La masonería en las Artes: “El hombre que pudo reinar”, de John Huston e “If”, de Rudyard Kipling – republicado

Si… 

Si puedes mantener la cabeza cuando todo a tu alrededor 
pierde la suya y te culpan por ello; 
Si puedes confiar en ti mismo cuando todos dudan de ti, 
pero admites también sus dudas; 
Si puedes esperar sin cansarte en la espera, 
o, siendo engañado, no pagar con mentiras, 
o, siendo odiado, no dar lugar al odio, 
y sin embargo no parecer demasiado bueno, ni hablar demasiado sabiamente;

Si puedes soñar-y no hacer de los sueños tu maestro; 
Si puedes pensar-y no hacer de los pensamientos tu objetivo; 
Si puedes encontrarte con el triunfo y el desastre 
y tratar a esos dos impostores exactamente igual, 
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho 
retorcida por malvados para hacer una trampa para tontos, 
O ver rotas las cosas que has puesto en tu vida 
y agacharte y reconstruirlas con herramientas desgastadas;

Si puedes hacer un montón con todas tus ganancias 
y arriesgarlo a un golpe de azar, 
y perder, y empezar de nuevo desde el principio 
y no decir nunca una palabra acerca de tu pérdida; 
Si puedes forzar tu corazón y nervios y tendones 
para jugar tu turno mucho tiempo después de que se hayan gastado 
y así mantenerte cuando no queda nada dentro de ti 
excepto la Voluntad que les dice: “¡Resistid!”

Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud 
o pasear con reyes y no perder el sentido común; 
Si ni los enemigos ni los queridos amigos pueden herirte; 
Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado; 
Si puedes llenar el minuto inolvidable 
con un recorrido de sesenta valiosos segundos. 
Tuya es la Tierra y todo lo que contiene, 
y —lo que es más— ¡serás un Hombre, hijo mío!

                                                                                                                        Rudyard Kipling

 

 

 

El hombre que pudo reinar (1975)

Dirigida por John Huston 

 
 
Título original: The Man Who Would Be King (1975)
Duración 129 min.
País: Estados Unidos
Dirección: John Huston
Guion: John Huston, Gladys Hill (Historia: Rudyard Kipling)
Música: Maurice Jarre
Fotografía: Oswald Morris
Reparto: Sean Connery, Michael Caine, Christopher Plummer, Saeed Jaffrey, Doghmi Larbi,Shakira Caine, Karroom Ben Bouih, Jack May, Mohammed Shamsi, Albert Moses,Paul Antrim, Graham Acres
Productora: Columbia Pictures / Devon/Persky-Bright / Allied Artists
 
Sinopsis:
Danny Dravot y Peachy Carnehan, dos aventureros que viajan a la India en 1880, sobreviven gracias al contrabando de armas y otras mercancías. Un día, deciden hacer fortuna en el legendario reino de Kafiristán. Después de un durísimo viaje a través del Himalaya, alcanzan su meta justo a tiempo para hacer uso de su experiencia en el combate y salvar a un pueblo de sus asaltantes. Está inspirada en un relato de Kipling. (FILMAFFINITY)
 
Premios: 
1975: 4 nom. al Oscar: Mejor guión adaptado, montaje, vestuario, dir. artística
1975: Globos de Oro: Nominada Mejor banda sonora original
1975: Premios BAFTA: Nominada a Mejor fotografía y vestuario
1975: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión adaptado drama

https://es.wikipedia.org/wiki/The_Man_Who_Would_Be_King_(pel%C3%ADcula)

 

 

 

 

 

 

ENLACES DE INTERÉS: 

Rosevelt, Truman y Wallace (documental de Oliver Stone) 

Orígenes de la masonería en los Estados Unidos de Norteamérica

 

Rudyard Kipling

 

Inteligencia Emocional en estado puro: el poema “Si” de Rudyard Kipling

 

Artículo publicado el 15 de noviembre de 2013 en
 

En una ocasión el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa dijo que los novelistas son creadores de fantasías porque con su obra tratan de contribuir a la creación de un mundo mejor al que todos queremos pertenecer. Aclaró que, si bien la generalidad de la ficción literaria jamás se alcanza en la realidad cotidiana, sí es cierto que ayuda a que el hombre y la sociedad se superen. Un punto de vista interesante el de Vargas Llosa, perfectamente aplicable al amplio campo del Management.

En esta ocasión, volvemos sobre un tema que ya hemos tratado: la inteligencia emocional. Pero lo haremos hoy mirándola desde el que consideramos quizás como el mejor decálogo posible para resumir el ámbito y alcance de la inteligencia emocional: el poema “Sí” de Rudyard Kipling.

Es certero, deja poco espacio al comentario. Pero además es simple y profundo al mismo tiempo, como las grandes obras. Nosotros lo hemos incorporado como un marco de referencia en los estudios de liderazgo, porque es una lección de vida y de gran utilidad para formación y entrenamiento de directivos en las técnicas de inteligencia emocional.

Vamos a analizar párrafo por párrafo:

“Si puedes mantener en su lugar tu cabeza cuando todos a tu alrededor, han perdido la suya y te culpan de ello.”

Explica el autocontrol. Saber enfrentarse a una crisis ejerciendo un liderazgo en los demás cuando están alterados y nerviosos por la gravedad de lo sucedido. La frialdad al tomar decisiones no implica falta de sentimientos respecto a las personas que interviene en aquellas, o que son como lo está demostrando la crisis actual, la consecuencia de tener que tomarse decisiones que no le gustan ni al mismo líder. Y tiene que tener la cabeza fría para hacerlo.

“Si crees en ti mismo cuando todo el mundo duda de ti, pero también dejas lugar a sus dudas.”

No solamente uno debe creer en uno mismo sino no transmitir inseguridad en nuestras conductas y decisiones. El líder es humano y en algún momento puede tener dudas y miedos, pero debe gestionarlos de manera tal de no mostrarlos a su equipo.

“Si puedes esperar y no cansarte de la espera; o si, siendo engañado, no respondes con engaños, o si, siendo odiado, no te domina el odio. Y aun así no pareces demasiado bueno o demasiado sabio.”

La paciencia en el liderazgo también es una virtud. Respecto a los envites negativos como engaños y odios que recibimos, no deben tener una respuesta equivalente, pero tenemos que esforzarnos en no dar la sensación de que somos débiles o poco experimentados o demasiado flexibles.

“Si puedes soñar y no hacer de los sueños tu amo; si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo; si puedes conocer al triunfo y la derrota, y tratar de la misma manera a esos dos impostores.”

Tanto los ideales como los objetivos tienen que pisar suelo firme. No exaltar demasiado el éxito y tampoco deprimirse innecesariamente en el fracaso. Kipling describe mejor que nadie al “hombre armónico”.

“Si puedes soportar oír toda la verdad que has dicho, tergiversada por malhechores para engañar a los necios. O ver cómo se rompe todo lo que has creado en tu vida, y agacharte para reconstruirlo con herramientas maltrechas.”

Aguantar la difamación o medias verdades que se digan de uno, así como cuando tenemos que soportar la pérdida de algo que hemos trabajado y construido durante un tiempo, pero agachándonos para volver a reconstruirlo de nuevo, implica la capacidad de respuesta para reponerse inmediatamente, no compadecernos ni lamernos las heridas y afrontar el desafío de volver a empezar.

“Si puedes amontonar todo lo que has ganado y arriesgarlo todo a un solo lanzamiento; y perderlo, y empezar de nuevo desde el principio y no decir ni una palabra sobre tu pérdida.” “Si puedes forzar tu corazón y tus nervios y tus tendones, para seguir adelante mucho después de haberlos perdido, y resistir cuando no haya nada en ti salvo la voluntad que te dice: ¡resiste!”

Insiste Kipling en los riesgos que se corren en la vida, en perderlo todo y volver a intentarlo. Es la afirmación de no rendirse jamás. El líder puede tener muchas virtudes, pero que no le falte la voluntad, especialmente cuando las cosas no salen bien. Hemos dedicado más de un artículo al fenómeno de los errores en las decisiones tomadas y cómo hacer para capitalizarlas, para buscar de ellas la enseñanza para afrontar en el futuro situaciones similares.

“Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud. o caminar junto a reyes, y no distanciarte de los demás. Si ni amigos ni enemigos pueden herirte. Si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado. Si puedes llenar el inexorable minuto, con sesenta segundos de lucha brava…”

Kipling resalta la virtud de la humildad. El líder que se siente próximo a su gente, que no le importa escuchar de primera mano los problemas. Que le hable a los suyos con el corazón y demuestre su capacidad de empatizar. Que esté distante pero suficientemente cerca de los problemas, para que no le afecten y pueda tomar las decisiones pertinentes, manteniendo la objetividad y su sentido de justicia.

“Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, y lo que es más: serás un hombre, hijo mío.”

El final del poema es épico. En cuanto al liderazgo sabemos que es pragmático, aunque los valores inherentes a un buen líder también tienen cierto aire místico, de trayectoria y de fama. Porque como Kipling afirma que “serás un hombre, hijo mío”, el buen líder lo es porque le siguen a la persona y lo que representa, más que a las decisiones que toma por muy acertadas que sean. Prevalece el hombre por encima de la organización.

Este es el legado de Kipling en una obra corta, pero quizás uno de los máximos exponentes de la literatura universal, porque el poema “Si” es la descripción real de la propia vida cotidiana de los hombres.

***

Autores:

José Luis Zunni es Director Edición Online ECOFIN, Miembro de la Junta Directiva de Economistas Críticos, Ponente de Seminarios de Liderazgo y Management de la EEN y Coordinador del FORO DE MANAGEMENT Y NUEVA ECONOMÍA DE LA EEN, Analista de la realidad actual y especialmente en los aspectos económicos, políticos y sociales, Experto en Management y formador de directivos y profesionales en las técnicas de liderazgo.

Eduardo Rebollada Casado es miembro de la Junta Directiva de Economistas Críticos y Consultor y analista de la realidad social, política y económica.

 

If—

If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you;
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or, being lied about, don’t deal in lies,
Or, being hated, don’t give way to hating,
And yet don’t look too good, nor talk too wise;

If you can dream—and not make dreams your master;
If you can think—and not make thoughts your aim;
If you can meet with triumph and disaster
And treat those two imposters just the same;
If you can bear to hear the truth you’ve spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to broken,
And stoop and build ‘em up with wornout tools;

If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: «Hold on»;

If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with kings—nor lose the common touch;
If neither foes nor loving friends can hurt you;
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds’ worth of distance run
Yours is the Earth and everything that’s in it,
And—which is more—you’ll be a Man my son!

Si…

 

Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor
la han perdido y te culpan a ti.
Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero también aceptas que tengan dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no incurres en el odio.
Y aun así no te las das de bueno ni de sabio.

Si puedes soñar sin que los sueños te dominen;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso,
y tratar a esos dos impostores de la misma manera.
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho,
tergiversada por villanos para engañar a los necios.
O ver cómo se destruye todo aquello por lo que has dado la vida,
y remangarte para reconstruirlo con herramientas desgastadas.

 

Si puedes apilar todas tus ganancias
y arriesgarlas a una sola jugada;
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón, y tus nervios y tendones,
a cumplir con tus objetivos mucho después de que estén agotados,
y así resistir cuando ya no te queda nada
salvo la Voluntad, que les dice: «¡Resistid!».

Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, sin menospreciar por ello a la gente común.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos pueden contar contigo, pero ninguno demasiado.
Si puedes llenar el implacable minuto,
con sesenta segundos de diligente labor
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y —lo que es más—: ¡serás un Hombre, hijo mío!

***

 

 


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