) vaticano para el Clero. De esta manera les desvincula del Dicasterio para los Obispos, dando a entender que ya no gozan de la misma consideración que si fueran cualquier otra diócesis. Simplificando mucho, puede decirse que se les rebaja el nivel de autogestión del que gozaban, que era de una excepcionalidad difícilmente justificable. En la práctica, por ejemplo, tendrán que enviar al Dicasterio para el Clero un informe anual sobre el estado de la Prelatura y sobre el desarrollo de su labor apostólica. Es decir, deberán rendir cuentas de su trabajo y su organización, algo novedoso. También lo es que el máximo responsable del Opus ya no podrá ser nombrado obispo.

¿El Papa les rebaja de consideración como castigo?

Ambas partes han declarado expresamente que no se trata de un correctivo. Sin embargo, el solo hecho de que el Papa dicte un motu proprio expresamente para modificar la organización de la Obra es un indicio de su disconformidad con el carácter global que estaba definiendo a la institución, más allá de un problema puntual que podría haberse resuelto por vías menos contundentes. Es el excesivo peso de la jerarquía del Opus la cuestión central que se trata de atajar, pues Francisco considera que la desmesurada actuación de sacerdotes y obispos estaba ahogando la función para la que nació el Opus. No es un castigo, pero sí un golpe sobre la mesa para cambiar el rumbo.

¿Por qué ahora?

El Papa se ha embarcado en la reforma global de la curia romana, tantas veces tachada de inmovilista y de no estar al servicio del pueblo sino de sus intereses personales. Algunas de las claves de esta profunda, y muy discutida renovación, son: que cualquier cristiano -también los que no son sacerdotes u obispos- puede ostentar funciones de gobierno en Roma; también que se exige «integridad personal y profesionalidad» a quienes trabajen al servicio del Papa; o que los sacerdotes y religiosos que formen parte de la curia podrán trabajar un máximo de 10 años en el Vaticano, y luego deberán volver a sus lugares de origen a desarrollar otras labores pastorales. Lo cierto es que el Papa ha aprovechado este movimiento reformador para solucionar algunos temas pendientes, como el de la organización interna del Opus.

Una reforma, ¿sólo en negativo?

Las transformaciones que impulsa Francisco tienen como eje central que se ejerza realmente -y no solo en los documentos- la corresponsabilidad de todos los miembros de la comunidad católica, después de haber diagnosticado que para muchos sacerdotes y obispos los laicos son considerados meros ayudantes, y no actores principales de la vida de la Iglesia. El Papa se propone acabar con excesiva clericalización de las comunidades y devolver a los seglares el papel que les corresponde por el hecho de estar bautizados. Prueba de que se trata de algo más que buenas intenciones es la elección en julio de tres mujeres (dos religiosas y una laica) para formar parte de la comisión encargada de asesorar al Papa para elegir a los nuevos obispos de todo el mundo. Por primera vez en la historia de la Iglesia, habrá mujeres entre los 23 miembros que hasta ahora ejercían esta tarea.

¿Cambios a toda prisa porque piensa dimitir?

Francisco ha declarado expresamente que no descarta dimitir si considera que deja de tener las condiciones físicas y psíquicas adecuadas para desarrollar el cargo. El gesto de Benedicto XVI parece haber acabado definitivamente con una larga historia de Papas que desaparecían de la escena pública durante meses, años incluso, hasta que finalmente se anunciaba su muerte. Sin embargo, el Pontífice ha bromeado con que, de momento, la silla de ruedas es más que suficiente para evitar su dimisión.

¿Es esto el inicio de una revolución en el seno de la Iglesia?

De ninguna manera. Aunque el foco mediático haya obviado la intimidad del Vaticano y se haya concentrado en los abusos a menores en el seno de la Iglesia, desde hace años Francisco ha emprendido una batalla sin cuartel contra realidades menos conocidas, aunque «igualmente dolorosas para la vida la Iglesia», a su parecer. Es el caso, entre muchos otros temas sobre los que ha dictado instrucciones, del respeto y la función de las mujeres en la comunidad cristiana; de los abusos de conciencia por parte de los superiores y superioras de las casas de religiosas, sobre todo femeninas; de la excesiva ideologización por parte del clero, que asume como propios los dictados de algunos partidos de extrema izquierda y extrema derecha incompatibles con el Evangelio. Podría decirse que esta nueva realidad para Opus Dei es sólo un capítulo más, ni siquiera el más revolucionario, de la transformación que encabeza el «obispo llegado del fin del mundo», como se definió Francisco a sí mismo. Cierto es que hay pocas instituciones en la Iglesia católica con miembros tan influyentes en la vida política y económica de los distintos países donde la Obra se halla presente.

 

Fernando Ocariz, prelado del Opus Dei. Opus Dei

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La Obra

Tienen un inmenso poder, sobre todo económico y educativo. Han sobrevivido un siglo; no será tan sencillo impedir que sobrevivan otro

Por Luís Algorri

Vozpopuli, 5 AGOSTO 2022

La Obra
El Papa Francisco EFE

 

Tuvo que intervenir mi padre porque aquello era una persecución en toda regla. Mi amigo Pablo y yo (éramos compañeros de clase; andaríamos por los dieciséis años, no más) me convenció para que fuésemos a estudiar juntos a un piso que él conocía, grande y cómodo, en el centro de la ciudad. Buena idea: se estudiaba bien allí. Pero, para mi estupefacción, a las doce del mediodía nos llamaron para que fuésemos a rezar el Ángelus a una sala grande en la que habría, no sé, quince o veinte personas. Yo no entendía gran cosa. Luego volvimos a los libros.

Por poco tiempo, porque al rato me llamó un chaval poco mayor que yo, de ojos ígneos, Javier se llamaba, y me soltó un vibrante discurso sobre Dios y sobre la santidad en la vida diaria y sobre un cura del que yo no había oído hablar en mi vida, el padre Escrivá, que por lo visto era muy santo. Yo aguanté el inesperado (e incomprensible) chaparrón y traté de decir dos o tres cosas, pero era imposible: aquel Javier hablaba sin respirar y casi a la misma velocidad que hoy usan quienes te llaman al móvil para convencerte de que cambies de compañía. Dije que pensaría en todo aquello.

Buena la hice. Javier empezó a llamarme dos, tres, cinco veces diarias. Un acoso en toda regla. Mi padre, que había sufrido una crisis nerviosa cuando le dije que estaba “en contacto” con el Opus Dei (“Lo que te faltaba, Luisito; esto era ya lo que te faltaba”), me propuso ponerse él al teléfono cuando volviese a llamar aquel desquiciado. Lo hizo. Le dijo, a gritos, cosas que hoy no publicarían ni en Twitter, para que se hagan ustedes una idea. Javier no volvió a llamar. Y Pablo y yo acabamos distanciándonos. No le he vuelto a ver. Y nos queríamos mucho.

 

Durante muchos años formaron parte de la dirección del Partido Popular, pero estaban también en la judicatura, en la banca, en el ejército, en las grandes empresas. Eran la elite

 

Pensé que me había librado de “la Obra” de Escrivá para el resto de mis días. Craso error. A lo largo de mi vida profesional he tenido que escribir muchísimo sobre ellos. Acabé leyendo decenas de libros, tanto favorables como críticos. Estuve en Roma en mayo de 1992, en la beatificación de Escrivá (hice el viaje en autobús desde Barcelona, rodeado de ancianitos inolvidables), y también en la canonización, diez años después; en ambos casos, el poder de convocatoria del Opus Dei se demostró escalofriante. Entrevisté a miembros y a exmiembros. Me convertí en una especie de “experto” en algo que, la verdad sea dicha, nunca me interesó demasiado. Pero la vida, a veces, es terca. Incluso he visto varias veces la magnífica película Camino, de Javier Fesser (2008) donde nada es lo que parece.

La “Obra” del padre Escrivá (odiaba que le llamasen así; la verdad es que tenía un carácter terrible aquel hombre) cumplirá un siglo dentro de seis años y ha pasado por muchas vicisitudes, tanto en el mundo de la política como de su situación dentro de la estructura del Vaticano. Fue, durante décadas, la principal “oferta religiosa” del catolicismo para la gente de la clase alta. Se convirtió en un refugio, y en un prodigioso trampolín, para los bien preparados trepas del franquismo de camisa blanca y no azul, para los llamados tecnócratas de los años 60 y 70. Mandaban muchísimo y, esto sobre todo, tenían un poder económico que les convertía casi en inexpugnables. Durante muchos años formaron parte de la dirección del Partido Popular, pero estaban también en la judicatura, en la banca, en el ejército, en las grandes empresas. Eran la elite. Y en buena medida lo siguen siendo, aunque cada vez con más discreción.

Los papas se ocuparon de ellos… pero no todos en el mismo sentido. Pío XII les miraba con simpatía, pero aquel hombre tenía de su monarquía un concepto absoluto y sobre todo personal (ni siquiera nombró secretario de Estado a la muerte del que heredó, el cardenal Maglione), y no tenía humor para atender a los extraños requerimientos de aquel cura aragonés que tan hábilmente se movía por los pasillos de los palacios apostólicos. Se limitó a nombrar a Escriváprelado doméstico”, que era algo que no comprometía a nada y que permitía al “fundador” vestir la sotana con ribetes, botones y fajín morados. Y que le llamasen “monseñor”. Le hizo mucha ilusión (era bastante presumido) pero nunca lograría, en vida, ninguna otra cosa.

 

Montini se había propuesto separar a la Iglesia española del franquismo al que tanto y tan bien había servido el Opus Dei

 

Juan XXIII no le dio tiempo a nada; bastante liado andaba con el Concilio. Pero su sucesor, el bresciano Montini, o sea Pablo VI, fue seguramente el peor dolor de muelas que sufrió Escrivá en su vida. Montini se había propuesto separar a la Iglesia española del franquismo al que tanto y tan bien había servido el Opus Dei. Montini era más bien progresista y Escrivá era ultraconservador. Tuvieron tiempo de hacerse alguna foto juntos, pero es fama que Escrivá rezaba por la salvación del alma de Pablo VI, a quien consideraba candidato clarísimo al infierno. Hoy son santos los dos. Recuerdo muy bien que, en aquel viaje en autobús para la beatificación, los ancianitos de mi autobús visitaron las Grutas vaticanas. Se posaron a rezar como palomitas ante el sepulcro de Pío XII y ante el de Juan XXIII, pero ante el de Pablo VI pasaron rencorosamente de largo.

 

Pablo VI o Paulo VI (en latín, Paulus PP. VI),​ de nombre secular Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini (Concesio, 26 de septiembre de 1897-Castel Gandolfo, 6 de agosto de 1978), fue el 262.° papa de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 21 de junio de 1963 hasta su muerte en 1978

 

Pablo VI había dejado las finanzas del Vaticano al borde de la quiebra. Juan Pablo II las puso en manos de los hombres de Escrivá, ya fallecido. Fue prodigioso. En muy pocos años, los economistas del Opus Dei convirtieron a la Santa Sede en un excelente negocio perfectamente gestionado. El premio fue triple: la beatificación, la canonización y, esto sobre todo, la transformación del Opus Dei en una prelatura personal. Era y es hoy la única en toda la Iglesia, lo cual convertía a la organización en lo que Escrivá siempre soñó: un burbuja o, por mejor decir, una fortaleza aparte dentro del organigrama romano. Una institución que no dependía de diócesis ni de obispos y que no daba cuentas a nadie, solo al propio Papa. Y eso si este preguntaba.

 

Abandonó la primera línea y continuó trabajando, pero en la sombra y sin dar escándalos, cosa que no supieron hacer muchos de los demás

 

Paraqlelamente, llegó el momento de la discreción. Con el paso del tiempo surgieron “competidores” que trataban de hacerse con la clientela habitual de la “Obra” escrivaniana. Para las clases altas –que eran su territorio natural– aparecieron los Legionarios de Cristo. Para la zona media y media-alta de la tabla, los Focolares y Comunión y Liberación, pero estos eran básicamente italianos. Y para la “clase de tropa” llegaron los poderosos y numerosísimos kikos, el Camino Neocatecumenal, fundado por un español enloquecido –Kiko Argüello– que disfrutaba como nadie de las manifestaciones públicas, de las muchedumbres y de los espectáculos.

El Opus Dei abandonó la primera línea y continuó trabajando, pero en la sombra y sin dar escándalos, cosa que no supieron hacer muchos de los demás. Apenas se han dado, entre ellos, casos de curas pederastas (aunque alguno sí hay). Salió indemne –y, a la larga, fortalecido– del enorme estrépito que se armó con la publicación de la novela (y luego película) El código Da Vinci, donde Dan Brown pintaba al grupo con unos tintes sectarios y conspirandeiros muy desagradables para ellos, pero que coincidían bastante con las críticas que han recibido desde hace décadas. No pasó nada, al final.

 

Decreta el Papa que su funcionamiento no puede basarse en la jerarquía sino en el “carisma”, y les obliga a presentar un informe anual sobre qué andan haciendo y con qué recursos

 

Y ahora llega este argentino, el jesuita Bergoglio (los jesuitas y el Opus Dei se han llevado siempre muy mal, sobre todo desde el Concilio), y mete en cintura, por primera vez en 40 años, al Opus Dei. Mediante un documento pontificio de rango menor, el motu proprio, mantiene la prelatura personal, pero la adscribe a un “ministerio” vaticano, el Dicasterio para el clero, donde están todos los demás: se acabaron las exclusividades. Ordena la revisión de los estatutos de la “Obra”. Niega al prelado la consagración episcopal, que sí tuvieron el segundo “padre” (Álvaro Portillo) y el tercero (Javier Echevarría). Afirma que su funcionamiento no puede basarse en la jerarquía sino en el “carisma”, y les obliga a presentar un informe anual sobre qué andan haciendo y con qué recursos.

Es un varapalo sin precedentes y, para muchos, completamente inesperado. Pero no es fácil que marque el principio de la decadencia del Opus Dei, como sí pasó (por motivos distintos) con los Legionarios de Cristo y con los kikos. Tienen un inmenso poder, sobre todo económico y educativo. Han sobrevivido un siglo; no será tan sencillo impedir que sobrevivan otro.

El Opus Dei insiste muchísimo en el inmenso poder de la oración. Escrivá rezaba por la salvación del alma de Pablo VI, al que no podía ni ver. No resulta exagerado imaginar a los 90.000 hombres y mujeres que la “Obra tiene en el mundo rezando fervorosamente, a partir de ahora, para que el Señor, en su misericordia, llame cuanto antes junto a Él al pontífice argentino.

No serían los únicos.

 

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La Clave: Opus Dei

Programa dedicado al Opus Dei el 25 de mayo de 1984 . Participan en el debate: Jesús Infante (autor de ‘Génesis y desarrollo de la Santa Mafia’), María Angustias Moreno (autora de ‘La otra cara del Opus Dei’), John Roche (profesor de Historia de la Ciencia de la Universidad de Oxford), Rafael Calvo Serer (miembro del Opus Dei), Enrique Castro (sacerdote) y Víctor Salmador (escritor).

 

La Clave: Opus Dei (1 de 2)

 
 
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La Clave: Opus Dei (2 de 2)

 

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Los Comunistas españoles son Católicos, apostólicos y romanos. Es España, donde los ricos son comunistas y los pobres se lo creen.

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La magistratura española y el Opus Dei

El Opus Dei se introdujo en España, a finales de los 50 y en los 60, en los grandes cuerpos de la Administración pública (inspectores de hacienda, diplomáticos, administradores civiles, abogados de Estado) y también en la justicia y la fiscalía. Penetran desde el mismo momento de la preparación de las oposiciones a esos cuerpos, con jóvenes ya vinculados a la secta, los cuales, una vez incorporados a los cuerpos superiores o la magistratura actúan en sintonía con la secta.

El Opus Dei, donde el 97% de sus miembro son seglares, tuvo desde el principio una gran habilidad para infiltrarse en los aparatos de Estado. Fue clave hacerlo en la Justicia.

Por Antonio Gómez Movellán

Contrainformación.es

OPPUS Dei

La influencia del Opus Dei en la historia política y social en España ha sido muy importante. Lo fue en la dictadura de Franco, lo fue en la transición política y lo ha sido en la monarquía parlamentaria. Además, esa importancia coexistió con una expansión de la secta por medio mundo, particularmente en Europa, Latinoamérica y Norteamérica, pero también en muchos países africanos y asiáticos.

El Opus Dei, donde el 97% de sus miembro son seglares, tuvo desde el principio una gran habilidad para infiltrarse en los aparatos de Estado y eso lo compaginó, gradualmente, con la construcción de un imperio de negocios propios; negocios que van desde colegios y residencias, Universidades, escuelas de negocios, hospitales, participación influyente en Bancos y entidades financieras, medios de comunicación y últimamente colegios elitistas de enseñanza primaria y secundaria, entre otros sectores. Pero desde el principio, la penetración en el aparato de Estado franquista fue decisiva.

Como dijo el fundador de la secta, el cura de personalidad paranoica y megalómana, Escrivá de Balaguer, “para que queremos tener locales propios si tenemos los despachos de los Ministerios del Gobierno”. La expansión del Opus ha sido espectacular y originariamente se debió a su infiltración en el franquismo. Hay que tener en cuenta que el Opus funciona como una sociedad secreta donde existen diferentes niveles de compromiso con la secta, pero todos, al final, buscan obtener réditos económicos y de poder para la secta.

El Opus Dei se introdujo en España, a finales de los 50 y en los 60, en los grandes cuerpos de la Administración pública (inspectores de hacienda, diplomáticos, administradores civiles, abogados de Estado) y también en la justicia y la fiscalía. Penetran desde el mismo momento de la preparación de las oposiciones a esos cuerpos, con jóvenes ya vinculados a la secta, los cuales, una vez incorporados a los cuerpos superiores o la magistratura actúan en sintonía con la secta. En el franquismo, llegaron en el momento justo ya que se distanciaron del fascismo franquista proponiendo una especie de gobierno tecnocrático autoritario.

Tal fue su influencia que el jefe de Gobierno con Franco, asesinado por ETA, en un atentado en el año 1973, el general Carrero Blanco, estaba en el ámbito del Opus y una gran parte de sus ministros eran miembros de la secta; ministros que ocuparon puestos en ministerios claves como Obras Públicas o Economía. Organismos como el Centro Superior de Investigaciones Científicas-el organismo clave de la investigación española-estaba absolutamente controlado por el Opus Dei. A finales de los años setenta, el Opus Dei tenía ya un imperio económico en España y estaba ya muy activo por todo el mundo y comenzaba su ascensión dentro del Vaticano, que culminó en tiempos del Papa Juan Pablo II.

 

La magistratura española y el Opus Dei

 

De acuerdo a algunos observadores de la secta, para el Opus la penetración en la judicatura y la fiscalía ha sido algo de una importancia fundamental, sobre todo en los niveles altos y en puestos decisivos (tribunales supremos, audiencias territoriales superiores, tribunal constitucional) y lo ha sido porque lo ha utilizado para, desde la fiscalía, acusar a sus enemigos y desde los tribunales actuar en favor de los negocios de la secta o sus intereses y eliminar a su rivales y enemigos y en todo caso como un elemento más de poder de la secta. En el tardofranquismo, el caso MATESA es paradigmático de lo que decimos. Se trató de un asunto que se utilizó, por un sector del régimen, en parar la gran influencia de la secta en el Gobierno de la época ya que MATESA era una estafa muy vinculada a empresarios, altos funcionarios y ministros del Opus, pero la mayoría de los acusados no llegaron a ser ni encausados debido a las maniobras del Opus en la fiscalía y en los tribunales de la época. Ya en la monarquía algunos empresarios miembros del Opus llegaron a denunciar este tipo de prácticas de la secta como fue el empresario Ruiz Mateos cuyo holding RUMASA (más de 100.000 trabajadores) mientras era expropiado por el gobierno socialista, acusó a los dirigentes de la secta, en varias ocasiones, de ser unos despreciables y de “haberle dejado caer”, reclamándoles, en los tribunales, las donaciones millonarias que había hecho a la secta, reclamaciones que, como no, decayeron.

En España, en un recientísimo fallo del Tribunal Supremo y más tarde confirmado por el Tribunal Constitucional se declaró que la financiación pública de los colegios segregados por sexos era plenamente constitucional, cuestión verdaderamente sorprendente, pero el 70% de esos colegios son propiedad del Opus Dei y que curioso ¡el ponente del fallo judicial es un miembro del Opus Dei! Igualmente se han producido, últimamente, multitud de denuncias en contra de las “ofensas a los sentimientos religiosos” (una especie de delito de blasfemia existente en España), y ello es así porque asociaciones y lobbies ultra católicos, algunos vinculados al Opus Dei, tales como “Abogados cristianos” o “Asociación Tomas Moro” denuncian casos ante la fiscalía sobre blasfemias proferidas por artistas o cantautores que, para sorpresa de todos, son tramitadas por los fiscales y en algunos casos con condenas; y ello es posible porque una gran parte de la fiscalía esta penetrada por el Opus Dei. En varias ocasiones el Superior del Estado ha sido miembro del Opus Dei como fue el caso de Jesús Cardenal o el caso de Torres-Dulce. Pero se sospecha que hay Salas del Tribunal Supremo controladas por miembros de la secta como la Sala de lo Penal lo cual, en opinión de muchos, ha sido clave para entorpecer procedimientos de la corrupción del Partido Popular en España, ya que este partido es de los más infiltrados por la secta. El fiscal Maza, muerto recientemente, realizó una gran “limpia” en las fiscalías, en su momento muy criticada por las asociaciones progresistas de fiscales, colocando, en algunas fiscalías claves que afectaban a los procedimientos de corrupción política del PP, a miembros del Opus de. En el gobierno Aznar muchos ministros eran de la secta y en la actualidad algunos ministros clave también los son, como por ejemplo el ministro de Economía, el Sr Guindos que en la actualidad es vicepresidente del Banco Europeo. También el ministro de Educacion y Cultura, el ministro de Hacienda, ministra de Trabajo o la que fuera ministra de Sanidad y Asuntos Sociales, Ana Mato, se les ha situado en el ámbito del Opus Dei. Curiosamente en el ministerio de Defensa suele haber personas vinculadas públicamente al Opus como fue el caso de Trillo y/o Morenés. También del Opus Dei era el ministro de Interior con Rajoy, Fernández Diaz, que fue el que impuso la medalla de oro de la policía a la Virgen del Amor, que la asociación Europa Laica recurrió ante los tribunales, recurso que fue rechazado tanto en el Tribunal Supremo como en el Tribunal constitucional.

El secretario general de la formación política de Izquierda Unida, Alberto Garzón, al referirse a esta situación de la judicatura en España declaró: “el ser culpable depende del hecho de que el tribunal esté formado por miembros del Opus Dei o por gente del siglo XXI”.

Muchos han opinado que los dos casos más sonados de corrupción del Partido Popular, que es el partido gubernamental, el caso “Naseiro” y el caso “Gurtel” han sido dinamitados, desde la magistratura y fiscalía, por los sectores afines del Opus y que la expulsión de la carrera judicial del que fuera reputado juez Baltasar Garzón se ha vinculado a la persecución contra él por miembros de la judicatura del Opus; los problemas de este juez estrella comenzaron cuando quiso investigar a fondo la corrupción del partido en el Gobierno y lo mismo ha ocurrido con el Juez Elpidio Silva, también expulsado de la carrera judicial por combatir la corrupción del PP; como ha declarado este juez expulsado de la carrera judicial “La madre de la corrupción está en el poder judicial» , porque la impunidad de la corrupción política se ha producido porque existe una corrupción judicial muy vinculada a miembros del Opus Dei.

Alberto Moncada, sociólogo que en los años 40 fuera miembro destacado del Opus Dei ha declarado que “que si un juez investigase la procedencia de sus bienes (que son desmesurados) y sus declaraciones a la hacienda pública, habría para procesar a los principales responsables de esta secta. Pero esto no se hace en España, y me parece una buena pregunta el porqué de esta vergonzosa situación”, apuntando claramente también a la judicatura que constituye una especie de escudo de protección ultraconservador. Un caso parecido a los anteriores fue el de la juez de Marbella, Blanca Esther Díez, quien tras investigar un caso en el que había implicados en el mismísimo Consejo General del Poder Judicial y tras varias peripecias, acabo, ella misma, siendo imputada, condenada e inhabilitada.

Según el juez Santiago Vidal, hoy también expulsado de la carrera judicial, cuando era miembro de la Audiencia Provincial de Barcelona, en el año 2009, declaró que un tercio de los jueces eran miembros del Opus Dei. Para muchos, esta estimación se quedó corta, sobre todo en las instancias judiciales superiores. El hoy presidente del Tribunal Supremo también se le ha asociado a la secta o aledaños y el anterior presidente Carlos Divar, inhabilitado por conductas impropias, lo era de forma declarada. La infiltración del Opus Dei en la fiscalía y la magistratura española es fortísima y lo viene siendo desde hace muchísimos años. La principal asociación de jueces, la “asociación profesional de la magistratura”, ha agrupado a todo el sector conservador de la magistratura y muchos dicen que está controlada por miembros muy activos del Opus Dei.

En la actualidad, una vez que el Papa Juan Pablo le concedió al Opus Dei el status jurídico privilegiado, dentro de la Iglesia católica, de “prelatura personal”, se estableció que ésta debería abandonar el secretismo; sin embargo el secretismo, la opacidad y el anonimato es lo que impera en la secta, siguiendo los estatutos fundacionales del Opus Dei , redactados en 1950, que en su artículo 191 afirma «Los miembros numerarios y supernumerarios sepan bien que deberán observar siempre un prudente silencio sobre los nombres de otros asociados y que no deberán revelar nunca a nadie que ellos mismos pertenecen al Opus” Hay muchísimos testimonios de exmiembros de la secta sobre la actuación secretista de la misma. El que fuera uno de los primeros miembros del Opus y muy cercano al cura Escrivá de Balaguer, el reputado arquitecto Miguel Fisac, grabó un programa de televisión, poco antes de morir, en el que relató su relación con el Opus y en el que declaró el carácter sectario y criminal de la secta y en el que confesó la presión permanente y psicológicamente criminal para permanecer en el Opus. Estas mismas declaraciones también las había realizado con más contundencia, años atrás, en un programa de “La Clave” dedicado al Opus.

Opus Dei en la actualidad

A finales de los 90 se produjo cierta renovación en la judicatura y ello puso a algunos sectores del centro izquierda alerta sobre lo que podría venir; en un informe del mismismo pleno del Consejo General del Poder Judicial, sobre medidas para la reforma de la Justicia, un vocal, el Sr Javier Moscoso, propuso una medida para evitar la penetración de las sectas en la magistratura y que fue aprobado por Acuerdo del Pleno del Consejo General del Poder Judicial en sesión de 25 julio 2000,:“Los jueces y magistrados, así como los fiscales, mientras se hallen en servicio activo, no podrán pertenecer ni a organizaciones secretas o que funcionen sin transparencia pública, sea cual sea la forma jurídica que adopten, que puedan generar vínculos de disciplina u obediencia ajenos a los mandatos del ordenamiento jurídico constitucional.”

Es evidente que este punto estaba pensado en la influencia del Opus Dei en la magistratura y fiscalía; desgraciadamente, esta influencia en la magistratura se ha reforzado mucho desde el año 2000 y hoy es un elemento esencial para mantener un sistema político totalmente corrupto. Esa influencia es el último parapeto de la impunidad. Es curioso que el Partido Popular confía todos sus problemas de corrupción al quehacer de la justicia. “Ya veremos lo que dice la justicia” suele decir el propio Rajoy, es decir, confían en los tribunales y la Fiscalía porque saben que, en eso terreno, se pueden manejar gracias a sus afines y a los miembros del Opus. Un Rajoy que fue apadrinado por otro miembro del Opus, José Manuel Romay Becaría que a sus 83 años sigue presidiendo el mas alto organismo consultivo, el Consejo de Estado.

Aunque algunos hablan que el Opus está en decadencia y que hay desbandada de numerarios y supernumerarios, nunca su influencia y poder económico ha sido tan fuerte; y en esos colegios segregados por sexos, que el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo han avalado, se está incubando el futuro de la secta y de ahí saldrán, también, muchos de los nuevos jueces y fiscales de España.

 

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«No se puede entender el Opus Dei sin los científicos del CSIC»

Lino Camprubí se adentra en la ciencia y la tecnología durante el franquismo, donde no todo fue lo que parece.

Por Antonio Villareal

El Español, 30 ABRIL 2017

Franco y el obispo de Urgell inauguran una central del Noguera Ribagorzana en 1953. ENHER

 

Durante 40 años del siglo XX, en España no se votó, no se pudieron decir muchas cosas ni hacer muchas cosas. Los escritores tuvieron que decir, como hizo Cernuda, no que estaban hartos de Franco, sino que estar cansado tiene plumas, «plumas que desde luego nunca vuelan, mas balbucean igual que loro». ¿Qué ocurrió con los científicos en todos esos años, se podía hacer ciencia en el franquismo? A esa tesis ha dedicado el investigador Lino Camprubí su libro Los ingenieros de Franco (Crítica).

Camprubí recuerda en el libro una discusión de 1969 entre su abuelo, Gustavo Bueno, filósofo ateo fallecido el verano pasado, y el paleontólogo católico Miguel Crusafont. Es un ejemplo de que aquellas cuatro décadas no fueron un páramo de ciencia con ínfulas patrióticas, sino que hubo una cierta tensión y, sobre todo, que los científicos e ingenieros tuvieron un papel fundamental en el desarrollo económico, político e ideológico del franquismo.

Una de las intenciones de su libro es combatir esa leyenda negra de que la investigación en el franquismo fue para todos un «tiempo de silencio«, como sugiere la novela de Luis Martín-Santos.

Los motivos son varios pero por ejemplo, uno de los científicos de los que hablo en el libro se llama Jose Antonio Valverde y era biólogo, estudió en Sevilla casi toda su vida e hizo su labor en Doñana. Las memorias de Valverde, de 2003, son muy interesantes y en algún lugar se refiere a la historiografía de ese periodo, y claro, él reflexiona que decir que no hubo investigación científica en el franquismo colocaba a los que estaban haciendo ciencia en ese periodo en una especie de limbo.

¿Y cree que ha encontrado la respuesta?

En conversaciones encontré que había una insistencia en decir que no podía haber ciencia durante el franquismo y al mismo tiempo estaba la necesidad de reconocer que sí la había. La pregunta que yo me hacía era doble: ¿Por qué se ha dicho que no hay? ¿Qué tipo de investigación había? Y creo que la respuesta es común: se ha dicho que no hay porque la investigación que había hoy en día no se considera científica, porque al hacerla había que entonar un canto a la patria y otro a la Virgen María. No es lo que hoy en día entendemos por ciencia, pero lo interesante es entender cómo podía haber investigación científica en manos de gente de la época, que tenía una ideología nacional-católica más o menos presente.

Pensamos en la construcción de la presa Hoover como parte de la historia de la ingeniería, pero los pantanos extremeños o las hidroeléctricas de Franco en Galicia tienen connotaciones más folclóricas que tecnológicas, ingenieriles o ecológicas. ¿Por qué ocurre esto?

Tiene un poco que ver con la Transición y el modo que hemos tenido las generaciones posteriores de entender el modelo anterior. Cada vez más se tiende a decir que antes de la democracia no había nada y que fue con la Constitución cuando la cosa empezó a tirar. Pero todos los historiadores serios están de acuerdo en que eso no se entiende así.

 

Eduardo Torroja explica los trabajos del ITCC a Franco. AHT/EC/A/010/001

 

Por ejemplo, solía hablar con un ecologista de Sevilla que en los años setenta era un activista contra la energía nuclear, y sin embargo, hablando con él en 2010 me decía que la investigación nuclear en España era una mierda pinchada en un palo. Vamos a ver, si estabas en los setenta contra la nuclear, ¿cómo me dices ahora que en el franquismo no había investigación nuclear? En el año 74, España era el mayor cliente de Estados Unidos de energía nuclear y uranio enriquecido.

Creo recordar que la central de Zorita, inaugurada en 1968, sí que estaba construida en gran medida por los EEUU, con un reactor Westinghouse listo para meter el combustible y darle al botón.

Sí y no. Es verdad que la central nos la dieron llave en mano, pero cada contrato con ellos equivalía a muchos otros subcontratos con empresas de tecnología española, se calcula que unas 2000 empresas por central. Es decir, el reactor sí, pero luego había un montonazo de cosas relacionadas con hacer funcionar aquello de verdad y al final, aumentar la autonomía y consolidar el capitalismo en España, que al final era lo que quería Estados Unidos.

Es curioso que la crítica de su conocido fuese hacia la energía nuclear y no hacia la propia dictadura.

Lo que yo creo que ha pasado en parte es que, la izquierda española después de la Transición se hizo capitalista. Ya lo era de antes, pero había grupos que decían «Franco es malo precisamente por industrializarse«, desde un punto de vista marxista lo que supuso el franquismo es una acumulación forzosa del capital, la crítica entonces era «mirad, Franco está preparando el país para los capitalistas«.

Una parte de su libro se dedica a los vínculos entre José María Escrivá de Balaguer y el nacimiento del CSIC, esos lazos entre investigación y religión.

No niego que hubiera una gran represión del franquismo sobre los científicos, en particular sobre instituciones anteriores como la Junta de Ampliación de Estudios, pero aparte de eso hay que ver lo que se fue haciendo, de lo contrario no se puede entender cómo pudo sobrevivir sin ciencia un estado moderno durante 40 años. Una de las cosas que se hizo fue el CSIC, cuyo objetivo no era sólo la investigación, sino la investigación para la independencia económica de España.

 

De pie en el centro de la imagen, Escrivá de Balaguer. Abajo a la derecha, José María Albareda, fundador del CSIC. A su lado, el arquitecto Miguel Fisac, autor de varios edificios del CSIC, y el cirujano Juan Jiménez Vargas, miembro del Instituto Ramón y Cajal. 
Fundación Valentí Claverol

 

Eso lo dirigió gente como José María Albareda, que era el secretario general, que estaba muy vinculada al Opus Dei. Algún historiador ha dicho que el Opus Dei influenció a la ciencia española en el franquismo, y sí, pero a la vez se puede decir que el CSIC influyó al Opus Dei. ¿Por qué? Porque en 1939 el Opus Dei no era nada, eran los siete amigos de esa fotografía y poco más. Además, los de la foto influyeron mucho en Escrivá de Balaguer y su objetivo, que era como el de Ramiro de Maeztu y otros: hacer un catolicismo compatible con el capitalismo. El vínculo nacionalcatólico y el económico es lo que hace que la investigación científico-técnica reciba una especial atención en algunos sectores estratégicos.

¿Es comparable la situación de la ciencia durante esos años con la de la cultura, es decir, grandes figuras exiliadas y brillando mientras aquí había que agachar la cabeza y apechugar?

Sí, pero es también el reflejo de cómo miramos a las cosas, incluso hoy en día. Entre el 47 y el 49 estuvieron en España Heisenberg y otros científicos nucleares alemanes, y aquí había gente importante como Eduardo Torroja. Eso sí, no ganaron premios Nobel como Severo Ochoa, que aunque ejercía fuera tenía muchos vínculos con España. Lo que digo en el libro es que el papel de la ciencia en España no puede medirse sólo con baremos científicos, número de premios Nobel o publicaciones, sino que es interesante verlo en relación con los problemas reales de aquella época, tanto políticos como de fronteras, soberanía energética, de Gibraltar o del Sáhara.

Su abuelo, Gustavo Bueno, fue uno de esos focos de raciocinio y diálogo en años difíciles para el cientificismo, ¿fue una inspiración para este libro?

Ha sido una fuente de inspiración en muchos sentidos, uno de ellos fue no entender el Estado sólo como política en el sentido de relación entre gobernantes y gobernados, sino como manejo del territorio y manejo de las fronteras. Otro fue el de mirar a la ciencia no sólo como grandes teorías o descubrimientos, sino como prácticas materiales en el laboratorio. Y luego ya en cosas más concretas. Lo de Crusafont fue una de las últimas conversaciones que tuve el verano pasado con él, me contó toda la historia con pelos y señales. Luego recibí de un amigo de Barcelona la carta del archivo de Crusafont, y pude comprobar que todo era tal y como me lo había contado. Gustavo Bueno le recriminaba a Crusafont utilizar la providencia, porque decía que él no usaba ese término como científico sino como católico. La verdad es que, leyéndolo hoy, se expresaban con bastante libertad, más de lo que cabría suponer en esos años. Él decía siempre que el límite de la libertad de expresión era no mencionar a Franco: «Mientras tú no digas que Franco es un inútil, todo lo demás lo puedes decir«.

 

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La influencia del Opus Dei en la dictadura franquista

Durante las últimas décadas del franquismo, las referencias al Opus Dei adquirieron un carácter casi mítico.

Por Julio Cáceres Ron

ELESTADO.NET, 15 OCT 2021

 

Durante las últimas décadas del franquismo, las referencias al Opus Dei adquirieron un carácter casi mítico. Para muchos aquel grupo de católicos seguidores de las enseñanzas del padre Escrivá de Balaguer constituía una especie de mafia política cuya única finalidad era apoderarse de todos los resortes del poder.

El Opus Dei es una de las organizaciones pertenecientes a la Iglesia católica que más controversias ha generado en las últimas décadas. Esta organización tuvo desde sus orígenes una gran habilidad para infiltrarse en los aparatos del Estado, y lo compaginó con la construcción de una estructura que le sirviese para aumentar su poder, recaudar fondos y captar nuevos adeptos.

En vista su larga duración y los múltiples referentes simbólicos de la dictadura de Franco, resulta complicado identificar una única ideología o un claro programa político. Al contrario que el fascismo italiano o el nacionalsocialismo alemán, el franquismo levantó su repertorio ideológico sobre la base de unos principios diversos basados en preceptos teocráticos.

Estos fundamentos doctrinales, sin embargo, no permanecieron inmutables, sino que se adaptaron a las circunstancias de cada momento y evolucionaron al compás de la necesidad del sistema por sobrevivir. Este escenario fue vital para el auge del Opus Dei en España.

Autoritarismo básico, regeneracionismo corporativista, conservadurismo nacionalista, tercerismo utópico, triunfalismo imperial, nostalgia liberal, nacional-catolicismo, catastrofismo antropológico, paternalismo elitista, tecnocratismo desarrollista y populismo aperturista, fueron algunas de las categorías en las que se circunscribió el franquismo.

Pero una de las características de su proyección discursiva y su praxis política fue un ultra catolicismo cuyas acciones siempre fueron de naturaleza solapada, logrando infiltrarse en las estructuras de poder del Estado español.

El franquismo carecía de una ideología oficial. Tenía Falange, pero tras su marginación del poder tras la II Guerra Mundial se acabó su capacidad para trasmitirla. La dictadura, como propiamente fascista, dados su nacionalismo radical con vocación imperialista, su antimarxismo, su antiliberalismo y su anticapitalismo formal, no dejó nunca de apuntar la singularidad del fuerte peso del tradicionalismo católico.

En este sentido, fue en los años sesenta y, para entonces, los llamados “Legionarios de Cristo”, sin ruido apenas, ya eran numerosos en España y competían en poder, influencia y franquismo con los siervos de la “Obra”, los cuales eran mucho más visible.

Cuando el dictador Francisco Franco nombró por primera vez ministro a un miembro del Opus Dei, el fundador, san Josemaría Escrivá de Balaguer, este último exclamó eufórico ante sus fieles: «¡Nos han hecho ministros!«.

Pero el gran padrino de la organización en España fue, sin duda, el empresario Íñigo de Oriol e Ybarra, presidente de Iberdrola. «Los padres Oriol«, así se conoce en la congregación a los cuatro sacerdotes legionarios que han salido de esa familia.

El Opus Dei, donde el 97% de sus miembros son seglares, tuvo, desde el principio, una gran habilidad para infiltrarse en los aparatos de Estado y eso lo compaginó, gradualmente, con la construcción de un imperio de negocios propios.

Negocios que van desde colegios y residencias, Universidades, escuelas de negocios, hospitales, participación influyente en Bancos y entidades financieras, medios de comunicación y últimamente colegios elitistas de enseñanza primaria y secundaria, entre otros sectores.

Pero desde el principio, la penetración en el aparato de Estado franquista fue decisiva, tal y como lo dijo el fundador de la secta, un cura de personalidad paranoica y megalómana. La expansión del Opus ha sido notoria y originariamente se debió a su penetración en el franquismo.

Hay que tener en cuenta que el Opus funciona como una sociedad secreta donde existen diferentes niveles de compromiso con la secta, pero todos, al final, buscan obtener réditos económicos y de poder para la secta.

El Opus Dei se introdujo en España, a finales de los 50 y en los 60, en los grandes cuerpos de la Administración pública y también en la justicia y la fiscalía. Penetran desde el mismo momento de la preparación de las oposiciones a esos cuerpos, con jóvenes ya vinculados a la secta, los cuales, una vez incorporados a los cuerpos superiores o la magistratura actúan en sintonía con la secta.

En el franquismo, llegaron en el momento justo ya que se distanciaron del fascismo franquista proponiendo una especie de gobierno tecnocrático autoritario. Esto condujo a que a finales de los años setenta, el Opus Dei tuviera un imperio económico en España, estando ya muy activo por todo el mundo y comenzaba su ascensión dentro del Vaticano, avance que culminó en tiempos del Papa Juan Pablo II.

Una vez que el Papa Juan Pablo II le concedió al Opus Dei el estatus jurídico privilegiado dentro de la Iglesia católica de prelatura personal, se estableció que ésta debería abandonar el secretismo; sin embargo, el secretismo, la opacidad y el anonimato es lo que impera en la secta, siguiendo los estatutos fundacionales del Opus Dei, redactados en 1950, que en su artículo 191 afirma:

 «Los miembros numerarios y supernumerarios sepan bien que deberán observar siempre un prudente silencio sobre los nombres de otros asociados y que no deberán revelar nunca a nadie que ellos mismos pertenecen al Opus”.

De acuerdo a algunos observadores de la secta, para el Opus, la penetración en la judicatura y la fiscalía ha sido algo de una importancia fundamental, sobre todo en los niveles altos y en puestos decisivos y lo ha sido porque lo ha utilizado para, desde la fiscalía, acusar a sus refractarios y desde los tribunales actuar en favor de los negocios de la secta o sus intereses, eliminar a su rivales y enemigos, en todo caso como un elemento más de poder de la secta.

Aunque algunos hablan que el Opus está en decadencia y que hay desbandada de numerarios y supernumerarios, nunca su influencia y poder económico ha sido tan fuerte; y en esos colegios segregados por sexos, que el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo han avalado, se está incubando el futuro de la secta y de ahí saldrán, también, muchos de los nuevos jueces y fiscales de España.

La influencia del Opus Dei en la historia política y social de España ha sido importante. Lo fue en la dictadura de Franco, lo fue en la transición política y lo ha sido en la monarquía parlamentaria. Numerosos miembros de la Obra han formado parte del Consejo de Ministros en los Gobiernos del dictador Francisco Franco, y posteriormente en los de Aznar y Rajoy.

Hoy sabemos que el exministro Jorge Fernández Díaz construyó en la cúpula de Interior un “círculo de poder” compuesto por afiliados o simpatizantes del Opus Dei, y tres años después del fin de su mandato la Secretaría de Estado de Seguridad sigue estando “controlada” por adeptos a la Obra.

También el poder judicial, la Policía Nacional, la Guardia Civil y diferentes medios de comunicación cuentan con miembros de esta organización entre sus altos cargos. Es una organización aún con gran influencia ya que sus miembros están dispersos en diferentes sectores de la sociedad española.

 

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Los ingenieros de Franco: un libro describe la relación entre el Opus Dei y el CSIC

Por Karina Sainz Borgo

Vozpopuli, 7 ABRIL 2017

Este libro hace recorrido histórico en la relación del régimen y la ciencia.

 

Durante la inauguración del pantano del Ebro, en 1952,  Franco pronunció un discurso en el que aseguraba: «Nos dolía España por su sequedad, por su miseria, por las necesidades de nuestros pueblos y nuestras aldeas, y todo ese dolor de España se redime con estas obras hidráulicas nacionales«. El dictador fue más allá y habló del poder de la tecnología sobre el paisaje para hacer a España libre, independiente, autónoma (Para «dolerla» mejor, podría pensar cualquiera). Quince años después de aquel discurso, la empresa International Minerals and Chemilchals trataba de persuadir al gobierno español de firmar un contrato para la explotación de los fosfatos del Sáhara Occidental. En plena guerra fría, el campo de los fertilizantes era de primer interés para las grandes potencias. España no podría mantenerse al margen. Y no lo hizo. 

 

¿Quién ideó los pantanos? ¿Hubo una relación entre el Opus Dei y el CSIC? Un libro pretende arrojar luz sobre el papel de la investigación científico-técnica durante ese período

 

¿Qué papel tuvieron los ingenieros  y científicos en la construcción del franquismo? ¿Qué relaciones existieron entre investigadores y técnicos con el proyecto ideológico del régimen? ¿Quién ideó los pantanos? ¿Hubo una relación entre el Opus Dei y el CSIC? Un libro pretende arrojar luz sobre el papel  de la investigación científico-técnica durante ese período. Se trata de Los ingenieros de Franco. Ciencia, catolicismo y guerra fría en el Estado franquista, publicado por Crítica, y escrito por Lino Camprubí, investigador español en el Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia, en Berlín. En las páginas de este libro Camprubí asegura que sin tener en cuenta la investigación científico-técnica no se puede llegar a entender la configuración del Estado durante el franquismo, un proceso esencial para «la España del final del siglo pasado y principios del presente«.

La tesis principal de las páginas de este libro es que «determinados grupos de ingenieros y científicos fueron participantes activos en las transformaciones políticas y económicas de aquellos años«. El nacionalismo tecnológico se convirtió –afirma el autor- en una herramienta legitimadora que aglutinó a grupos de intereses muy diversos y permitió a la dictadura sobrevivir a lo largo de los años a pesar de (o, más bien, gracias a) sus contactos crecientes con las democracias occidentales. «Es más, el desarrollo técnico fue uno de los pilares de esos contactos internacionales y una fuente de intercambios y alianzas por encima de desavenencias políticas«, afirma Camprubí.
 
 

Muchos y muy variados temas ocupan estas páginas: Opus Dei y el nacional-catolicismo; los sindicatos verticales y de los pantanos de Franco; el Parque Doñana y el WWF…

 

Para ilustrar esa relación, Camprubí  comenta y documenta proyectos como las semillas híbridas de arroz o las viguetas de hormigón pretensado; del carbón y el uranio enriquecido; el interés de Franco por la creación de una bomba atómica; las relaciones del catolicismo y la investigación; la explotación natural  como fuente económica. Todos ellos, elementos que componen “un retrato del franquismo apegado a las transformaciones materiales, inevitablemente ensambladas a las estructuras sociales e ideológicas”. Muchos y muy variados temas ocupan estas páginas: Opus Dei y el nacional-catolicismo;  los sindicatos verticales y de los pantanos de Franco; los pactos hispano-norteamericanos y Gibraltar; el Parque de Doñana y el WWF o el conflicto del Sáhara Occidental en ocasión de la explotación que hicieron los americanos de los fosfatos de esa zona.

 

Tanto el CSIC como el Opus Dei crecieron simultánea e interdependientemente, alimentándose mutuamente a través de una densa red de amistades, contactos, ideas y edificios

 

Según el autor, tanto el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)  como el Opus Dei  crecieron simultánea e interdependientemente, alimentándose mutuamente a través de una densa red de amistades, contactos, ideas y edificios. «No es que el Opus influenciase al CSIC sino que el CSIC marcó el contenido y desarrollo del Opus. Dicho más rigurosamente para evitar falsas dicotomías: la gestación y desarrollo del CSIC y el Opus Dei puede entenderse como una co-evolución«. Esta perspectiva, perseguida a través de la historia arquitectónica de laboratorios, iglesias y poblados de colonización (de Madrid a Badajoz), dice Camprubí, permite indagar en un aspecto del franquismo prácticamente inexplorado:» las conexiones internas de la ideología nacional-católica con la industrialización y la investigación científica«, asegura.

 

«En estos años se construyeron iglesias en edificios destinados previamente a laboratorios, laboratorios pertenecientes a la Iglesia e iglesias que funcionaban como laboratorios»

 

El razonamiento del Opus Dei «sobre la promesa de perfección cristiana en la vida profesional y el matrimonio» iba de la mano con las aspiraciones nacionalistas para la reforma de España. La asociación del catolicismo a profesiones liberales y a la transformación de España no fue exclusiva del Opus Dei, plantea el autor, sino que pasó a una concepción mucho más amplia, hasta convertirse en una de las piezas centrales del nacionalcatolicismo. Camprubí aporta en estas páginas los planos de muchos proyectos donde religión e investigación se sujetan.

«En estos años se construyeron iglesias en edificios destinados previamente a laboratorios, laboratorios pertenecientes a la Iglesia e iglesias que funcionaban como laboratorios”. Eran, explica el autor, dos caras de una misma moneda. La construcción conjunta de laboratorios e iglesias señalaba la ligazón entre nacionalcatolicismo  y tecnología como elementos de modernización y progreso.

 

El relato extendido sobre el franquismo y los llamados “tecnócratas” del Opus Dei indicia que su peso político comienza en 1957. Camprubí niega el dato: asegura que fue mucho antes

 

El relato extendido sobre el franquismo y los llamados «tecnócratas» del Opus Dei  indica que su peso político  comienza en 1957. Camprubí niega el dato: asegura que fue mucho antes. Fueron ellos quienes dirigieron la modernización  y «el milagro económico» al aplicar las recetas liberales en lo económico, sobre todo al recortar el gasto público y abrir la economía a las instituciones financieras y los mercados internacionales. Un ideal específico que tomó forma en la construcción de los pueblos nuevos, los planos urbanos e incluso el aspecto y ordenamiento público, del que formaron parte, por supuesto, más de 300 pantanos.

«En la construcción de este ideal desempeñaron un papel inexcusable ingenieros, científicos y arquitectos que, junto con otras figuras poderosas del régimen, compartían el doble objetivo de preservar la identidad católica española y actualizar su economía política (…)Los ingenieros, científicos y arquitectos del franquismo transformaron no solamente la faz de España, sino los significados mismos de patriotismo y de la religiosidad nacionalcatólica«.

 

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Los 74 rostros más influyentes del Opus Dei

Por Santiago Miró

Negro sobre blanco, 20 JULIO 2018

Luis de Guindos, actual Comisario de la U.E., y anteriormente Ministro de Economía del PP (en el centro).

 

No son Dios -explica Danilo Albín, en Públicopero están en todas partes. Algunos lucen carteras de ministros. Otros cruzaron una puerta giratoria y aparecieron en el consejo de dirección de una gran empresa. Como no podía ser de otra manera, tampoco faltan los condenados por corrupción. Entre unos y otros hay hueco para personajes de distinta estirpe, como el diseñador del Seat León, el psiquiatra de Mariló Montero, un torero, el ex presidente de un importante club de fútbol o el jefe médico de uno de sus rivales. Ya sea en un despacho del Tribunal Constitucional o en la lujosa casa de un banquero, el espíritu del Opus Dei sigue diciendo presente”.

Esta es la lista de 74 nombres relevantes de este grupo ultracatólico en España. No están todos los que son, pero son todos los que están: Luis de Guindos. Ministro de Economía; Jorge Fernández Díaz, ex ministro de Interior; Federico Trillo, ex ministro de Defensa y ex embajador en Londres; Fernando Martí, presidente del Consejo de Seguridad Nuclear; Benigno Blanco, exsecretario de Estado durante el Gobierno de Aznar y expresidente y actual vocal del Foro de la Familia; Juan José Nieto, director General de Educación Infantil, Primaria y Secundaria de la Comunidad de Madrid; Juan Cotino, expresidente de las Cortes valencianas; Francisco Gilet Girart, exdiputado del PP y exconsejero del Gobierno Balear; José Manuel Romay Beccaría, presidente del Consejo de Estado de España; Rafa Larreina, ex diputado de Amaiur; Juan Carlos Mujika, ex integrante de la Ejecutiva de EA en Araba y responsable de información del Opus Dei en Euskadi; Antoni Subirà Clau, uno de los fundadores del partido Convergència Democràtica de Catalunya; Jesús Pedroche, ex enador del PP y ex presidente de la Asamblea de Madrid (acaba de ser condenado a dos años y seis meses de prisión por su participación en la trama de las Tarjetas Black); Miguel Ángel Serna Oliveira, político del PP; Isabel Tocin, política del PP, exministra de Medio Ambiente quien forma parte del Consejo de Estado como consejera electiva; Arsenio Fernández Mesa, exdirector General de la Guardia Civil y ahora consejero de Red Eléctrica.Ignacio Cosidó, exdirector General de la Policía;  Julieta de Micheo, actual jefa de Gabinete del ministerio de Sanidad; Carlos Aragonés, ex jefe de gabinete de José María Aznar y marido de la ex consejera de Educación madrileña, Lucía Figar, quien dimitió tras ser imputada en el caso Púnica; Lourdes Méndez Monasterio, ex diputada del PP; Vicente Martínez Pujalte, ex diputado del PP, ex Opus Dei…y otros hasta llegar a 74.

Laman la atención entre estos últimos: Joan Gaspart, dirige el grupo hotelero HUSA y expresidente del Fútbol Club Barcelona; Eva Latondana, una de las responsables de la agencia “Con causa”, que ha realizado campañas para la Fundación Atresmedia, la cadena COPE y la Comunidad de Madrid, entre otras y se define como “actriz, crítica de cine y teatro, escritora y docente”. Covadonga O’Shea y Artiñano, periodista, escritora y empresaria. Fundadora de la revista Telva; Teresa Rivero Sánchez-Romate, empresaria, expresidenta del Rayo Vallecano y viuda del empresario José María Ruiz-Mateos; Milagros Inaraja, ex presidenta de la Federación Nacional de Administradores de Loterías; Jesús Santos, exteniente fiscal de la Audiencia Nacional y abogado del PP en la Operación Taula; Jesús Cardenal, exfiscal general del Estado; Alfonso Aguiló, presidente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), la patronal no religiosa de la enseñanza privada; Enrique Rojas Montes, psiquiatra de varios famosos, entre ellos, la presentadora Mariló Montero; José Luis Olaizola, escritor y guionista, premio Planeta en 1983; Joaquín Navarro-Valls, periodista y médico, portavoz de la Santa Sede durante 22 años; Pilar Urbano, periodista y escritora; Lucio Ángel Vallejo Balda, sacerdote, jurista, experto en asuntos económicos y excolaborador del Papa Francisco; Juan José Padilla, torero.

 

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OPPUS Dei: El Opus Dei en el Gobierno de Rajoy (PP)

Assemblea Vinarós, 7 JUNIO 2012

 

22 dic 11. El masón y estudiante jesuíta Mariano Rajoy ha hecho público su nuevo gobierno compuesto por miembros de la secta Opus Dei, ex franquistas, estudiantes jesuítas y algún masón. Al frente de Economía, un peón de la élite que ha provocado la crisis económica. Toda una declaración de intenciones para encaminar al estado español hacia el gobierno global sionista etiquetado como Nuevo Orden Mundial. Este es el equipo:

 

Luis De Guindos, Ministro de Economía, es un inútil de los que quebraron la financiera sionista Lehman Brothers, culpable directa de la actual crisis mundial junto a Goldman Sach, esta última colocando peones al frente de Italia (Monti) Grecia (Papademos), el Banco Central Europeo (Draghi). Al frente de la economía española, un peón sionista culpable directo de esta crisis mundial.

 

Pedro Morenés, Ministro de Defensa, próximo al Opus Dei y cuñado de Ana Patricia Botín. Traficante legal de armas al servicio de empresas multinacionales del armamento; actualmente dirige la filial española de la empresa europea de misiles MDBA y, desde hace pocas semanas, Seguribérica, la firma que presta seguridad a los atuneros españoles que faenan en el Índico, para defender lo que robamos a los pescadores locales.

 

Jorge Fernández Díaz, Ministro del Interior, próximo al Opus Dei, fue delegado provincial de Trabajo en Barcelona, y gobernador civil de Asturias y de Barcelona durante la transición; este representante de la derecha más recalcitrante ha equiparado el Valle de los Caídos con el cementerio de Arlington (EUA) de la guerra civil norteamericana o con el cementerio de la playa de Normandía.

 

Cristóbal Montoro, Ministro de Hacienda, próximo al Opus Dei, propone poner freno a la presión fiscal que tienen las empresas, la flexibilidad en el mercado de trabajo y la contención salarial. Todavía hay quien recuerda cómo siendo secretario de Estado de Hacienda logró hundir la cotización en Bolsa de los grandes bancos al advertir, en plena crisis asiática, de los riesgos asumidos por las entidades en América Latina. Fue un lunar que llegó a convertirse en absceso con el caso Gescartera, una agencia de valores que estafó 120 millones de euros a miles de inversores y que tenía como mascarón de proa (presidenta) a la hermana del secretario de Estado de Hacienda de entonces, Enrique Giménez-Reyna, subordinado de Montoro. El secretario de Estado se vio obligado a dimitir y su hermana fue condenada a tres años y medio de cárcel.

 

José Manuel García-Margallo, Ministro de Asuntos Exteriores, estudió en jesuitas, también próximo al Opus Dei. Proveniente inicialmente también del franquismo, el ascenso de su carrera de diputado arrancó con las Cortes Constituyentes en 1977 por la UCD de Adolfo Suárez.

 

Ana Mato, Ministra de Sanidad, próxima al Opus Dei. Se escapó de la trama Gürtel por prescripción del delito. Es una pija que viaja en un Jaguar modelo Gürtel y desprecia a la gente normal y a los andaluces. Siempre se le ha identificado con Aznar, porque formó parte de su círculo de confianza. Su actividad no ha estado exenta de polémica por la implicación de su ex marido, Jesús Sepúlveda, en el caso Gürtel y por declaraciones como las que ponían en cuestión el modelo educativo andaluz. También se le suele asociar con negocios turbios y escándalos que relacionaban a cargos del PP con corrupción urbanística.

 

Miguel Arias Cañete, Ministro de Medio Ambiente. Estudió en los jesuítas de Chamartín, proveniente del franquismo, ejerció como abogado del Estado de 1974 a 1978, antes de dedicarse activamente a la política. Durante la crisis de las vacas locas defendió el consumo del chuletón. En febrero de 2008, salió en defensa de la propuesta que había hecho Rajoy de crear un contrato de integración para los inmigrantes. Al hacerlo culpó a los extranjeros del colapso de las urgencias y cuestionó la capacidad de muchos extranjeros para servir mesas como camareros. En su última declaración de la Renta, presentó unos ingresos de 95.590 euros por su actividad como abogado -aparte de 6.494 euros de trienios-, 22.500 euros en retribuciones en Consejos de Administración, 24.788 euros de asignación del partido, 43.122 euros de dividendos procedentes del BBVA, Santander, Mapfre y Petrolíferas Ducar, 860 euros de intereses de cuentas bancarias, 3.810 euros por conferencias y 4.808 euros por rendimientos de alquileres. También ha declarado poseer cuatro viviendas, un local de oficina, cuatro coches y una plaza de garaje, aparte de más de 77.000 euros en depósitos bancarios.

 

Alberto Ruiz-Gallardón, Ministro de Justicia, masón. Fue el primero en decir que debíamos pasar página en el 11-M, que estaba todo dicho, siendo él el alcalde de Madrid durante los atentados y la eliminación y ocultación de pruebas. Afiliado al partido Alianza Popular de Fraga desde los 18 años.

 

José Ignacio Wert, Ministro de Educación y Cultura, democristiano y un radical neoliberal. Considerado la mano derecha de Pedro Arriola, asesor de cabecera de Génova y oráculo de las encuestas del PP, que también es el marido de la vicepresidenta del Congreso Celia Villalobos. Desde 1987 hasta 2003 ha sido presidente de Demoscopia, instituto privado dedicado a la investigación de opinión y mercado. En 1994 presidió Sofres AM, empresa de medición de audiencias televisivas, y a continuación fue nombrado consejero delegado de la compañía de encuestas Sofemasa, propiedad del Grupo Sofres, cargo en que cesó ese mismo año para volver a Demoscopia. Ha sido también Presidente de ESOMAR, la Asociación Global de Investigadores de Opinión y Mercado. El BBVA lo fichó posteriormente como director de relaciones corporativas y ha presidido la EFQM (European Foundation for Quality Management) en representación del BBVA.

 

Ana Pastor, Ministra de Fomento, de profundas convicciones religiosas, ha dejado preferentemente que fueran otros quienes se pronunciaran contra la ley que permitía el matrimonio de personas del mismo sexo, la reforma de la regulación del aborto o las polémicas educativas. Tiene tres pisos en copropiedad (dos en Pontevedra y uno en Madrid), más un garaje en Madrid. Además es cotitular de dos cuentas corrientes y es copropietaria de dos coches. Tiene además una hipoteca de 200.000 euros. Tiene un plan de pensiones con Novacaixagalicia, intervenida por su nefasta gestión.

 

José Manuel Soria, Ministro de Industria y Energía, estudió en jesuítas. A pesar de los escándalos que relacionaban a cargos del PP con corrupción urbanística (caso Bango, Eólico, Faycán y Salmón), entró en el Gobierno regional tras pactar con CC en 2007, como vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda. Utilizó sus cargos para promocionarse en Madrid con dinero público a través de publicidad institucional primero en El Mundo y ahora en el Grupo Intereconomía.

 

Soraya Saénz de Santamaría, Ministra de Presidencia, licenciada en Derecho por la Universidad de Valladolid. Ha ejercido como Abogada del Estado. Es propietaria de un apartamento en Madrid y copropietaria de un adosado, también en Madrid, que es su vivienda habitual. Tiene un Audi A3 y posee además 91.952 euros en depósitos y cuentas corrientes. Debe 171.204 euros de una hipoteca de 214.050, y 254.815 euros de otra hipoteca de 385.000 euros. En 2010 declaró haber recibido 51.440 euros por su labor de portavoz del Partido Popular. También ha cobrado 1.771 euros por los trienios de la Abogacía del Estado y 934 euros de los intereses de sus cuentas.

NOTA PUNTOCRITICO: Cuando comenzó su carrera en el PP NEGABA SER FAMILIAR DEL GENERAL SAENZ DE SANTAMARÍA. Es su nieta

 

Fátima Báñez, Ministra de Empleo. Esta abogada especializada en empresas, es una firme partidaria de bajar los impuestos a las empresas como principal medida para general empleo. Posee seis viviendas, un solar y dos fincas de secano, además de 326.884 euros suscritos en bonos del Estado y diversas participaciones en tres compañías multinacionales. También ha declarado que percibió 6.705 euros por rendimientos de actividades agrarias, 706 euros de diversos cursos y seminarios, así como 1.093 euros de rendimientos de diversas cuentas bancarias.

NOTA PUNTOCRITICO: Al igual que en el caso de Morenés, su familia es una de las mayores terratenientes de Huelva, con intereses en Doñana, donde se ha venido esclavizando a temporeras muy vulnerables, desde, al menos, 2001. Su Ministerio era competente, pero no hizo nada

 

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RECUERDO DE LA INFAMIA: CASO «LOS ALBERTOS» – Parte 1: LA COARTADA (la «Base Axiológica» de la Sentencia del Tribunal Constitucional 29/2008)

RECUERDO DE LA INFAMIA: CASO «LOS ALBERTOS», Parte 2: EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL: PÓLVORA DEL REY.

NACIONALISMO Y FRANQUISMO: EL RÉGIMEN DEL 78, LA MEGAMÁQUINA DE ROBAR HEREDADA DEL FRANQUISMO. Desde el Franquismo a la Posdemocracia. Oprimidos por los mismos perros; sujetos por los mismos collares.

“AÑO 303: Inventan el cristianismo”.

La revolución de las élites: de la privatización de los servicios públicos a la desaparición del Estado

Breve historia de las privatizaciones en España, 1985-1995; por Carlos Martín Urriza

«DEFICIENCIAS GENERALIZADAS Y BENEFICIOS ILIMITADOS». El Neoliberalismo de rapiña español escandaliza en la U. E. (Tribunal de Cuentas Europeo: Informe Especial – asociaciones público-privadas)

25 AÑOS DEFRAUDANDO EN LA CONTRATACIÓN PÚBLICA: EL CÁRTEL DE CONSTRUCTORAS Y EL RÉGIMEN DEL 78. La transición española: El tránsito del Delito al Crimen. Siempre impunes.

 

 
 
 

 


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