Sibel Edmonds y el terrorismo de Gladio B (1)
Dice Philip Giraldi, ex oficial de alto rango de la CIA durante largos años, que La mayoría de los estadounidenses nunca han oído hablar de Sibel Edmonds. Y si el gobierno de Estados Unidos impide que sea conocida (como así ha sucedido), nunca lo sabrán”, salvo, añadiría yo, como es lógico, para un pequeño grupo de disidentes (o no “conformes” con el actual “statu-quo” dictado por las élites del poder estadounidense) que han dado a conocer el trabajo de investigación y denuncia de Edmonds. Huelga decir que en el resto del mundo (y no digamos aquí, en la España panderetil y pestilente del neofranquismo PPopular, del PSOEGAL y de sus dos marcas blancas, los farsantes Ciudadanos y Podemos), el nombre de Sibel Edmonds es igualmente ignoto.
Sibel Edmonds es una mujer como la copa de un pino que se ha atrevido a contar-denunciar lo que otros prefieren ocultar en las alfombras del silencio cómplice. Edmonds es de origen azerí-iraní y vivió en Turquía hasta finales de los años ochenta. Luego emigró a EEUU, donde se graduó en Psicología y Derecho Penal en la Universidad George Washington, donde terminó un Master. Nueve días después de ocurrir los (auto) atentados del 11 de septiembre de 2001 fue contratada por el FBI para ejercer de traductora de turco y persa en la División de Contra-inteligencia. Ha escrito dos libros: “Mujer confidencial (o clasificada)” (Classified Woman) y “El Gladio solitario” (The Lone Gladio), el segundo, un “thriller” político de ficción basado en la trama terrorista Gladio, pero con un claro trasfondo, real, sobre el que operó la organización “stay-behind” creada por la CIA y la OTAN que, de alguna manera, se solapa con la historia novelada. También es editora del site web Boiling Frogs Post y presidenta de la Coalición de Denunciantes de Seguridad Nacional.
Edmonds, mientras estuvo trabajando en la Oficina Federal de Investigaciones (es decir, en el FBI), descubrió varias operaciones criminales que estaban en activo y que implicaban a ciudadanos extranjeros y funcionarios de alto nivel de los Estados Unidos, así como casos de corrupción al más alto nivel, venta de secretos nucleares, protección de sospechosos de terrorismo, además de transferencias ilegales de armas, tráfico de drogas o lavado de dinero. Cuando trató de informar sobre estas revelaciones le dijeron que se callara o si no ya sabía lo que le esperaba: el despido del FBI, seguramente, como primera advertencia. La denunciante Edmonds, como persistió en su empeño, se fue a la calle al cabo de año y medio.
Edmonds había descubierto que, desde el mismo Congreso estadounidense y el Departamento de Estado hasta su brazo armado del Pentágono, se dedicaban a efectuar todo tipo de operaciones y actividades ilegales en las que EEUU estaba implicada, en particular, actos terroristas que se estaban produciendo en varias partes del mundo. A pesar de acudir Edmonds a organismos gubernamentales como la Oficina del Inspector General del Departamento de Justicia, a las comisiones competentes del Congreso y el Senado, a la Cámara de Representantes y a aquella farsa denominada Comisión oficial del 11-s (o 9/11), su causa resultó ser una travesía en el desierto sin ningún, como era previsible, resultado práctico favorable. Tenía que cerrar la boca con un candado, lo que suponía que no debía publicar nada referente a “temas sensibles” de los que hubiera tenido conocimiento, ya fuese a través de medios escritos o mediante la publicación de libro alguno, ya que Edmonds había sido “habilitada al más alto nivel de seguridad en el FBI” (según ha confirmado ella misma).
Por tanto, si Edmonds quería publicar un libro estaba obligada a enviar el manuscrito (con carácter previo a su remisión a la editorial de turno) al Departamento de la División Especial de Justicia del FBI para que éste procediese a censurar lo que le viniera en gana. Esto sucedió con su libro Classified Woman que, para eludir el veto del FBI, tuvo finalmente que auto-publicarlo ella misma ya que las editoriales a las que acudió se negaron a ponerlo en circulación para no tener “problemas legales con el FBI”. No obstante, matiza Edmonds que fui cautelosa de no incluir cualquier información que, estando clasificada, pudiera afectar a una investigación penal en curso” ya que ello hubiera conllevado su inmediata detención y procesamiento.
De los medios controlados por el sistema, para amordazar su denuncia, Edmonds señala lo que todos conocemos y hemos sospechado siempre: Sabemos, dice la denunciante, que existe una íntima relación, incestuosa, entre los medios de comunicación estadounidenses dominantes, y sus editores, con las agencias gubernamentales de seguridad, en particular, la CIA y el Pentágono. Así que ellos (las organizaciones del Gobierno antes señaladas) sabían que tenían los frentes mediáticos bajo control, lo que significaba que mi libro no iba a ser ampliamente distribuido en las librerías. Ellos sabían que ninguno de los principales medios de comunicación, bajo ninguna circunstancia, iba a proporcionar ningún tipo de cobertura a mi libro.
Para conocer la génesis del Gladio B tenemos que remontarnos, una vez más, al otro Gladio (el anticomunista de la guerra fría), que es sobradamente conocida cómo fue establecida su estructura operativa y quiénes movieron sus hilos terroristas (leer a Daniele Ganser, Richard Cottrell, Paul L. Williams y otros investigadores como James Corbett, Thierry Messian, Webster Tarpley, Kevin Barrett o Wayne Madsen). Pero conviene volver a ello. Sibel Edmonds incide en lo mismo que sus colegas denunciantes, señalando que Tras la 2ª Guerra Mundial, después de la fundación de la CIA y la OTAN, ambas organizaciones crearon unidades paramilitares encubiertas en todo el mundo, principalmente en Europa, y en algunos países del Oriente Medio, para contrarrestar, básicamente, la influencia de la Unión Soviética y la expansión del comunismo como ideología. El papel de estas unidades paramilitares, financiadas, dirigidas, adiestradas y armadas por la CIA y la OTAN fue, durante los años que actuaron en Europa y en otras partes, crear eventos terroristas para luego echar la culpa de ello a organizaciones comunistas.
¿Qué ocurrió cuando la URSS se disolvió en 1990-1991? Se podría pensar, dice Edmonds, que con el fin de la Unión Soviética (y el “fin del comunismo”) Gladio iba a darse por zanjado. Pero no fue así ya que como afirma, con acierto, la americana, la lucha, en realidad, no era contra la ideología comunista sino la lucha por el dominio global. El comunismo era un espantapájaros que había sido utilizado y manipulado por el imperialismo a conveniencia (falsificando hasta lo infalsificable de, sobre todo, la URSS), como soporte justificativo de los planes hegemónicos de los emperadores del Nuevo Orden diseñado tras el fin de la II Guerra Mundial. Ahora, el islamismo, el terror con marca musulmana, ha reforzado esa tesis y es la “excusa” terrorista moderna de Occidente para continuar expandiendo el agresivo neocolonialismo grancapitalista de Wall Street, el FMI, la Trilateral, Bilderberg, los Rothschild, Soros o Rockefeller. Esta sería, a grandes rasgos, la esencia imperialista del crimen organizado por Gladio B a nivel mundial.
Por todo lo anterior cambiaron la denominación de Gladio a Gladio B (término acuñado, según Edmonds, en el propio FBI). Así pues, terminada la guerra fría, prosigue Sibel Edmonds, la nueva Operación Gladio se convirtió en una operación diferente (a partir de mediados de los años noventa) pero con el mismo modus operandi de la anterior, como era promover (por la Alianza Atlántica, la CIA y sus filiales de inteligencia euro-sionistas) eventos terroristas de falsa bandera, mediante la creación de unidades de fanáticos islámicos que se encargarían de llevar a cabo esos actos de terror, por lo que una vez organizado el caos asociado a las acciones de esa yihad, estaría justificada la intervención militar de la OTAN / CIA / Estados Unidos en países del Oriente Medio.
Pero no sólo de intervenciones militares directas vivían (y viven) los criminales anglosionistas, sino también de desestabilizar geopolíticamente a otros países, como es el caso de Rusia. El Cáucaso, territorio adyacente a Rusia fue uno de los objetivos primarios del Gladio B en los años 90, algo que ya señaló hace tiempo Edmonds, ya fuese mediante la utilización por la CIA del terrorismo checheno como, también, promover revoluciones de “colores” a través de ONG’s de la Agencia Central de inteligencia y las fundaciones golpistas de George Soros (en Ucrania, Georgia, la antigua Yugoslavia, etc). La expansión imperialista de la OTAN hacia países como Georgia o Azerbaiyan, lindantes con Rusia, es una estrategia para cercar al máximo al Kremlin. No hay que olvidar que una vez que los territorios del antiguo Pacto de Varsovia se convirtieron en vasallos de la OTAN, el botín de Moscú estaba mucho más cerca que nunca para los conquistadores globalistas.
Sibel Edmonds y el terrorismo de Gladio B (y 2)
Sibel Edmonds fue la primera, sino la única (tal vez con el francés Thierry Messian), que denunció, al comienzo de la barbarie siria, el hecho de que EEUU estaba armando a los llamados “rebeldes” quienes empezaban a organizarse (con ayuda externa) para combatir al gobierno de Bashar Al Asad. Este es otro capítulo del terrorismo Gladio B que desgrana muy bien Edmonds y que muchos, entonces, desconocían. Dice Edmonds que En 2011, meses antes de que llegaran todos los grandes titulares sobre Siria, nada sobre este país se había escrito en el New York Times, Washington Post y la CNN (y menos en sus lacayos mediáticos de medio mundo, incluidos los españoles). Basada en mis fuentes militares, de aquí (en Estados Unidos) y también de Turquía, había constatado el hecho de que fuerzas especiales de la CIA y la OTAN acantonadas en una base militar de la Alianza Atlántica situada en Turquía (en la parte sur del país, muy cerca de la frontera con Siria, llamada Incirlik), estaban reclutando y llevando a terroristas hacia el norte de Siria desde los campamentos donde les entrenaban al mando de la fuerza aérea de Estados Unidos. No sólo para luchar contra Assad, sino también para cometer atrocidades contra la población civil en varios pueblos y regiones de Siria. Siete u ocho meses después, de repente, el conflicto de Siria comenzó a llenar de titulares las noticias en los Estados Unidos.
Y, cómo no (y hago un punto y aparte sobre Edmonds) los titulares aparecieron también en tromba en los falsimedia españoles, donde, de forma preeminente, el influyente diario ELPAIS, se dedicó a tergiversar y manipular hasta la más brutal obscenidad la realidad siria, mediante un montaje mediático sin precedentes que incluyó el apoyo a una plataforma-ONG de falso activismo creada por la CIA, llamada Avaaz. Dicho movimiento globalista de “derechos humanos” (de supuesto ámbito internacional) denunciaba, cito bien, las casi 3.000 personas, que, según sus cálculos, habían desaparecido a manos del régimen sirio desde el inicio de las protestas ciudadanas el 15 de marzo de 2011, hasta mediados de ese año. Es decir, estos tipos hablaban sin vergüenza alguna y sin más pruebas que “sus propios cálculos” o los del conocido e infame Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los propagandistas de las mentiras de Occidente sobre la “guerra” en Siria. La plataforma-farsa Avaaz pedía, entonces, nada menos que a gobiernos como los de las dictaduras feudales de Kuwait y Qatar que enviaran delegaciones de derechos humanos a Siria.
Para dar forma y “lustre” propagandístico a la patraña anti-siria se habían sumado a la iniciativa de la CIA-ONG Avaaz, además de ELPAIS, medios tan “independientes” y comprometidos por la “verdad” como The Guardian (Reino Unido), Der Spiegel (Alemania) y la corrupta máquina de mentiras CNN estadounidense, la portavoz mediática de las invasiones militares de EEUU. Resultaba conmovedor cómo grandes grupos mediáticos, sponsorizados por el sionismo, la banca y lobbys empresariales, todos ellos con estrechos vínculos con los servicios de inteligencia de sus respectivos países y que hacen propaganda para la OTAN, se implicaban “solidariamente” en el ciberactivismo-tapadera como si de unos “alternativos” cualquiera se tratase. Sólo que faltaba en el guión quién estaba detrás del timo Avaaz y quién había diseñado su estrategia, muy en consonancia con los objetivos imperialistas de las potencias capitalistas. El que quiera saber un poco más de la impostura Avaaz puede darse una vuelta por aquí
El inteligente y superlativo análisis de Edmonds le lleva a una lógica conclusión: la creación de grupos terroristas por Occidente para desestabilizar Siria fue el punto de partida para la formación y puesta en marcha de la marca ISIS. Comenzó llamándose ISIL (es decir, Estado islámico de Irak y el Levante, cuya actividad se desarrolló originariamente en Irak), luego se denominó ISIS y ahora por sus siglas IS (o Estado Islámico) Los integrantes que formaban parte del llamado ISIS fueron cuidadosamente seleccionados en la base estadounidense de la OTAN en Turquía (Incirlik), donde fueron entrenados y adoctrinados sobre lo que tenían que hacer. Crearon, entonces, una nueva marca, apunta Edmonds, con el fin de sustituir a la vieja, es decir, a Al Qaeda.
Y es que la “marca” Al Qaeda como artilugio semántico gestado por la CIA y asesinos como el asesor de las guerras imperiales, Zbigniew Brzezinsky, estaba más que amortizada, habiendo cumplido su “propósito” germinal, tanto que, como dice con acertada analogía nuestra denunciante: después de doce años Al Qaeda comenzó a perder su empuje como marca terrorista, algo que no es muy diferente de cualquiera de esas estrategias infantiles de marketing empresarial donde las compañías sacan el mismo tipo de producto pero bajo una marca y envase diferentes, para incitar al consumo por parte de los usuarios. Por cierto, cabe hacer un inciso relevante. La invención de AlQaeda por las agencias de inteligencia occidentales no es una licencia “conspirativa” cualquiera sino algo que incluso denunció, en su día, el ex ministro de exteriores británico, Robin Cook, antes de que le dieran “matarile” aunque oficialmente murió de forma repentina de un “pampurrio” tras, creo, ver al monstruo del Lago Ness. Ya es mala suerte.
Sibel Edmonds se hace una pregunta capital respecto del terrorismo islámico del ISIS y del acopio que ha hecho esa organización terrorista de tan “milagroso” poderío bélico y extraordinaria capacidad económica, algo que los medios controlados suelen eludir recurriendo a la habitual fabricación de patrañas. Piense en esto, dice Edmonds, ¿cómo es posible que en tan sólo dos años un feroz grupo terrorista haya llegado a estar tan cohesionado y a tener en su poder armamento sofisticado (de comprobado origen estadounidense, que “raro”), jeeps del tipo Range Rover, entrenamiento militar de alto nivel, complejas redes informáticas y dos mil millones de dólares para organizar su estructura de terror? Ese, refiere Edmonds, es el sello distintivo de la Operación Gladio B. Eso es lo que han estado haciendo (la CIA, OTAN, etc) desde la década de 1950.
Tenemos que admitir, apunta Edmonds, que se ha creado, sobre todo desde el 11-s, toda una industria de inteligencia, lo que se denominaba antes el complejo militar industrial, a base de contratistas y subcontratistas, para ganar dominio en Oriente Medio ya sea Irak y Siria o los países que estén por conquistar, particularmente en Asia Central y en el Cáucaso. Georgia, por ejemplo, ya es a todos los efectos país títere de la OTAN mientras que en China, en la zona uigur de Xinjiang (llamada por la CIA Turquestán Oriental), dice Edmonds que, no se oye mucho hablar sobre esa región pero ya hemos (se refiere, lógicamente, a la inteligencia norteamericana) estado entrenando a varias unidades terroristas musulmanes uigures en esa región con el objetivo, al igual que hicimos en Taiwán, de promover el separatismo e instalar una base militar allí.
Edmonds, en una entrevista con la periodista de RT, Sophia Shevardnadze, afirma que nada impide a la gente hablar sobre las fechorías del imperialismo, pero con matices. Si el gobierno de Estados Unidos estuviera muy preocupado por las personas que están denunciando, como yo, u otros denunciantes, si eso se convirtiera en una amenaza real, sería muy fácil para ellos dejarnos fuera de la circulación, eliminarnos. Pero no lo somos, porque no hemos subido “un nivel” todavía. Si el alcance de lo que decimos llegara a las masas y éstas reaccionaran de alguna manera entonces usted estaría en un escenario totalmente diferente. Pero no lo hemos visto todavía.
Ni lo veremos. De todas formas, casi diría a Sibel Edmonds que se cuide las espaldas. Uno no estaría tan seguro de que no estuviera en una lista negra, durmiente, de objetivos de la CIA u otras agencias asesinas a sueldo. Existen mecanismos sutiles de asesinato que ya no son el clásico “murió acribillado a balazos” , tales como accidentes “fortuitos”, suicidios inducidos, ataques cardíacos imprevistos, sobredosis varias y envenenamientos prolongados. Sin descartar, claro, la contratación de sicarios para simular un crimen utilizando la coartada del “robo”.
Atentados terroristas como el último de Bruselas conforman la estrategia global actual del Gladio B señalado por Sibel Edmonds quien no deja lugar a ninguna duda sobre el paroxismo criminal que están llevando a cabo las “élites” político-económicas capitalistas, con un análisis tan clarividente como certero: Es hora de revitalizar el miedo y eso es exactamente lo que están haciendo. ¿Qué va a seguir a esto? Pues la puesta en práctica de más medidas de control ciudadano, ya sea en los aeropuertos (una vez más el preclaro razonamiento analítico de Edmonds da en la diana: se acaba de proponer recientemente en el Parlamento Europeo el incremento de más controles totalitarios a los viajeros) o bien aumentando el número de informantes por el FBI, la CIA, etc. Esas son las cosas que van a seguir a una operación Gladio de falsa bandera, es decir: tenemos que disponer de más gastos militares e invertir en seguridad, debido a que el nivel de miedo se va a elevar, y por lo tanto esos gastos van a estar justificados. Tan simple como eso.
Para la mayoría de ciudadanos toda esta monumental farsa oficial de la lucha “contra el terror” es, según Edmonds, fácil de digerir, ya que la mayoría de ellos han sido despojados sistemáticamente de su capacidad de pensamiento crítico.
FUENTE: Globalresearch Canadá y RT
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Disfrazando la insurrección islamista en Siria
Post publicado el 30 de diciembre de 2016 en: http://miguel-esposiblelapaz.blogspot.com.es/2016/12/disfrazando-la-insurreccion-islamista.html
Ya conocen que llevo varios años tratando la guerra que se desencadenó contra Siria en el año 2011. Durante este tiempo les he mostrado como este país y sus gentes han sido sometidos a un ataque brutal y despiadado por parte de infinidad de batallones de mercenarios sedientos de sangre, dinero y barbarie. Estos criminales sabían que tenían el respaldo de los más poderosos padrinos: Estados Unidos, Gran Bretaña, Israel, Arabia Saudí, Catar, Turquía y la Unión Europea, además de otros como Jordania, Canadá y un largo etcétera. Sabían que si sus planes lograban el objetivo de destruir el Estado de Siria tendrían abundante recompensa material e impunidad a sus innumerables e inenarrables crímenes. No ha sido así, Siria, con la necesaria ayuda de sus aliados ante tan enorme y tremenda ofensiva, está saliendo adelante y defendiendo una nación plural, tolerante y abierta en lo político, lo religioso y lo económico. Una nación pensada para l@s siri@s y quienes quieran conocerla y respetarla.
En esta tesitura de quedarse desnudos de argumentos y llenos de derrota moral e intelectual están tambien infinidad de activistas, no analistas, que apoyaron a todas estas huestes de bárbaros desalmados. Por ese motivo ahora nos vienen con una ficticia historia de que originalmente, en el año 2011, hubo una revolución realmente popular y pacífica que fue «ahogada en sangre» presuntamente por el ejército o policía del «régimen» (como denominan ell@s al Gobierno sirio con el fin de deslegitimarlo), lo que desencadenó el recurso a la violencia y el predominio de estos fanáticos islamistas. El «argumento» tan falso, es prácticamente el mismo que utilizaron para Ucrania, donde allí también Washington tuvo un papel clave en la llegada al poder del nazismo en Europa, siendo aquí también las protestas muy violentas y financiadas desde el exterior, con pagos a los propios manifestantes. 1 Sin embargo, el problema que tiene esta gente es que la historia no es aquello que un@ se inventa en una página de un periódico o de internet, o en un programa de radio o televisión para hacerlo acorde a sus propios intereses y de quienes les pagan. La historia es lo que en cada momento ha sucedido, hechos que contrastados engrosan nuestro conocimiento del pasado y del presente, y que nos hacen entrever, si estamos atentos, incluso el futuro. Esta labor es llevada a cabo de forma laboriosa y metódica por personas con un criterio de objetividad y responsabilidad suficientes para obtener resultados que pasen las pruebas de veracidad a las que se los somete. Los resultados están basados en múltiples evidencias bien comprobadas. Hablan los hechos y dominan sobre las opiniones.
No podrán esperar de los que no son más que meros propagandistas rigor y honestidad, este es un trabajo propio de los analistas e historiadores.
Sobre el origen de la guerra en Siria les he hablado en numerosos informes en los que mostraba los sucesos y acontecimientos que entonces ocurrían y que ahora se quieren deformar, así como el precedente en el tiempo donde se observa la determinada y clara injerencia de las administraciones estadounidenses en el país de Levante. Pueden verlo, por ejemplo, en el siguiente artículo sobre por qué lo que ha ocurrido en Siria no puede considerarse en modo alguno ni una rebelión popular ni pacífica. También con este otro sobre la opinión de los pocos mercenarios propiamente sirios que se apuntaron a tal «revolución»: Escuchando a los rebeldes en Siria.
Para enriquecer todavía más las fuentes sobre este inicio de la guerra, a continuación traduzco el trabajo recopilatorio de lo que tuvo lugar en Siria entonces, llevado a cabo por el profesor Tim Anderson, y que recoge los acontecimientos e investigaciones llevadas a cabo por muchas personas y organizaciones que estaban sobre el terreno y se preocuparon por lo que sentían y les ocurría a l@s siri@s, y no por agradar a sus jefes de redacción o departamento. Anoto en él en letra azul algunas observaciones mías que considero necesarias.
Veamos y conozcamos esa realidad siria.
Profesor Jeremy Salt, octubre 2011, Ankara, Turquía.
«El movimiento de protesta en Siria fue abrumadoramente pacífico hasta septiembre de 2011».
Human Rights Watch, marzo 2012, Washington.
Una doble historia comenzó sobre el conflicto sirio, en el mismo inicio de la violencia armada en 2011, en la ciudad fronteriza y sureña de Daraa. La primera historia es de testigos independientes en Siria, tales como el padre Frans Van der Lugt en Homs. Ellos dicen que hombres armados inflitraron las tempranas manifestaciones por la reforma política para disparar tanto a la policía como a los manifestantes. Esta violencia venía de islamistas sectarios. La segunda procede de los grupos islamistas (‘rebeldes’) y sus patrocinadores occidentales, incluyendo Human Rights Watch con base en Washington. Ellos indican que hubo violencia ‘indiscriminada’ de las fuerzas de seguridad sirias para reprimir concentraciones políticas y que los ‘rebeldes’ surgieron de un movimiento de reforma política secular.
Un estudio cuidadoso de la evidencia independiente, sin embargo, muestra que la historia de los ‘rebeldes’ apoyados por Washington, aunque muy extendida, era parte de una estrategia para deslegitimar al Gobierno sirio, con el fin de fomentar el ‘cambio de régimen’. Para entender esto es necesario estudiar el estallido de la violencia en Daraa, en marzo de 2011. Fundamental para esa insurrección fueron los cargamentos de armas desde Arabia Saudí a los islamistas en la mezquita de al Omari.
A comienzos de 2011 los sirios eran bien conscientes de una parte de la historia que pocos observadores occidentales recordarían: una sorprendentemente similar insurrección islamista tuvo lugar en la ciudad de Hama, allá en 1982. Aunque esta fue aplastada en semanas por el Ejército Árabe Sirio. Revisar este conflicto es útil como consecuencia de los mitos que se han desarrollado alrededor de ambas insurrecciones.
Los servicios de inteligencia de EE.UU. (DIA 1982) y el fallecido autor Patrick Seale (1988) dan explicaciones independientes de qué ocurrió en Hama. Después de años de violencia y ataques sectarios por parte de los Hermanos Musulmanes (HH.MM.) de Siria, para mediados de 1980 el presidente Hafez al Assad había ‘roto la columna’ de su rebelión sectaria, que se proponía imponer un estado salafista-islámico. Un complot de golpe final fue descubierto y los HH.MM. ‘se sintieron presionados a iniciar’ un levantamiento en su bastión de Hama. Seale describe el comienzo de la violencia de esta forma:
‘A las 2 AM de la noche del 2-3 de febrero de 1982 una unidad del ejército pasando revista en la vieja ciudad cayó en una emboscada. Francotiradores desde lo alto de los tejados mataron quizás muchos soldados… [El líder de los HH.MM.] Abu Bakr [Umar Jawwad] dio la orden para un levantamiento general… centenares de luchadores islamistas se levantaron… para la mañana unos setenta destacados baatistas habían sido masacrados y las guerrillas triunfantes declararon la ciudad ‘liberada’ (Seale 1988: 332).
Sin embargo, el Ejército respondió con una enorme fuerza de 12.000 soldados y la batalla se propagó durante tres semanas. Fue una guerra civil respaldada desde el exterior, con algunas deserciones del ejército. Seale continúa:
‘Como el rumbo cambiaba gradualmente en favor del gobierno, las guerrillas volvieron a sus cuarteles… después de un intenso fuego de artillería, comandos y partidas irregulares apoyados por tanques entraron… muchos civiles fueron masacrados en la prolongada limpieza , distritos enteros arrasados’ (Seale 1988: 333).
Dos meses después un informe de la inteligencia de EE.UU. decía: ‘El total de las víctimas por el incidente de Hama probablemente asciende en torno a 2.000. Este incluye unos 300 a 400 miembros estimados del ‘Aparato Secreto’ de la élite de los Hermanos Musulmanes (DIA 1982: 7). Seale reconoce que el Ejército también sufrió grandes bajas. Al mismo tiempo, ‘grandes cantidades murieron en la caza por los pistoleros… los simpatizantes del gobierno estiman unos meros 3.000 y los críticos tantos como 20.000… una cifra de 5.000 a 10.000 podría ser próxima a la verdad’. Él añade:
‘Las guerrillas eran formidables oponentes. Tenían una fortuna en dinero extranjero… [y] no menos de 15.000 ametralladoras’ (Seale 1998: 335). Posteriores recuentos de los Hermanos Musulmanes han inflado las cifras, alcanzando hasta ‘40.000 civiles’, e intentando ocultar la violenta insurrección indicando que Hafez al Assad había simplemente llevado a cabo una ‘masacre de civiles’ (e.g. Nassar 2014). El entonces Presidente sirio denunció un complot extranjero a gran escala en la insurrección de Hama. Seale observa que Hafez «no era paranoico», porque muchas armas de EE.UU. fueron capturadas y ayuda extranjera había llegado de varios colaboradores de EE.UU.: El Rey Hussayn de Jordania, milicias cristianas libanesas (los alineados con Israel ‘Guardianes del Cedro’) y Saddam Hussein en Irak (Seale 1988: 336-337).
La insurrección de Hama nos ayuda a entender la violencia de Daraa porque, una vez más en 2011, vemos a islamistas armados usando los techos de los tejados para disparar contra la policía y los funcionarios del gobierno, provocando al ejército, con el propósito de denunciar una ‘masacre civil’ cuando ellos y sus colaboradores sean atacados por el ejército. Aunque los EE.UU., a través de sus aliados, jugaron un importante papel en la insurrección de Hama, cuando todo pasó la inteligencia de EE.UU. fríamente observó que: ‘los sirios son pragmáticos que no quieren un gobierno de los Hermanos Musulmanes’ (DIA 1982: vii).
En el caso de Daraa, y los ataques que se trasladaron a Homs y las zonas de alrededor en abril de 2011, el objetivo claramente declarado era una vez más derrocar al régimen secular o ‘alawi-infiel’. Los colaboradores de primera línea de EE.UU. fueron: Arabia Saudí, Catar y Turquía. El dirigente de los Hermanos Musulmanes sirios, Muhammad Riyad Al-Shaqfa, emitió una declaración el 28 de marzo que no dejó duda de que el objetivo del grupo era sectario. El enemigo era ‘el régimen secular’ y los miembros de la Hermandad ‘tienen que asegurar que la revolución será islámica pura y que ninguna otra secta tendría una parte del reconocimiento tras el éxito’ (Al-Shaqfa 2011). Mientras, restando importancia al papel inicial de los Hermanos Musulmanes, Sheikho confirma que ‘fue a golpear por encima de su peso real en el terreno durante el levantamiento… [debido] al apoyo turco-catarí’, y a su capacidad organizativa general (Sheikho 2013). Para ese momento había un ‘Consejo Militar Supremo del Ejército Sirio Libre’ en 2012 (más un conducto de armas que cualquier clase de comando del ejército), era dominado en dos tercios por los Hermamos Musulmanes (Draister 2012). Otros grupos salafistas-islamistas extranjeros rápidamente se unieron a esta ‘Revolución siria’. Un informe de los servicios de inteligencia de EE.UU. de agosto de 2012, contrario a las declaraciones públicas de Washington sobre ‘rebeldes moderados’, decía:
‘Los salafistas, los Hermanos Musulmanes y AQI [Al Qaeda en Irak, más tarde ISIS] son las mayores fuerzas conduciendo la insurgencia en Siria… AQI apoyó a la oposición siria desde el comienzo, tanto ideológicamente como a través de los medios’ (DIA 2012).
En febrero de 2011 había una agitación popular en Siria, hasta cierto punto influenciada por los acontecimientos en Egipto y Túnez. Había manifestaciones antigubernamentales y pro-gubernamentales y un movimiento de reforma política genuino que durante años había protestado contra la corrupción y el monopolio del partido Ba’ath. Un informe de 2005 se refería a ‘un despliegue de movimientos de reforma organizándose lentamente por debajo de la superficie’ (Ghadry 2005), y de hecho las ‘muchas caras’ de una oposición siria, mucha de ella no islamista, habían estado agitándose desde más o menos ese mismo tiempo (Sayyid Rasas 2013). Estos grupos de la oposición política merecen atención, en otra discusión [Cabe comentar que buena parte de esa oposición, islamista o no tan islamista, recibía dinero extranjero, para servir a intereses extranjeros, desde años antes, al menos desde 2006: U.S. secretely backed Syrian Opposition Groups, U.S. admits funding Syrian Opposition]. Sin embargo, solo una parte de esa oposición estuvo vinculada a la violencia que estalló en Daraa. Grandes manifestaciones contra el gobierno comenzaron, para encontrarse con enormes manifestaciones pro-gubernamentales. [Este el punto más débil de la exposición de Tim Anderson: si bien las mayúsculas demostraciones de apoyo a Bashar al Assad han podido ser certificadas y comprobadas, no ocurre lo mismo con las supuestas y cuantiosas manifestaciones pacíficas contrarias. Algo que de un modo u otro, con los medios que hay hoy en día, debió quedar claramente reflejado. De hecho, los medios corporativos occidentales tenían que recurrir a las imágenes de las masivas asistencias en favor del gobierno, para, engañando a sus lectores, hacerlas pasar por contrarias. Y cuando comentaban las concentraciones contrarias al presidente, hablaban de su escaso número, algún centenar como mucho. No había descontento popular o grandes protestas. Además que estas aparecen en una ciudad muy pequeña, como Daraa con en torno a 70.000 habitantes, y no en grandes urbes como Damasco o Alepo, que sería lo normal. Si escuchamos a los propios «rebeldes» sirios veremos que tampoco es esa la realidad, ya que ellos describen una de coacción y violencia con manifestaciones muy minoritarias].
A comienzos de marzo algunos adolescentes en Daraa fueron arrestados por hacer grafitis que habían sido copiados del Norte de África: ‘la gente quiere derrocar al régimen’. Se informó que fueron maltratados por la policía local, el Presidente Bashar al Assad intervino, el gobernador local fue destituido y los adolescentes fueron liberados (Abouzeid 2011) [La historia de los adolescentes y el graffiti, según indica el presidente sirio en una entrevista al canal alemán ADR, es una invención].
Ya la insurrección islamista estaba en marcha, cubriéndose con las manifestaciones de la calle. El 11 de marzo, varios días antes de que la violencia apareciese en Daraa, había informes sobre que las Fuerzas Armadas sirias se habían hecho con ‘un importante cargamento de armas y explosivos y gafas de visión nocturna… en un camión viniendo de Irak’. El camión fue detenido en la sureña Tanaf cruzando, cerca a Jordania. La agencia de noticias del Gobierno sirio SANA dijo que las armas estaban pensadas ‘para usarse en acciones que afectasen a la seguridad interna de Siria y extender agitation y caos’. Las fotografías mostraban ‘docenas de granadas y pistolas además de rifles y cinturones de munición’. El conductor explicó que las armas habían sido cargadas en Baghdad y que le habían pagado 5.000 dólares para entregarlas en Siria (Reuters 2011). A pesar de esta interceptación, llegaron armas a Daraa, una ciudad fronteriza de en torno a 150.000 habitantes [la cifra más correcta es de 70.000-75.000]. Aquí es donde las historias de ‘rebelde-occidental’ y las independientes divergen, y divergen dramáticamente. El consenso de los medios occidentales era que los manifestantes quemaron y destruyeron las oficinas del gobierno, y después ‘las fuerzas de seguridad provincial abrieron fuego sobre las marchas, matando a varios’ (Abouzeid 2011). Después de eso, ‘los manifestantes’ llevaron a cabo protestas en frente de la mezquita de al-Omari, pero fueron atacados.
El Gobierno sirio, por otra parte, declaró que los ataques armados habían comenzado sobre las fuerzas de seguridad, matando policías y civiles, junto con la quema de oficinas del gobierno. Había corroboración exterior de esta explicación. Mientras su titular culpaba a las fuerzas de seguridad por matar ‘manifestantes’, el British Daily Mail (2011) mostraba fotos de pistolas, rifles AK47 y granadas de mano que las fuerzas de seguridad habían incautado después de entrar en la mezquita de al Omari. El periódico mencionaba informes de que ‘una banda armada’ había abierto fuego sobre una ambulancia, matando ‘un doctor, un técnico en urgencias médicas y un policía’. Los canales de los medios en los países vecinos informaron sobre el asesinato del policía sirio el 17-18 de marzo. El 21 de marzo un informe de noticias libanés observó que ‘siete policías fueron muertos durante enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y manifestantes en Siria’ (YaLibnan 2011), mientras un informe del Israel National News decía: ‘Siete oficiales de policía y al menos cuatro manifestantes han sido asesinados en Siria… y los cuarteles del partido Ba’ath y el juzgado fueron quemados’ (Queenan 2011). Estos policías habían sido disparados por francotiradores desde los tejados.
Incluso en estas circunstancias el gobierno estaba urgiendo a contenerse e intentar responder al movimiento de reforma política. El consejero del presidente Assad, Dr. Bouthaina Shaaban, dijo en una conferencia que el presidente había ordenado ‘que no se debía disparar munición de verdad, incluso si la policía, las fuerzas de seguridad o los funcionarios del estado estuviesen siendo asesinados’. Assad propuso abordar las demandas políticas, tales como el registro de partidos políticos, quitar los decretos de emergencia y permitir mayores libertades a los medios (al-Khalidi 2011). Nada de esto parecía interesar o disuadir la insurrección islamista.
Varios informes, incluyendo vídeos, mostraban francotiradores disparando desde los tejados a la multitud y la policía durante los funerales por aquellos ya asesinados. Se dijo que ‘ no era claro quién estaba disparando y a quién’ (Al Jazeera 2011a), como ‘un grupo armado desconocido disparó desde los tejados a los manifestantes y a las fuerzas de seguridad’ (Maktabi 2011). Sin embargo, Al Jazeera (2011b), propiedad de la monarquía catarí, pronto sugirió enfáticamente que los francotiradores eran pro-gubernamentales. ‘El presidente Bashar al Assad ha enviado miles de soldados sirios y su armamento pesado a Derra para una operación que el régimen no quiere que nadie en el mundo vea’. Sin embargo, la sugerencia de Al Jazeera de que secretos francotiradores pro-gubernamentales estaban matando ‘soldados y manifestantes a la vez’ era ilógica y fuera de lugar. Las fuerzas armadas fueron a Daraa precisamente porque habían disparado y asesinado a la policía.
Arabia Saudí, un aliado regional de EE.UU. clave, había armado y financiado sectas sunitas salafistas extremistas para lanzarlas contra el gobierno secular. El funcionario saudí Anwar Al-Eshki más tarde confirmó a la televisión BBC que su país había enviado armas a Daraa y a la mezquita de al-Omari (Truth Syria 2012). Desde el exilio en Arabia Saudí, el salafista Sheikh Adnan Arour llamó a una guerra santa contra los musulmanes alauitas liberales, que se decía dominaban el Gobierno sirio: ‘por Alá debemos triturar [a los alauitas] en picadoras y dar su carne para comer a los perros’ (MEMRITV 2011). El objetivo salafista era un estado teocrático o califato. El eslogan genocida ‘los cristianos a Beirut, los alauitas a la tumba’ se convirtió en generalizado, un hecho reseñado por los medios norteamericanos tan pronto como mayo de 2011 (e.g. Blanford 2011). Islamistas de la brigada Farouq del Ejército Sirio Libre actuarían pronto bajo esas amenazas (Crimi 2012). El analista canadiense Michel Chossudovsky (2011) concluía:
‘El despliegue de fuerzas armadas, incluyendo tanques, en Daraa [fue] dirigido contra una insurrección armada organizada, que ha estado activa en la ciudad fronteriza desde el 17-18 de marzo.’
Después de esos primeros días en Daraa el asesinato de fuerzas de seguridad sirias continuó, pero fue en su gran mayoría no informado fuera de Siria. No obstante, la analista independiente Sharmine Narwani escribió sobre la escala de esta matanza a comienzos de 2012 y de nuevo a mitad de 2014. Una emboscada y masacre de soldados tuvo lugar cerca de Daraa al final de marzo o principios de abril. Un convoy del ejército fue detenido por un derramamiento de aceite sobre una carretera entre Daraa al-Mahata y Daraa al-Balad, los camiones fueron ametrallados. Las estimaciones de muertes de soldados, de fuentes del gobierno y de la oposición, varían de 18 a 60. Un residente de Daraa dijo que estos asesinatos no fueron mencionados porque: ‘En ese tiempo, el gobierno no quería mostrar que eran débiles y la oposición no quería mostrar que estaban armados’. El bloguero antisirio, Nizar Nayouf, registró esta masacre como teniendo lugar en la última semana de marzo. Otro escritor contra el gobierno, Rami Abdul Rahman (situado en Inglaterra y llamándose así mismo como el ‘Observatorio Sirio de los Derechos Humanos’) dice:
‘Fue el primero de abril y alrededor de 18 o 19 fuerzas de seguridad… fueron asesinadas’ (Narwani 2014). Faisal Mikdad, Viceministro de Asuntos Exteriores, él mismo residente de Daraa, confirmó que: ‘este incidente fue ocultado por el gobierno… como un intento por no antagonizar o no incrementar las emociones y calmar las cosas, para no fomentar cualquier intento de inflamar las emociones, lo que puede conducir a una intensificación de la situación’ (Narwani 2014).
Aunque el sentido de negar las muertes contra el gobierno era ese, en los medios occidentales todas las muertes fueron denunciadas (a) como víctimas del ejército y como civiles (b). Por más de seis meses, cuando un recuento de muertos fue mencionado en los medios internacionales, se consideró habitualmente como aceptable sugerir que todos eran ‘manifestantes’ asesinados por el Ejército sirio. Por ejemplo, un informe de Reuters del 24 de marzo decía que el principal hospital de Daraa había recibido ‘los cuerpos de al menos 37 manifestantes muertos el miércoles’ (Khalidi 2011). Tener en cuenta que todos los muertos se habían convertido en ‘manifestantes’, a pesar de que los informes iniciales informaban de la muerte de un número de policías y asistentes médicos.
Otros diecinueve soldados fueron acribillados el 25 de abril, también cerca de Daraa. Narwani obtuvo sus nombres y detalles del Ministerio de Defensa sirio, y corroboró estos con otro documento de una fuente no del gobierno. A lo largo de abril ella calcula que ochenta y ocho soldados sirios fueron asesinados ‘por desconocidos tiradores en diferentes zonas de Siria» (Narwani 2014). Ella también refutó las acusaciones de que los soldados muertos eran ‘desertores’, tiroteados por el Ejército sirio por rechazar el disparar a civiles. La organización con base en Washington Human Rights Watch, refiriéndose a entrevistas con 50 ‘activistas’ anónimos, denunciaba que los soldados muertos en ese tiempo eran todos ‘desertores’, asesinados por el Ejército (HRW 2011b) [Human Rights Watch y Amnistía Internacional, dos organizaciones «humanitarias» con centrales en Washington y Londres, que utilizan los derechos humanos con fines políticos y económicos en beneficio de la agenda de las corporaciones occidentales, de las cuales reciben financiación y difusión, han tenido una responsabilidad directa y enorme en la justificación de la barbarie que hemos visto en Libia o Siria, al tergiversar la realidad y engañar emocionalmente a los habitantes de Europa o Norteamérica. Mostrando, además, «informes» carentes de cualquier rigor basado en «activistas» a sueldo y anónimos, sin sustento en evidencia alguna]. Aunque los funerales de funcionarios leales, mostrados en internet en aquel momento, eran distintos. Incluso Rami Abdul Rahman, propenso a culpar al ejército por el asesinato de civiles, dijo ‘este juego de decir que el ejército está matando desertores por abandonar – Yo nunca acepté eso’ (Narwani 2014). No obstante, los informes tan recargados eran confusos, en Siria como en el exterior.
La violencia se extendió por el norte, con el apoyo de combatientes islamistas desde el Líbano, alcanzando Baniyas y áreas alrededor de Homs. El 10 de abril nueve soldados recibieron disparos en una emboscada a un autobús en Baniyas. En Homs, el 17 de abril, el general Abdo Khodr al-Tallawi fue asesinado junto a sus dos hijos y un sobrino, y el comandante sirio Lyad Kamel Harfoush fue muerto a tiros cerca de su casa. Dos días más tarde, el coronel Mohammad Abdo Khadour fue asesinado fuera de servicio en su coche (Narwani 2014). El comentarista norteamericano Joshua Landis (2011a) informó sobre la muerte del primo de su mujer, uno de los soldados en Baniyas.
Al Jazeera, el principal medio en Oriente Medio apoyando a los Hermanos Musulmanes, ocultó estos ataques, como también los refuerzos aportados por los extranjeros armados. El que fuera periodista de Al jazeera Ali Hashem fue uno de los muchos que dimitió de la cadena propiedad de Catar (RT 2012), quejándose de un profundo sesgo sobre la presentación de la violencia en Siria. Hashem tenía un rodaje de hombres armados llegando desde el Líbano, pero fue censurado por los directores catarís. ‘En una carta de dimisión le decía a la directiva… es como si nada estuviese ocurriendo en Siria’. Pensaba que la ‘revolución libia’ era el punto de inflexión para Al Jazeera, el final de su prestigio como un medio creíble (Hashem 2012).
Los provocadores estaban actuando. El yihadista tunecino ‘Abu Qusay’ más tarde admitió que él había sido un destacado ‘rebelde sirio’ encargado de ‘destruir y ultrajar mezquitas suníes’ y de dibujar el graffiti ‘No hay Dios salvo Bashar’, una blasfemia para los musulmanes devotos. De esto se acusó entonces al Ejército sirio, con el propósito de crear deserciones de suníes. ‘Abu Qusay’ había sido entrevistado por periodistas extranjeros, quienes no se dieron cuenta que él no era sirio (Eretz Zen 2014).
El periodista Nir Rosen, cuyos informes fueron en general contra el Gobierno sirio, criticó además el consenso occidental sobre la violencia inicial:
‘El tema de los desertores es una distracción. La resistencia armada comenzó bastante antes de que las deserciones comenzasen… Cada día la oposición da un recuento de muertos, normalmente sin ninguna explicación… Muchos de los indicados como muertos son de hecho combatientes de la oposición pero… descritos en los informes como civiles inocentes asesinados por las fuerzas de seguridad… y cada día miembros del Ejército sirio, de las agencias de seguridad… son también asesinados por combatientes antirégimen’ (Rosen 2012).
Un juego de números se está llevando a cabo para deslegitimar al Gobierno sirio (el régimen) y al Ejército sirio (leales a Assad), sugiriendo que eran responsables de toda la violencia. Justo cuando las fuerzas de la OTAN estaban para bombardear Libia y derrocar a su gobierno, voces de EE.UU. comenzaron a pedir que el presidente Assad dimitiese. Brookings Institution (Shaikh 2011) decía que el Presidente había ‘perdido la legitimidad para permanecer en el poder en Siria’. Los senadores de EE.UU. John McCain, Lindsay Graham y Joe Lieberman dijeron que era tiempo ‘de unirnos nosotros mismos inequívocamente con la gente de Siria en su demanda pacífica por un gobierno democrático’ (FOX News 2011). Los grandes poderes comenzaban a pedir ya otro ‘cambio de régimen’.
En junio, la Secretaria de Estado Hillary Clinton descartó la idea de que ‘instigadores extranjeros’ habían estado trabajando, diciendo que ‘la inmensa mayoría de las bajas han sido civiles desarmados’ (Clinton 2011). De hecho, como Clinton sabía muy bien, sus aliados de Arabia Saudí habían armado extremistas desde el mismo comienzo. Su declaración de bajas estaba también equivicada. Las Naciones Unidas (que abandonarían más tarde su recuento de muertos) estimaron desde varias fuentes que, para comienzos de 2012 había más de 5.000 víctimas, y que las muertes en el primer año de conflicto incluían 478 policías y 2.091 de las fuerzas del ejército y de seguridad (OHCHR 2012: 2; Narwani 2014). Esto es, más de la mitad de las víctimas en el primer año fueron de las fuerzas de seguridad sirias. Este cálculo independiente no fue reflejado en los informes de los medios occidentales. ONGs ‘perros guardianes’ tal como Human Rights Watch, junto con columnistas de EE.UU. (e.g. Allaf 2012), continuaban en denunciar, bien entrado 2012, que las fuerzas de seguridad sirias habían estado masacrando ‘manifestantes desarmados’, que la gente de Siria ‘no tenía otra opción’ salvo tomar las armas, y que ese ‘movimiento de protesta’ había sido ‘mayoritariamente pacífico hasta septiembre de 2011’ (HRW 2011a, HRW 2012). De hecho, el movimiento de reforma política había sido echado de las calles por los pistoleros salafistas-islamistas, en el curso de marzo-abril de 2011.
En junio la reportera Hala Jaber (2011) observó que alrededor de 5.000 personas fueron a una manifestación en Ma’arrat al-Numan, una pequeña ciudad en el noroeste de Siria, entre Alepo y Hama. Ella dice que a varios ‘manifestantes’ les habían disparado la semana anterior, mientras intentaban bloquear la carretera entre Damasco y Alepo. Después de algunas negociaciones que redujeron las fuerzas de seguridad en la ciudad, ‘hombres con grandes barbas en coches o pick-ups sin matrículas’ con ‘rifles y lanzagranadas’ comenzaron a disparar a los escasos números de las fuerzas de seguridad. Un helicóptero militar fue enviado a apoyar a las fuerzas de seguridad. Después de este enfrentamiento ‘cuatro policías y 12 de sus atacantes estaban muertos o muriendo. Otros 20 policías estaban heridos’. Funcionarios que escaparon del combate fueron ocultados por algunos de los ancianos tribales que participaron en la manifestación original. Cuando la siguiente ‘manifestación pro-democracia’ tuvo lugar, el siguiente viernes, ‘solo 350 personas estaban presentes’, la mayoría hombres jovenes y algunos militantes barbudos (Jaber 2011). Cinco mil manifestantes habían sido reducidos a 350, después del ataque salafista.
Después de meses de manipulaciones mediáticas, disfrazando la insurrección islamista, los sirios tal y como Samer al Akhras, un joven de familia suní, que solía ver Al Jazeera porque la prefería a la televisión estatal, quedó convencido en apoyar al Gobierno sirio. Él vio de primera mano la invención de informes por parte de Al Jazeera y escribió, a final de junio de 2011:
‘Soy un ciudadano sirio y un humano. Después de 4 meses de vuestra falsa libertad… Decís manifestaciones pacíficas y disparáis a nuestros ciudadanos. Desde hoy… Yo soy [ahora] un sargento en la reserva del Ejército. Si yo atrapo a alguien… de cualquier organización terrorista actuando sobre el terreno en Siria, yo voy a dispararte a ti como tú nos estás disparando a nosotros. Esta es nuestra tierra no la vuestra, los esclavos de la falsa libertad americana’ (al Akhras 2011).
PS:
En este artículo traducido pueden ver como la misma prensa anglosajona reconoce en febrero-marzo 2011 la popularidad del presidente sirio, que sale a la calle con un muy bajo sistema de seguridad y que en las manifestaciones iniciales no había miles, sino pequeños grupos, que apenas llegaban a alguna centena.
Descontento fabricado: el pueblo sirio nunca deseo la revolución .
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The original source of this article is Global Research
Copyright © Prof. Tim Anderson, Global Research, 2016
http://www.globalresearch.ca/daraa-2011-syrias-islamist-insurrection-in-disguise/5460547
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