NEOLENGUA. «Morderse la lengua», de Darío Villanueva

La politización de los poetas no vale nada

En suma, también en nosotros se notaba la “paz podrida”. Pero ahora todo eso está destruido. Cuando contemplo la poesía y la espiritualidad de hoy no me asusta en absoluto su bajo nivel, porque sé: los mejores están callados. Viven en islas perdidas, separados de las masas y del tono del día por las distancias de siglos de desarrollo. Intuyen que no tiene ningún valor intervenir escribiendo y chillando o siquiera defender sus bienes. Siguen los acontecimientos con el interés que exige a diario su triste grandeza; pero la mayoría no tiene ya la ilusión de que un poeta, de pronto politizado, vaya a mejorar esencialmente los asuntos públicos.

 

Cuando usted pide a un poeta que dé noticias de sí mismo, no espera de él un informe. Verdaderamente yo no tengo nada que informar. Mis líneas podrían venir de Sirio o de Berna o de alguna lejana isla perdida.

En estas islas vivimos nosotros ahora, los poetas. No todo el mundo es capaz de hacer oír sus poemas y pensamientos entre cañones y partes de guerra.

A esto se añade la experiencia que casi toda persona decente ha hecho durante la guerra: no hay rectitud de ideas y de carácter que valga nada, que a la más ligera manifestación no sea combatida en los editoriales, ridiculizada y arrastrada por el fango por los héroes de la pluma, en nombre del amor a la patria y a otros ideales. Durante algún tiempo parecía que el odio era la fórmula prescrita, y el salvaje fanatismo el comportamiento actualmente prescrito; quien no era capaz de ambos estaba excluido.

Sé que las cosas ya no son así, y si recuerdo aquellos tiempos de inaudita falta de libertad de expresión y de pensamiento no es por razones sentimentales. Por el contrario, lo poco que entonces arrojaron sobre mi persona no sólo hace tiempo que ya no duele, sino que incluso fue saludable y dio frutos.

Entre ellos, que me deshabitué de la necesidad de hablar. Entre nosotros estaba en boga sobrestimar a los poetas, en el sentido de que se les pedía en todo tipo de ocasiones su apreciada opinión y se creía necesario leer de cuando en cuando sus estimables nombres en los periódicos. Hasta qué punto esta amabilidad correspondía por otra parte a un completo desconocimiento y desprecio de la poesía por parte de la mayoría de nuestros círculos cultos, lo sospechábamos todos un poco, pero ninguno quería admitirlo.

En vez de vivir en buhardillas, comer cortezas de pan y escupir sobre las cabezas de los burgueses, los poetas nos habíamos convertido en señores agradables que casi podían aparecer en sociedad y que formulaban frases ingeniosas sobre las cuestiones del día, algún chiste y alguna leve y graciosa ironía.

Si algo me hubiese podido inducir jamás a participar durante un solo instante en el ridículo y blasfemo sermoneo de los pedantes de biblioteca sobre la grandeza de los tiempos de guerra, sería este despertar, estos remordimientos, esta súbita escisión respecto al mundo de los pedantes, con los que en general me había entendido pasablemente.

Esto valía la pena, era vital y profunda experiencia: reconocer que no habíamos sabido dónde estábamos, que habíamos desempeñado un papel, que con toda inocencia nos habíamos puesto al servicio de una “cultura” que en el fondo nos resultaba despreciable y negrera. Por ejemplo, nos dejamos decir por críticos y redactores lo importante que era nuestra misión de predicar al mundo de los lectores la naturaleza, y al hacerlo apenas notábamos que no sólo éramos engañados, sino que también estábamos a punto de engañar.

En suma, también en nosotros se notaba la “paz podrida”. Pero ahora todo eso está destruido. Cuando contemplo la poesía y la espiritualidad de hoy no me asusta en absoluto su bajo nivel, porque sé: los mejores están callados. Viven en islas perdidas, separados de las masas y del tono del día por las distancias de siglos de desarrollo. Intuyen que no tiene ningún valor intervenir escribiendo y chillando o siquiera defender sus bienes. Siguen los acontecimientos con el interés que exige a diario su triste grandeza; pero la mayoría no tiene ya la ilusión de que un poeta, de pronto politizado, vaya a mejorar esencialmente los asuntos públicos.

La politización de los poetas no vale nada. Al contrario, estamos más ávidos que nunca de islas lejanísimas de Robinson, donde florezcan nuestros sueños y pueda desplegarse nuestro amor a los hombres en vez de ser maltratado, en vez de trabajar a medias en otros terrenos, en vez de digerir para el querido lector las experiencias del día vividas. No interesa el querido lector. No interesan los poetas como charlistas amablemente tolerados o como figuras paternales que aleccionan noblemente: son una invención del público.

 

UN POETA NO HA DE AMAR AL PÚBLICO, SINO A LA HUMANIDAD, Y NO PUEDE CONVERTIRSE EN PERIODISTA U HOMBRE DE PARTIDO

 

Un poeta no ha de amar al público, sino a la humanidad (cuya parte mejor no lee sus obras, pero las necesita). Un poeta no debe convertirse en periodista o en hombre de partido por amor a la patria; ni debe mezclarse con los abastecedores de material de guerra por muy seductor que pueda ser comercialmente. El poeta debe vivir su época, no intentar explotarla sin haberla vivido aún; ni por él mismo ni por su pueblo está obligado a hacer cosas a las que nada le obliga.

Ustedes quizá me escuchen asombrados y por fin pregunten: “Bueno, muy bien, pero ¿por qué decir todo eso? ¿Para qué escribir un artículo literario? ¿Por qué no callar?”

Tienen ustedes razón. Sin embargo, estamos en guerra, y si hoy emprendo alguna cosa pública, siempre estará relacionada con la guerra. Si como poeta rechazo someterme a las exigencias de una época con escasos vuelos intelectuales, puedo a pesar de todo hacer mi trabajo como persona, como número y como soldado. Y este trabajo me importa mucho, no sólo porque es patriótico, sino porque es necesario y vital.

Así como un predicador ambulante, en cada ocasión que reúne gente a su alrededor, repite sus sermones y pasa su hucha, así tengo yo que recordar, en cada ocasión que se me ofrece, el trabajo que me ha impuesto la guerra. Es un trabajo muy pequeño, como la última rama en un gran árbol. Pero es necesario, hace bien y ayuda a salvar hombres.

Herman Hesse, «LOS MEJORES ESTÁN CALLADOS»

 

Cuadro de Herman Hesse

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Darío Villanueva: “Me disgustó que Carmen Calvo pidiera a la RAE una reforma de la Constitución”

El académico y expresidente de la Real Academia publica el libro ‘Morderse la lengua. Corrección política y posverdad’ (Espasa)

Por Karina Sainz Borgo

Vozpopuli

Darío Villanueva ©RAE

 

Aunque haya elegido la expresión como título de su más reciente libro, el académico Darío Villanueva no se muerde de la lengua. Así lo demuestran las páginas del ensayo en el que analiza las razones y expresiones de una corrección política que lamina los matices y se vale de la posverdad para vaciar el sentido del idioma. De la neolengua descrita por George Orwell pasa al análisis de lo que él llama poslenguaje: un sistema donde el significado de las palabras no se corresponde con la realidad.

Morderse la lengua (Espasa) despliega una visión panorámica de los fundamentalismos identitarios y su pulsión revisionista, pero, sobre todo, analiza su reflejo en el uso de la palabra y la obsesión por aporrearla hasta reducirla a un puñado de cáscaras rotas. A lo largo de lo casi 400 páginas, el académico desarrolla una reflexión teórica que ilustra con citas y ejemplos extraídos de artículos, tuits y mensajes en las redes sociales. Con esos elementos procura un diagnóstico detallado de lo que denomina «la infección de la tolerancia represiva«: desde acosos e imposiciones hasta versiones modernas de los autos de fe.

El muestrario que conseguirá el lector es amplio: un lenguaje inclusivo que incurre en el sexismo lingüístico; la arbitrariedad de algunas invenciones y adanismos gramaticales; el imperio del eufemismo y la dictadura de una corrección que no proviene de ningún poder establecido, “sino de un consenso ilusorio construido por activistas hipermovilizados”, describe Villanueva. Del otro lado, ahonda en algunas claves para entender esa verdad líquida y volátil que se abre paso como un ácido.

Rector de la Universidad de Santiago de Compostela desde 1994 hasta 2002, Darío Villanueva es filólogo, catedrático de literatura comparada y académico de la Lengua desde el 5 de julio de 2007, fecha en la que fue elegido para ocupar la vacante de Alonso Zamora Vicente: el sillón D. Como director de la RAE, afrontó tanto el IV centenario de la muerte de Cervantes como los trescientos años de la institución. Pidió entonces un gesto trascendente a las autoridades para que se implicaran en el impulso de un idioma con más de 500 millones de hablantes. Renunció a ser reelegido en el cargo y fue sustituido por Santiago Muñoz Machado, actual director de la Real Academia Española.

La corrección política y la inclusión exacerbada son formas de censura. ¿Se puede reprimir tolerando?

Hay un concepto clave para contestar a esa pregunta: el sesgo de confirmación, que es un fenómeno estudiado por los psicólogos sociales. Todos nosotros tenemos una tendencia a anteponer nuestros prejuicios e intuiciones previas a la evidencia de los hechos. Al confrontar nuestras ideas previas con lo que realmente ocurre y estamos viendo, nos quedamos antes con nuestras ideas y rechazamos lo que es evidente. Si a esto se une la intervención de alguna fuerza interesada para que un mensaje sea aceptado, produce un efecto en el que cosas que no son ciertas acaban siendo aceptadas por alguien que en parte es engañado y a la vez está deseando serlo.

Asegura que la corrección no viene de ningún poder establecido, “sino de un consenso ilusorio construido por activistas hipermovilizados”. Algunos lo hacen ahora en cargos de gobierno… 

La corrección política es una forma de censura posmoderna. A diferencia de la censura clásica, que parte de los poderes políticos o la iglesia, ésta arranca de la sociedad civil y de elementos que no están formalizados en una estructura de poder constituido, sino de grupos, sectas, tendencias, líneas de pensamiento e incluso de determinados individuos. Así comenzó en los campus americanos durante los años setenta. La característica de la censura actual es que va de abajo a arriba. Los poderes están aceptando las formas de la corrección política y las están comenzando a aplicar. Eso hace que pasemos de hablar de la censura posmoderna a la censura simple.

Cita ‘La Cultura de la queja’, de Robert Hughes, un libro con más de 30 años ¿Cuál fue el disparadero? ¿A santo de qué ahora todos somos víctimas y agraviados?

Esto se relaciona con Hugues, que cito en el libro, pero también con otro concepto: el sentimentalismo tóxico propuesto por Theodore Dalrymple, y según el cual todo el mundo tiene que expresar que es víctima de algo y que además tiene que buscar sus victimarios… o inventárselos. Evidentemente las víctimas existen y deben poner en evidencia al victimario, pero hay muchos grupos que viven en la posición de víctima por circunstancias políticas, ideológicas o económicas. La perversión está en que en las sociedades más desarrolladas y opulentas, las personas, que deberían pensar en quienes están mal para comparar su propia situación, comienzan a inventarse victimarios para expresar todo eso con el sentimentalismo histriónico, esa especie de obscenidad de la exhibición, que es una de las ideas de Hugues que cito en el libro. No es sostenible presentarse como víctima sin serlo.

En su tratado ‘Política’, Aristóteles habla de la lengua y la importancia de la lengua.  Para no saber hablar, los políticos han desarrollado una hiperconciencia del uso de las palabras, ¿por qué?

Hemos pasado a una manipulación del lenguaje donde los asesores de imagen, spin doctors como los llaman en inglés, tienen una importancia muy grande. Son personas que elaboran guías sobre lo que los políticos deben decir y repetir como mantra. Suelen ser expresiones que no admiten verificación, enunciados que no comprometen a nada y que pueden ser contradictorios con la realidad. Eso ya lo describió George Orwell en su novela distópica 1984. Era la neolengua, una jerga simplificada en la que se han erradicado la mayoría de las palabras que suponen reflexión, pensamiento y razonamiento, y todo se resume en expresiones repetidas machaconamente con el apoyo de los nuevos medios de comunicación y la tecnología. Esa lengua es tan simple porque ha sido limpiada y censurada de todo lo que no interesa  y además no está comprometida con la realidad. La conexión entre la palabra y la cosa desaparece.

En el libro lo llama poslenguaje.

La neolengua ha tenido mucho éxito a partir de la novela y del ensayo consecuente de Orwell. Lo que él describe como neolengua se está cumpliendo. Era una visión avanzada de lo que nos está ocurriendo. Yo prefiero utilizar poslengua, porque en el libro trato lo que podríamos llamar el síndrome de la era post y que está definido por ese prefijo: postmoderno, posthumanismo, postindustrialismo, la postverdad…. En ese contexto ‘post’ estamos apuntando, también, hacia una postlengua.

Y que tiene, con el lenguaje, una injerencia sobre la democracia.

Ya muchos utilizan el término postdemocracia para referirse a situaciones que suceden en algunos países. Hay una democracia formal y alguien llega al poder por medio de unas elecciones. Sin embargo, lo que se desencadena a través de este proceso es una corrupción total de los principios democráticos. Ocurrió lo mismo con Hitler en Alemania,  pero ahora también. El caso de Donald Trump es característico de esta evolución hacia la postdemocracia, un fenómeno que tiene dos manifestaciones muy claras con respecto a la lengua: existe una censura y además una corrupción de la predicción del lenguaje político. Es decir: los políticos dicen cosas sabiendo que no las van a cumplir, que son mentiras, y hay un público votante que lo acepta. Tras fabricar 20.000 bulos durante sus años de gobierno, Donald Trump ha conseguido 11 millones más de votos. Ese es un ejemplo de esta terrible evolución hacia la postdemocracia.

El castellano vive un proceso de acoso y cerco en determinadas CCAA. ¿Cómo se relaciona España hoy con su propia lengua? ¿Cómo puede impulsar un idioma que no quiere hablar?

España es un país plurilingüe y eso no es un hecho anómalo. En muchos países existen varias lenguas. Lo que sí no se puede desmontar es el bilingüismo: los ciudadanos utilizan dos lenguas y se benefician del uso de ambas. En la época franquista no se favorecían las lenguas regionales, pero, aun siendo una dictadura, esas lenguas vivieron y no desaparecieron. Por ejemplo, ocurrió en Galicia, de donde soy: la gente habla las dos lenguas. Es cierto que, en ocasiones, algunos partidos que gobiernan quisieran pasar a un monolingüismo y que se erradicara al castellano, pero eso es imposible, si no lo consiguió Franco…

Pero si muchos parlamentarios no hablan correctamente el castellano e incurren en errores, justamente porque no lo usan.

Lo harán mejor o peor, pero lo hablan. Será un problema de ellos, pero no de la sociedad. En el País Vasco el 30% utiliza el euskera y el castellano, es decir, hay un 30% de vascos que son absolutamente bilingües, eso está muy bien, pero hay un 70% de ciudadanos vascos que sólo conocen el castellano. En Galicia hay un porcentaje algo mayor de quienes hablamos gallego, y el porcentaje de los que conocemos y hablamos el español es casi total. Ahí no hay conflicto lingüístico, independientemente de que algún partido independentista sostenga la teoría de que hay que erradicar el español en Galicia. Eso está fuera del sentido común y por mucho que determinados partidos independentistas lo digan, ese aislacionismo va en contra del progreso y del mundo moderno, a costa, además, de intentar cargarse un idioma que tiene más de 500 millones de hablantes en el mundo. Su utilidad y fuerza es evidente.

El lenguaje podrá ser inclusivo, pero se hace inentendible. ¿Hasta qué punto es más excluyente el lenguaje incluyente?

Las palabras no crean las realidades, es al revés. La realidad es la que crea la palabra. El masculino como género inclusivo se considera un atentado del patriarcado contra la condición de la mujer, eso no se sostiene en modo alguno. Hay algunos idiomas en el que el inclusivo es femenino, que es lo que ocurre con el Guajiro, que se habla en Venezuela, y ocurre que en una sociedad que habla guajiro y en el que el femenino es inclusivo, es una sociedad completamente patriarcal en el que las mujeres no tienen ningún derecho y están absolutamente sometidas a ese régimen, a diferencia de esos países donde hay un uso inclusivo del masculino y son sociedades enormemente desarrolladas en lo que a los derechos de la mujer supone, como no podía ser de otra forma. Hay que avanzar todavía en aspectos importantes de la revolución feminista, pero también hay que tener en cuenta el sentido común lingüístico: aprendemos nuestro idioma en nuestro entorno y eso viene acompañado de un sentido, de una lógica del idioma, forzar eso no conduce a nada.

Hay una tendencia a rechazar la vocal o como emblema del heteropatriarcado y sustituirla por la E. En lugar de burros y burras, decir ‘burre’. ¿Alguien realmente cree que eso podrá implantarse en 500 millones de hispanohablantes? Las ocurrencias sobre la lengua pueden ser infinitas, cualquier ciudadano puede inventarse una palabra o querer cambiar la gramática, pero un idioma, además de ese componente individual, el habla, tiene un contrato social, que es la lengua. Una ocurrencia mía inventando una palabra no vale para nada si no consigo que eso lo acepten todos los hablantes. Por eso pregunto: ¿qué nos hace pensar que los hispanohablantes van a decir ‘burre’ de ahora en adelante?

La RAE no puede censurar la lengua, porque es propiedad de todos los que hablan. Tampoco puede ignorar fenómenos sociales: desde la revisión de género hasta términos como ‘trapacero’. No se nos ocurriría borrar del Quijote la palabra gitano asociada a trapacero, porque no se entendería. ¿Se pueden reescribir los clásicos? ¿Solo un traductor negro puede traducir a un negro?

Eso mismo está en la distopía de Orwell. El protagonista trabaja en el Ministerio de la Verdad, que es el ministerio de la propaganda y la mentira y allí se dedican a reescribir los libros para adaptarlas de la lengua a la neolengua. Eso está corriendo con Mark Twain porque Hucleberry Finn utiliza la palabra “nigger”, que era la que se utilizaba entonces, él escribía en el siglo XIX. Es un revisionismo hacia atrás. Eso es ridículo. Habría que reescribir toda la literatura de todas las lenguas para adaptarla a esa corrección política que nos quiere imponer esa censura posmoderna de la que trata mi libro.

Es un proceso en marcha…

Precisamente lo que hay que hacer es no morderse la lengua. Los procesos no son inexorables. Mire lo que hizo el nazismo, y al vencerlo se puso detener. El problema está en asumir que esto es inexorable, que no lo es; y que tienen la razón, que no la tienen, o que tienen la fuerza para imponerse sobre todos los demás, cuando eso tampoco es así. Se impondrían si los que tenemos otra forma de ver las cosas y otros argumentos nos callamos. Por eso yo no me muerdo la lengua y he escrito este libro, que se titula Morderse la lengua.

Usted ha ocupado puestos de peso, como dirigir la RAE, una institución con 300 años dedicada a lo mismo: estudiar el idioma. ¿Cree que el Ejecutivo actual, siendo una institución, no respeta aquello que le da sentido, las leyes?

Me pide un juicio político. Quiere que opine sobre la acción política del gobierno de mi país y yo no me siento capacitado como para eso. Lo que sí puedo decir es que en mi época de director de la RAE, conviví con el Gobierno del Partido Popular, dirigido por Mariano Rajoy y también con el último semestre con el Gobierno de don Pedro Sánchez. Fue ahí cuando, en sede parlamentaria, cuando se celebraba el cuadragésimo aniversario de la Constitución del 78, que es la que considero la más importantes de las constituciones que ha tenido España desde el punto de vista del proceso democrático, cuando la vicepresidenta de Gobierno Carmen Calvo, dijo que el texto actual es una constitución escrita en masculino y que era necesario reformarla. Calvo se dirigió a la RAE para pedir una reforma. A mí aquello me disgustó porque se trataba de celebrar la Constitución, abordarla desde el punto positivo, no de hacerle un borrón. Pero la reacción que tuvimos, por otra parte, era previsible, porque ya nos habíamos pronunciado sobre ese tema en el año 2012, con un documento muy importante y con eco en todo el mundo sobre sexismo, lenguaje y visibilidad de la mujer. Encargué a dos académicas y dos académicos que comenzaran a preparar ese informe y lo dejé listo cuando renuncié a seguir siendo director. El nuevo director, en enero de 2020, hizo público ese documento.

 

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George Orwell, “1984”: NEOLENGUA

 

—La decimoprimera edición es la definitiva —dijo—. Le esta­mos dando al idioma su forma final, la forma que tendrá cuando nadie hable más que neolengua. Cuando terminemos nuestra labor, tendréis que empezar a aprenderlo de nuevo. Creerás, seguramente, que nuestro principal trabajo consiste en inventar nuevas palabras. Nada de eso. Lo que hacemos es destruir palabras, centenares de palabras cada día. Esta­mos podando el idioma para dejarlo en los huesos. De las palabras que contenga la onceava edición, ninguna quedará anticuada antes del año 2050—. Dio un hambriento bocado a su pedazo de pan y se lo tragó sin dejar de hablar con una especie de apasionamiento pedante. Se le había animado su rostro moreno, y sus ojos, sin perder el aire soñador, no tenían ya su expresión burlona.

—La destrucción de las palabras es algo de gran hermo­sura. Por supuesto, las principales víctimas son los verbos y los adjetivos, pero también hay centenares de nombres de los que puede uno prescindir. No se trata sólo de los sinóni­mos. También los antónimos. En realidad ¿qué justificación tiene el empleo de una palabra sólo porque sea lo contrario de otra? Toda palabra contiene en sí misma su contraria. Por ejemplo, tenemos «bueno». Si tienes una palabra como «bue­no», ¿qué necesidad hay de la contraria, «malo»? Nobueno sir­ve exactamente igual, mejor todavía, porque es la palabra exactamente contraria a «bueno» y la otra no. Por otra parte, si quieres un reforzamiento de la palabra «bueno», ¿qué sen­tido tienen esas confusas e inútiles palabras «excelente, espléndido» y otras por el estilo? Plusbueno basta para decir lo que es mejor que lo simplemente bueno y dobleplusbueno sirve perfectamente para acentuar el grado de bondad. Es el su­perlativo perfecto. Ya sé que usamos esas formas, pero en la versión final de la neolengua se suprimirán las demás pala­bras que todavía se usan como equivalentes. Al final todo lo relativo a la bondad podrá expresarse con seis palabras; en realidad una sola. ¿No te das cuenta de la belleza que hay en esto, Winston? Naturalmente, la idea fue del Gran Hermano —añadió después de reflexionar un poco.

Al oír nombrar al Gran Hermano, el rostro de Winston se animó automáticamente. Sin embargo, Syme descubrió inmediatamente una cierta falta de entusiasmo.

—Tú no aprecias la neolengua en lo que vale —dijo Syme con tristeza—. Incluso cuando escribes sigues pensan­do en la antigua lengua. He leído algunas de las cosas que has escrito para el Times. Son bastante buenas, pero no pasan de traducciones. En el fondo de tu corazón prefieres el viejo idioma con toda su vaguedad y sus inútiles matices de signi­ficado. No sientes la belleza de la destrucción de las pala­bras. ¿No sabes que la neolengua es el único idioma del mundo cuyo vocabulario disminuye cada día?Winston no lo sabía, naturalmente. Sonrió —creía ha­cerlo agradablemente— porque no se fiaba de hablar. Syme comió otro bocado del pan negro, lo masticó un poco y siguió:

—¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo significado esté decidido rigurosamente y con todos sus significados secundarios eliminados y olvida­dos para siempre? Y en la onceava edición nos acercamos a ese ideal, pero su perfeccionamiento continuará mucho des­pués de que tú y yo hayamos muerto. Cada año habrá menos palabras y el radio de acción de la conciencia será cada vez más pequeño. Por supuesto, tampoco ahora hay justificación alguna para cometer un crimen por el pensamiento. Sólo es cuestión de autodisciplina, de control de la realidad. Pero llegará un día en que ni esto será preciso. La revolución será completa cuando la lengua sea perfecta. Neolengua es Ingsoc e Ingsoc es neolengua —añadió con una satisfacción místi­ca—. ¿No se te ha ocurrido pensar, Winston, que lo más tar­de hacia el año 2050, ni un solo ser humano podrá entender una conversación como ésta que ahora sostenemos?

—Excepto… —empezó a decir Winston, dubitativo, pero se interrumpió alarmado.

Había estado a punto de decir «excepto los proles»; pero no estaba muy seguro de que esta observación fuera muy ortodoxa. Sin embargo, Syme adivinó lo que iba a decir.

—Los proles no son seres humanos —dijo—. Hacia el 2050, quizá antes, habrá desaparecido todo conocimiento efectivo del viejo idioma. Toda la literatura del pasado habrá sido destruida. Chaucer, Shakespeare, Milton, Byron… sólo existirán en versiones neolingüísticas, no sólo transformados en algo muy diferente, sino convertidos en lo contrario de lo que eran. Incluso la literatura del Partido cambiará; hasta los slogans serán otros. ¿Cómo vas a tener un slogan como el de «la libertad es la esclavitud» cuando el concepto de libertad no exista? Todo el clima del pensamiento será distinto. En realidad, no habrá pensamiento en el sentido en que ahora lo entendemos. La ortodoxia significa no pensar, no necesitar el pensamiento. Nuestra ortodoxia es la inconsciencia.

De pronto tuvo Winston la profunda convicción de que uno de aquellos días vaporizarían a Syme. Es demasiado inteligente. Lo ve todo con demasiada claridad y habla con de­masiada sencillez. Al Partido no le gustan estas gentes. Cual­quier día desaparecerá. Lo lleva escrito en la cara. (Págs. 52-55).

George Orwell, “1984” (publicada en 1949)

 

«Minorías intransigentes y mayorías tolerantes»

Por Fabián C. Barrio (La rebelión de Sísifo)

NEOLENGUA: LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA MENTIRA POR PROGRES Y LIBERALES

Por Marat, 2018

 
Tú, obrera nuestra, de la Westinghouse, pareces empoderada porque te usamos para parecerlo en la empresa.  Sigue trabajando, que es lo tuyo, empoderada
 
 
1.- APROXIMACIÓN AL CONCEPTO «NEOLENGUA»:
 
La “neolengua” es un sistema de dominación cultural e ideológico a través de una perversión del lenguaje que emplea distintos artificios:
 
  • En unos casos se trata de resignificar valores y conceptos (manipulación).
  • En otros, de crear nuevas categorías y conceptos para distraer la atención de cuestiones esenciales.
 
Un elemento común en el neolenguaje es su carácter arcano, su condición de jerga para iniciados. mediante la cual se anula el campo de juego de la reflexión y el razonamiento, con el objetivo de romper con cualquier línea de conexión ideológica y cultural con lo anterior.
 
Cuando este lenguaje está iniciando su implantación, actúa como medio de reconocimiento e identificación de sus promotores iniciales.
 
En una segunda fase, los medios de comunicación. y las redes sociales en la actualidad, inician su expansión hegemónica.
 
La neolengua es, ante todo, una cuestión de poder y de creación de una amnesia a través de los medios de desinformación y manipulación sobre aquellas cuestiones a las que interese eclipsar en un momento concreto . Pero hay un objetivo que se mantiene inalterable, el de esconder, camuflar, desdibujar, enterrar bajo miles de toneladas de mentira neolingüistica el origen y la naturaleza auténticos del poder: las relaciones sociales de producción y la existencia de una sociedad dividida en dos clases irreconciliables entre sí, la trabajadora, que hace de la producción un hecho social y la burguesa, que hace del beneficio un hecho privado.
 
Para la expansión de la neolengua, en la sociedad de la desinformación y la anestesia del pensamiento, se acude a dar protagonismo, como productores de neolengua, a una legión de “activistas” (el término militantes es descartado por ellos mismos) de sus propios intereses, “influencers” y “youtubers” que parecen carecer casi siempre de pasado, aparecidos de forma aparentemente espontánea, con perfiles casi clónicos y promocionados luego por los medios digitales progres con mayor o menor fortuna y con reemplazamientos en sus protagonismos, en función de los mensajes, corrientes de opinión posmodernas y movimientos sociales que en cada momento les interese promocionar. Dos medios de intoxicación clásicos serían, en este sentido, El Diario y Público.
 
 
2.-NEOLENGUA Y POSICIÓN DE CLASE:
 
La primera vez que reparé en que estaba ante una auténtica neolengua fue con el PSOE de Zapatero y las “soluciones habitacionales” de su ministra de la Vivienda, María Antonia Trujillo. Hablaba esta señora de infraviviendas de 25 metros cuadrados como alternativa a la dificultad de acceso de los jóvenes a un piso. La expresión era más aséptica y presentable que el de tabuco, huronera, cuchitril, chamizo, chiscón o cubículo. Mucho mejor solución habitacional, al menos para esta señora, fue su chalet de 300 metros cuadrados y 500 de parcela en una de las zonas residenciales más “nobles” de Cáceres en 2005.
 
El concepto se ha remasterizado y ahora, con Podemos y sus mariachis se llama “alternativa habitacional” o “residencial”, sea en la versión de Manuela Carmena o de la dirección de Podemos.
 
En el caso de Pablo Iglesias e Irene Montero la alternativa habitacional o residencial que se han dado a sí mismos ha seguido la senda de la exministra del PSOE María Antonia Trujillo. No insistiré en ello, ya que en su día traté el asunto en un artículo anterior.
 
Merece la pena detenerse en la “alternativa habitacional” de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.
 
En febrero de 2018 la señora Colau hizo una propuesta de viviendas prefabricadas en los barrios periféricos y del extrarradio obreros de la capital que no se diferenciaban mucho de los antiguos contenedores de chapa construidos en barrios de Vallecas de finales de los 70 y principios de los 80 del pasado siglo. Eso sí, en el caso de la propuesta de viviendas prefabricadas de Colau, los materiales pobres tienen un mejor aspecto estético. Un estilo Leroy Merlyn que hace creer en calidades de los materiales muy distintas a las reales. De la PAH al Ayuntamiento.
 
 
 
Pero lo grave no es la apariencia externa de unas calidades que no son tales. Lo realmente grave es el carácter estanco y de ghetto en el que se aísla a sectores marginados y empobrecidos, como si fueran células tumorales, del entorno sano y social y económicamente más integrado. Por mucho que a sus “alternativas habitacionales” las haya rebautizado Ada Colau y su equipo de progres como“alojamientos de proximidad provisionales”, lo más probable es que se acaben convirtiendo en “soluciones habitacionales” para toda una vida, dado el bajísimo nivel de construcción de vivienda  protegida municipal que, tanto en Barcelona como en Madrid o en otras ciudades del cambio, se ha ejecutado sobre lo previsto y menos aún sobre lo prometido en campaña.
 
De este modo, el horizonte vital en el que se instala a quienes se les ofrecen “soluciones provisionales” es la frustración, lo que no parece quitarle el sueño a alguien que lleva viviendo como liberada desde los años 90, muchos para ser tan joven.
 
Tras este recorrido por el término “habitacional” es evidente porqué los progres recurren a términos como éste, acompañados de expresiones como “soluciones”, “alternativas”o su sustitución por expresiones como “alojamientos de proximidad provisional”. Es porque aún permanece en las mentes de casi todas las personas lo que es una vivienda o un piso y lo que nos ofrecen estos mercaderes de la mentira es una mierda. Puesto que eso encaja mal con su “relato” (les encanta esta palabra) del cambio, los progres necesitan maquillar la bazofia que representan realmente sus proyectos.
 
El mundo avanza y ya se nos pregunta a los españoles, para ir haciendo una cata del terreno, desde sitios como la web especuladora “Idealista” (bonito nombre) si aceptaríamos vivir en cápsulas de 7 metros cuadrados, como en Tokio o Hong-Kong. Al fin y al cabo, ya casi nadie tiene hijos y el vivir en pareja está en vías de superación. Ojo, hay nichos habitacionales de 2 metros cuadrados.
 
Un tiempo en el que se produjo una fabricación en masa de neolengua fue el del 15M. Se acuñaron términos como «wikidemocracia”, “democracia real” (que para ellos era demos y kratos, gobierno del pueblo. Tócate los windows. Habían descubierto el apio), “inclusividad” “transversalidad”, se reactualizaron expresiones como “bien común”, del economista vendecrecepelos para calvos Christian Felber, y se presentaron otras novedades como la “economía colaborativa”. Ahora quienes no querían saber lo que algunos denunciamos en su día, que tras esas bonitas denominaciones se escondía un capitalismo puro y duro, saben ya que, con una APP y muchas ganas de emprender, se montan negocios como Deliveroo, Cabify o Uber en los que trabajadores sobreexplotados, sin reconocimiento contractual, a los que se denomina asociados, trabajan muchas horas al día por unos salarios basura. Y a eso se le llama “economía colaborativa”.
 
El 15M fue pura y simplemente ingeniería social y política capitalista, con fuerte asentamiento en las Tecnologías de la Información y la Comunicación, revestida de bonitas palabras. A ello colaboraron como cómplices útiles necesarios las izquierdas en su papel de comparsas “utópicas” e ilusionadas. Era la época en la que periodistas como Javier Gallego Crudo hacía de altavoz del 15M desde su programa “Carne Cruda” en la SER y Rosa María Artal, hoy favorecida en el Consejo de Administración de RTVE por la secta podemita, hacía la ola a aquel movimiento de disidencia controlada.
 
La “inclusividad” y la “transversalidad” significaban por entonces exactamente lo mismo que hoy significan: el enmascaramiento de la división social en clases bajo las tiendas de campaña Quechua, pero arriba jodiendo y dando la dirección al movimiento el hijo del burgués.
 
En esa época descubrí que no existen las clases sociales ni las contradicciones entre ellas sino los “ciudadanos”. Vamos, que el trabajador de Villaverde era igual que Botín o que Amancio Ortega…esencialmente.
 
Tiempo más tarde llegaría una mutación del ciudadanismo, con la invención podemita de la categoría “la gente”. Por fin habíamos llegado a la “democracia real” porque gente ciudadana es Sánchez Galán, Presidente de Iberdrola, lo mismo que cualquier trabajador de Amazon, porque gente y ciudadano son ambos. Ahora Albert Rivera ha dejado claro que no ve trabajadores o empresarios, que ve españoles.
 
Si lo que haces para ocultar los antagonismos de clase es negar a las clases sociales y afirmar que todos somos ciudadanos -o españoles-, lo que te encuentras es un partido que afirma eso mismo y que además lo lleva en su propio nombre. Pero él es un “facha”. En cambio, tú, progre, con tu miserable discurso de izquierdas que lo ha convocado, eres un revolucionario del copón. La izquierda es la realmente existente, no lo que tu afirmas o quisieras que fuera, “compa”.
 
Merece la pena detenerse en el término pobreza. Para los progres ya no es un concepto global que tenga que ver con una estructura social, un sistema económico concreto y una realidad que se asiente en unas relaciones laborales, unos salarios o la ausencia de ellos (paro) o bien unas pensiones que den lugar a una situación de falta de capacidad adquisitiva suficiente para algo más que la supervivencia.
 
Por el contrario, hay tantas pobrezas como sustantivos puedan añadírsele:
 
  • Pobreza infantil: “Mi padre es rico pero yo soy pobre” (“My father is rich but i am poor”)
  • Pobreza femenina: no he encontrado referencias en esta taxonomía de la pobreza sobre la masculina. Puede que tenga que ver con la llamada “discriminación positiva”. Ello a pesar de que un estudio llevado a cabo por investigadores del departamento de Psicología Social de la Universidad de Alcalá (UAH) y la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en 2014 sobre las personas sin hogar de la Comunidad de Madrid indicase que aquellas son principalmente hombres (80%), . Por supuesto que hay muchos otros niveles de pobreza pero el “género” de éste es significativo.
  • Pobreza energética: no me llega para pagar el gas, la luz o el agua pero me lo gasto todo en el bingo (modo ironía, que todo hay que aclararlo)
  • Pobreza habitacional: duermo en la Cuesta de San Vicente (Madrid) pero tengo un Maserati (continuamos en modo ironía).
  • Pobreza vegetal: como no tengo para comprar repollo, me veo obligado a mancillar mi cuerpo y mi espíritu veganos con cadáveres de chuletones de ternera.
  • Pobreza cultural: En Septiembre no podré pagar los libros escolares de mis hijos pero me estoy en Rusia viendo el mundial desde el primero al último partido, aunque haya caído “la roja”.
  • Pobreza laboral: aunque la enuncian, no caen en el pequeño detalle de que de lo laboral y sus salarios de miseria, de la ausencia de empleo o de la consecuencia de haber trabajado y cobrar una pensión exigua, se derivan todas las demás pobrezas que se inventan.
     
Hay muchas más categorías de pobreza establecidas por el progrerío pero mi cupo de estupideces sobre la pobreza ya está cubierto. La mentalidad monjil oenegera es la propia de quién quiere hablar de los distintos tipos de carencias económicas sin entrar en su causa, no ya en la que está en su raíz, el capitalismo, sino en la desigual distribución de la renta (algo socialdemócrata que hoy sería obscenamente radical para nuestros progres).
 
Distribuyen la pobreza como antes Zapatero y, antes que él, Blair en el Reino Unido, distribuía el pan entre los pobres: madres solteras, tercera edad, jóvenes con fracaso escolar, personas con familiares dependientes,…
 
De los progres, un ingenuo honesto con residuos de conciencia de clase podría esperar, no una revolución, sino al menos una política global para el conjunto de la clase trabajadora, que contemplase las necesidades particulares de cada colectivo pero que no trocease como un matarife hace con la res para venderla por piezas en el supermercado electoral del voto.
 
 
3.-EMPODERAMIENTO Y EMPRESA:
 
Y qué decir del término “empoderamiento”, un comodín para el feminismo, los colectivos que fuesen en cada ocasión, la ciudadanía en general y ahora, para determinados sindicalismos tanto verticales y de la concertación como “alternativos” para la clase trabajadora, a la que usan como reclamo pero en cuya emancipación como clase, que no “empoderamiento”, creen tan poco.
 
En el movimiento de los “indignados” fue una expresión recurrente. Entre los progres Pachamama indigenistas una devoción, entre los latinos antiimperialistas (para los que el capitalismo es menos problemático que su derivada, el imperialismo), una palabra fetiche.
 
Y es que “em-PODER-amiento” es un término mágico. Por si mismo, suena como algo positivo, liberador, independientemente de que se refiera a persona, colectivo, animal o cosa.
 
Preocuparse por el origen del término parece importar entre 0 y nada, sobre todo en tiempos en los que la pereza intelectual y la importancia de un término se mide en su número de entradas en Google, convierte a sus empoderados usuarios en loros de repetición
 
El “empoderamiento” nació de la cultura del management, la técnica de la dirección y el control empresarial ¡Sorpresa!
 
Pero qué importará de dónde viene el concepto, si es positivo. Pues sí que importa porque de positivo no tiene nada, ni en su origen ni en su uso actual.
 
El objetivo del término “empoderamiento” fue el de integrar al trabajador en los objetivos de beneficio empresarial en base a la falacia de hacerle creer que sus opiniones y decisiones personales eran importantes para la dirección y que compartían un mismo horizonte. Si ustedes quieren saber algo más sobre lo que les estoy contando pueden consultarlo aquíaquí y aquí. Hay mucho más sobre esta cuestión y sobre su origen ideológico, más allá del interesante blog cuyas referencias he señalado, pero eso ya queda en sus manos.
 
Una somera exposición del “empoderamiento” actual demuestra que no cuestiona la estructura social del poder capitalista ni la relación capital-trabajo.
 
Como empoderamiento se conoce el proceso por medio del cual se dota a un individuo, comunidad o grupo social de un conjunto de herramientas para aumentar su fortaleza, mejorar sus capacidades y acrecentar su potencial, todo esto con el objetivo de que pueda mejorar su situación social, política, económica, psicológica o espiritual (…)
 
Empoderar, pues, significa desarrollar en una persona la confianza y la seguridad en sí misma, en sus capacidades, en su potencial y en la importancia de sus acciones y decisiones para afectar su vida positivamente (…)
 
La finalidad última del empoderamiento social es que dicho colectivo sea capaz por sí mismo, trabajando y organizándose, de mejorar sus condiciones de vida”
 
Es evidente que lo que el empoderamiento pretende no es la transformación del orden económico y social sino la integración del individuo y los colectivos en la aceptación de dicho orden, con las reformas necesarias para lograrlo pero que no alteren su naturaleza
 
¿Debemos sorprendernos entonces de que haya multitud de fundaciones globalistas del imperialismo norteamericano como la USAID, la Open Society Foundations de George Soros, la Fundación Melina y Bill Gates, Ashoka, Avina, Tides (patrocinadores de “las mareas” en España), etc., etc. que promuevan el empoderamiento de “mujeres”, “líderes comunitarios” y “jóvenes”?
 
 
4.-FEMINISMO CANÍBAL: 
 
Hay otro ámbito al que cabe referirse dentro del neolenguaje creado por progres y liberales declarados, ya que los progres son liberales vergonzantes, que es el feminista. Voy por los protectores de cabeza y bucal, el suspensorio y la coquilla porque me adentro en territorio peligroso y pudiera no salir indemne de la aventura.
 
El feminismo actual, que antaño fue un gran aliado de la emancipación de la clase trabajadora porque la gran mayoría de las mujeres pertenecían por activa (trabajadoras ocupadas) o por “pasiva” (integración en la clase desde la familia) y porque comprendían bien que la primera y principal opresión es la explotación que sufría esta clase social, ha pasado a ser uno de sus grandes enemigos. Tranquil@s, no se me amontonen ni empiecen a encender las antorchas y a sacar las horcas, que me explicaré. Luego ya, si eso…
 
Si Alexandra Kollontai, Rosa Luxemburg y Clara Zetkin, entre otras revolucionarias marxistas, enfatizaron sus diferencias con el feminismo burgués y la emancipación de las mujeres trabajadoras dentro de la lucha de la clase a la que pertenecían, así como la defensa frente a opresiones que como mujeres sufrían, pronto aparecería una categoría destinada a romper el eje de la clase para unificar la lucha de las mujeres más allá de la de clases primero, al margen de la de clases después y finalmente hoy, aunque no siempre de un modo explícito, contra la lucha de clases, o mejor dicho contra la lucha de clases desde el lado de la trabajadora. Me refiero al concepto de “género”. Si la “clase” era para las mujeres marxistas el elemento unificador de su lucha, con sus particularidades propias, para las feministas “postmarxistas”, “marxistas” vergonzantes, no marxistas y abiertamente antimarxistas lo sería el “género”.
 
A partir de la idea de que “el género es una construcción social” o, en palabras de Simone de Beauvoir, “no se nace mujer, se llega a serlo», se estaba deslizando sutilmente la dualidad mujer-hombre que, con el tiempo sustituiría, en forma de guerra de sexos, a la lucha de clases.
 
De ahí a aceptar manifestarse los 8 de Marzo bajo el lema del Día de la Mujer, y no de la Mujer Trabajadora, hablar de romper “el techo de cristal” para que las mujeres burguesas puedan tener su cuota de directivas y empresarias en la explotación del trabajo asalariado de mujeres y hombres, de “sororidad” entre mujeres, independientemente de la clase social de unas y otras; “sororidad” que acaba siendo sometimiento de la trabajadora a la burguesa, so pretexto de solidaridad de género, solo hay una serie de pasos que se han ido dando uno detrás de otro. El gobierno progre del PSOE, con apoyo podemita ha dado uno más: el de elevar a mujeres a puestos directivos en empresas capitalistas para que puedan explotar tan a su gusto a la clase trabajadora como cualquier hombre, que es así como los progres entienden la igualdad.
 
Ya hemos entrado en la dinámica de la sospecha sobre el hombre. Las redes sociales, las principales movilizaciones de los últimos tiempos se centran en el hombre como enemigo de la mujer. Lo más amable que se lee desde ciertos ámbitos del feminismo es la consideración de “señoros” hacia los que las de las antorchas consideran que lo son o de “machirulos” y de “comumachos” a los hombres comunistas que les reprochan su olvido de que hay explotación laboral de la mujer y el hombre más allá de la opresión. A las mujeres que piensan lo mismo las consideran unas manipuladas por sus camaradas hombres. La propuesta de que en el último 8M los “aliados” masculinos, los de “por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”, fueran en un lugar diferenciado y alejado de los principales lugares del cortejo manifestante ya indicaban hasta qué punto ese sentimiento de “pecado original” debía estar presente entre ellos.
 
La gran trampa que en el presente nos han tendido a hombres y mujeres es que nos hagamos la guerra. Nos dividen, de entrada, al 50% y luego siguen dividiéndonos en miles de identidades fraccionadas. La especie humana tiene ante sí enormes desafíos, que son comunes a mujeres y hombres. De entre esos combates, la lucha contra desigualdad económica es para ambos, salvo para la oligarquía, la gran amenaza que conjurar.
 
 
5.-DEL FEMINISMO DEL GÉNERO A LAS PEORES MANIFESTACIONES DE LA CUARTA OLA FEMINISTA:
 
El conflicto latente que ocultaba la idea de género es que, al centrarse de un modo tan acentuado en un concepto de feminismo y de mujer, había de encontrar en el hombre y lo masculino su oponente. Inevitablemente toda esa construcción se iba a acabar por deslizar la pretensión hacia nuevas fragmentaciones, dentro del propio feminismo. Ahí aparece ya la construcción personal del “yo” con proyección narcisista.
 
Todo ello hasta el punto se que el el supuesto“feminismo” guerrero más joven ha construido La idea de que “lo personal es político”. Existen personajes como “Barbijaputa”, colectivos como “El Coño Insumiso”, ejemplo de vulgaridad, Píkara Magazine o las múltiples jóvenes feministas para las que contarnos sus disfrutes de un polvo en redes sociales forma parte de la revolución femenina. Se desplaza la lucha de lo colectivo hacia lo íntimo al modo de “follar con empatía”, como reivindica la podemita Beatriz Jimeno (con su obsesión de la perspectiva de la sexualidad masculina como violación) y sobre lo que ironizaba no hace mucho, por su moralina, otra autora en la revista digital CTXT.
 
Estamos ya en la fase del feminismo “Sálvame de Luxe” y del “Hombres y Mujeres y Viceversa” (HVM). La comedia burguesa con sus cuernos e infidelidades era menos chabacana que toda esta exposición de picores en la entrepierna que el feminismo histórico no pidió cotillear.
 
Si en el pasado lo personal era el derecho a la privacidad, en los tiempos de la “ventana indiscreta” de las redes sociales la reivindicación del narcisismo conduce a mostrar las tetas en un avatar o presentarse como objeto sexual pero negando serlo y reivindicando el derecho a no ser tratada como tal o en ver en cualquier hombre a un violador potencial. Hay Manadas repugnantes y que avergüenzan a cualquier hombre con un mínimo sentido de humanidad. Pero el MeToo con antorchas y horcas llenas de ganas de abrirse paso hacia un éxito rápido profesional o político de las promotoras no es el camino. 
 
La heroína, en tiempos de “youtubers”, de “influencers” y de la búsqueda de la notoriedad no es la permanente proletaria, nueva por su capacidad de hacerse voz colectiva, como las Kellys o pronto a lograrlo como las trabajadoras domésticas, sino la joven con antecedentes de colegio de monja, familia católica y misa dominical que se sacó oportunamente una teta en la capilla de la Universidad Complutense y acabó, por su “valentía”, siendo la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, previa petición de perdón al arzobispo de Madrid, y que se autodefine como “partisana”; un bonito modo de insultar la memoria de las mujeres que en la lucha antifascista del siglo pasado se jugaron la vida, perdiéndola en muchos casos.
 
En esa manifestación de la construcción del yo narcisista femenino, revestido de un aparente nosotras, tienen particular significado expresiones que, si ustedes tienen especial interés, pueden consultar. Por mi parte, no hago promociones del género contra género:
  • Androcentrismo
  • Comumacho
  • Discriminación indirecta
  • Heteronormatividad
  • Interseccionalidad
  • Invisibilización y visibilización
  • Islamofobia de género
  • Machirulo
  • Mansplaning
  • Manterruption
  • Micromachismos
  • Racializar
  • Sororidad
En cualquier caso, dentro de la cultura feminista admito que me pierdo en terminologías más complejas como la de “menstruación sostenible”. Ignoro si lo de sostenible se refiere a materiales de higiene íntima femenina reciclable o a sistemas de achique con válvulas de regulación. En cualquier caso, sobre la “menstruación sostenible” se organizan talleres (previo pago, por supuesto). El último ha sido el 2 de Julio pasado. Si se lo perdieron, lo siento por ustedes porque en este caso era en un barco velero muy “cuqui”.
 
Pero en el feminismo de la cuarta ola siempre habrá alguien que vaya un paso más allá. El último es el de la propuesta de renombrar las partes del cuerpo femenino, dado que fueron designadas por hombres.
 
Tengo la sospecha de que el movimiento feminista está alcanzado sus últimos “éxitos”, si así puede llamarse a los de los últimos tiempos, de que a partir de aquí todo se va a volver mucho más difícil para él, de que va a ir apareciendo un creciente rechazo hacia lo que significa ser feminista e incluso mujer. Creo que su propia desorientación, desde que abandonó la perspectiva de clase y se adentró en la de genero, le conducirá a una serie de derrotas consecutivas que pagaremos mujeres y hombres porque lo afectado será, una vez más, la idea de progreso social, humano, político y, por supuesto, económico, una vez que el propio movimiento feminista se adentró en sus zonas oscuras. 

En más de una ocasión he sospechado que posiblemente haya una ultraderecha misógina, escondida bajo ciertos perfiles en redes sociales y hasta en páginas progres que pudiera estar jugando a hacer retroceder la emancipación de la mujer. Digo esto porque la combinación de perfiles más o menos anónimos con la grosería tan alejada de la realidad de la mujer trabajadora y de sus necesidades reales, me hace sospechar un fin: ridiculizar al movimiento feminista. Y creo que lo están logrando con creces con la ayuda del actual.
 
El sacrificio de tantas mujeres en defensa de su liberación a lo largo de tantos años está quedando en un ridículo injusto pero bien organizado por sus enemigos.
 
La pregunta que hago no es por quién, ni al servicio de quién sino por cuánto.
 
 
6.-EL ARCOIRIS CON TODOS SUS COLORES Y OTROS NUEVOS: LA FAMILIA CRECE:
 
El movimiento LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) se ha ido convirtiendo en LGTB+, con la incorporación de nuevas orientaciones sexuales e identidades de género. Ha pasado ya por el añadido de “intersexuales” (I) y “queer” (Q). Lo último es el colectivo de los “pansexuales” o “poliamorosos” (P) y los “asexuales” (A). Tendríamos, de momento, un sumatorio LGTBIQPA. Pero en la práctica, la denominación consensuada dentro del movimiento parece ser la LGTBI. Los otros grupos están a la espera de “inclusividad” por adición.
 
Pronto el teclado QWERTY del ordenador se quedará corto. A este paso, y dado, que dentro del movimiento hay personas que consideran que pertenecen a varias identidades, podríamos llegar fácilmente a 6 docenas por individuo.
 
El “heteropatriarcado”, derivado de lo “heteronormativo” es una de las principales fobias del lesbianismo desde la crítica a lo hetero o a lo que llaman “cisgénero”, porque aunque supuestamente se refiere con este segundo término a hombres y mujeres heterosexuales, es con el hombre heterosexual su guerra, no con la mujer heterosexual.
 
Nada que oponer a los fantasmas y las fijaciones personales de cada un@ pero cuando se está condenando el llamado“heteropatriarcado” tengo la sensación de que hay quienes intentan sustituirlo por un “lesbomatriarcado”. Sería bueno que se explicite abiertamente para que todos sepamos cuáles son las posiciones que mantenemos sobre lo que algun@s definen como un determinado sistema de dominación de género y sexual y cuál es la propuesta concreta de liberación de género y sexual de quienes afirman vivir dominadas bajo el heteropatriarcado.
 
Y a partir de aquí en lo que ya no entraré es en la terminología al uso porque necesitaría unas jornadas de formación específica para las que no me siento suficientemente capacitado:
  • Androginia
  • Binarismo de género
  • Disforia de género
  • Género fluido
  • Heterocentrismo
  • Heterosexismo
  • Intersexualidad
  • Outing
  • Questioning
  • Reasignación de sexo
  • Queer
  • Terf
  • Transfobia
  • Transgénero
  • Transmisoginia
  • Victimización
Dentro de la categoría del absurdo, una de las aportaciones trans a la neolengua es la de ir un paso más allá que el feminismo de la “cuarta ola” en el “lenguaje inclusivo”.
 
Desde el feminismo tuvimos la neolengua originaria, tan respetuosa del género, del Lehendakari Ibarretxe con aquello de “los vascos y las vascas”, tan del gusto de nuestros progres de IU de entonces. Luego llego la @. Después la terminación en “x” (por ejemplo “ciudadanx»), puesto de largo por los agitamanitas del 15M, y por fin el femenino como inclusivo de ambos sexos, géneros y diferencias sexuales (ejemplo reciente la adopción del femenino en la coalición progre “Unidas Podemos Izquierda Unida Equo”…y de la Santísima Trinidad. Ahí va, que no es bastante inclusivo.
 
El entorno trans ha dado un paso adelante para no molestar a nadie e incluir inclusivamente la inclusividad inclusiva de un coro de identidades y géneros en un solo dios verdadero: la terminación en “e” como elemento que nos aúna transversalmente, como un espeto, a todos (los heteros, los gais, las lesbianas, los queer, los trans, los sexualmente reasignados y los cien mil hijos de San Luis). Ejemplos concretos “niñes”, “ministres”, “alumnes”, “chiques”,…¡Mis vaques!
 
Pero la neolengua LGTBIQ no puede ocultar ni su derechización, ni su mercantilización, ni el modo en el que este movimiento ha permitido y sido cómplice de su instrumentación, al favorecer, y convertirse en parte de un inmenso negocio. El ejemplo más claro lo tenemos en cómo cómo se organiza la esponsorización del Orgullo por parte de marcas capitalistas lo tenemos aquí. Algo a lo que se refirió en su día el desaparecido Shangay Lily cuando hablaba de gaypitalismo y de las mafias que estaban convirtiendo el movimiento en otra cosa. A Shangay le recuerdo haciendo sus mariconadas en cualquier cosa que a él le oliera a contenido de clase. Y eso para ser alguien que venía del zapaterismo hacía de él un ser maravillosamente solidario y tierno.
 
Al capitalismo le viene bien toda diversidad e igualdad que no toque a las relaciones sociales de producción, a la propia esencia del poder capitalista y al beneficio empresarial. De hecho, en muchos casos puede beneficiarlos. De ahí que muchos la promuevan. Si en el pasado, la gerencia empresarial promovió la cogestión como forma de pacto social y de clima laboral “satisfactorio” hoy lo hace con el feminismo y con el movimiento LGTB+. ¿Que ello mejora su integración laboral? Por eso también peleamos todos los solidarios. Pero me pregunto si esa es toda la reivindicación que la cuarta ola feminista y el movimiento LGTB+ plantean para sus “miembras” o “miembres” de clase trabajadora.
 
 
7.-VEGANOS, UNA SECTA REALMENTE PELIGROSA:
 
En 1978 conocí a un sujeto que decía defender “los derechos humanos de los animales”. Era un pobre gilipollas. No es que me lo pareciera.
 
Independientemente de que nunca he creído en los derechos humanos porque se invocan como si fueran algo heredado e inamovibles y no partes de un proceso histórico de luchas, es evidente que entre la expresión “derechos humanos” y “animales” había, al menos, una pequeña contradicción.
 
Para asumir que existen derechos de los animales hay, como poco, que tomar en cuenta que estos son “concedidos” desde la parte humana. Uno se pregunta cómo es posible hablar de “igualitarismo” cuando no lo somos desde el momento en que esa igualdad parte de un lado racional que no expresa la parte animal. ¿Cómo es posible que se olvide el hecho de que unos animales se comen a otros? Cuando determinadas categorizaciones, como derechos e igualdad, son trasladadas desde el lado humano al no humano es como preguntarse por cómo interpretarán las águilas el comer ratones. Algo propio de imbéciles.
 
En la cadena trófica, a la que el ser humano pertenece y transforma con su acción, igual que los demás animales, los omnívoros comen, además de vegetales, carne. El ser humano también desde tiempos inmemoriales.
 
No se trata, como pretenden los animalistas y los veganos, de que los seres humanos, al alimentarnos también de carne (les encanta enfatizar la muerte llamando cadáver a un pollo asado) seamos criminales, violentos o terroristas, términos con los que estos sujetos nos definen. Simplemente es un hecho que necesitamos la carne entre los demás componentes de la dieta. Son múltiples los casos de veganos fundamentalistas que recaen en ella seducidos por su olor, sabor o por los efectos sobre su salud de la ausencia de la misma en su dieta.
 
En cualquier caso, celebrar que un león se haya comido a tres cazadores furtivos, que no eran blancos europeos que van vivir la experiencia de un safari, sino gente pobre que sobrevive cazando para otros, como han hecho muchos animalistas y veganos, es propio de seres desnaturalizados, de enfermos mentales que deben ser tratados en clínicas, ya que su psicopatía les lleva a empatizar antes con animales no racionales que con seres humanos.
 
Introducir un sesgo moral ante la necesidad de alimentarse por omnívoros como el humano es beatería absurda y un cinismo propio de quienes no les importa tanto los “derechos” (una construcción humana) de los animales como su deseo de autoproyección ética superior frente a los demás.
 
Algo muy distinto es el provocar en el sacrificio de los animales un sufrimiento innecesario y que puede ser reducido, casi siempre, de un modo muy notable.
 
No, señores animalistas y veganos, no. No estoy hablando de algo paralelo a la pena de muerte de seres humanos, algo abyecto, por cuanto tiene de venganza. Me estoy refiriendo a algo tan básico como la necesidad de comer el león a la gacela, el gato al ratón (ah no, que el suyo está amaestrado, capado y es casero. Vaya con la libertad animal) o el pulpo a pequeños peces. Y no, no estoy trasladando una necesidad biológica, la de alimentarse, al darwinismo social, que sí que tiene connotaciones criminales porque dañar a otro ser humano para enriquecerse uno no es una necesidad sino la opción del carente de escrúpulos.
 
Que seamos seres con conciencia no es motivo para que cambiemos una dieta que tiene cientos de miles de años, que se ha mantenido, por algún motivo que la inteligencia de ustedes no alcanza a comprender, desde la etapa cazadora del ser humano a la de la agricultura y la ganadería, pasando por la recolectora, pero que no ha variado en su combinación de lo orgánico vegetal y lo orgánico animal.
 
Ustedes pretenden presentarse como seres de paz y armonía entre todas las especies animales, las vegetales, que engullen (buena parte de ustedes como sacrificio y con asco) y hasta las musarañas, piedras y aire que respiran. Les pongo dos ejemplos de este cuelgue del que que se alimentan:
 
que nos permitirán crear un mundo basado en la conexión en lugar de la dominación, en mundo en el que los seres humanos se relacionen con todas las criaturas del mundo —cada roca, cada gota de lluvia, todos nuestros hermanos cubiertos de plumas y de pieles”
 
Quiero una rendición de cuentas completa, quiero ir mucho más allá de los alimentos muertos que servimos a la mesa. (…) Quiero saber lo que le ha ocurrido a todas las especies —no solo a los individuos, sino a la especie en su conjunto—, lo que le ha pasado al salmón real, al bisonte, al gorrión sabanero pechileonado y al lobo. Y no me contento simplemente con saber el número de muertos y de desaparecidos. Quiero que vuelvan”.
 
Estas dos citas son parte de una entrevista a Lerri Keith, una exvegana que, a pesar de expresar la borrachera propia del amor sensible y universal que da el éxtasis líquido o flash, habla desde lo que ha vivido y conoce. El relato sobre su experiencia vegana durante 20 años no es demasiado compasivo. Tampoco en lo relativo a la salud.
 
En cualquier caso, por mucho que ustedes, “señores” , recurran a su propia jerga de neolengua con palabros del tipo
  • Antropocentrismo
  • Biocentrismo
  • Carnismo
  • Crudivorismo
  • Especista
  • Explotación animal (hay un figura que dice que “los animales son parte de la clase obrera”, con lo que insulta a ésta, hace de izquierdista y no explica la plusvalía extraída a una vaca)
  • Frugivorismo
  • Neobienestarismo
  • Ovolactovegetarianismo
  • Sintiencia
es evidente que son una secta. Y de las peligrosas. 
 
 
Entre vuestras grandes hazañas, la de que google haya eliminado el huevo del “emoji” de la ensalada para contentaros. Este logro para tarados, es una de las vías mediante las que acabáis mentalmente perjudicados. 
 
Entre vuestras miles de estupideces la de considerar que los huevos “son la regla de las gallinas”. Oiga, y no es la opinión de un francotirador vegano sino de una eminencia dentro de su secta
 
Figuras: cuando acabe este artículo me voy a hacer una tortilla de cuatro (4) reglas de gallina con cebolla porque otra cosa es un pegote.
 
 
8.-LA NEOLENGUA PRETENDE DEBILITAR EL PENSAMIENTO E IMPONER UN TOTALITARISMO ELITISTA:
 
Cuando un movimiento social emplea intencionadamente un lenguaje rebuscado y complicado de entender, empleando conceptos que pueden ser expresados de un modo más comprensible y menos críptico, es evidente que, lejos de enriquecer el pensamiento, lo que pretende es debilitarlo.
 
El constante recurso a la formación de términos mediante contracción, mucho más que de derivación, entre estas corrientes de fabricantes de “neolengua” pretende crear una sensación de cientifismo. Hoy sabemos que la neutralidad ideológica que durante tanto tiempo se asoció al concepto “ciencia”, procedente de las llamadas “experimentales” (física, química,…) y que las llamadas “sociales” intentaron durante tanto tiempo emular, tomando de las primeras conceptos prestados, es una quimera o, mejor aún, una falacia porque el investigador es un sujeto en proceso que afecta a la propia investigación y a sus resultados y que, a su vez, es afectado por ésta.
 
Sin embargo, todo ese artefacto lingüístico que emplean estos movimientos posmodernos como el feminismo de cuarta generación, el LGTB+ o los animalista y vegano, no están construyendo categorías de pensamiento que, al ser accesibles conceptualmente a la inmensa mayoría de las personas, puedan ser debatidas y contrastadas. Buscan adictos e incondicionales sin sentido crítico.
 
¿Recuerdan aquella jerigonza de “1984”? “Crimental”, “doblepensar”, “plusbueno, “dobleplusbueno”, “caracrimen”, “nobueno”,…¿No ven ninguna similitud entre dichas “palabras” y otras como “machirulo”, “comumacho”, “mansplaning”, “transfobia”, “intersexual” u “ovolactovegetarianismo”, por poner solo algunos ejemplos?
 
Lejos de enriquecer el lenguaje, la “neolengua” es la negación de esa riqueza porque pretende crear un vocabulario sustitutivo de aquél que es asequible en el habla común de las personas y, puesto que pensamos con palabras, empobrecer el pensamiento.
 
Merece la pena, independientemente de la consideración ideológica que le demos a la obra y su propio autor, reproducir algunas frases de Syme, el colega de Winston Smith en el Ministerio de la Verdad de la novela 1984, en su conversación con el segundo.
 
La decimoprimera edición es la definitiva —dijo—. Le estamos dando al idioma su forma final, la forma que tendrá cuando nadie hable más que neolengua. Cuando terminemos nuestra labor, tendréis que empezar a aprenderlo de nuevo. Creerás, seguramente, que nuestro principal trabajo consiste en inventar nuevas palabras. Nada de eso. Lo que hacemos es destruir palabras, centenares de palabras cada día. Estamos podando el idioma para dejarlo en los huesos (…)
 
¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento (…)
 
Hacia el 2050, quizá antes, habrá desaparecido todo conocimiento efectivo del viejo idioma. Toda la literatura del pasado habrá sido destruida. Chaucer, Shakespeare, Milton, Byron… sólo existirán en versiones neolingüísticas, no sólo transformados en algo muy diferente, sino convertidos en lo contrario de lo que eran”.
 
 
9.-LA GUERRA CIVIL ENTRE LAS TRIBUS INDIAS:
 
En el mundo de lo que ya ni siquiera pertenece al reformismo, de lo que es más de lo mismo dentro del menú ideológico del liberalismo progre, pero con talante y algo de pomada, pronto aparece la crítica. Es la de quienes beben de la misma fuente.
 
Bicicleteros que se ofenden con Carmena porque los carriles-bici no son lo bastante amplios o porque se los han construido en medio de las vías de transporte de transporte habituales. Progres que esperaban una mayor financiación de las asociaciones de vecinos (la idea de autoorganización no entra en sus mentes), participantes en unos proyectos “participativos” que se decepcionan de la democracia “participativa” dentro del capitalismo pero que creen que se puede cambiar “su” realidad utópica, no la de la clase trabajadora, dentro del mercado de marcas electorales, gente que dice ser muy “revolucionaria” pero que lo ha fiado todo al voto,…Mujeres que tienen, dentro de su identidad feminista una guerra con las transexuales porque consideran que no pueden participar de su lucha, dado que antes eran hombres. Trans que consideran que están siendo doblemente maltratadas, por la sociedad y por las mujeres que niegan la empatía humana suficiente para considerarlas unas de las suyas. Feministas a favor del porno y la prostitución como Amarna Miller contra feministas que están en contra. Gais a favor de la paternidad mediante la compra de vientres de alquiler contra feministas que se oponen a ello. Veganos que tienen mucho que reprochar a los partidarios del bienestar animal e incluso, según los sectores, a los del neobienestar y a los ovololactovegetetarianos y a los vegetarianos en general. Mujeres trabajadoras que se niegan a ser siervas de mujeres burguesas porque no pertenecen a la misma clase, ni padecen las mismas situaciones, ni se sienten arropadas por un movimiento que ya no las emancipa ni como clase ni como personas (porque no se reconocen en El Coño Insumiso ni en Barbijaputa), porque no va con ellas.
 
Prisma de mil caras que no se encontrarán, cruce identidades en la que solo importa la diferencia y el desencuentro, guerra civil de todos contra todos, caos, solidaridades cada vez más excluyentes, soledad como destino final y frustración dentro de ella.
 
Menos mal que hay quien busca tender puentes, como ese ser de luz llamado Ruth Toledano que propone una transversalidad creadora:
 
Creo que el luto no es completo, que incluso es falaz, si no se refiere a todas las víctimas de la violencia de los sanfermines. La mujeres violadas y los toros asesinados”(Merece la pena que lean todo su “artículo” para comprender de qué va cierto feminismo) Vamos que para este faro de la inteligencia universal e inclusiva, la mujer, y más concretamente la mujer violada, es…¡como un toro!, que diría Jesulín de Ubrique. Yo, si fuera mujer, me sentiría francamente ofendida. Incluso como “señoro comumacho» me siento insultado por tal comparación pero ¿qué sabré yo si soy un “machirulo”?
 
Esa es la consecuencia de haber abandonado lo que nos une a tantos, mujeres y hombres, heteros y gais/lesbianas, trans y feministas, veganos y omnívoros. La creciente atomización de una lucha que nos conduce a consumirnos a nosotros mismos.
 
Cuando el fascismo, el de verdad, no lo que la mayoría llamáis fascismo, llegue, cuando sintáis sobre vuestros rostros sus botas, quizá algunos empecéis a preguntarnos el porqué y el para qué de tanta “diversidad” promovido por “activistas” e “influencers” a sueldo de los que algunos hace tiempo denunciamos, a los que habéis estado aplaudiendo hasta con las orejas, que no nos enriquece sino que nos debilita, separa y enfrenta.
 
 
10.-CONCLUYENDO:
 
El camino que habéis escogido quienes elegísteis los identitarismos o “lo nuevo” solo nos conduce a las microfracciones del todos contra todos. No veo en qué puede ganar cada corriente cuando dentro de ella cada vez hay más que divisiones. Podéis venderlo como diversidad pero, en realidad, es fraccionamiento, bronca y tendencia a la derrota por vuestra locura hacia la separación de la gran mayoría, la conformada por mujeres y hombres explotados por el capitalismo.
 
Habéis hecho ya la principal tarea: convertir todas las identidades en un conjunto de egos inútiles para la acción pero capaces de sembrar la división entre quienes sufren el poder del capital. Sois esparcedores de la estupidez humana. Pero vuestro tiempo se agota. Vuestra tarea está ya a punto de cumplirse. Pronto estaréis amortizados.
 
Cuando el capital deje de daros apoyo, veréis que hay un hoyo muy profundo entre los relatos que habéis reproducido de vuestr@s referentes y la realidad:
 
Esa distancia se concretará de varias maneras:
  • La de que vuestros mensajes tienen menos difusión. Si eres uno de esos “influencers” vigentes o en proceso, te quedarás con la brocha en el aire.
  • La escasez de recursos económicos hacia tu movimiento o secta en particular.
  • La sensación de estar transmitiendo un discurso sin destinatario y encerrado en el ego de vuestros emisores
  • El descubrimiento de que quien hablaba por “vosotres” no era más que una caterva de “niñates” que vendía el humo de su propio deseo de brillar.

Algo inventará el capital en sustitución del papelón que habéis ejercido como señuelos que poner delante de los ojos de los explotados y oprimidos. Pero deberá esforzarse en lograr una mentira mejor que vuestra prostitución.

Entonces será el momento de mantener la memoria sobre vuestro papel pasado. Y de tener claro que, con vosotras/”vosotres” se puede hacer camino, pero teniéndoos de coche escoba y chupando rueda, que dicen en el ciclismo.
 
La única opción que no engaña es la que te pone ante tus ojos la condición de la clase a la que perteneces, sea tu identidad la que sea, y la que te lleva a decidir si eres complaciente con las justificaciones que te inventas o víctima consciente de un sistema de explotación.
 
 
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