–Le han reprochado a usted -dije yo con cierta imprudencia- que en aquel tiempo [las guerras antinapoleónicas] no empuñase las armas ni se alistara siquiera entre los poetas patrióticos.
–Dejemos eso a un lado, amigo mío -replicó Goethe-. Los que así hablan son gente absurda y no hay que hacerles ningún caso. ¿Cómo iba yo a poder tomar las armas sin sentir odio y cómo iba a tener odio sin tener juventud? De haber yo tenido veinte años cuando esas cosas ocurrieron no habría sido seguramente el último en alistarme; pero entonces ya pasaba yo de los sesenta. Sin contar que no todos podemos servir a la patria del mismo modo, sino cada cual en la medida de sus fuerzas y usando de las facultades que Dios tuvo a bien concederle. Durante medio siglo no tuvo mi vida nada de agradable. Puedo decir muy alto que en aquellas cosas que la Naturaleza me asignó como mi labor cotidiana, trabajé sin descansar noche y día; y lejos de procurarme algún alivio a mi esfuerzo, lo que hice fue extremarlo cuanto pude. Y no nos iría mal si todos pudieran decir lo mismo.
–En el fondo -dije yo tratando de calmarlo- ese reproche puede tenerle a usted sin cuidado; antes debe enorgullecerle. Pues, en resumidas cuentas, sólo indica que el mundo tiene de usted tan alta idea que pide de quien tanto ha hecho más que de otro alguno; la cultura de su nación lo hubiera hecho todo.
–Yo sé de sobra lo que digo -replicó Goethe-. Ese reproche encierra más inquina de la que usted cree. Yo veo en ellos la continuación de ese odio con que de antiguo me persiguen y tratan de hacerme daño de modo insidioso. Ya sé que para muchos represento un estorbo y querrían deshacerse de mí, y como no pueden atacarme en mi talento, me atacan en mi carácter. Ora soy orgulloso; ora, egoísta; ya un envidioso de los escritores noveles; ya un libertino encenegado en los placeres sensuales; unas veces no soy cristiano y otras, en fin, soy un hombre que no ama a su patria ni a sus queridos compatriotas. Hace bastantes años ya que usted me conoce y puede apreciar el valor de semejantes opiniones. Pero si quiere usted saber cuánto he padecido, lea usted mis Xenias, y por la forma en que allí reacciono contra los ataques podrá inferir lo que, unos detrás de otros, han hecho por amargarme la vida.
–Un escritor alemán es un mártir alemán. Sí, querido amigo; y lo mismo le ocurrirá a usted. Yo realmente no me puedo quejar. No han tenido mejor suerte los otros, y los más la han tenido peor. Y lo mismo que aquí sucede en Inglaterra y Francia. ¡Cuánto no tuvieron que sufrir Molière, y Rousseau, y Voltaire! A Byron lo echaron de Inglaterra las malas lenguas, y al fin del mundo habría tenido que huir luego si una muerte prematura no hubiera venido a salvarlo de los filisteos y su rencor. ¡Y si por lo menos fuera la masa ignara la única en perseguir a los grandes hombres! Pero lo malo es que también los hombres de talento se persiguen unos a otros. Platón aquí zahiere a Heine y Heine a Platón, y cada uno de los dos procura rebajar al otro, y eso que el mundo es lo bastante ancho para que todos puedan vivir en él y laborar en paz, y que cada cual tiene en su mismo talento un enemigo con el que luchar, y no poco.
–Eso de escribir canciones marciales, sentadito en mi despacho, no se había hecho para mí. Lo que a mí me hubiera gustado habría sido pasar las noches de centinela oyendo relinchar a los caballos de las avanzadas enemigas. Pero mi edad no me consentía eso ni era tampoco cosa de mi incumbencia, sino de la Teodoro Kôrner. A Kôrner le sientan de perlas sus cancioncillas marciales. Pero, para mí, que por naturaleza no tengo nada de marcial, una canción de guerra me habría sentado tan mal como una careta.
–Mi poesía no fue nunca afectada; yo no escribí ni rimé nunca sino lo que llevaba sobre mi corazón, lo que me preocupaba la mente. Sólo compuse versos de amor cuando estaba enamorado. ¿Cómo habría podido escribir cantos de odio sin odio? Pues, dicho sea entre nosotros, yo no odiaba a los franceses, aunque di las gracias a Dios cuando nos libró de ellos. Porque ¿cómo habría podido yo, para quien sólo tienen importancia la cultura y la barbarie, odiar a una nación que considero como una de las más cultas del mundo y a la que le debo parte tan considerable de mi propia cultura?
–En general -siguió diciendo Goethe– vea usted lo que ocurre con eso de los odios nacionales: pues que son tanto más fuertes y violentos cuanto más inferior es el grado de civilización de los pueblos. Pero hay un momento en que ese odio se borra, en que venimos a estar, en cierto modo, por encima de las naciones, y sentimos como propias la suerte o la desgracia de un pueblo vecino. A este grado de cultura había llegado mi naturaleza, y ya me había yo fijado en él mucho antes de llegar a los sesenta.
JOHANN W. GOETHE, Conversaciones con Eckermann.
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Recuerdan a Garzón su pasado como juez represor
Por Octubre Julio 23, 2017
Aliado con cierta “izquierda” vergonzantemente socialdemócrata, el ex juez Baltasar Garzón ha logrado presentarse ante la opinión pública del Estado español como un jurista “progresista” y defensor de las causas más nobles. Desde luego, el ex juez estrella ha sabido también qué teclas tocar para construirse esta imagen, en un contexto donde la ausencia de una verdadera izquierda revolucionaria organizada facilita a los vendedores de humo dar a cualquiera gato por liebre.
La jugada maestra de Garzón en este terreno fue, sin duda, su iniciativa para investigar la represión franquista, que se centraba exclusivamente en las desapariciones forzosas ocurridas entre 1936 y 1952, y que terminó con su inhibición a favor de los juzgados territoriales. El ex magistrado no podía ignorar entonces el nulo recorrido que su iniciativa tendría en el marco de la legislación española y de sus leyes de “punto final” con respecto a la dictadura franquista, pero la acción le sirvió, no obstante, para obtener popularidad entre un sector de la población española.
Su posterior enfrentamiento con el PP por la investigación del Caso Gürtel y su subsiguiente expulsión de la carrera judicial contribuyeron también, decisivamente, a construir el mito del “juez recto”, justo e insobornable, represaliado por la derecha.
Lo cierto es, en cualquier caso, que todos los esfuerzos de Garzón por presentarse a sí mismo como un “hombre de izquierdas”, después de que sus deseos de hacer carrera política en el PSOE se frustraran por un exceso de ambición, no hubieran sido suficientes sin la complicidad de una parte de Izquierda Unida y el PCE, y de sus artistas e “intelectuales” afines que, como miembros plenamente integrados en el Régimen del 78, ocultaron de manera cómplice el papel represor que el juez había desempeñado en la Audiencia Nacional.
Desde ese tribunal de excepción, heredero del franquista TOP, Baltasar Garzón fue uno de los artífices, en el terreno judicial, de la Caza de Brujas desatada contra los movimientos independentistas del País Vasco y Cataluña. Fue el impulsor, por ejemplo, de la doctrina maccartista del “entorno de ETA”, que permitió reprimir y encarcelar, de manera indiscriminada, a todos cuantos no se habían sometido a la Constitución y el Régimen monárquico impuesto tras la muerte del dictador.
Con esta doctrina encarceló, por ejemplo, a 27 personas en 1997 y las tuvo presas durante dos años hasta que el propio Tribunal Constitucional español sentenció que eran inocentes.
Con este criterio del “derecho penal del enemigo” también tuvo participación en la causa 18/98 contra el diario Egin, cerrando el rotativo, llevándolo a la ruina, y encarcelando a sus periodistas. Años después se sentenció que también eran inocentes, pero el trabajo de destrucción de aquel medio de comunicación, incómodo para el poder, ya lo había hecho Baltasar Garzón.
En el año 1992, hasta 40 independentistas catalanes fueron detenidos en la denominada ‘Operación Garzón’, por orden del magistrado “progresista”, acusados de pertenecer a la organización Terra Lliure.
Muchos de los detenidos denunciaron que habían sufrido tortura. Interrogatorios incomunicados en aplicación de la ley antiterrorista, asfixia con bolsas de plástico, golpes por todo el cuerpo, descargas eléctricas, intentos de suicidio, torturas psicológicas. El Tribunal Europeo de los Derechos Humanos condenó a España por negarse a investigar estas denuncias.
Cinco de estos independentistas catalanes recriminaban este mismo martes a Baltasar Garzón, durante su comparecencia en el Parlament catalán en un grupo de trabajo sobre niños robados durante el franquismo, que fue él, precisamente, quien ignoró completamente sus denuncias, dejándoles en la más absoluta indefensión.
El ex juez se limitó a responderles que “en aquellos tiempos las denuncias de torturas no se investigaban lo suficiente”, añadiendo, cínicamente, que “el no tenía competencias para hacerlo”.
El pasado mes de abril, este mismo ex juez represor presentaba, junto al ex coordinador general de IU Gaspar Llamazares la “Plataforma Actúa”. Un globo sonda con el que ambos socios políticos, apoyados por otras “figuras” como la abogada Cristina Almeida; el exdirector de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza; el escritor y excandidato de IU a la Presidencia de la Comunidad de Madrid Luis García Montero; o la periodista Teresa Aranguren, pretendían auscultar qué posibilidades tendrían si llegan a presentar su propio “proyecto electoral” de “regeneración democrática”.
Ese es, y así nos va, el país en el que vivimos.
canarias-semanal.org
NÉMESIS PERSIGUE A GARZON
En mi artículo mensual vuelvo a la carga con el proceso contra Garzón ante la Sala Penal del Supremo por sus cobros del Banco Santander durante su estancia en Nueva York, con el conocimiento, el sesgo y la parcialidad que me da el ser uno de los dos abogados parte acusadora activa contra el mismo. El otro acusador es mi buen amigo el abogado alicantino Antonio Panea.
Némesis es la deidad griega encargada de la justicia retributiva que es tanto como dar a cada uno lo suyo, al bueno sus premios y al malo sus debidos castigos. Digo que buscando causas, y no contentándome con el incompleto reino de lo visible, debe de ser Némesis o algún pariente divino de ella quien ha operado el milagro de que aparezcan unas ocultas cartas que Garzón envió tiempo atras a Emilio Botín, pidiéndole dinero para un patrocinio de conferencias en Nueva York que él iba a dirigir. Y digo esto porque sobrehumano o milagroso parece que, tras un primer envío de papeles del Santander al Supremo sobre los patrocinios, ahora aparezcan, tras el segundo requerimiento del Supremo al banco, estas olvidadas misivas que comprometen claramente a Garzón.
Recordemos que “ni directa ni indirectamente” dijo el que creíamos incorruptible juez al Consejo Judicial, negando toda relación con el Santander con ocasión de una denuncia por no abstenerse y resolver (a favor del Santander) una querella puesta por el abogado Rafael Pérez Escolar, que desde el cielo se regocija con estos eventos nuevos, contra Botín y su equipo, por llevarse de las cuentas de Banesto unos 700 mil millones de pesetas, créditos recuperados del Banesto intervenido, que no están en las cuentas ni se saben a donde fueron a parar, punto no aclarado pero sustantivo de la reciente historia de España.
Y ahora el “ni directa ni indirectamente” deja en evidencia a su autor, ya que en las cartitas de afecto amical, pide Garzón a Botín dinero para el presupuesto de sus conferencias en Nueva York, lo llama “querido Emilio”, envía “un enorme abrazo”, y bajo su firma aparece la inclusión de “Magistrado-Juez”, cartas de 2005 y 2006, tras las cuales no se excusó de conocer de la querella contra sus patrocinadores. No olvidemos un detalle, Botín en 2005 era un banquero procesado por el famoso caso de las cesiones de crédito ante la Audiencia Nacional y cuando supo de la petición del juez Garzón debió de sentirse contentísimo. Por parte de Garzón es una violación de la ética judicial pedirle dinero valiéndose de la ascendencia del cargo que ocupa a un banquero perseguido por la justicia.
En breve el Supremo debe de resolver si admite o no la querella por cohecho (pedir y conseguir patrocinios del Santander para dirigirlos él, recibir del patrocinio los gastos de escuela de la hija en Nueva York, los gastos de viaje, el sueldo de la asistente personal de Garzón y el alquiler del piso de esta), prevaricación (no abstenerse de intervenir en querella donde tenía interés directo y amistad con la parte querellada) y estafa (recibir el sueldo íntegro de juez con otro oculto de la Universidad de Nueva York incompatible con el sueldo oficial). Aquí no se trata de interpretar si hizo decisiones injustas a sabiendas sino de hechos contundentes, pedir y tomar regalos, no abstenerse, y cobrar un sueldo en paralelo.
En febrero de 2009 el Supremo ordenó investigar los cobros de Garzón en Nueva York. Esto ocurrió tras una famosa cacería cuyos ciervos abatidos debieron de ser tan especiales o sagrados como aquellas vacas de la Odisea que Ulises ordenó a sus hombres no tocar porque eran protegidas del Dios Helios, pero que los hombres acabaron por comerse lo que pagaron con sus vidas. Bermejo fue el primer cazador de la cacería convertido en presa. Garzón salió malherido. Y es que debe de ser que la mirada del ciervo agonizante le transmitió una energía o efluvio que le iba a hacer responder de sus actos rompiendo su inmunidad e impunidad de décadas. Tal vez Némesis empujó al astro rey de los jueces españoles a asistir a aquella cacería que convertía a los cazadores en presas y a las presas en cazadores. El apartamiento o suspensión de Garzón de su cargo se presenta inminente. Nadie puede con Némesis, el falso dios ha perdido su protección y afronta la hora de la verdad. Esta estrella pierde masa estelar porque un agujero negro la absorve.
JOSE LUIS MAZON COSTA
ABOGADO
23 DE DICIEMBRE DE 2009