VIVE Y DEJA VIVIR
Por Carmen Formoso
“Oírla (leerla) es lo mismo que si te hablasen de un cuadro pintado sobre “venturina” (sobre cuarzo pardo amarillento con láminas de mica dorada en su masa), pero no sabes lo que significa realmente, y sin embargo estás dispuesto a repetirla porque te suena bien, porque te suena a frase del mundo de los sabios…
Sería bueno poder meterse con una frase tan vulgar en el mundo de los pensadores, en el mundo de los sabios. Es difícil introducirse en ellos porque la conjetura del sabio es más sólida que la certeza del ignorante, y la vemos en esa célebre frase de “sólo sé que no sé nada”, porque la sabiduría viene más del corazón y no tanto de la inteligencia.
Una frase como esta (vive y deja vivir), sólo es un exceso de franqueza que a veces se convierte en indecencia, como la desnudez. Porque la mejor forma de poder vivir socialmente es trasmitir a los demás la impresión de que ayudarse es un gran provecho para todos, y esto es fácil de entender porque no estamos rodeados de tontos (aunque lo parezca), y lo que resulta más curioso es que a estas alturas alguien comulgue con eso de que la vida cuanto más vacía, mejor, (¿…?)
Realmente en el viaje de la vida no existen los caminos llanos, y el hacerla más agradable a los demás, es muy importante, no lo de “no me molestes, que yo paso de todo” (o sea: vive y deja vivir). Sí. Es una buena traducción, porque la dicha frasecita lleva un enorme exceso de egoísmo personal y de ignorancia, porque la vida sigue, y siguen sucediendo cosas aunque te empeñes en tener otros planes en solitario, y los dramas se terminan convirtiendo, con el paso del tiempo, en auténticas comedias. Amigos, cuando ofrecemos algo positivo sentimos una satisfacción imposible de explicar, porque esto está al abrigo de la envidia y es independiente de la fortuna…
Pero me pregunto si es posible ser tan desgraciado, sentirse tan abandonado, que lo único que se desee sea un refugio para ocultarse de la gente exigiendo que te dejen en paz. ¿Para que no te moleste nadie, a lo anacoreta? Muy triste, amigos, muy triste… Y muy cobarde, amigos, muy cobarde… Muy ególatra, amigos, demasiado ególatra, demasiado narcisismo…
El procedimiento más seguro de hacernos más agradable la vida es hacerla agradable a los demás.
Que tengáis un buen día”.
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DEMOCRACIA COMPLETA: LIBERTAD, INICIATIVA, COOPERACIÓN Y ESPONTANEIDAD
Por Erich Fromm
No podemos, sin sufrir grave perjuicio, aceptar la pérdida de ninguna de las conquistas fundamentales de la democracia moderna, ya se trate del gobierno representativo –esto es, el gobierno elegido por el pueblo y responsable frente a él-, o de cualquiera de los derechos garantizados a todo ciudadano por la Declaración de los derechos del Hombre.
Ni podemos hacer concesiones con respecto al nuevo principio democrático, según el cual nadie debe ser abandonado al hambre –pues la sociedad es responsable por todos sus miembros-, ni al miedo y la sumisión, o bien condenado a perderse el respeto a sí mismo a causa del temor al paro y a la pobreza. Estas conquistas fundamentales no solamente han de ser conservadas, sino que también deben ser desarrolladas y fortalecidas.
LA DEMOCRACIA COMPLETA AÚN NO HA SIDO PUESTA EN PRÁCTICA
A pesar de haber alcanzado este grado de democracia (que, sin embargo, estamos aún muy lejos de haber puesto en práctica de manera completa), debe reconocerse que el mismo no es todavía suficiente.
El progreso de la democracia consiste en acrecentar realmente la libertad, iniciativa y espontaneidad del individuo, no sólo en determinadas cuestiones privadas y espirituales, sino esencialmente en la actividad fundamental de la existencia humana: su trabajo.
Podríamos llamar a este nuevo orden socialismo democrático, pero, en verdad, el nombre no interesa; todo lo que cuenta es el establecimiento de un sistema económico racional que esté al servicio de los fines de la comunidad.
Debemos reemplazar la manipulación de los hombres por la cooperación activa e inteligente, y extender el principio del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, desde la esfera política formal a la económica.
LA REALIZACIÓN DE LA LIBERTAD RADICA EN LA PARTICIPACIÓN
El único criterio acerca de la realización de la libertad es la de la participación activa del individuo en la determinación de su propia vida y en la de la sociedad, entendiéndose que tal participación no se reduce al acto formal de votar, sino que incluye su actividad diaria, su trabajo y sus relaciones con los demás. Si la democracia moderna se limita a la mera esfera política, no podrá contrarrestar adecuadamente los efectos de la insignificancia económica del hombre común.
Pero tampoco son suficientes los remedios puramente económicos, como el de la socialización de los medios de producción. No me estoy refiriendo ahora al empleo engañoso de la palabra socialismo, tal como ha sido aplicada –por razones de conveniencia táctica- en el nazismo. Me refiero a Rusia, donde el socialismo se ha vuelto un término ilusorio, pues aunque se ha realizado la socialización de los medios de producción, de hecho una poderosa burocracia maneja la vasta masa de la población.
Esto necesariamente impide el desarrollo de la libertad y del individualismo, aun cuando la fiscalización gubernamental pueda salvaguardar efectivamente los intereses económicos de la mayoría del pueblo.
LA DEMOCRACIA Y EL FASCISMO, MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS
Nunca se ha abusado más que ahora de las palabras para ocultar la verdad. A la traición de los aliados se la llama apaciguamiento; a la agresión militar, defensa contra los ataques; la conquista de naciones pequeñas es tildada de pacto de amistad, y la supresión brutal de poblaciones enteras se efectúa en nombre del nacionalsocialismo.
También las palabras democracia, libertad e individualismo llegan ser objeto de tal abuso. Hay una sola manera de definir el verdadero significado de la diferencia entre fascismo y democracia. Ésta constituye un sistema que crea condiciones políticas, económicas y culturales dirigidas al desarrollo pleno del individuo. El fascismo, por el contrario, es un sistema que, no importa cuál sea el nombre que adopte, subordina el individuo a propósitos que le son extraños y debilita el desarrollo de la genuina personalidad.
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ERICH FROMM, El miedo a la libertad. Paidós, 1982. Filosofía Digital, 2006
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