#Coronavirus: Breves ensayos (Decreto de alarma y otros textos)

Tabla de contenidos

SUMARIO

INDICE PANDEMIA CORONAVIRUS 

 

COMPARECENCIA COMPLETA DE PEDRO SÁNCHEZ SOBRE MEDIDAS DEL ESTADO DE ALARMA. SÁBADO 14 MARZO

(curiosamente comparece,....pero no firma el Real Decreto) 

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[2] [EN VIVO] Coronavirus Pandemic: Real Time Counter, World Map, News

(click en la imagen  para acceder al contador en tiempo real ) 

 

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SUMARIO

[1]  DESCARGA REAL DECRETO ESTADO DE ALARMA. Comparecencia Presidente del Gobierno explicando medidas del estado de alarma decretado

[2] EN VIVO: CORONAVIRUS: Contador en tiempo real, mapa mundial

[3] Polémica en el Reino Unido por la estrategia contra el virus: un contagio controlado, por Rafa de Miguel

[4] ‘Ya está en todas partes’: La demora en las pruebas retrasó la respuesta de Estados Unidos ante el coronavirus, por Sheri Fink y Mike Baker

[5] VIDEO: La curva de aprendizaje de China para frenar el coronavirus que todos los países deberían asumir

[6]  Seréis como dioses, por Pedro García Cuartango

[7] La era de la mascarilla, Martín Caparrós

[8] GIZMONDO: China ya sufrió una enfermedad mortal como el virus de Wuhan este siglo, y los resultados fueron devastadores, por Miguel Jorge

[9] VIDEO: Coronavirus, qué es y de dónde sale 

[10] CORONAVIRUS Y CONTROL SOCIAL. UNA REFLEXIÓN BREVE, por Marat

[11] El español que busca la vacuna del Covid-19 en EEUU: "No vamos a poder parar el virus", por José Pichel

[12] Los ‘chalecos amarillos’ desafían al coronavirus y marchan en París, por Silvia Ayuso

[13] VIDEO. Cifras de infectados se disparan en Europa

[14] Ten mucho cuidado con el Covid-19 si ya sufres estas enfermedades, por José Pichel  

[15] En aguas desconocidas, por Rafael Poch

[16] ¿A qué edad se está muriendo por coronavirus en el mundo?, por José Pichel

[17] El distópico Coronavirus, Aníbal Malvar

[18] El Mal verde, por Suen K. Gift 

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[3] Polémica en el Reino Unido por la estrategia contra el virus: un contagio controlado

El Gobierno de Boris Johnson evita medidas drásticas e intenta aumentar la inmunidad. La comunidad científica, dividida sobre esta manera de luchar contra el patógeno

 

Boris Johnson, junto a los doctores Chris Witty y Patrick Vallance, anuncia este jueves nuevos planes contra el coronavirus.SIMON DAWSON / AFP (AFP)
 
 
Por RAFA DE MIGUEL
Londres - 13 MAR 2020 
 

El tiempo demostrará si la metáfora utilizada por Boris Johnson para explicar su estrategia contra el coronavirus es una genialidad o una temeraria bufonada. “Tenemos que aplastar el sombrero” (“squash the sombrero”), dijo el primer ministro en su comparecencia del jueves. Se refería al gráfico que su máximo asesor científico, Patrick Vallance, había mostrado previamente con los cálculos de la evolución de la epidemia en el Reino Unido. En el peor de los casos, la curva ascendente y descendente adquiría un perfil cónico y superaba con creces la capacidad de respuesta del Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés). Con el escenario perseguido por el Gobierno, la evolución se asemejaba más al sombrero de un gánster que al de un charro mexicano.

 
 
Infectados, letalidad y número de pruebas

 

Johnson, como el resto de líderes europeos, se ha puesto en manos de los expertos. Y el equipo dirigido por los doctores Chris Witty, director médico del Gobierno, y Patrick Vallance, asesor científico jefe, ha recomendado una estrategia de templanza. No creen que su análisis sea distinto al del resto de la comunidad científica. Solo difieren en los tiempos de respuesta. “Nuestro objetivo es reducir el pico de la epidemia, aplanar la curva, no eliminarla por completo”, repite Vallance en las últimas horas. “La inmensa mayoría de los contagiados sufrirá trastornos leves, y de ese modo conseguiremos construir cierta inmunidad de grupo para que más y más gente sea resistente a la enfermedad y reduzcamos el número de contagios”, explicaba a la BBC.

La inmunidad de grupo, o inmunidad colectiva, se puede alcanzar mediante la vacuna a un grupo de la población, para frenar así la cadena de infección. O si, bajo un teórico control, se deja que un amplio porcentaje acabe infectado y desarrolle su propia autoinmunidad. Para el caso del coronavirus, aún sin vacuna, los expertos británicos calculan que ese efecto se lograría si la infección alcanza a un 60% de la población. Sería el modo de reforzar la defensa frente a una epidemia que se prevé estacional y que seguirá atacando en los próximos años.

El Gobierno británico persigue un doble objetivo. Calcula que el momento álgido de la infección tendrá lugar dentro de 10 ó 14 semanas. Se reservan para más adelante medidas como el cierre de colegios y espacios públicos, porque sus expertos creen que decisiones así solo son eficaces si se prolongan mucho en el tiempo (hasta cuatro meses), y no es el momento de poner a prueba la complicidad y resistencia de la población. En la fase actual, consideran que pedir a los que presenten síntomas de infección un aislamiento voluntario durante siete días puede ayudar mucho más a retrasar el contagio y preservar la capacidad de respuesta del Servicio Nacional de Salud. Hasta que llegue el verano, defienden, habrá tiempo para dar órdenes de aislamiento más draconianas.

Está claro que la respuesta del Reino Unido no ha sido suficiente. Las cifras se mantienen al alza, y corremos el riesgo de seguir la trayectoria de otros países europeos”, ha dicho al Science Media Centre Martin Hibberd, profesor de Nuevas Enfermedades Infecciosas en la Escuela de Londres de Medicina Higiénica y Tropical. “Si se trata de retrasar el pico hasta el verano, quizá baste con lo decidido. Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha pedido a todo el mundo que haga mucho más, y sabemos por China que las políticas agresivas de aislamiento pueden ayudar a reducir las cifras”.

Johnson ha decidido seguir las indicaciones de sus dos principales asesores y utilizarlos a la vez como escudo protector. Todas sus comparecencias las realiza flanqueado por Witty y Vallance. Ambos tienen el respeto y apoyo de la mayoría de la comunidad científica, que comprende el difícil equilibrio al que se enfrentan con sus decisiones. “Sus planes son muy sensatos, y siempre resulta fácil decir que es necesario hacer algo más, pero existen pocas pruebas que sostengan cualquier decisión”, ha dicho Keith Neal, profesor emérito de Epidemiología de la Universidad de Nottingham. Otra cosa es el debate político y mediático. Jeremy Hunt, rival de Johnson en las primarias conservadoras y hoy presidente de la Comisión de Sanidad de la Cámara de los Comunes, ha estallado contra el Gobierno: “Me sorprende y preocupa que no hagamos nada de lo necesario cuando nos encontramos a solo cuatro semanas de la situación en la que está Italia”.

Johnson ha demostrado muchas veces su capacidad política para nadar contra corriente e incluso dar un salto al vacío. Finalmente, puede que no sea el Brexit sino su respuesta a la que él mismo ha llamado “la peor crisis de salud pública a la que hace frente esta generación” la que defina el éxito o el fracaso de su mandato.

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[4] ‘Ya está en todas partes’: La demora en las pruebas retrasó la respuesta de Estados Unidos ante el coronavirus

El gobierno federal perdió varias oportunidades de garantizar pruebas más generalizadas durante los primeros días del brote, cuando contener el virus habría sido más sencillo

 

Por Sheri Fink y 

The New York Times

11/03/2020

A research project in Seattle tried to conduct early tests for the new coronavirus but ran into red tape before circumventing federal officials and confirming a case  - Grant Hindsley para The New York Times

 

La doctora Helen Y. Chu, experta en enfermedades contagiosas en Seattle, sabía que Estados Unidos no tenía mucho tiempo.

A fines de enero, el primer caso confirmado de coronavirus en Estados Unidos fue en su zona. Y surgieron preguntas fundamentales que necesitaban respuestas: ¿El hombre había contagiado a alguien más? ¿Acaso el virus mortal se encontraba acechando y propagándose en otras comunidades?

Debido a una coincidencia afortunada, Chu tenía una manera de monitorear la región. Durante varios meses, como parte de un proyecto de investigación sobre la influenza, ella y un equipo de científicos recolectaron muestras de secreciones nasales de residentes con síntomas, por toda la zona del estrecho de Puget en el estado de Washington.

Para readaptar esos exámenes con el fin de monitorear el coronavirus, necesitarían el apoyo de funcionarios estatales y federales. Pero según muestran entrevistas y correos electrónicos, los funcionarios de prácticamente todas las instancias a las que acudió Chu rechazaron la idea en repetidas oportunidades, incluso cuando semanas después empezaron a detectarse casos en países fuera de China, donde comenzó el brote.

El 25 de febrero, Chu y sus colegas ya no podían esperar más. Así que comenzaron a realizar pruebas de coronavirus sin la aprobación del gobierno.

Los resultados confirmaron sus peores miedos. Rápidamente tuvieron un resultado positivo de un adolescente local sin historial de viajes recientes. El coronavirus ya se había establecido en suelo estadounidense sin que nadie se diera cuenta.

“Debe haber estado aquí todo este tiempo”, recuerda Chu haber pensado con temor. “Ahora ya está en todas partes”.

De hecho, los funcionarios descubrirían más tarde a través de pruebas, que el virus ya había influido en la muerte de dos pacientes, y que mataría a otras veinte personas en la región de Seattle en el transcurso de los días siguientes.

Los funcionarios federales y estatales afirmaron que el estudio de la influenza no podía ser readaptado porque no tenía autorización explícita de los sujetos de investigación y los laboratorios tampoco estaban certificados para trabajos clínicos. Aunque reconocieron estas cuestiones éticas, Chu y los otros investigadores alegaron que debería haber mayor flexibilidad durante una emergencia en la que se podrían perder muchas vidas. El 9 de marzo, reguladores estatales les pidieron detener las pruebas por completo.

La negativa a aprovechar este estudio sobre la gripe, detallado por primera vez en este reportaje, solo fue una de una serie de oportunidades perdidas por el gobierno federal de Estados Unidos para asegurar una mayor cantidad de aplicación de pruebas durante los primeros días del brote, cuando la contención podía haber sido más sencilla. En cambio, los funcionarios locales de todo el país se vieron obligados a trabajar en la oscuridad a medida que la crisis creció sin ser detectada.
 
Incluso ahora, después de semanas de frustración acumulada hacia las instancias del gobierno federal a causa de pruebas fallidas y reglas complicadas, los estados que presentan un aumento de casos —como Nueva York y California— batallan para aplicar pruebas a gran escala y detectar casos de coronavirus. Las demoras persistentes han hecho que sea casi imposible que los funcionarios tengan un panorama fidedigno de la verdadera escala del brote, que ya se ha esparcido al menos a 36 estados y a Washington, D.C.

Robert R. Redfield, director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), afirmó el 6 de marzo que actuar con rapidez era fundamental para combatir una epidemia. “El tiempo importa”, dijo.

Insistió en que, a pesar de los tropiezos del inicio, aún quedaba tiempo suficiente para derrotar al coronavirus en Estados Unidos. “Va a requerir de salud pública rigurosa y agresiva, lo que me gusta llamar: bloquear y embestir, bloquear y embestir, bloquear y embestir, bloquear y embestir”, dijo. “Eso significa que si encuentras un nuevo caso, lo aíslas”.

Sin embargo, el ejemplo del Seattle Flu Study ilustra el modo en el que las regulaciones y la burocracia —a veces diseñada para proteger la privacidad y la salud— han impedido el rápido desarrollo de la aplicación de pruebas de diagnóstico a nivel nacional, mientras otros países lograron intensificar sus esfuerzos antes y con mayor velocidad.

El propio esfuerzo de los CDC de crear un sistema para monitorear el virus por todo el país, a través de redes gubernamentales establecidas de vigilancia para la gripe, aún no ha tomado fuerza. Incluso hasta la semana pasada, tras ampliar las autorizaciones para que las instituciones académicas y comerciales pudieran realizar pruebas, los funcionarios del gobierno ofrecían versiones contradictorias acerca de cuándo se aumentaría la cantidad de pruebas disponibles.

En estados como Maine, Missouri y Michigan, donde hay pocos o ningún caso conocido, los funcionarios estatales de salud pública dicen que tienen pruebas suficientes para satisfacer la demanda.

Sin embargo, aún no queda claro cuántos estadounidenses ya han han sido examinados. Los CDC indican que desde el inicio del brote se han tomado aproximadamente 8500 muestras sanguíneas y nasales, una cifra que es casi con certeza mayor al número de personas analizadas, pues una sola persona puede ser sometida a varias pruebas. En comparación, Corea del Sur —que detectó su primer caso casi al mismo tiempo que Estados Unidos— ha reportado que tiene capacidad de realizar pruebas a 10.000 personas de manera diaria desde finales de febrero.

 

El director de los CDC, el doctor Robert Redfield, insistió en que a pesar de haber enfrentado un comienzo difícil, Estados Unidos todavía tenía tiempo para vencer al coronavirus - T.J. Kirkpatrick para The New York Times

 

En enero, tan pronto la secuencia genética del coronavirus fue publicada, la primera tarea de los CDC fue desarrollar una prueba diagnóstica. “Esa es nuestra misión principal”, dijo Redfield, “poder vigilar esta cosa”.

La agencia también introdujo la normativa para decidir cuáles individuos debían someterse a pruebas para el virus: en principio, solo aquellos que tuvieran fiebre y problemas respiratorios y hubieran llegado de viaje del lugar de origen del brote: Wuhan, China.

El criterio de selección fue tan estricto que el hombre enfermo en el área de Seattle —que visitó Wuhan— no cumplía con los requisitos. Sin embargo, funcionarios de salud del estado, preocupados, presionaron para que el hombre fuese examinado hasta que los CDC accedieron. Los funcionarios locales enviaron una muestra a Atlanta y el resultado dio positivo.

Los funcionarios monitorearon a 70 personas que estuvieron en contacto con el hombre y ninguno dio positivo en la prueba del coronavirus. Sin embargo, todavía existía la posibilidad de que les hubiera faltado alguien, afirmó el doctor Scott Lindquist, el epidemiólogo estatal a cargo de las enfermedades contagiosas.

Casi al mismo tiempo, el Departamento Estatal de Servicios de Salud de Washington inició conversaciones con el Seattle Flu Study, que ya venía realizando sus estudios en el estado.

Pero había un problema: el proyecto de la gripe usaba principalmente laboratorios de investigación, no laboratorios clínicos, y su prueba del coronavirus no había sido aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés). Por lo tanto, el grupo no estaba certificado para proporcionar los resultados de sus pruebas a nadie fuera de su grupo de investigadores. De acuerdo con correos electrónicos y entrevistas, empezaron a negociar con funcionarios estatales, de los CDC y de la FDA, para intentar llegar a una solución.

El doctor Scott F. Dowell, exalto funcionario de los CDC y actual subdirector de la Fundación Bill & Melinda Gates —que financia el Seattle Flu Study—, solicitó ayuda de los líderes de la respuesta al coronavirus de los CDC. “Espero que haya una solución”, escribió el 10 de febrero.

Lindquist, el epidemiólogo estatal en Washington, le escribió un correo electrónico a Alicia Fry, jefa de la subdivisión de epidemiología y prevención de los CDC, para solicitarle que el estudio fuera usado para hacer pruebas del coronavirus.

Funcionarios de los CDC afirmaron repetidas veces que no sería posible. Gayle Langley, un funcionario del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias de los CDC, respondió en un correo electrónico el 16 de febrero: “Si quieres utilizar tu examen como una herramienta de detección, tienes que consultarlo con la FDA”. Pero la FDA no podía otorgar la autorización, porque el laboratorio no estaba certificado como un laboratorio clínico bajo las regulaciones establecidas por Centers for Medicare & Medicaid Services, un proceso que puede durar meses.

Chu y Lindquist intentaron en diversas ocasiones conseguir la autorización para utilizar la prueba del Seattle Flu Study. La respuesta siempre fue negativa.

“Sentíamos que estábamos de brazos cruzados, esperando a que la pandemia surgiera”, dijo Chu.

 

El kit de prueba de laboratorio de los Centros de Control de Enfermedades para el nuevo coronavirus - CDC vía Associated Press

 

Mientras el estado de Washington debatía con los funcionarios federales sobre qué pasos seguir, los CDC enfrentaban la abrumadora tarea de ampliar el alcance de las pruebas del coronavirus.

Los CDC habían diseñado su propia prueba, como suelen hacer durante una epidemia. Varios otros países también desarrollaron sus propias pruebas.

Pero cuando enviaron los equipos de prueba a laboratorios públicos por todo el país, algunos funcionarios de salud locales comenzaron a reportar que la prueba estaba produciendo resultados nulos.

El equipo de los CDC se comprometió a distribuir los reemplazos en pocos días, pero el problema persistió durante más de dos semanas. Solo cinco laboratorios estatales pudieron realizar pruebas durante ese tiempo.

Para el 24 de febrero, mientras nuevos casos del virus empezaban a surgir en Estados Unidos, los laboratorios estatales comenzaban a desesperarse.

La Asociación de Laboratorios de Salud Pública realizaron lo que denominaron una “solicitud rara y extraordinaria” a Stephen Hahn, comisionado de la FDA. Le pidieron que usara su potestad para permitir que los laboratorios de salud pública estatales y locales crearan sus propias pruebas.

“Tenemos ya varias semanas en el proceso de respuesta sin tener una prueba de detección o vigilancia fuera de los CDC, disponible para la vasta mayoría de nuestros laboratorios miembro”, escribió Scott Becker, director ejecutivo de la asociación, en una carta dirigida a Hahn.

Hahn respondió dos días después a través de una carta, diciendo que los “resultados de pruebas de diagnóstico falsas pueden conducir a significativas consecuencias adversas para la salud pública” y que los laboratorios eran bienvenidos a presentar sus pruebas para recibir autorizaciones de emergencia.

Sin embargo, el proceso de autorización para las pruebas desarrolladas por los laboratorios demostró ser un problema. Los laboratorios clínicos privados y universitarios, que por lo general tienen la libertad de desarrollar sus propias pruebas, estaban frustrados por la lentitud de la FDA mientras realizaban las solicitudes para que la agencia emitiera autorizaciones de emergencia para sus pruebas del coronavirus.

El doctor Alex Greninger, profesor asistente del Centro Médico de la Universidad de Washington en Seattle, dijo que para mediados de febrero se había exasperado en sus comunicaciones con la FDA sobre el tema de su solicitud para empezar a realizar pruebas. “Este virus es más veloz que la FDA”, dijo, y agregó que en un momento la agencia le exigió que además de enviar los materiales por correo electrónico también los enviara por correo postal.

Las nuevas pruebas por lo general necesitan validación, es decir, aplicar la prueba en muestras que se saben positivas de un paciente o de una copia del genoma del virus. El proceso de la FDA solicitaba cinco validaciones. Obtener dichas muestras ha sido difícil debido a que la mayoría de los laboratorios hospitalarios no han visto casos de coronavirus aún, dijo la doctora Karen Kaul, quien dirige el departamento de patología y medicina de laboratorio en la NorthShore University HealthSystem en Illinois.

Dijo que tuvo que arreglárselas para obtener ácido ribonucleico (ARN) del virus de un laboratorio en Europa. “Todos estamos intentando saber qué podemos conseguir que nos ayude a reunir los datos que necesitamos”, dijo.

La FDA ha negado manejar con lentitud los procesos y afirmó haber emitido autorizaciones de emergencia a dos pruebas desarrolladas por laboratorios en menos de 24 horas tras una solicitud completada: una fue la prueba de los CDC y la otra fue desarrollada por el laboratorio Wadsworth de Nueva York, tras tener problemas verificando la prueba de los CDC.

Del otro lado del país, en Seattle, Chu y sus colegas del estudio de la influenza, renuentes a esperar más tiempo, decidieron empezar a aplicar la prueba en varias muestras.

Un técnico en el laboratorio de la doctora Lea Starita, rápidamente consiguió un resultado positivo.

“Mi reacción fue ‘¡Dios mío!’”, afirmó Starita. “Simplemente salí corriendo” a la oficina de los directores de programa del estudio. “Tenemos uno”, les dijo. “¿Qué hacemos?”.

Decidieron que lo correcto era informar a los funcionarios locales de salud.

El caso era el de un adolescente, del mismo condado donde el primer caso de coronavirus fue detectado, al que le habían tomado una muestra de gripe pocos días antes, pero que no tenía ningún historial de viajes ni relación con ningún caso conocido.

El laboratorio estatal, finalmente capaz de empezar a aplicar las pruebas, confirmó el resultado a la mañana siguiente. El adolescente, que ya se había recuperado de su enfermedad, fue localizado e informado justo después de haber ingresado a las instalaciones de su colegio. Fue enviado a casa y el colegio fue cerrado como medida de precaución.

Más tarde durante ese mismo día, los investigadores y los funcionarios de salud de Seattle se reunieron con representantes de los CDC y la FDA para discutir lo ocurrido. El mensaje del gobierno federal fue tajante. “Lo que dijeron en esa llamada telefónica fue claramente una orden de cese y desista dirigida contra Helen Chu”, recordó Lindquist. “Dejen de realizar pruebas”.

Sin embargo, el preocupante hallazgo modificó la manera en que los funcionarios entendían la epidemia. Los científicos del Seattle Flu Study rápidamente secuenciaron el genoma del virus, y encontraron una variación genética también presente en el primer caso de coronavirus del país.

Las implicaciones eran inquietantes. Había una gran probabilidad de que el virus ya hubiera estado circulando en silencio en la comunidad durante unas seis semanas, y contagiando, potencialmente, a cientos de personas.

Durante una llamada telefónica el día después de que los CDC y la FDA le dijeran a Chu que dejara de realizar pruebas, los funcionarios cedieron parcialmente, recuerdan los investigadores. Permitirían a los laboratorios del estudio realizar pruebas y reportar los resultados solo en futuras muestras. Necesitarían utilizar un nuevo formato de consentimiento que explícitamente mencionara que los resultados de los análisis de coronavirus podrían ser compartidos con el departamento local de salud.

No podrían aplicar la prueba a los miles de muestras que ya habían sido recolectadas.

Ese mismo día, la FDA afirmó que relajaría sus reglas y permitiría a los laboratorios clínicos empezar a usar sus pruebas de coronavirus siempre y cuando le presentaran a la agencia las evidencias de su efectividad. Bajo esa nueva política, según declaraciones de un portavoz de la agencia realizadas el 10 de marzo, ya han recibido respuesta de catorce laboratorios, con diez de ellos ya en fase de diagnósticos a pacientes.

El 2 de marzo, la junta de revisión institucional del Seattle Flu Study en la Universidad de Washington, determinó que no sería ético para los investigadores no realizar las pruebas y reportar los resultados en una emergencia de salud pública, afirmó Starita. Desde entonces, su laboratorio ha encontrado y reportado numerosos casos adicionales, los cuales han sido confirmados en su totalidad.

A medida que las nuevas muestras llegaban, el laboratorio de Starita también empezó a trabajar en viejas muestras que tenían semanas almacenadas en los refrigeradores. Encontraron casos que se remontaban al menos al 20 de febrero, siete días antes de que los funcionarios de salud pública tuvieran noción alguna de que el virus estaba en la comunidad.

Los científicos afirman que creen que encontrarán pruebas de que el virus estuvo contagiando a personas incluso antes, y de que pudieron haber alertado a las autoridades con mayor rapidez si les hubieran permitido realizar pruebas.

Pero el 9 de marzo, los reguladores estatales, haciendo cumplir las reglas de Medicare, intervinieron y nuevamente les pidieron que detuvieran sus actividades hasta que terminaran de certificarse como laboratorio clínico. Ese proceso podría durar muchas semanas.

En los días posteriores al análisis del adolescente, la región de Seattle ha experimentado una crisis: decenas de personas han dado positivo en la prueba y al menos 22 han muerto, muchas de ellas infectadas en un asilo que inadvertidamente sufría los estragos del virus desde el 19 de febrero.

 

Pasajeros del metro en la ciudad de Nueva York la semana pasada - Hiroko Masuike/The New York Times

 

La disponibilidad de análisis de coronavirus sigue siendo muy desigual: mientras hay personas que fácilmente encuentran pruebas en ciertos lugares del país, otras han sido rechazadas. Algunos funcionarios estatales temen que el virus se está propagando con una rapidez mayor a la que aumenta la capacidad de realizar pruebas.

En retrospectiva, la doctora Chu dijo que comprende por qué existen las regulaciones que bloquearon los esfuerzos del estudio durante semanas. “Esas protecciones se dan por una razón”, dijo. “Se quiere proteger a los sujetos de estudio humanos. Quieres hacer las cosas de un modo ético”.

La frustración, dijo, se debía a cuánto demoró pasar todas las barreras burocráticas para intentar salvar vidas durante un brote que tenía el potencial de estallar en el estado de Washington y propagarse a muchas otras regiones. “Creo que la gente no lo sabía entonces”, dijo. “Lo sabemos ahora”.

 

* Sheri Fink es corresponsal de la unidad de investigación.

Ganó el Pulitzer en 2010 por reportaje de investigación y

en 2015 compartió el Pulitzer en la categoría de reportaje internacional.

Tiene una licenciatura en medicina y un doctorado de la Universidad de Stanford

@sherifink

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[5]  La curva de aprendizaje de China para frenar el coronavirus que todos los países deberían asumir

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[6] Seréis como dioses

Justo en el momento en que el hombre acaricia la ansiada inmortalidad, un virus se burla de todas nuestras certezas
 
Por Pedro García Cuartango
13/03/2020
 
 
El miedo se expande, la economía se hunde, nuestro modo de vida se tambalea, el virus infecta tanto a los ricos como a los pobres. ¡Quién nos lo hubiera dicho hace tan sólo un mes! Todo lo que nos está sucediendo es una lección que humildad que, junto a otras catástrofes como el cambio climático, pone en evidencia la fragilidad de la condición humana.

Ya en el relato de la expulsión del Paraíso del «Génesis», la serpiente tienta a Eva con estas palabras: «Seréis como dioses». Los autores de la Biblia conocían muy bien la naturaleza humana porque esa pretensión ha impregnado el progreso científico que nos ha permitido cruzar límites que hace pocos siglos hubieran parecido increíbles.

Por primera vez en los millones de años transcurridos desde la aparición de la vida sobre la Tierra, hoy disponemos de las capacidades técnicas para clonar seres humanos y pronto será posible ralentizar el envejecimiento mediante terapias biogenéticas. Y justo en el momento en que el hombre acaricia la ansiada inmortalidad prometida por la serpiente, un virus desconocido se burla de todas nuestras certezas y nos coloca frente a la dolorosa conciencia de nuestros límites.

En el pasado la humanidad ya se había enfrentado a tremendas epidemias como la peste negra, el tifus, el cólera o la mal llamada gripe española, que diezmaron a la población y provocaron millones de muertos. Ese escenario parecía hoy imposible, como nos habían asegurado las autoridades sanitarias.

¿Cómo iba a pasarnos algo así en la sociedad de la inteligencia artificial, los trasplantes de órganos y la medicina preventiva? Pues bien, ya nos ha pasado, al igual que otras catástrofes asociadas a un desarrollismo sin medida, que evidencian que la supervivencia del hombre sobre el planeta se enfrenta a serias amenazas.

Todo indica que existe una especie de maldición que pesa sobre el progreso económico y tecnológico por la que, cuanto más mejora nuestro nivel de vida y de conocimientos, somos más vulnerables a fenómenos absolutamente imprevisibles como el coronavirus.

A Ícaro se le fundió la cera de las alas por acercarse demasiado al Sol, a nuestra sociedad posindustrial le surgen «cisnes negros», por utilizar la terminología de Nassim Taleb, que ponen en evidencia que ni conocemos el futuro ni tenemos capacidad de controlar las consecuencias de nuestras decisiones.

Somos seres arrojados al mundo, como diría Heidegger, dotados de una naturaleza precaria y contingente. Y toda obra humana está sometida a la degradación irreversible del tiempo. Por ello, deberíamos ser mucho más modestos sobre ese concepto llamado progreso, cuyos costes tendemos a ignorar.

Nos hemos creído el engaño de la serpiente y hemos empezado a comportarnos como dioses cuando hemos alterado equilibrios ancestrales y explotado el medio ambiente sin ningún escrúpulo moral. Todo eso ya se está volviendo contra nosotros. Somos polvo y al polvo volveremos.

 
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[7] La era de la mascarilla

Es difícil entender la ola global de pánico causada por el coronavirus. La enfermedad ha puesto al desnudo la fragilidad de un mundo interconectado e interdependiente. Si acaso hay alguna lección, es que la globalización nos hace a todos vulnerables: estamos más cerca del caos de lo que los poderosos pensaban.

Por Martín Caparrós

The New York Times

10/03/2020

Transeúntes con mascarillas caminan en Pekín, la capital de China, el 8 de marzo de 2020 - Roman Pilipey/EPA vía Shutterstock

 

MADRID — Alguna vez recordaremos esos días en que el mundo se dividía en personas con mascarilla y sin mascarilla. Y nos reiremos y alguno dirá bueno, sí, pero no era lo mismo ponérselos para no contagiar que para no contagiarse, dos ideas tan distintas de la vida. Y otro se acordará de la sofisticación que habían alcanzado y las fortunas que hicieron sus fabricantes y la desesperación de los que no los conseguían y el increíble mercado negro de mascarillas y esas cosas. Y sonarán las carcajadas al revivir aquellas paranoias, cuando todo era amenaza y había que cuidarse de los besos, los pomos de las puertas, los apretones de manos, las manijas de los autobuses, las monedas y casi todo lo demás. Y entonces alguien, el pesado del grupo, se pondrá serio y preguntará si, pensándolo ahora, no lo ven increíble: “¿No es increíble que millones de personas de pronto tuvieran tanto miedo, que mostraran de repente ese egoísmo que siempre intentan ocultar, esta pulsión de protegerse, de desconfiar de todo, de temer todo lo exterior, de atribuirle propiedades tremebundas? La era de la mascarilla nos enseñó bastantes cosas”. Y Mirta o Antonio lo mirarán y le dirán hermano, eso seguro que lo traías escrito, ¿no?

Pero faltan unos años; ahora mismo el mundo está en modo desastre, incomprensible. La primera regla del columnismo apátrida dice que nunca digas que no entiendes. Y te explica que los lectores quieren que los ayudes a entender, no que les tires tu incomprensión por la cabeza. Pero yo no entiendo el coronavirus: denodadamente no lo entiendo.

 

 

Y ese tuit del actor español Eduardo Noriega terminó de hundirme en el pantano de la incomprensión. Decía que “si cada invierno nos informaran en tiempo real de los atendidos (490.000), hospitalizados (35.300), ingresados en UCI (2500) y fallecidos (6300) por gripe en España, viviríamos aterrorizados”. Las cifras me parecieron sorprendentes; busqué el informe del Centro de Nacional de Epidemiología del Ministerio de Sanidad español para la temporada 2018-19 y allí estaban, en la página 35, con toda claridad, los números citados. El año pasado se murieron de gripe en este Estado español 6300 personas. Con coronavirus, en este mes y medio, 36.

Seis mil trescientas muertes es un montón de muertos. Quizá los grandes medios, siempre quejosos, siempre atentos a estas cosas, descubran por fin su panacea: si empiezan a transmitir en directo cada nueva víctima de la gripe podrán —considerando que la temporada griposa dura menos de medio año— ofrecer unos 35 óbitos al día, un par por hora en las horas despiertas, un espectáculo incesante, un terror sin medida. Por ahora no lo entendieron y se limitan al coronavirus: treinta y tantos muertos en España, todos muy mayores.

En 1969, Adolfo Bioy Casares publicó una rara novela titulada Diario de la guerra del cerdo, donde grupos de jóvenes se dedicaban a matar viejos por las calles. Ahora el virus —que deberíamos llamar Bioy— hace lo propio: los muertos españoles, por ejemplo, tenían una media de edad de 85 años, mayor que la esperanza de vida del país, que está en 82,8. O sea: eran personas que, estadísticamente, ya habían vivido lo que deberían. Y casi todos lógicamente complicados, como esa señora de 99 años que tenía, dicen los diarios, algunas “patologías previas”.

Pero es fácil hablar de los medios. Si fueran los únicos promotores del pánico el mundo estaría un poco mejor. El problema es que todos, los gobiernos, los grandes grupos económicos, las industrias, los ciudadanos, se embarcaron en esta nave hacia ninguna parte. De pronto pareció como si nada en el mundo fuera más importante, como si nada escapara al poder de ese virus.

Y de verdad —disculpen— no lo entiendo. Busco más cifras: han muerto, al día de hoy, martes 10 de marzo, en todo el mundo, 4.284 personas por el coronavirus, de los cuales unos 3.000 eran ancianos chinos, y en 35 países de Europa no se ha muerto nadie y en toda África una persona, igual que en América Latina, un señor muy enfermo que llegaba de Italia a la Argentina. Pero se cancelan eventos y desplazamientos y encuentros y congresos y festivales varios, miles de empresas mandan a casa a sus trabajadores, cierran las fábricas y se rompen las cadenas productivas y el mundo pierde millones de millones de dólares/euros/yuanes en el derrumbe de sus bolsas y la baja de las materias primas y esos cierres y cancelaciones.

(En Madrid las autoridades acaban de cerrar las escuelas y universidades por quince días. Cientos de miles de padres no saben qué hacer con sus hijos; no pueden dejarlos en casa solos, no pueden dejar de trabajar. El virus no ha matado, en todo el mundo, a ningún niño).

Es muy difícil encontrar una justa proporción entre los efectos y las causas: con todo respeto, una enfermedad que en un par de meses produjo esta cantidad de víctimas no parece en condiciones de causar estos desastres. Y las bolsas de valores sin valor son un ejemplo claro: el miedo a los efectos económicos del virus provoca efectos económicos mucho peores que los que temían. Entonces sería interesante —necesario— pensar qué los causa.

Es difícil, casi imposible descubrirlo. Pero influye, sin duda, el viejo gusto del apocalipsis. Nos chiflan los apocalipsis: la sensación de que todo está a punto de saltar por los aires. Siempre tuvimos alguno en ejercicio, pero el último que conseguimos —el cambio climático— es una amenaza a tan largo plazo que hacía falta uno más inmediato. Y teníamos tantas ganas que nos armamos un apocalipsito con una gripe nueva y ambiciosa. Los apocalipsis son una tentación incesante de los hombres; son como las galerías del horror de los parques de diversiones y son, como ellas, inofensivos: su gran ventaja es que nunca se realizan. Si no, obviamente, no estaríamos aquí pensando tonterías.

(En Italia, las autoridades sanitarias prohibieron a los jugadores de fútbol que se tocaran al saludarse antes del partido. Después, cuando el árbitro pite, se rozarán, revolcarán, toquetearán tupido).

Entonces hay que considerar también el miedo a lo nuevo, a lo desconocido: la misma tara que les hace rechazar a los migrantes les hace temer a estos virus exóticos, ignotos. Y hay que considerar también la paranoia de las multitudes: “Si los gobiernos se preocupan tanto debe ser que hay algo que ellos saben y nosotros no, debe ser que esta enfermedad no es tan inocua como dicen, debe ser que, como siempre, nos ocultan la verdad”. Y hay que considerar también la paranoia de los enterados: “Si le dan tanta importancia a algo tan menor es que quieren distraernos con eso para esconder alguna otra cosa que no quieren que miremos o sepamos”.

Y hay que considerar también la paranoia de los varios poderes: da la impresión de que las empresas y los gobiernos se cubren por si acaso. Las empresas, para que sus empleados no los querellen si trabajando se contagian; los gobiernos, para que sus súbditos no les reprochen su inacción. Y entonces toman medidas duras que acrecientan el miedo y entonces sus súbditos más asustados les piden medidas más duras y entonces toman medidas más duras que acrecientan el miedo.

Y hay que considerar también esa fuerza rara que toma el pánico cuando se hace bola de nieve y arrasa todo porque consigue convertir cualquier cosa en una prueba más de su razón. Y entonces el cambio en conductas y discursos, la aparición de lo irracional, de lo ridículo, las precauciones más grotescas, la manera en que ahora tantos miran a cualquiera que tosa en un vagón de metro —por no hablar del pobre terrorista que estornuda—. Mascarillas a gogó.

(La malaria, por ejemplo, mata cada día unas veinte veces más personas que el coronavirus; la malaria, por supuesto, solo ataca en los países pobres).

Nada de esto, sin embargo, termina de justificar la sobrerreacción de los hombres frente al virus —y la factura increíble que pagarán por ella—. Pero creo que se pueden sacar, por ahora, de este episodio dos conclusiones provisorias: la interdependencia y la fragilidad de nuestro mundo.

No recuerdo otro hecho que haya mostrado tan claramente aquello de que si China se resfría el mundo estornuda. Esta vez no se resfrió: unos cuantos campesinos se comieron unos bichitos raros, se infectaron y el mundo tiene arcadas y no se recupera, y el cierre de unas fábricas asiáticas baja, digamos, la demanda del cobre chileno y su precio se cae y un pescador de Puerto Montt, en la punta del mundo, debe vender más baratos sus pescados y su familia come menos y putea en chileno por un cierre chino, y así en todo el planeta.

Tampoco recuerdo ninguno que haya desnudado tanto la debilidad de casi todo: estamos mucho más cerca que lo que creíamos del caos global. Tanto lío por un virus menor. Es sorprendente comprobar la fragilidad de todo eso que creíamos rocosamente sólido, cemento armado. En unos días los grandes y poderosos del mundo perdieron fortunas, la confianza de sus súbditos, el control de muchas situaciones. Los gobiernos, la gran banca, los petroleros altivos, los fabricantes de punta, los financistas recontraglobales, los que rigen y manejan el mundo, los que nos habían convencido de que nunca nada los desarmaría, deben estar asustados preguntándose si aprenderemos la lección y decidiremos desafiar, cual virus chino, sus poderes que ya no se ven tan poderosos.

Quizás esa sea, al fin y al cabo, la revelación de la era de la mascarilla.

 

Martín Caparrós (@martin_caparros) es colaborador regular de The New York Times.

Su ensayo más reciente es Ahorita. Su novela Sinfín, que se publicará este mes, transcurre en 2070.

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Gran murciélago de cola de ratón - grabado de 1885

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[8] China ya sufrió una enfermedad mortal como el virus de Wuhan este siglo, y los resultados fueron devastadores

Por Miguel Jorge

Gizmodo

22/01/2020

 

Hoy (22 de enero de 2020) tiene lugar una reunión de la OMS que tratará de determinar el tipo de respuesta internacional para combatir el extraño virus de Wuhan. Quizás es el momento de poner en marcha el plan que lleva guardado bajo llave para erradicar una pandemia letal desconocida. Posiblemente también, en el encuentro se recordará lo ocurrido a comienzos del nuevo siglo.

Denominado como 2019-nCoV, el virus de Wuhan se describe como una dolencia con síntomas similares a la neumonía, tales como fiebre y dificultad para respirar. Se ha extendido a Beijing, Shanghai y Shenzhen, así como a Corea del Sur, Tailandia y Japón. También hay un caso en Estados Unidos. Los primeros comenzaron a aparecer el 31 de diciembre, cuando las autoridades chinas alertaron a la OMS de una serie de casos en Wuhan, una urbe de 11 millones de personas.

Las noticias comenzaron a sucederse desde entonces, nuevos casos, primeras muertes y un virus que comenzaba a saltar las fronteras elevando las alertas internacionales ante lo que podría convertirse en una pandemia mundial de proporciones desconocidas.

 

Imagen: Un miembro del personal del aeropuerto utiliza una pistola de temperatura para controlar a las personas que salen del aeropuerto internacional de Wuhan (AP)

 

Uno de los problemas para erradicar este tipo de virus que aparentemente surgen de la nada, es su origen y evolución. Mientras se analizan los primeros casos y las fases que siguen a la enfermedad, se buscan pistas que ayuden a entender cómo se pudo formar, enlaces con el pasado que ofrezcan similitudes con las que combatirlo.

Las autoridades sanitarias han explicado que la mejor protección para aquellos que puedan estar expuestos es el mismo consejo que se le puede dar a una persona con gripe, “lavarse las manos, no tocarse la cara y usar una máscara cuando estés en público”, cuentan expertos en salud pública de China. Según explicaba hace unas horas el Dr. Gabriel Leung, Director Fundador del Centro Colaborador de la OMS para Epidemiología y Control de Enfermedades Infecciosas:

 

Cada temporada de gripe, es exactamente el mismo consejo: higiene de manos. Lávese las manos con frecuencia, no se frote la nariz y la boca. Así que, por favor, tenga cuidado si está enfermo. Si vas a un lugar lleno de gente, ponte una máscara incluso si no estás enfermo porque otros pueden estarlo. Si tiene algún síntoma, especialmente si tienes antecedentes de viajes a Wuhan, entonces busca atención médica y se honesto y abierto con los médicos. Cuéntales tu historial de viaje. No oculten ningún historial a sus médicos porque temen: “Oh, si digo esto, podría ser puesto en cuarentena”. Sea honesto para ayudarse a sí mismo y a los demás.

 

Imagen: El personal médico transfiere pacientes al hospital Jin Yintan el 17 de enero de 2020 en Wuhan, China (Getty)

 

Hace unas horas se daba un nuevo paso buscando alternativas que frenen el brote de virus similar a la neumonía. Zeng Guang, el epidemiólogo jefe del CDC de China, instó a los habitantes de Wuhan a evitar salir de la ciudad, añadiendo que aquellos que tengan la intención de acudir a la urbe deberían evitarlo si pueden, según contaba The Washington Post.

Por si existían dudas y ante el temor de alarmar más a la población, Zeng, quien lidera los esfuerzos del gobierno chino para responder al brote, dejó claro que su recomendación no era una cuarentena impuesta por el gobierno. “Esta no es una llamada de los funcionarios, sino una sugerencia que hacemos el equipo de expertos”.

Mientras, los científicos del Imperial College de Londres que trabajan en colaboración con la OMS sugieren que el número real de personas infectadas por el virus puede ser de 1.000 a más de 2.000, cifras significativamente más altas que las publicadas por el gobierno chino hasta ahora. Además, la situación se puede disparar con la llegada del Año Nuevo chino, a menudo descrito como la “mayor migración humana del planeta”, lo que podría acelerar la crisis a medida que millones de personas se preparan para viajar al país.

 

Imagen: El equipo de respuesta a emergencias de Wuhan conduce un vehículo cuando salen del mercado mayorista de mariscos de Huanan (Getty)

 

Durante el día quizás conozcamos las medidas que adopte de manera oficial la OMS. Como explicábamos al comienzo, hace años que existe un plan para combatir una pandemia letal que ni siquiera existe, una bajo el nombre en código “Enfermedad x”.

Aunque suene misterioso, no lo es tanto. Se trata de un plan de acción y prevención ante lo que está por venir, un catálogo de epidemias futuras potenciales para las que las contramedidas actuales son insuficientes, o simplemente no existen.

De hecho, la X de su nombre en código indica precisamente eso, una especie de marcador de posición para un peligro contagioso que aún no hemos encontrado, pero que es prácticamente seguro que aparecerá. Según la OMS:

 

Imagen: Los pasajeros pasan junto a un escáner térmico a su llegada al aeropuerto de Narita el 17 de enero de 2020 en Narita, Japón (Getty)

 

La enfermedad X representa el conocimiento de que una epidemia internacional seria podría originarse por un patógeno que actualmente se desconoce que causa enfermedad en humanos. El Plan de I + D explícitamente busca habilitar la preparación de contramedidas contra la ‘Enfermedad X’ desconocida en la medida de lo posible. 

 

Dicho plan comenzó a desarrollarse en 2015, y desde entonces se revisa anualmente para priorizar los principales patógenos emergentes que pueden causar brotes graves en el futuro cercano, para los cuales existen pocas o ninguna contramedida médica.

Y de entre esa lista a vigilar con atención, el denominado síndrome respiratorio agudo severo, más conocido como SARS. Si hay un virus que se parezca en su forma a lo que está aconteciendo en China, ese es sin duda SARS. Su origen tuvo lugar hace no tanto, también en China, y con unas consecuencias devastadoras.

 

Imagen: Peatones esperan para cruzar una calle en Hong Kong el 15 de abril de 2003 (AP)

 

El avance de un virus letal

Uno de los platos más exóticos que se puede degustar en las regiones del sur de China, como Guangdong, es la denominada sopa de “dragón tigre fénix”. Su receta ha pasado de mano en mano entre los locales desde hace siglos, y proviene de un antiguo plato de la cocina cantonesa.

Si te estás preguntando cómo demonios pueden hacerse con estos tres “ingredientes” para mantener semejante plato en el menú, la respuesta la encuentras en los múltiples mercados de animales que se encuentran en el sur de la región. Y por encima de todos, el de Guangzhou, una especie de zoológico alternativo donde se mezclan vísceras y sangre, tejones y ranas, gatos o serpientes, todo al por mayor. Con una excepción, si buscas ratas, la temporada solo ocurre en verano.

Volviendo al plato, su nombre, obviamente, proviene del uso de tres animales. El dragón está representado por la serpiente, el tigre está representado por el gato (o por la civeta de las palmeras enmascarada) y el fénix está representado por el pollo. En cuanto a la civeta, se trata de la única especie del género monotípico Paguma, y se distingue de otras por su barba blanca y ausencia de manchas o rayas en su cuerpo.

 

Imagen: Un hombre mira civetas enjauladas en el mercado de Guangzhou (AP)

 

Por supuesto, este plato jamás iba a conocerse mundialmente de no ser por un evento que iba a tener lugar en los últimos meses de 2002.

En noviembre de ese año un paciente acude al Hospital Popular de Foshan (Guangdong, China). Se trataba de un agricultor aquejado con síntomas muy parecidos a la gripe. El hombre también era vendedor de serpientes y aves, y pasados unos días muere, aunque aparentemente, o al menos de forma oficial, no se le realiza un diagnóstico definitivo sobre su causa de muerte.

A los pocos días, la esposa del hombre fallecido junto a varios miembros del personal del hospital también contraen una neumonía severa. Cuando llega a oídos de las autoridades sanitarias de la ciudad saltan las primeras alarmas. Los síntomas indicaban un tipo de brote inquietante. Con todo, nadie informa a Guangdong.

 

Imagen: Un trabajador del Departamento de Higiene Alimentaria y Ambiental con un equipo de protección mientras participa en la eliminación de desechos de un complejo de apartamentos infectado (AP)

 

Unas semanas después aparece otro paciente, en este caso un cocinero y manipulador de alimentos de un mercado salvaje, al Hospital Popular de Heyua, al norte de Guangzhou. El hombre muere, y a las pocas horas parece haber infectado con el mismo tipo de neumonía a hasta ocho doctores. Tres días después, otro cocinero de un tercer mercado aparece hospitalizado con los mismos síntomas en la ciudad de Zhongshan, al sur de Shunde. Tres miembros del personal médico se infectaron rápidamente, quienes a su vez infectaron a otros 15.

En muy poco tiempo, apenas tres o cuatro meses (de noviembre a febrero de 2003) pacientes enfermos y asustados de pequeñas ciudades y pueblos comenzaron a viajar en éxodo a los hospitales más avanzados en la capital provincial de Guangzhou. Los casos comenzaron a multiplicarse.

Muchos recuerdan el de un hombre muy enfermo que recorrió las salas de emergencia en Guangzhou debido a que el tratamiento no mejoró su condición, dejando a docenas de trabajadores del centro infectados.

 

Imagen: Un trabajador de un restaurante usa una máscara quirúrgica en un intento de protegerse del SARS (AP)

 

El 21 de febrero se produce un hecho reseñable en el avance del virus letal. Un médico, Liu Jianlun, un especialista en pulmones de 64 años del hospital Zhongshan, asiste a la boda de su sobrino en Hong Kong, y lo hace a pesar de tener fiebre. Hoy se sabe que Jianlun fue el portador que ayudó a cruzar las fronteras a SARS. El hombre se alojó en el Hotel Metropole y transmitió la enfermedad a decenas de huéspedes, entre ellos dos canadienses, un estadounidense y tres mujeres de Singapur.

Uno de los canadienses era una mujer que murió en un hospital de Toronto el 5 de marzo. Para entonces había infectado a su hijo y al menos a cinco médicos. Canadá tendría cientos de casos de SARS, decenas de ellos mortales.

De las tres mujeres de Singapur, solo una desencadenó una cadena de infecciones en el Hospital Tan Tock Seng, donde enfermaron más de 90 personas, lo que representa más de la mitad de los casos de Singapur.

 

Imagen: Tomando la temperatura de una mujer a su llegada al aeropuerto internacional de Chiang Kai-shek en Taoyuan, suroeste de Taipei (AP)

 

El estadounidense era un empresario que cayó enfermo en un hospital de Hanoi. Allí infectó a otros 20 médicos, pero, ironías de la vida, este paciente y su transmisión del virus iba a ser más beneficiosa que cualquier otra actuación de las autoridades. Porque entre los infectados estaba el doctor Carlo Urbani, un investigador italiano que alertó a W.H.O. sobre un nuevo tipo de neumonía. Urbani también fallecería semanas después.

SARS era hasta entonces un “problema” del continente chino, pero la falta de pautas ante el brote desconocido habían convertido al doctor Jianlun en el hilo conductor de una crisis sanitaria que no se recordaba. El virus se desataba por todo el planeta y el problema era mundial.

Ahora existían pocas dudas, se había desencadenado un brote, pero nadie se había atrevido a dar la voz de alarma a las altas instancias chinas. De hecho, tuvieron que pasar varios meses para que los departamentos de salud de varias ciudades informaran a la provincia de Guangdong. Entonces sí, se concluyó que se enfrentaban a una neumonía altamente infecciosa causada por un agente previamente desconocido.

 

Imagen: Un paciente con SARS recibe tratamiento detrás de ventanas de vidrio de doble capa y medidas estrictas de cuarentena en el Hospital Ditan de Beijing, China (AP)

 

Pasaron otros dos meses antes de que la extraña neumonía tuviera un nombre, y otros cuatro antes de que los líderes de China admitieran que su país tenía una epidemia, tiempo para el que ya no había remedio. En Asia y Canadá comenzaron a aparecer pacientes portadores de un germen virulento y altamente contagioso, y lo peor de todo es que nadie sabía que se enfrentaban a una infección potencialmente letal.

Solo así se entiende que durante este período cientos de trabajadores de la salud enfermaran mientras colocaban a los pacientes con esa extraña mutación de neumonía en salas comunes (como lo harían con la neumonía ordinaria).

Esos pacientes transmitieron la infección a cientos de personas más, y así siguió y siguió extendiéndose un virus convertido para entonces en pandemia. Entre noviembre de 2002 y julio de 2003, el coronavirus del SARS (SARS-CoV) causó 8.098 casos, lo que resultó en 774 muertes reportadas en 37 países.

No se han notificado casos de SARS en todo el mundo desde 2004.

 

Imagen: Se cierra un puesto de civeta en un mercado de Guangzhou (AP)

 

La civeta, la sopa y la cueva de los murciélagos

Y ahora tenemos que volver a ese plato exótico de la cocina cantonesa. Cuando la OMS comenzó a investigar los primeros casos, casi todas las pistas apuntaban a un mismo espacio: Guangdong. La razón: aunque los inicios del brote tenían a algunos agricultores entre las primeras víctimas, la gran mayoría eran manipuladores y cocineros de los mercados salvajes.

Tenía sentido. Pocos lugares podían servir de caldo de cultivo como las granjas que se amontonaban en estos espacios. Además, el resultado de las pesquisas confirmaba algo aún peor: los animales podían haber pasado la enfermedad a los humanos, pero las pruebas delataban que luego pasó de persona a persona.

Ahora bien, ¿de dónde vino? ¿Cómo comenzó todo? La pregunta había dejado perplejos a los científicos desde que el virus surgió por primera vez. Los virólogos que habían acudido para cazar el virus Sars creían que las fuentes más probables eran cerdos o pollos, pero los intentos de infectar a los animales con el virus tomado de humanos infectados fracasaron, lo que sugirió que debía venir de otra especie.

 

Imagen: Una investigadora sostiene muestras extraídas de civetas en un mercado de Guangzhou (AP)

 

Finalmente, Yuen Kwok-Yung, un microbiólogo de la Universidad de Hong Kong, decidió examinar grandes cantidades de civetas y otros animales de caza. Descubrió que cuatro de las civetas de las palmeras enmascarada portaban un coronavirus que causó Sars. Los animales son comunes en China, India y Malasia.

El experto explicó que era poco probable que las personas se hubieran infectado al comer civetas. Sin embargo, el virus podía haber saltado a los humanos cuando los criaron, los mataron y los cocinaron para preparar la sopa de dragón-tigre-fénix.

Es decir, que aunque la comida se cocinara adecuadamente, eliminando así el virus, lo más probable era que, al entrar en contacto el cocinero con el animal salvaje infectado mientras se manipulaba aún vivo, este se habría infectado. Además, el investigador dejó claro que aquello era una advertencia para otras futuribles pandemias:

 

Si no se puede controlar el salto adicional de estos virus de animales a humanos, la misma epidemia puede ocurrir nuevamente, por lo que es muy importante que tengamos formas de controlar la cría, el sacrificio y la venta de estos animales salvajes.

 

Imagen: Un Rhinolophus sinicus como los analizados en la cueva (Libiao Zhang/Guangdong Institute of Applied Biological Resource)

 

La duda, no obstante, seguía existiendo, ¿y si el virus saltó de otro animal a las civetas?

De hecho, tuvieron que pasar varios años antes de que en 2017, un grupo de investigadores chinos pudieran rastrear el virus a través de las civetas. Entonces sí, descubrieron por fin el origen del coronavirus: una cueva remota en la provincia china de Yunnan.

La noticia la publicó Nature explicando que los virólogos habían identificado una sola población de murciélagos de herradura que alberga cepas de virus con todos los componentes genéticos del que saltó a los humanos en 2002. Tal y como detallaban:

 

Imagen: Rhinolophus sinisés (Wikimedia Commons)

 

Un equipo dirigido por Shi Zheng-Li y Cui Jie del Instituto de Virología Wuhan en China tomó muestras de miles de murciélagos de herradura en lugares de todo el país. “El trabajo más desafiante fue localizar las cuevas, que generalmente se encuentran en áreas remotas”, explicó Cui. Después de encontrar una cueva en particular en Yunnan, suroeste de China, en la que las cepas de coronavirus se parecían a las versiones humanas, los investigadores pasaron cinco años monitoreando a los murciélagos que vivían allí, recogiendo guano fresco y tomando hisopos anales.

Secuenciaron los genomas de 15 cepas virales de los murciélagos y descubrieron que, en conjunto, las cepas contienen todas las piezas genéticas que componen la versión humana. Aunque ningún murciélago tenía la cepa exacta del coronavirus del SARS que se encuentra en humanos, el análisis mostró que las cepas se mezclan con frecuencia. La cepa humana podría haber surgido de tal mezcla, dice Kwok-Yung Yuen, un virólogo de la Universidad de Hong Kong que descubrió el virus del SARS: “Se debe felicitar a los autores por confirmar lo que se sospechaba”.

 

Así se ponía punto y final a una crisis de salud mundial que comenzaba en 2002 y parecía cerrarse más de un década después, en 2017. O casi, porque los investigadores que hallaron la cueva advertían que los ingredientes del virus estaban preparados para volver a surgir de una enfermedad similar.

Nadie ha dicho que sea 2019-nCoV, y en realidad no hay evidencia alguna hasta ahora, pero seguramente China tiene en lo ocurrido la mejor lección sobre cómo manejar la crisis. 

Como declaraban los investigadores del SARS, “esta clase de virus, ¿mutará y se transmitirá más fácilmente? Que algo que comenzó en un lugar tan remoto pueda extenderse tan rápidamente por todo el mundo es simplemente aterrador”. [WHONatureWikipediaNew York TimesThe GuardianThe Washington PostCDC]

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[9] Coronavirus, qué es y de dónde sale

 

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Coronavirus in China. Novel coronavirus (2019-nCoV), people in white medical face mask. Concept of coronavirus quarantine vector illustration. Seamless pattern.

 

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[10] CORONAVIRUS Y CONTROL SOCIAL. UNA REFLEXIÓN BREVE

Por Marat

 

La provincia de Hubei y su capital, Wuhan, aún permanecen cerradas por la epidemia del coronavirus o COVID-19. 76.288 casos, 2.345 muertes desde que se inició la epidemia hace oficialmente 2 meses.

La epidemia se ha extendido por otros 28 países pero en estos dos meses apenas se ha extendido la enfermedad en unos 1.000 casos más fuera de China y el número de muertos que estos países han sumado a esas 2.345 muertes es de 15 más, a día de hoy, 23 de Febrero de 2020. Previsiblemente en los próximos días aumente en algunas personas más fuera de China el número de fallecidos por esta enfermedad.

Sin embargo, Italia ya ha replicado las medidas de aislamiento y prevención chinas frente a la amenaza de expansión de la enfermedad en 11 municipios, 10 en Lombardía y 1 en el Véneto. El número total de muertos es de 2 personas, a pesar de que las cifras de las autoridades sanitarias hablan de 50.000 afectados.

Es llamativo que la dictadura capitalista china, que hace tanto tiempo ya usurpó el símbolo de la hoz y el martillo, actúe como la progre Italia poniendo en cuarentena a poblaciones enteras. Lugares en el mundo en los que se impone la cuarentena en los barcos, en los que se aísla en sus casas a los ciudadanos, en los que se cortan los transportes por carretera o aire con el exterior, en los que se golpea y detiene como criminal al que no lleva mascarilla, en los que se controla la información que se transmite.

Los reaccionarios y los fascistas oficiales que hoy gobiernan en países europeos y en alguno latinoamericano debieran tomar nota porque podrían aprender lecciones interesantes en cuanto a control social y propagación política y mediática del miedo. 

Es curioso que frente a una enfermedad que en el país de origen empieza a remitir y el número de curados es superior al de nuevos infectados y que se concentra sobre todo en Asia (Japón, Singapur, Corea del Sur,  Irán,…), por su mayor proximidad al foco de origen y que ha desatado un número de muertos totales a nivel mundial muy inferior al sarampión en 2019 (6.000 muertos sólo en la República Democrática del Congo) produzca un efecto histérico inducido por los medios de comunicación mundiales tan brutal. Pero claro, el sarampión es algo que vende poco por su antigüedad y además es algo que les pasa a los negros africanos.

En la temporada de gripe de 2019 murieron por esta afección en España 6.300 personas pero la gripe es algo muy asumido, que parece tener poco impacto histérico. Necesitaríamos el fantasma de la mal llamada gripe española que mató a 50 millones de personas a nivel mundial en 1918 para darle el nivel de alarma social que ahora se quiere extender en las conciencias de la población de todos los países.

Tengo para mí que esta enfermedad es una oportunidad para un experimento de ingeniería social, para comprobar hasta qué punto puede ser posible controlar a importantes contingentes de población, para estudiar cuál puede ser el nivel de aceptación colectiva a medidas que restrinjan la libertad de movimiento, de expresión y de información. Y, como derivada de ese control social de cualquier otra libertad.

Cuando el nivel de poder omnímodo de los Estados, ligada a la paranoia colectiva sembrada, ponga en peligro a la economía capitalista mundial veremos con qué rapidez remite la alarma social por el coronavirus. Hay cosas sagradas que no se tocan.

En cualquier caso, quiero dejar claro que la cuestión no está en el origen del COVID-19 ni en las teorías conspiranoicas que sirven al mismo objetivo que supuestamente dicen combatir sino en la oportunidad del uso social y político que han encontrado el capital y sus Estados en esta coyuntura para ensayar formas de control que generen mucha más aceptación que disenso en un mundo futuro en el que la explotación y la dominación de clase a través de los Estados necesitarán gigantescas dosis de resignación y pasividad.

En un mundo en el que la vigilancia de cámaras de calle y en lugares cerrados de tipo público o privado lo invaden todo, donde los sensores biométricos son ya una realidad cada vez más implantada, en la que el temor a los atentados terroristas hace que escáneres nos muestren desnudos en los aeropuertos y que puedan conculcarse garantías ciudadanas en nombre de la seguridad, en el que las empresas vigilan el uso que hacen sus empleados de sus ordenadores, en el que se ha instalado en la mentalidad de los borregos ciudadanos que no hay que temer a la creciente vigilancia y control estatal y privado de las personas porque el que no ha hecho mal nada tiene que ocultar, una plaga como la del coronavirus es muy útil para ejercer el control social.

Si aquél no es suficiente, mientras haya Facebook, Twitter, Instagram, Tinder y “La isla de las tentaciones” habrá una masa imbécil lo bastante numerosa como para que su complicidad los convierta en vícitmas de su opresión. Sin unas convicciones que vayan mucho más allá de las razones que da el ser humano para confiar en él sería fácil convertirse en un nazi. 

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"TARDE O TEMPRANO, NOS INFECTAREMOS"

[11] El español que busca la vacuna del Covid-19 en EEUU: "No vamos a poder parar el virus"

El catedrático Adolfo García Sastre, uno de los virólogos españoles más reconocidos del mundo, cree que es inevitable que el coronavirus Covid-19 se convierta en endémico

 

Por JOSÉ PICHEL

EL CONFIDENCIAL

05/03/2020

Adolfo García Sastre dirige en Nueva York el Instituto Global de Salud y Patógenos Emergentes.

 

Adolfo García Sastre (Burgos, 1964) dirige en Nueva York el Instituto Global de Salud y Patógenos Emergentes en la Escuela de Medicina de Icahn en el Hospital Mount Sinai, uno de los centros de referencia de Estados Unidos. Convertido en uno de los virólogos más destacados del mundo, con cientos de publicaciones científicas relevantes, su trabajo se ha centrado sobre todo en la gripe, para intentar conocer los factores que la convierten en una enfermedad más grave o más leve. El conocimiento que genera su equipo de investigación sirve para desarrollar mejores vacunas y nuevos tratamientos antivirales. En su laboratorio también se estudian otros virus, desde el virus respiratorio sincitial a los flavivirus (dengue, fiebre amarilla o zika). Y, ahora, cómo no, el coronavirus.

La irrupción de SARS-CoV-2 hace que desde hace semanas esté completamente centrado en este problema, sobre todo en la búsqueda de una posible vacuna. Aunque cree que los chinos serán más rápidos, su trabajo es hallar una solución segura y eficaz porque probablemente será necesaria. García Sastre habla de ello en una entrevista telefónica concedida a Teknautas desde Nueva York.

PREGUNTA. El nuevo coronavirus no deja de compararse con el virus de la gripe. ¿En qué se parece y en qué se diferencian?

RESPUESTA. La vacuna contra la gripe o los antivirales que tenemos no funcionan, así que son distintos, pero se transmiten de forma muy parecida y la enfermedad que causan también es similar, puede ir desde muy suave a muy severa. La gran diferencia con la gripe estacional es que hay personas que no se infectan porque la han tenido hace poco o porque la vacuna les ha funcionado bien. En la gripe pandémica, como la gripe A de 2009, no existe esa inmunidad, así que el número de infecciones puede ser mayor y, en ese sentido, se parece más.

P. ¿Las medidas que se están tomando servirán para contener la epidemia?

R. Las medidas de contención, incluso aunque sean tan estrictas como las de China, no son efectivas para parar el virus. Va a llegar a los distintos países y se va a propagar. Sin embargo, al principio sirven para intentar ralentizar la transmisión. Si en una ciudad se infectan el 10% de las personas, es muy distinto que lo hagan en dos semanas que en cuatro meses. Al final del brote el número será el mismo, pero sin medidas de contención habría muchos casos en un periodo de tiempo muy corto y esto supone que también habría un mayor número de casos severos y se colapsarían los hospitales. Si se infectan 100.000 personas a la vez, sería muy difícil tratarlas.

Nunca vamos a poder saber cuánto de efectivas fueron las medidas de contención porque no podemos compararlas con lo que hubiese ocurrido sin ellas o si hubieran sido más fuertes. Haremos lo que se pueda para intentar no crear mucha disrupción social, para que las consecuencias de las medidas no sean mayores que las del virus, pero nunca sabremos cuál será su repercusión con respecto a la enfermedad.

 

Adolfo García Sastre.
Adolfo García Sastre.

 

P. ¿Qué escenario futuro nos dejará? ¿Será un virus que mutará como el de la gripe estacional?

R. Es difícil de predecir. Por lo que sabemos de otros coronavirus, no creo que sea tan mutable como el virus de la gripe. Es muy efectivo con respecto a la infección, así que es muy fácil que al final haya una gran cantidad de personas infectadas de aquí a un año. Sin embargo, esto también va a generar personas resistentes contra el virus, aunque no está claro si se necesita una o más de una infección; si es así, quizá la segunda o la tercera sean más leves. Esas resistencias harían que el virus tuviera un nicho más pequeño e infectase a niños de uno a diez años o a personas que no se han visto expuestas debido a que circula menos.

P. Pero los menores apenas están enfermando. Aunque en España tenemos algún caso, son leves.

R. No tenemos datos fiables de lo que ocurre en los niños, está claro que no les causa una enfermedad severa y casi no hay casos ni diagnósticos. Las razones pueden ser dos: que los niños son resistentes a la infección, lo que sería muy extraño, o que tienen una infección muy leve y prácticamente no tienen síntomas. Una vez que haya pasado el brote, y si causa muchos casos, como parece que va a ocurrir, quizá se convierta en un virus de niños y adolescentes que no cause muchos problemas. El resto de la población ya estará inmunizada. Y las generaciones del futuro se inmunizarán de niños, de tal forma que no tendrán problemas de adultos. También es probable que dentro de un año ya tengamos una vacuna. Si se usa o no, dependerá de cuánta gente se haya convertido en resistente a la infección y de cuántos casos graves estén ocurriendo.

 

Un trabajador, en el laboratorio de alta seguridad en el Centro Nacional de Biotecnología de Madrid. Este centro colaborará 'estrechamente' con el hospital estadounidense Mount Sinai de Nueva York para la consecución de una vacuna contra el coronavirus. (EFE)
Un trabajador, en el laboratorio de alta seguridad en el Centro Nacional de Biotecnología de Madrid. Este centro colaborará 'estrechamente' con el hospital estadounidense Mount Sinai de Nueva York para la consecución de una vacuna contra el coronavirus. (EFE)

 

P. Teniendo en cuenta el ritmo de propagación y el porcentaje de casos graves, ¿qué panorama nos espera?

R. Va a depender de si se comporta como un virus estacional, es decir, de que el número de casos disminuya o no según vamos entrando en la primavera y el verano. Esto no lo sabemos, porque no conocemos el comportamiento de este virus. Si realmente se transmite fundamentalmente durante el invierno y muy poco durante el verano, como pasa con la gripe, tendremos una primera ola de infecciones ahora, que disminuirá durante el verano, de manera que las infecciones se concentrarán en el hemisferio sur, donde será invierno. Después volverá con una segunda ola de infecciones en nuestro próximo invierno.

Las medidas van a contribuir a que no ocurran todos los contagios a la vez, pero tarde o temprano nos infectaremos

La otra posibilidad es que no se comporte de modo estacional y siga habiendo infecciones hasta que se alcance la suficiente inmunidad como para que empiece a bajar el número. ¿Cuántas infecciones tiene que haber para eso? Por lo menos tiene que estar infectada más del 10% de la población y yo creo que eso ocurrirá de aquí a un año. Eso quiere decir que tampoco tenemos que preocuparnos mucho de si nos vamos a infectar ahora, lo más fácil es que mucha gente acabe teniendo la enfermedad a pesar de las medidas que se pongan. Esas medidas, insisto, van a contribuir a que no ocurran todos los casos a la vez, pero tarde o temprano nos infectaremos.

P. Con millones de afectados habría muchos casos graves y muchos fallecimientos.

R. Se dice que rondan el 3%, pero ese número va a depender siempre del número de infecciones reales que hay y, como digo, no se detectan en niños ni en adolescentes. ¿Es porque no se infectan o porque no se diagnostican? La mayor parte de las infecciones de gripe y otros virus respiratorios ocurren realmente en ese sector joven de la población y eso quiere decir que a lo mejor tenemos 10 veces más infecciones de las que realmente se reportan. Eso haría que la mortalidad en realidad disminuyera del 3% al 0,3%. Incluso puede llegar al 0,1%. Es decir, que no sabemos con seguridad cuál es la letalidad de este virus, pero es muy probable que sea menor que la que estimada debido a que el número de diagnosticados no es igual al verdadero número de infectados.

 

Adolfo García Sastre (en el centro), con parte de su equipo.
Adolfo García Sastre (en el centro), con parte de su equipo.

También hay que tener en cuenta que la mayor parte de las muertes y casos severos ocurren en personas mayores o con enfermedades preexistentes, es lo mismo que pasa con la gripe. Es difícil que la mayor parte de adultos y niños sin condicionantes previos sufran una enfermedad severa.

P. ¿Qué puede recomendar un experto como usted?

R. Lo primero es tener cuidado con la gente mayor y la gente inmunosuprimida. En residencias de ancianos hay que poner medidas, porque si entra el virus el nivel de mortalidad es mucho mayor. Lo más importante es intentar evitar la enfermedad en ese sector. En cuanto al resto del mundo, seguramente tenga una gran probabilidad de ser infectado y una probabilidad muy pequeña de tener enfermedad severa.

P. ¿La neumonía que causa el SARS-CoV-2 tiene alguna peculiaridad?

R. El espectro de enfermedad de los virus respiratorios es muy amplio y la neumonía siempre es grave. Una de las cosas que es un poco distinta y que en este virus es problemática es que parece que la gente tarda bastante en recuperarse. Los casos de neumonía por el virus de la gripe no duran tanto. Hay gente que llega a cuatro semanas de hospitalización y eso puede ser una fuente de problemas, de nuevo, por la misma razón: aunque al final se resuelvan, no es lo mismo tener una persona infectada en el hospital una semana que cuatro. Ocupa más tiempo y es más difícil tener camas para todo el mundo. Aún no sabemos lo suficiente como para prever cuántos casos habrá de neumonía prolongada, pero es un aspecto clave para conocer ser el impacto que va a causar el virus.

 

El virus SARS-CoV-2, aislado en un paciente.
El virus SARS-CoV-2, aislado en un paciente.

P. Las personas asintomáticas que contagian y los supercontagiadores tampoco son peculiaridades normales, ¿no?

R. No, justo por esto digo que es muy difícil que vayamos a poder parar el virus con las medidas de contención. En la epidemia de SARS la capacidad de transmisión de la enfermedad era parecida y también había supertransmisores, como ahora, pero la diferencia era que entonces se producían los contagios después de que hubieran aparecido los síntomas. En cambio, la mayor parte de las transmisiones que ocurren en Covid-19 son antes de los síntomas severos, es decir, antes de que una persona sepa que tiene la enfermedad y pueda ser aislada. SARS se pudo contener y el ébola también, porque se transmite cuando hay síntomas o cuerpos de personas que han muerto de la enfermedad.

P. Ustedes ya trabajan en el desarrollo de una vacuna y para ello colaboran con el equipo de Luis Enjuanes e Isabel Sola, del Centro Nacional de Biotecnología.

R. Son muy buenos colegas. Hemos pedido financiación a la Fundación Bill y Melinda Gates y a los National Institutes of Health. No existe una forma oficial de evaluar este tipo de proyectos, pero imagino que pronto se sabrá cuánto dinero hay disponible para trabajos relacionados con el nuevo virus. En todo caso, tanto su laboratorio como el mío nos hemos puesto a trabajar porque pensamos que es importante y, aunque no tenemos fondos específicos, usamos otros recursos.

P. Decía antes que la vacuna puede estar en un año. ¿Se pueden acortar los plazos habituales?

R. Eso va a ser muy interesante. Es probable que en China haya un proceso mucho más acelerado, mientras que en Europa y en Estados Unidos va a ser más lento, porque el tipo de ensayos clínicos que se van a realizar para probar que la vacuna no causa efectos adversos y es realmente eficaz lleva tiempo.

 

Un trabajador desinfecta las calles en Yunmeng, Hubei, China. (Reuters)
Un trabajador desinfecta las calles en Yunmeng, Hubei, China. (Reuters)

P. ¿Entonces ganarán la carrera los chinos?

R. Yo creo que los chinos desarrollarán una vacuna mucho más rápido que el resto del mundo, pero la vacuna solo estará probada en China y eso causará problemas, sobre todo si aún existe mucho miedo al virus. Algunos dirán que si en China hay una vacuna, por qué no la tenemos nosotros. La gente se preguntará si pueden conseguir una vacuna en China y verán que no está probada para usarla aquí. Si se desarrollan vacunas en países como China que no estén aprobadas fuera, podría haber piratería, exportación ilegal de vacunas o personas que viajen allí para vacunarse. Espero que no ocurra una cosa así, porque sería un escenario bastante caótico, pero puede ocurrir, así que hay que estar preparados y tratar de evitar problemas.

P. ¿Y qué pasa con los tratamientos antivirales?

R. Aún no sabemos mucho. Hay un fármaco experimental que se ha probado en animales, pero todavía tiene que pasar los ensayos clínicos. Puede haber otros, pero aún no se han descubierto.

P. Ha pasado una década desde la gripe A y apenas nos acordamos. ¿Cómo veremos este coronavirus en 10 años?

R. Como un episodio que pasó, pero habrá muchas críticas sobre las medidas de contención que se tomaron porque es muy fácil hablar 'a posteriori'.

 

Adolfo García Sastre.
Adolfo García Sastre.

 

P. ¿Saltarán otros virus de los murciélagos a los humanos?

R. Lo más triste de este episodio es que ya sabíamos que virus como el del SARS pueden ocasionar problemas, que hay una gran cantidad de virus parecidos en murciélagos y que las condiciones que fomentaron que SARS saltara a humanos no han cambiado. Con eso no quiero decir que se cierren los mercados de animales vivos, pero nadie controla si esos animales están infectados por algún virus parecido a SARS, que es lo que se debería hacer. Sabiendo que esto puede volver a ocurrir y que los virus que hay son muy parecidos a los del SARS, no se siguió trabajando en elaborar antivirales o vacunas, porque el SARS se acabó.

Incluso podríamos haber tenido una vacuna basada en SARS que funcionase ahora contra este nuevo coronavirus, porque son muy similares. Lo mismo pasa con los antivirales. Podíamos haber estado más preparados, sabíamos que esto podía pasar y lo que teníamos que hacer para mitigarlo.

P. ¿Aprenderemos la lección y evitaremos la próxima epidemia?

R. Si este virus se propaga y se vuelve endémico, como parece que va a ocurrir, es muy probable que el sistema inmune humano llegue a ser capaz de prevenir la infección por un virus similar. Depende de cómo acabe esto, pero es posible que no nos tengamos que preocupar más de los virus que se parezcan al SARS.

Sin embargo, hay otros virus que sabemos que causan problemas y que están ahí: el ébola, el Nipah o arbovirus como el zika. Hay virus similares que no sabemos si van a explotar o no, así que es importante mantener la financiación. Para la próxima gripe pandémica hay fondos, pero para los virus emergentes solo se destina financiación cuando ocurre la emergencia, no antes, y una vez que han pasado se vuelven a disipar. Y eso es un problema.

[12] Los ‘chalecos amarillos’ desafían al coronavirus y marchan en París

Varios cientos de manifestantes salen a la calle a pesar de los llamamientos a la “responsabilidad” ciudadana y la prohibición de congregar a más de cien personas

 

Por Silvia Ayuso

EL PAIS 

París - 14 MAR 2020

 

Los exteriores del Museo del Louvre, cerrado, este sábado sin apenas gente.HENRI SZWARC (EUROPA PRESS)

 

Ni el coronavirus con los constantes llamamientos a ser prudentes para evitar la expansión del Covid-19 ha detenido a los chalecos amarillos. Varios centenares de manifestantes salieron a marchar este sábado por el centro de París, en su semana 70 de protesta, a pesar de que el Gobierno ha prohibido las concentraciones de más de cien personas y que incluso figuras del movimiento que hace un año puso en jaque al Ejecutivo de Emmanuel Macron habían pedido públicamente suspender por una vez las movilizaciones. A media tarde, la policía ya había realizado 25 detenciones e impuesto decenas de multas.

Dos de las figuras más conocidas de los chalecos amarillos, Jérôme Rodrigues y Maxime Nicolle, también habían apelado a la “responsabilidad de cada uno” a la hora de decidir si era una buena idea salir a la calle o no en las circunstancias actuales.

Varios cientos de chalecos decidieron que sí y marcharon por el sur de la capital rodeados de agentes de la policía, con los que algunos protagonizaron varios incidentes. La policía anunció la detención de al menos 25 personas, multas a otras 60 y la realización de casi un millar de controles.

Aunque el primer ministro, Édouard Philippe, anunció el viernes que quedaban prohibidas las concentraciones de más de cien personas —hasta ahora eran de mil— “de inmediato”, el ministro del Interior matizó después que el Gobierno no pensaba prohibir las manifestaciones porque se les acusaría de “cuestionar la democracia”, aunque recomendaba a los organizadores que las “aplazaran”.

“Las movilizaciones y las concentraciones en la calle no están prohibidas porque no hay que dejar que se piense que, en nombre de una razón sanitaria, el debate político se cierra, pero al mismo tiempo, invito a cada uno y cada una a aplazar esas movilizaciones”, declaró el ministro, que en las últimas horas ha hecho varios desplazamientos para controlar las medidas de seguridad ante la celebración este domingo de las elecciones municipales, que el Gobierno tampoco ha querido aplazar.

Al contrario que en otros países como Italia o España, en Francia las medidas de confinamiento de la población no son aún drásticas. En un discurso nacional la noche del jueves, el presidente, Emmanuel Macron, anunció el cierre de todo el sistema escolar hasta nueva orden y pidió a la población mayor de 70 años o con problemas de salud crónicos o cardiacos que se quede en casa, aunque el Gobierno ha precisado que no considera que sea un problema que acudan el domingo a las urnas. El viernes, llegó la prohibición de las concentraciones de más de cien personas, lo que ha llevado al cierre de museos, cines y teatros, pero no de bares, que la pasada noche aún estaban bastante concurridos, si bien se notaba menos movimiento que en otras ocasiones. También el tráfico era sensiblemente menor este sábado y muchas calles y parques estaban menos concurridos de lo habitual.

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[13] Cifras de infectados se disparan en Europa

 

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ESTOS SON LOS ENFERMOS MÁS VULNERABLES

[14] Ten mucho cuidado con el Covid-19 si ya sufres estas enfermedades

El virus SARS-CoV-2 causa más casos graves y fallecimientos en personas con otras patologías, pero no están claros los mecanismos por los que sucede

Por José Pichel

EL CONFIDENCIAL 

10/03/2020 

 

Suele decirse, con ánimo de tranquilizar o como prueba de que el Covid-19 no es tan grave —aunque en mucha gente causará el efecto contrario—, que afecta más a las personas mayores y con 'enfermedades de base'. Sin embargo, poco se comenta acerca de esas patologías que pueden complicar la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2. El volumen de pacientes aún es escaso —salvo en China— para llegar a grandes conclusiones, pero desde el comienzo del brote se vio que muchos de los casos graves eran de pacientes con hipertensión, diabetes o enfermedades cardiovasculares.

Un estudio sobre las características clínicas de pacientes chinos, publicado la semana pasada en la revista 'The New England Journal of Medicine', indica que el 73,3% de los fallecidos tenía otras enfermedades o, dicho en términos médicos, presentaba algún tipo de comorbilidad. Los autores de este análisis comparan los datos con los de la epidemia de SARS, cuando los fallecidos que sufrían otras dolencias fueron el 46%, y con los del MERS (60%).

Estos coronavirus anteriores fueron más letales para la población general, sin necesidad de asociarse con otras enfermedades. En cambio, SARS-CoV-2 es inicialmente menos agresivo, por eso los expertos insisten en que en la mayoría de los casos los pacientes no fallecen 'por' coronavirus, sino 'con' coronavirus, porque su verdadero efecto ha sido agravar patologías preexistentes.

Pero, exactamente, ¿qué enfermedades nos vuelven más vulnerables ante el coronavirus? Un estudio publicado en la revista 'JAMA' el 7 de febrero ha servido de referencia para los expertos. Aunque solo incluía el análisis de 138 personas que habían requerido hospitalización, entonces era el más amplio sobre los perfiles de los enfermos y por eso el Ministerio de Sanidad lo incluyó en sus informes técnicos. El 46,4% tenía enfermedades crónicas de base: el 31,2% hipertensión, el 14,5% enfermedades cardiovasculares, el 10% diabetes, el 7% cáncer, el 5% enfermedad cerebrovascular y el 3% enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

De hecho, el procedimiento de actuación frente a casos de infección del ministerio incluye un formulario sobre los casos en investigación en que los facultativos deben notificar una lista de factores de riesgo y enfermedades de base que incluye estas dolencias, aunque le suma otras, como problemas hepáticos, renales o inmunodeficiencias (por ejemplo, VIH).

 

Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

 

Un estudio más amplio y más reciente, también con pacientes chinos, rebaja un poco las cifras. Son 1.590 pacientes hospitalizados, de los que 399 (el 25,1%) tenían alguna comorbilidad. Con respecto al total de los pacientes ingresados, el 16,9% sufría hipertensión, el 8,2% diabetes y el 3,7% enfermedades cardiovasculares. Aunque la forma de clasificar las patologías y los porcentajes cambia, todos los estudios coinciden en cuáles son las enfermedades que más relación tienen con los casos graves de coronavirus.

Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaborado por una misión conjunta entre expertos chinos e internacionales habla, entre otras muchas cosas, del riesgo individual. Hasta el 20 de febrero, se habían confirmado 55.924 casos, de los que habían muerto 2.114. Analizando esos fallecimientos, el informe indica que la tasa de letalidad para personas con enfermedad cardiovascular llegaba al 13,2%. Para quienes sufren diabetes, era del 9,2%; para personas con hipertensión, del 8,4%; para los que tienen EPOC, del 8%, y en caso de cáncer, del 7,6%.

En general, los resultados no son muy diferentes a los de otras enfermedades respiratorias. Una investigación española publicada en 'PLOS ONE' hace justo un año alertaba sobre las complicaciones de la gripe (incluyendo diversos tipos). Los investigadores analizaron los casos de 1.726 pacientes que habían sido hospitalizados en Cataluña, de los cuales 595 (34,5%) ingresaron en la UCI y 224 (13%) fallecieron. El 76,3% sufría alguna comorbilidad y las más frecuentes eran las enfermedades cardiovasculares (29,4%), la EPOC (25,6) y la diabetes (25%).

¿Por qué sucede?

Algunos especialistas consideran que es demasiado pronto para estimar cuáles son los mecanismos por los que la infección provocada por el virus SARS-CoV-2 se puede combinar con otras patologías y ocasionar complicaciones graves o la muerte. “Hay estudios descriptivos que nos informan de las características que tienen las personas que han fallecido, pero no son análisis predictivos acerca de cuál de estas enfermedades específicamente hace que aumente la mortalidad, para eso hace falta más investigación”, explica a Teknautas Jesús Rodríguez Baño, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Virgen Macarena de Sevilla.

En general, “la infección condiciona una descompensación de las enfermedades de base y se produce una respuesta anómala del organismo, que puede ser exagerada o insuficiente, pero los mecanismos patogénicos no se conocen bien”, apunta. Sin embargo, la cuestión está más estudiada en otras patologías con síntomas parecidos a los del Covid-19, especialmente en el caso del virus de la gripe. Según la Fundación Española para el Corazón, los pacientes cardiovasculares son un grupo de riesgo ante enfermedades respiratorias debido a un conjunto de mecanismos que los hacen más sensibles.

 

Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

 

Por ejemplo, se ha comprobado que el virus de la gripe puede ocasionar inflamaciones que afecten a las arterias o al propio corazón, llegando a desencadenar infartos. Además, el simple hecho de que las vías respiratorias sufran una infección puede hacer mella en los pacientes con insuficiencia cardiaca por falta de respiración o ahogo, tanto en una situación de esfuerzo como de reposo.

Con respecto a la diabetes, esta enfermedad debilita el sistema inmune hasta tal punto de que las personas con tipo 2 tienen tres veces más probabilidades de ser hospitalizadas por la gripe. No obstante, “la diabetes es muy heterogénea, habría que ver si algunos tipos o fases más o menos avanzadas de la enfermedad condicionan la respuesta al coronavirus”, apunta el especialista.

El enigma de la hipertensión

El caso de la hipertensión, que aparece muy destacada en los estudios, es más curioso, porque no es un factor de riesgo claro en otras infecciones. “No sabemos si puede ser simplemente un hecho asociado, porque quienes la sufren son personas mayores y con otro tipo de enfermedades, o si tiene alguna relevancia en sí misma”, comenta el experto. No obstante, ya hay teorías acerca de este enigma. “El virus utiliza una molécula para entrar en las células, lo que se llama un receptor, y esa molécula se inhibe cuando se toman fármacos para la hipertensión. Por ahí podría haber algún tipo de relación, pero no tenemos información al respecto, es una idea completamente especulativa en este momento”, añade.

También llama la atención de los expertos que en los estudios del nuevo coronavirus no hay mucha incidencia de la inmunodepresión que pueden sufrir, por ejemplo, los pacientes de cáncer. “No se contabilizan muchas personas en tratamiento con fármacos que parezcan estar claramente inmunosuprimidas. No sabemos si no está reflejada esta variable o si la población sometida a estos tratamientos en China no es tan alta como aquí, pero también tenemos que analizar este tema”, comenta Rodríguez Baño.

 

Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Por otra parte, el hecho de que existan enfermedades de base no está relacionado con los pocos pacientes jóvenes que han presentado un cuadro grave o que incluso han llegado a fallecer, según este experto, que también es presidente de la Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas. “Esto ocurre siempre con las enfermedades virales, y más si son infecciones nuevas o emergentes. Pueden afectar a personas concretas que estén sanas y producir un cuadro inflamatorio pulmonar muy exagerado. Lo vimos con la gripe A y con el SARS, y ahora también en este caso. Para los jóvenes, que haya una enfermedad de base no parece determinante”, comenta.

 

Por otra parte, el hecho de que existan enfermedades de base no está relacionado con los pocos pacientes jóvenes que han presentado un cuadro grave o que incluso han llegado a fallecer, según este experto, que también es presidente de la Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas. “Esto ocurre siempre con las enfermedades virales, y más si son infecciones nuevas o emergentes. Pueden afectar a personas concretas que estén sanas y producir un cuadro inflamatorio pulmonar muy exagerado. Lo vimos con la gripe A y con el SARS, y ahora también en este caso. Para los jóvenes, que haya una enfermedad de base no parece determinante”, comenta.

En ese sentido, los datos sobre las enfermedades asociadas a los casos graves forman parte del estudio de la enfermedad y no deberían provocar alarma, según explica. “La edad es la variable más relevante”, apunta. En todo caso, las personas mayores que además sufran alguna de estas dolencias deberían extremar las precauciones relacionadas con las recomendaciones generales, como tener en cuenta la higiene de las manos o evitar los lugares con muchas personas.

La sepsis como causa final de fallecimiento

Otro aspecto relacionado con la mortalidad provocada por el nuevo coronavirus es la sepsis. “Es un síndrome muy inespecífico. Cuando una persona tiene determinados síntomas, como la hipotensión o el fallo de órganos vitales provocados por una infección, pasamos a calificar la situación como sepsis. Sin embargo, no es un cuadro diferente, estaremos ante una neumonía con sepsis”, señala el responsable del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Virgen Macarena de Sevilla, “y se habrá llegado a ese punto debido a la infección y a las demás enfermedades de base”.

No obstante, Marcio Borges, coordinador nacional del Código Sepsis, ha explicado en un artículo publicado por la Agencia SINC que ante un nuevo reto como el Covid-19, “una intervención precoz y más rápida es clave para salvar vidas”. Los pacientes afectados por el SARS-CoV-2 “acaban sucumbiendo a la desproporcionada respuesta defensiva que desencadena su propio sistema inmunitario y que conduce a un fallo multiorgánico”, pero España es uno de los países mejor preparados para afrontar esta situación, porque 150 hospitales tienen implantado el Código Sepsis, un protocolo de respuesta rápida para atender a los pacientes que sufren el síndrome y cuyo número se puede incrementar por la irrupción del coronavirus.

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[15] En aguas desconocidas

La epidemia del coronavirus nos induce a pensar que este sistema es inhumano e inviable. El problema es que no sabemos hacia dónde nos llevará la anunciada crisis mundial ni qué futuro nos preparan

 

Por Rafael Poch

CTXT

11/03/2020

 

 

Con casos detectados en más de cien países y brotes preocupantes en varios de ellos (y subiendo), ya nadie parece discutir la importancia de la pandemia. Caen bolsas, se rompen cadenas de suministro mundiales y una recesión global está a la vuelta de la esquina. Las aclamadas comparaciones iniciales con la simple gripe ya se han guardado discretamente en el cajón. También han remitido, aunque no han cesado, las campañas de ridiculización de China y el desprestigio de sus líderes, que ahora resulta que lo hicieron bastante bien (repasen las portadas de febrero de los grandes semanarios anglosajones y germanos).

Las reticencias iniciales de los gobiernos europeos a tomar medidas drásticas, perdiendo un tiempo precioso, para contener la expansión del coronavirus y subestimando las evidencias de una emergencia global, recuerdan a la actitud habitual en materia de crisis climática. No es que “desde que existe el Covid-19 ya no ocurre nada, ya no hay cambio climático”, es que es lo mismo: el mismo ciego dirigiendo la cordada.

En Bruselas, radiografía plana. El viernes se contaban en Europa unos 7.000 afectados, una cifra comparable a la que China registró el 30 de enero. Para entonces en China ya llevaban una semana adoptando drásticas medidas de contención. “Esos datos permiten considerar probable que Europa vaya a ser afectada por la pandemia de una forma más fuerte que China”, señala Alexander Unzicher, un experto alemán que hace suya la máxima “Es más sabio alarmarse pronto que alarmarse tarde”.  El comunicado de la Comisión Europea del 4 de marzo decía lo siguiente: “Vigilamos la situación de muy cerca y haremos todos los esfuerzos necesarios”. De momento, las cosas ocurren en los estados nacionales. En Italia, un médico de Bergamo, Daniele Macchini, ha causado gran impresión al explicar que, a causa de la saturación de pacientes y a la escasez de aparatos de respiración, los médicos tienen que elegir entre los casos graves a aquellos que tienen mayores posibilidades de sobrevivir. La situación cambia de una semana a otra: comienzan a escucharse patrióticos discursos de los jefes de gobierno europeos a sus ciudadanos.

Para evitar los colapsos sanitarios hace falta más dinero, si no se quiere poner en mayor riesgo el mismo sanctasanctórum del templo capitalista, el sistema productivo

Aislamiento. ¿Una saludable cura de adelgazamiento en casa, en el torbellino de esta absurda hiperactividad? Hay mucha gente que no puede permitirse un aislamiento sin paga durante dos semanas. En el documento de 27 páginas del Gobierno británico sobre la respuesta al virus se contempla un escenario en el que “hasta uno de cada cinco empleados podría ausentarse del trabajo en las semanas agudas”. ¿Cómo gestionarán eso?

Según un informe de 2015, hasta 56 países, ricos y pobres,  recortaron sus presupuestos de sanidad tras la crisis financiera de 2008. Hoy esos recortes, como la disciplina presupuestaria en general, se hacen indefendibles. Para evitar los colapsos sanitarios hace falta más dinero, si no se quiere poner en mayor riesgo el mismo sanctasanctórum del templo capitalista, el sistema productivo. La virtud presupuestaria, antigua vaca sagrada, se convierte en una memez. ¿Nuevas condiciones para lo público y el keynesianismo? ¿Habrá un “corona-bono” en la UE?

En Estados Unidos, la gran potencia más rica parece mal preparada. Su sanidad en manos privadas ofrece un buen terreno para la propagación del problema. El presidente idiota que cerró el Consejo de Seguridad Nacional de la unidad de salud global –puesta en marcha en 2014 tras la crisis del Ébola– y que disolvió el equipo encargado de coordinar las diferentes agencias gubernamentales de salud en caso de pandemia le quita importancia al asunto del coronavirus. El Congreso dedica a la pandemia 8.300 millones de dólares, menos de una décima parte del coste de un año de guerra en Afganistán, y los medios de comunicación parecen más preocupados por las repercusiones en la bolsa que por el coste humano. Cuando se necesita una estrecha colaboración y cooperación internacional para afrontar una crisis que avisa, una vez más, sobre la integración e interdependencia de este mundo en sus problemas, la mentalidad sigue siendo la misma: las sanciones contra Irán complican sobremanera la crisis de su sistema de salud cuando está lidiando con un número de afectados muy elevado. Imperium über alles.

“Un duro golpe a la economía globalizada”, se dice. Esa economía basada en la locura de la extrema movilidad-contaminación, en el frenesí de la búsqueda del menor coste salarial, de la santificación del low cost. Un golpe a su modo de vida excesivo, obeso y acelerado por la digitalización, con sus estreses y profusión de tesis, informes y pensamientos en 200 caracteres y 20.000 likes por minuto que jalonan la expansión de la estupidez moderna.

El Congreso de Seguridad Nacional (EE.UU) dedica a la pandemia 8.300 millones de dólares, menos de una décima parte del coste de un año de guerra en Afganistán

Un golpe, también, a la especialización en las cadenas de producción. Los principios activos, la esencia de las propiedades terapéuticas, del 80% de los medicamentos consumidos en la UE se producen en China. Golpe a los monocultivos de las economías nacionales, desde el turismo de España hasta la exportación de automóviles de Alemania. Las pandemias contienen una advertencia en pro de la diversificación, la suficiencia y la proximidad. El ministro de economía francés, Bruno Le Maire, ya está glosando “la imperativa necesidad de relocalizar cierto número de actividades”, de restablecer “una soberanía económica”, francesa o europea (EU, first!), e incluso apunta la necesidad de crear un “Airbus de la batería para el coche eléctrico”. ¿Todo tan claro?

Si no sabemos ni cuánto durará esta vaina, ni cómo evolucionará, ni hasta dónde llegará. ¿Se quedará en nada, o en poca cosa? No es que “la propaganda de los grandes grupos económicos y mediáticos oculte la realidad e impida comprender adecuadamente lo que está ocurriendo”, como se ha dicho. Es mucho más simple: estamos entrando en aguas desconocidas.

Y al mismo tiempo una “sensación Chernobyl”. Tampoco entonces sabíamos las consecuencias de aquellas nubes radioactivas. Se especulaba mucho, pero había una clara certeza de que era algo chungo. Y después de eso quedaba una sensación en la trastienda: la de un desastre que se sumaba a otros y que concluía en la afirmación de la perestroika: ¡no se puede seguir viviendo así (так жить нельзя!), esto tiene que petar! Este sistema es inhumano. No sirve, no es viable para un futuro decente. El problema es que no sabemos hacia dónde petará el anunciado shock mundial ni qué futuro nos preparan.

 
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                      EL AVANCE DEL VIRUS

[16] ¿A qué edad se está muriendo por coronavirus en el mundo?

Los primeros datos de Europa incrementan la edad de los fallecidos con respecto a China, lo que tiene que ver con características poblacionales y sanitarias distintas

Por José Pichel
 
12/03/2020
 
Foto: Reuters
 

La recién declarada pandemia mundial de coronavirus se ceba especialmente en las personas mayores. Probablemente, ese es uno de los datos más repetidos sobre el Covid-19, pero cuando ponemos la lupa, vemos que el perfil de los fallecidos no es exactamente el mismo en los distintos países. Las estadísticas de China indican que el 20% de los fallecidos tenía más de 80 años, pero en Italia, que ya acumula un número de casos importante, esa cifra se dispara hasta más del 56%.

Hasta ahora, casi todo lo que sabemos de la enfermedad procede del gigante asiático, que ha estado acumulando decenas de miles de casos desde hace casi tres meses y, por lo tanto, ha dado pie a realizar los principales estudios. Sin embargo, es probable que el aumento de las cifras de Italia, España o Francia dibuje un perfil ligeramente distinto, que tiene más que ver con las características demográficas, sociales y sanitarias europeas.

Un detallado análisis de los casos chinos publicado a finales de febrero en la revista 'JAMA' explica el perfil de los pacientes del país, que se contaban por más de 72.000 en aquel momento. La franja de edad con más contagios está entre los 50 y los 59 años (acumulan un 22,4% del total), seguida de los que están en la década de los 60 y de los 40 (19,2% en ambos casos), así como de los treintañeros (17%). Bastante menos casos hay entre los 70 y los 79 años (8,8%) y entre los mayores de 80 (3,2%).

Sin embargo, la mortalidad no tiene mucho que ver con esa distribución, sino que se dispara con la edad. Casi un tercio de los fallecidos tenía entre 70 y 79 años (30,5%) o entre 60 y 69 (30,2%), mientras que los mayores de 80 años suponen la quinta parte de las muertes (20,3%). El 12,7% tenía entre 50 y 59 años, mientras que los fallecidos menores de 50 son muy pocos.

En cualquier caso, para conocer el riesgo que implica tener más o menos años es más útil conocer la tasa de letalidad, es decir, la proporción de personas que mueren por la enfermedad, en este caso, en cada franja de edad. Según ese mismo estudio, el 14,8% de las personas de 80 o más años con Covid-19 fallece, también el 8% de los que tienen entre 70 y 79 años y el 3,6% de los que se encuentran entre los 60 y los 69 años.

Italia: un perfil más envejecido

En todos los países es así: las muertes se concentran entre las personas mayores. Sin embargo, la distribución no es exactamente la misma. Al comparar China con Italia, podemos encontrar notables diferencias. Mientras que en China las muertes en mayores de 80 años solo suponen el 20%, en Italia son bastantes más de la mitad. En concreto, el tramo de edad entre los 80 y los 89 años acumula el 42,2% de los fallecimientos y el 14,1% tiene 90 o más años, según un estudio del Istituto Superiore di Sanità (ISS).

“En general, en Europa nuestra pirámide de población está muy envejecida, hay mucha más gente mayor que en China y otros países. La tasa de letalidad en personas jóvenes es muy baja, y además nosotros nos estamos centrando sobre todo en las personas mayores, entre las que el riesgo de que se produzcan fallecimientos se incrementa”, explica Ignacio Rosell, experto en medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Valladolid.

Por lo tanto, las diferencias se podrían explicar, simplemente, porque la distribución por edad no es la misma. “El riesgo de morir de los jóvenes es más bajo, pero eso vale para el conjunto de la salud, las comparaciones brutas nos pueden engañar, muere más gente en Alemania que en Guatemala porque hay más personas mayores”, señala. En realidad, para realizar una comparación rigurosa, habría que estandarizar la distribución por edad de la población de cada país, pero para eso habría que conocer la edad de cada caso y tener un gran volumen de datos, según el experto.

 

Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

 

No obstante, también pueden influir ciertos factores sanitarios. Por ejemplo, el control de las enfermedades que se asocian a los casos más graves, como las patologías cardiovasculares o la diabetes, no es igual en todas partes y, por lo tanto, podría incrementar el riesgo de mortalidad por coronavirus en pacientes más jóvenes. “China aún está en desarrollo, tiene una población más joven pero con factores de riesgo mucho mayores, como el tabaquismo o la contaminación. Imaginemos cómo podía ser la calidad del aire en Wuhan, una ciudad de 11 millones de habitantes”, señala Juan Ayllón, virólogo de la Universidad de Burgos.

“Los números más grandes y los estudios más concienzudos se corresponden con la población china”, recuerda. Y eso es importante porque “sociológicamente y en términos de salud, no es exactamente como la nuestra. Incluso podría invitarnos a rebajar un punto la alarma, porque estamos viendo que en China fallecía gente joven con más frecuencia que en el resto del mundo. Su población es distinta, su demografía también y sus factores de riesgo, más”, añade.

Las diferencias entre China y Europa hacen que algunos estudios no sirvan para España

El perfil de los fallecidos en otros países de Europa, como España y Francia, se parece mucho más al de Italia, con una mayoría de casos por encima de los 80 años, aunque, una vez más, las cifras aún son escasas comparadas con las italianas de cara a realizar comparaciones que estadísticamente sean significativas.

Las diferencias de mortalidad total

Sin embargo, al margen de las edades, también llama la atención la tasa de letalidad de cada país, es decir, el número de fallecidos con respecto al número de casos diagnosticados. En España es del 2,2% y en Francia, del 1,8%. Sin embargo, los extremos marcan diferencias muy marcadas. En Corea del Sur, solo fallece el 0,7% de los infectados, mientras que en Italia la tasa llega al 6,1%. Los actuales datos de China sitúan la cifra en el 3,9%.

La cifra tan baja de Corea es “porque realizaron muchísimas pruebas y al detectar muchos casos leves la mortalidad baja un montón”, explica Ayllón. Por el contrario, “en Italia hay muchísimo virus circulando que no se ha detectado y la prueba es que a nosotros nos ha llegado el problema debido a eso. Si la letalidad allí es muy alta, se debe sobre todo a que se han detectado muchos menos casos leves y asintomáticos”.

 

Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

 

Todo depende “de los recursos y del esfuerzo que se dediquen a hacer diagnósticos”, pero “hacer diagnósticos porque sí no tiene sentido”, opina. “Llegaríamos a la conclusión de que hay mucha más gente infectada y reduciríamos la estadística de letalidad, pero no sacaríamos nada en limpio. Sería gastar recursos y ocupar personal. A los jóvenes solo les diríamos que su catarro es coronavirus y colapsaríamos más el sistema”.

El despliegue de Corea del Sur con los test sirvió, a la postre, para evitar muertes

La obstinada búsqueda de casos de Corea del Sur, en cambio, se puede explicar “por situación geográfica y por tiempo de reacción: sabían que les iba a llegar e hicieron un esfuerzo extra para hacer un barrido y les ha salido bastante bien, porque parece que tienen controlado su brote. Estaban preparados y podían dedicar esos recursos”. No obstante, Corea del Sur tiene un nivel de desarrollo y una demografía similares a los de Italia y España y, además, un sistema de salud público similar, que figura entre los mejor puntuados del mundo. Por eso, las estadísticas reales deberían ser más parecidas de lo que dicen los datos, según Ayllón.

No obstante, fuera de China los números de muertes son tan bajos que realizar cálculos de la letalidad para sacar conclusiones resulta, en opinión de este especialista, poco riguroso, ya que cualquier circunstancia concreta hace variar las estadísticas. “En España, tenemos una letalidad media, pero se nos ha disparado porque hemos tenido brotes en residencias de ancianos y sabemos que en población de riesgo puede dispararse a más del 10%”, destaca. El factor de la edad también provoca distorsión en los datos en otros sentidos. Por ejemplo, “algunos pacientes que fallecen con coronavirus habrían muerto igual por otras causas, hay gente de más de 90 años con varias patologías”.

¿Afecta más a los hombres?

Un aspecto del perfil de los fallecidos que está dando pie a menos comentarios es el sexo, a pesar de que los datos de China también marcan importantes diferencias. En principio, en los pacientes afectados ya se marca una pequeña diferencia, el 51,4% son hombres y el 48,6%, mujeres. Sin embargo, lo más llamativo es que el Covid-19 resulta mucho más letal para el género masculino, ya que el 63,8% de los muertos son hombres, frente a un 36,2% de mujeres.

“Hay determinadas enfermedades que son más frecuentes en mujeres y otras en varones”, comenta Rosell. “Las mujeres tienen mejores defensas ante agresiones externas una vez que tienes el virus. Pero, además, los varones se exponen más, porque su tasa de empleo y sus relaciones sociales son mayores y probablemente esto está más marcado en China. Están más en contacto con grandes colectivos en empresas o en bares, trabajan con más frecuencia fuera y eso facilita que la tasa de contagio sea mayor”, apunta.

 

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[17] EL DISTÓPICO CORONAVIRUS 

 

Por Anibal Malvar

PUBLICO 

11/03/2020

 

Resulta inquietante observar cómo se parece la película real que estamos viviendo con el coronavirus a los argumentos más tópicos del género cinematográfico de epidemias, pandemias y bichitos minúsculos en general. La acción siempre empieza en un país remoto, preferiblemente un poco geoenemigo, y es observada por el capitalismo de bien con una mezcla de condescendencia y estupefacción: qué cosas les pasan a estos chinos.

Hasta las escenas costumbristas de esta película real se parecen a las imaginadas antes por los guionistas de California: el otro día, en no sé qué televisión, entrevistaban a un niño de primaria sobre el origen del Covid-19, que tiene nombre y figura de mascota de juegos olímpicos. "Empezó porque un chino se comió un murciélago", balbuceaba el escolar ante la cámara. Era una ternura de escena, muy hollywoodiense.

Ahora entramos en el nudo de la trama, cuando la invasión global del bicho ya provoca en todos los países conflictos entre la seguridad, la prevención y los derechos fundamentales. Las gentes se confinan, los bares se cierran, los hospitales se colapsan, el temor fagocita las relaciones sociales y familiares, las calles se deshabitan, los colegios se llenan de espectros, los supermercados se desabastecen, las bolsas se desploman y, sin embargo, todos procuramos mantener una flemática apariencia de normalidad. Salvo los adolescentes, que telefonean a sus amores como si acabaran de volver a ver el desenlace de Titanic. Pero lo harían igual sin coronavirus, sospecho.

Ahora ya estamos entrando en una crisis de la trama que Hollywood nunca ha resuelto muy realistamente. ¿Qué pasará si el virus no remite con el calor? ¿Si muta repentinamente hacia variedades más mortíferas y despiadadas? ¿Si no se consigue una vacuna y tenemos que pasar el resto de nuestra vida aislados para no propagarlo?

Da la impresión de que, si la humanidad no se extingue por culpa del bicho ese, cosa que nos tendríamos merecida, el ser humano contemporáneo va a tener oportunidad de aprender bastantes cosas sobre sí mismo. En primer lugar, que no queda nadie capaz de salvar el mundo, ahora que Bruce Willis se nos ha hecho tan mayor. Había que haberlo pensado antes.

El neoliberalismo --también llamado sálvese quien pueda-- no sirve para enfrentar una pandemia. Por supuesto, las clases pudientes, esas minorías del 1% que copan la mitad de la riqueza mundial, van a estar más protegidas. Pero no se sabe cómo podrán reaccionar los de abajo --incluida la burguesía-- cuando la desigualdad se perciba como un asunto urgente de vida o muerte. Todo el mundo ha visto El planeta de los simios, uno de los grandes alegatos ecologistas de la historia del cine.

Algunos tuiteros están apuntando a fórmulas menos drásticas que los simios y, en lugar de esclavizar directamente a la oligarquía humana, se conforman con requisar por emergencia nacional todos los recursos de la sanidad privada para hacer frente a esta crisis. Al parecer, todos los casos de coronavirus que está sospechando la privada los deriva inmediatamente hacia la pública, en fehaciente prueba de su inutilidad para la medicina real, la que hace sanas las calles y no solo cura de rinitis a los duques esnifadores de rapé. Hasta a Javier Ortega Smith han osado derivarlo a la pública, asumiendo el riesgo de que se ponga aun más enfermo de lo que está, que ya es difícil.

Quizá no sería mal momento para que la película continuara con los bancos devolviendo los 60.000 millones que les prestaron los españoles cuando el rescate, para ver si sirven para detener el virus o, al menos, paliar sus efectos. Pero no es un final muy made in Hollywood, salvo que en la escena final el You never can tell de Chuck Berry ponga a mover las caderas a Ana Patricia Botín y Pablo Iglesias al estilo de John Travolta y Uma Thurman en Pulp Fiction. No se lo deseo a ninguno de los cuatro.

De momento, como distopía iniciática antes de encontrar el desenlace del guión, preparémonos para vivir desde casa un mundo de teletrabajo, teleamor, teletiendas, teleamistad, telesueños, televiajes, telefiestas, telefunerales, teleorgías, telecenas, telenaturaleza, telemiedo y, por supuesto, mucha, mucha televisión.

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[18] EL MAL VERDE 

Por Suen K. Gift 

Escritora

Rice fields on terraced of Mu Cang Chai, YenBai, Rice fields prepare the harvest at Northwest Vietnam.Vietnam landscapes.

 

¿Qué está ocurriendo en el Mundo ahora mismo? Está ocurriendo que la humanidad no es consciente, realmente, de todo el daño que llega a producir y que permite porque quienes controlan el Mundo son el dinero y la corrupción. Con menos de 300 fallecidos se está creando una alarma mundial alta cuando todos los días cientos de seres vivos inocentes son olvidados en guerras por el control geopolítico. Sin embargo, cuando algo, como el coronavirus, es una amenaza global, aquí, la humanidad reacciona. Todos los días los seres vivos de este planeta se ven afectados por las decisiones realizadas mediante el dinero y a través de actos corruptos.

Eso que llaman “coronavirus” no es realmente lo que dicen que es, sino que es una semilla transgénica modificada en laboratorio que ha mutado. No es de origen animal y sólo afecta a los humanos. ¿Y cómo es posible esto? Porque lo que está ocurriendo es lo siguiente:

La albúmina de sangre humana es ampliamente usada en cirugías. Un equipo encabezado por Yang Daichang, un experto que hace parte del programa “Mil talentos” de China, ha realizado investigaciones con semillas de arroz durante 12 años para producir albúmina de sangre humana.

Los estudios han sido financiados por la empresa farmacéutica Healthgen Biotechnology Corp. for Human Health, con sede en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, la cual se especializa en el desarrollo y comercialización de productos innovadores, libres de componentes animales. Hasta ahora, la compañía ha invertido 200 millones de yuanes (US$ 29 millones) en el proyecto.

La firma, cuyos laboratorios están en la Base Nacional Bioindustrial de Wuhan, tiene el plan de producir a gran escala albúmina de sangre humana a partir del arroz.

https://clustersalud.americaeconomia.com/tiinnovacion/china-aprueba-ensayos-clinicos-con-albumina-hecha-de-arroz

Han usado un espécimen vegetal para algo animal, como otros tantos experimentos que se suelen realizar de manera privada en laboratorios de todo el mundo. Sí, la humanidad no entiende que se están realizando atrocidades con los seres vivos y con el planeta en sí, y quienes realizan esos experimentos no se hacen responsables de los daños colaterales que los mismos pueden provocar.

Con la autorización para las pruebas clínicas, la albúmina empezará a ser utilizada en agosto, y podría llegar al mercado en un lapso de entre cuatro y cinco años.

China padece una severa escasez de albúmina de sangre humana, calculada en 100 toneladas al año. El 60% de la demanda nacional de 420 toneladas depende de las importaciones.

La seguridad es también una preocupación en lo que tiene que ver con el plasma suministrado por donantes, debido a la amenaza que representan enfermedades como el VIH/SIDA y la hepatitis.

El equipo de Yang implantó albúmina de sangre humana en semillas de arroz. A medida que van creciendo, las semillas continúan elaborando la proteína. Las pruebas han permitido determinar un grado de pureza del 99,9999% y una tasa de productividad de 10 gramos por cada kilogramo de granos de arroz, según los investigadores.

El Centro para la Evaluación de Medicamentos, subordinado a la Administración de Alimentos y Medicamentos de China, señaló que la proteína de sangre humana extraída del arroz es “segura y efectiva”, y que su calidad puede ser verificada fácilmente. 

https://clustersalud.americaeconomia.com/tiinnovacion/china-aprueba-ensayos-clinicos-con-albumina-hecha-de-arroz

No, esa proteína de sangre humana extraída del arroz no es segura ni efectiva porque lo que está ocurriendo actualmente es justamente eso, que la proteína ha sido alterada:

This product is intended for laboratory research use only. It is not intended for diagnostic, therapeutic, clinical, household, or any other applications.

https://www.cyagen.com/us/en/product/osrhsa-recombinant-human-serum-albumin.html

¿Qué ocurriría si a una célula vegetal alterada para uso humano sufriera una modificación de la misma proteína a través de cierto virus? Es decir, ¿y si el virus fuera capaz de modificar esa misma célula de la misma manera que ha sido creada?

Viruses are ubiquitous parasites of cellular life and the most abundant biological entities on Earth. It is widely accepted that viruses are polyphyletic, but a consensus scenario for their ultimate origin is still lacking. Traditionally, three scenarios for the origin of viruses have been considered: descent from primordial, precellular genetic elements, reductive evolution from cellular ancestors and escape of genes from cellular hosts, achieving partial replicative autonomy and becoming parasitic genetic elements. These classical scenarios give different timelines for the origin(s) of viruses and do not explain the provenance of the two key functional modules that are responsible, respectively, for viral genome replication and virion morphogenesis. Here, we outline a ‘chimeric’ scenario under which different types of primordial, selfish replicons gave rise to viruses by recruiting host proteins for virion formation. We also propose that new groups of viruses have repeatedly emerged at all stages of the evolution of life, often through the displacement of ancestral structural and genome replication genes.

https://www.nature.com/articles/s41579-019-0205-6

¿Qué ocurriría si aquello que se creía que era un avance y beneficioso para el ser humano se convirtiera en lo que realmente le destruye? ¿Una creación de laboratorio en el que se usa sangre humana infiltrada en una semilla de arroz, consiguiendo crear un virus que ataca solo a humanos? ¿Qué es sino el cáncer? Son células sanas que se convierten en destructoras del resto de células corporales. Lo que está ocurriendo, y tiene como base lo denominado “coronavirus”, es realmente un cáncer humano a gran escala creado en laboratorio. ¿Y cómo ha sido transmitido a humanos?

Empecemos por conocer el personaje principal. ¿Qué es OsrHSA?

Recombinant human serum albumin derived from Oryza sativa (rice grain). It is a highly purified animal-, virus-, and prion-free product developed as an alternative to plasma-derived HSA ( pHSA ), in which it is structurally equivalent.

https://www.cyagen.com/us/en/product/osrhsa-recombinant-human-serum-albumin.html#/tab1

¿Y qué tiene que ver lo anterior con lo que está ocurriendo actualmente? Pues que existe una relación entre la compañía Cyagen Bioscence, con sede principal en California (USA) y la localidad de Wuhan, desde donde se originó el foco de propagación. Es decir, quizás el origen del problema no es sólo asiático…

HeLa cells (CCTCC, Wuhan, China) were grown in DMEM supplemented with 10% FBS (Invitrogen), penicillin (100 units/ml) and streptomycin (100 μg/ml) at 37°C in a 5% CO2 incubator. Lentivirus expressing two shRNA hairpins specifically for ZNF268 (shZNF268) or control lentivirus were purchased from Cyagen Biosciences, China. 

https://www.cyagen.com/media/uploads/cyagen_35ffa4b00c4ec55_fBn5jvl.pdf

¿Y cómo habría llegado esa mutación del plasma vegetal a la cadena humana? Una posibilidad podría ser la siguiente:

Applications:
– Development of mammalian cell cultures.
– Supplementation of serum-reduced / serum-free culture media.
– Cell storage and cryopreservation.
– Formulation, vaccine, antibody, and regenerative medicine research and development.

https://www.cyagen.com/us/en/product/osrhsa-recombinant-human-serum-albumin.html#/tab1

Más información acerca del tema:

Gained a number of patented technologies, Healthgen Biotechnology has achievements in developing and commercializing products, such as: OsrHSA (recombinant human serum albumin), OsrAAT (recombinant α1-anti-trypsin), OsraFGF (recombinant acid fibroblast growth factor), and OsrbFGF (recombinant basic fibroblast growth factor). Meanwhile we are experiencing cooperation with other prospective biotechnology and pharmaceutical companies in expressing their ideal proteins or peptides.

https://www.cphi-online.com/wuhan-healthgen-biotechnology-corp-comp244797.html

¿Pero por qué elegir el país asiático? Porque esa mutación se desarrolla en ambientes altos en contaminación y porque Wuhan se encuentra en un lugar estratégico:

En la actualidad, Wuhan es considerado como el centro político, económico, financiero, comercial, cultural y educativo de China central.7​ Es un importante centro de transporte, con docenas de ferrocarriles, carreteras y autopistas que pasan por la ciudad y se conectan con otras ciudades importantes.8​ Debido a su papel clave en el transporte doméstico, a Wuhan a veces se lo conoce como “el Chicago de China” por fuentes extranjeras.9​10​11​ El “Canal de Oro” del río Yangtze y su afluente más grande, el río Han, atraviesa el área urbana y divide a Wuhan en los tres distritos de WuchangHankou y Hanyang. El puente de Wuhan sobre el río Yangtsé cruza el mismo Yangtsé en la ciudad. La presa de las Tres Gargantas, la central eléctrica más grande del mundo en términos de capacidad instalada, se encuentra cerca.

Wuhan cuenta con tres zonas de desarrollo nacional, cuatro parques de desarrollo científico y tecnológico, más de 350 institutos de investigación, 1 656 empresas de alta tecnología, numerosas incubadoras de empresas e inversiones de 230 empresas Fortune Global 500.12​ 

https://es.wikipedia.org/wiki/Wuhan

¿Y por qué he llegado a esta conclusión? Porque yo ya escribí acerca de esto: PROPHETIA

Si me equivoco será una equivocación que sólo habrá recurrido en tiempo, porque a la vista está que realizar combinaciones entre genes humanos y genes vegetales no debería ser algo permitido, sobre todo porque las cadenas de transmisión genética condicionan al espécimen y a su descendencia.
 

 

 

 

 


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